domingo, 3 de febrero de 2013

De senderos por el Pardo

Crónica de JuanCar
Tras la convocatoria sabatina, tan sólo Jesús y yo decidimos ir a machacarnos un poco más a los senderos de El Pardo. Ninguno de los dos conocíamos la zona, y dado que las piernas no estaban del todo mal, pensamos que dar tumbos por allí nos iba a venir estupendamente para pasar una mañana de domingo estupenda y completar un doblete casi de antología.

Así, a la hora acordada, las 8:45 de la mañana, empezaron a llegar los componentes del grupete que íbamos a ser esa mañana: Pachi, Jesús (Terminal), Jesús (Agila), Amador (Cronos), Javier (Javier Carvajal), Zarzo, Rafi, Rodrigo (Glabre), Nelson (El Negrito), Alberto (Peke), Jose (El Negro) y un servidor, JuanCar.
Nada más salir del pequeño aparcamiento donde habíamos quedado e introduciéndonos ya en los Montes de El Pardo, una petadora subida nos dio la bienvenida. Sin duda un buen preludio a lo que iba a ser toda la mañana: un continuo sube y baja. Subir para poder bajar por sitios a-lu-ci-nan-tes bien dirigidos por el maestro Zarcete, que como dice Jesús, tiene un máster “cum laude” en los montes de El Pardo.
La primera subida, nada más subirnos en las bicis, tiene inmediatamente su recompensa en una bajadita en al que podemos ya adivinar lo que nos espera. El Pardo se muestra ratonero, a veces peligroso, pero siempre divertido.
En un principio íbamos a utilizar un track que nos había recomendado Frailman, pero llevar con nosotros al guerrero es sinónimo de “no track”, así pues, nos dejamos llevar según su buen criterio. La primera bajada nos dejó casi en la carretera de El Pardo, y tras seguir un pequeño sendero muy cerca de ella, iniciamos de nuevo la subida, casi igual de empinada que la primera, cruzando un sendero que, por el medio del bosque de encinas y robles, nos llevaría hasta el alto de lo que me pareció entender era conocido como “el palomar”, una especie de arco de color blanco desde la que había una buena vista de los montes. Desde el palomar sale un sendero impresionantemente divertido en cuya parte baja empezamos la sesión de saltos y de fotos. Allí los más intrépidos se atrevieron a deleitarnos con sus vuelos, algunos fallidos y que dieron con los huesos de alguno en el suelo sin, afortunadamente, consecuencias. Fotos y fotos después, continuamos nuestro camino.
La segunda bajada nos dejó de nuevo casi en el mismo punto donde iniciamos la segunda subida, y por tanto, continuamos durante unos 3,5 km en dirección al pueblo cruzando por senderos entre árboles y caminitos estrechos que recuerdan muchísimo a la casa de Campo, y es que es obvio que es tanto el mismo tipo de terreno como de vegetación, ya que supongo que en un origen eran los mismos montes. Eso sí, el tamaño es lo que no es comparable, por lo que los montes de El Pardo se prestan a miles de senderos, caminos, trialeras…una delicia para el MTB, y en la mismísima ciudad!!.
Tras llanear al lado de la carretera, iniciamos una subida larga y tendida hacia el mirador. La verdad es que es una delicia pedalear por sitios así, tan agradecidos para la vista y para las ruedas de la bici. Supongo que en otras épocas del año estos senderos han de ser altamente peligrosos, por lo que me da la impresión que elegimos una muy buena época, en la que el terreno está en muy buen estado.
La ascensión por el sendero de la tercera subida del día nos llevó hasta el mirador. Una pequeña construcción de madera en uno de los puntos más altos de El Pardo, y desde donde se divisa a la perfección la sierra, toda nevada, toda la extensión de los montes del Pardo, y hacia el otro lado, las cuatro torres de La Castellana.
Aprovechamos para comer, beber, foto de grupo, y para que Nelson nos volviera a deleitar con subiéndose al mirador subido en su montura…por supuesto también bajándose de él.
Una vez comidos y descansados de la tercera subida, la más larga y tendida de todas, iniciamos a la bajada por uno de los senderos más bonitos que hicimos ayer. Sin necesidad de demasiada técnica pero sí con mucho cuidado, nos fuimos deslizando monte abajo por un sendero con curvas reviradas, peraltes, algún salto que otro y sin pasos técnicos. Vamos, que me encantó.
Sin llegar a la carretera, y por una pista más o menos asfaltada, comenzamos la cuarta ascensión del día, la más corta y fácil, y con la que enlazados un sendero precioso, entre pinos, con una valla un tanto peligrosa a la derecha y con algunos pasos bastante curiosos en los que había que llevar alerta los cinco sentidos.
Sin duda éste fue el sendero que más me gustó, quizá porque es el que más metido en el bosque iba, y porque quizá es el más intenso en cuanto a la atención que hay que prestar. Su final es justo la glorieta de acceso al palacio real de El Pardo, donde tras un pequeño descanso, decidimos subir a lo que se llama el barranco o el acantilado.
Y ésta fue nuestra quinta ascensión del día: la subida larga y bastante pestosita, sobre todo por la gran cantidad de arena acumulada en el camino, en busca del inicio del sendero del barranco…y obviamente un barranco era…
El sendero, más bien diría trialera que desciende desde el barranco es lo más parecido a un parque temático que he visto encima de mi bici. Curvas de 270 grados, cambios de rasante, saltitos, peraltes infernales, alguna que otra raíz cruzada en el camino, pasos técnicos…en definitiva, una auténtica pasada!!.

El final de la trialera desemboca en un túnel en cuyo extremo posterior hay una placa de hormigón derrumbada, lo que hace que la salida del túnel sea un auténtico foso. Todos los que no lo conocíamos, al llegar allí, utilizábamos la misma expresión de sorpresa y nos hacíamos la misma pregunta: ¿alguien va a saltar esto?. Y ya lo creo que alguien iba a saltarlo. Primero Zarzo, en un vuelo casi perfecto, con trasero hacia atrás y tirando de manillar, y después Nelson en una postura similar, nos regalaron el espectáculo y nos dieron la oportunidad de registrarlo en vídeo…una pasada lo que hacen estos máquinas!!!.
Nada más pasar el túnel, una zona de cuatro saltos consecutivos estaba llena de chavales, que con sus bicis estaban practicando una y otra vez los vuelos que, de nuevo Nelson, Zarzo y en este caso Agila y El Negro nos mostraron y les enseñaron como hacerlo de verdad, cogiendo altura y buena posición encima de la bici.
Tras salir dela zona de saltos, volvimos a coger un sendero paralelo a la carretera, donde tanto Rodrigo como Nelson nos dejaron para poder llegar pronto a los coches camino de su casa. A los demás nos esperaba una nueva subida, también tendida, y por la que habíamos estado a primera hora de la mañana, que nos llevaría hasta la valla del monte.
El senderito que va justo al lado de la valla es precioso, jaras, encinas y robles dejan en algunos lugares el paso justo para no empotrarse contra la valla. Así, de uno en uno y con buen ritmo llegamos al fin de la subida que, de nuevo, desemboca en una nueva bajada que hacemos ya a toda velocidad. Algún que otro perro encolerizado y muchas personas caminando por los senderos fueron la nota predominante en ésta última bajada que nos condujo de nuevo al punto en el que despedimos anteriormente a Nelson y Rodrigo.
Desde aquí ya sólo nos restaba una última subida: la que pasa por encima de los túneles de la M-40, cuya visión desde arriba es una pasada.
Afortunadamente las fuerzas estaban ya prácticamente acabadas justo cuando se acababa la ruta, lo que nos permitió acabar disfrutando como críos y con un montón de imágenes alucinantes en nuestras retinas.
Gracias Guerrero por enseñarnos un sitio así al que sin duda hay que volver con las piernas más frescas y para hacer algo más largo, aunque lo del domingo tuvo su distancia justa: 30 km en rutas como ésta es una cantidad mucho más que aceptable.
Así pues, un fin de semana de esos de enmarcar, con un doblete estupendo y de esos que te dejan un magnífico sabor de boca.
                                                                  Fotos de Jesus
                                                                Fotos de JuanCar

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