sábado, 24 de noviembre de 2012

Por Picadas, casi de monteria

Crónica de JuanCar          

LA RUTA DE LA MONTERÍA.
Vaya por delante: En esta época del año, lo más inteligente para evitar los problemas que tuvimos nosotros es ponerse en contacto con el Ayuntamiento más cercano a la zona donde nos vayamos a desplazar a hacer la ruta, ya que es la única forma de evitar sorpresas inesperadas.
Dicho ésto, cambiamos nuestro día habitual para salir el sábado ya que algunos de los compañeros tenían compromisos el domingo y a los demás nos daba igual un día que otro. Quizá esa sea la razón por la que es la primera vez en unas cuantas rutas en la que nos hemos juntado menos de 20 bikers. Aún así, a las 8:45 éramos 14 los que nos habíamos concentrado en el aparcamiento del restaurante El Puerto situado en el kilómetro 48 de la M-501.
Javi (Marek), Pablo, Jesús (Terminal), Nacho (Gorcam), Pachi, Javi (Jablan), Jesús (Agila), Glabre (Rodrigo), Adrián, Alberto (Peke), Ángel (Arrojo), Marcos (Markievich), Manuel (Manuelsunn), y yo, JuanCar (Juancardido), fuimos los asistentes a una ruta que, en principio, nos iba a permitir terminar prontito y por fin poder disfrutar de una opcional como dios quiere y manda.
La ruta elegida era la clásica de Picadas, no más de 33 km con cerca de 500 m de acumulado, cuya única dificultad se sitúa en las primeras dos subidas que nos quitaríamos de encima en los primeros 8 km de ruta.
Así pues, tras prepararnos todos, iniciamos la marcha a las 9:03 (según mi GPS) recorriendo unos pocos cientos de metros por la M-501 dirección Pelayos de la Presa, para, enseguida, tomar un desvío a la izquierda casi jugándonos la vida, ya que había que cruzar la carretera por un punto un poco complicado y además los conductores no iban precisamente despacio ni estaban muy por la labor de facilitarnos la maniobra.
Nada más tomar el desvío y sin tiempo para pensárselo dos veces, ya empieza la primera subida de la mañana. Insisto e insistiré...estas subidas nada más montarme en la bici me matan, me asesinan, me dejan para el arrastre, pero en fín, qué le vamos a hacer...bajar plato y subir piñones es todo el consuelo que me queda.
La primera subida, de unos 3 km de longitud, empieza tendidita, pero en tramos alcanza una pendiente considerable. Menos mal que el tipo de terreno (asfalto), el fresco de la mañana,  lo bonito de la zona en esta época ya que las lluvias han dejado todo el campo verdecito, y la charla distendida con los que, como yo, sufrimos lo indecible en estas condiciones, hacen más llevadero nuestro calvario particular, y en menos de lo que cabía esperar, habíamos terminado de subir esa primera dificultad.
Tras reagruparnos en un cruce en el que la pista asfaltada daba paso a una pista de tierra en muy buenas condiciones, reiniciamos la marcha poco más de media hora después de haber salido del aparcamiento.
Una zona de bajada/llano de aproximadamente 2 kilómetros da acceso a una de las zonas más bonitas de la ruta. Nos encontramos al lado de una lagunilla natural que según los que han estado por allí más veces, está bastante llena de agua. Justo en ese punto, una pequeña subidita hace las delicias de los más intrépidos mientras que algunos siguen su camino ascendente sin ni siquiera detenerse en ese punto. Cinco minutos después, reiniciamos la marcha camino de la segunda y (supuestamente) definitiva subida.
Este segundo arreón ascendente es algo más complicado que el primero debido principalmente al terreno. Afortunadamente no es un tipo de tierra que se embote con la humedad o al mojarse, sino que aunque lastra lo suyo, deja rodar sin hundirse las cubiertas en él.
Al igual que en el primer tramo de subida, el grupo se deshizo, yendo cada uno un poco a su trantrán, gestionando sus fuerzas como creía conveniente.
La ruta discurría perfectamente. No había problemas, no había pinchazos ni sobresaltos; hasta tal punto iba la cosa bien, que el fin de la subida llegó tan sólo 50 minutos después de haber iniciado la ruta.
Fue justo cuando creíamos que habíamos terminado de subir, cuando algunos compañeros hicieron la broma de seguir subiendo por una pista que se abría a nuestra derecha y que se desviaba del camino principal. La mayoría descartamos la opción y confiados enfilamos camino abajo en busca de las rampas de desnivel negativo que nos empezaran a sacar la sonrisa de la cara (si es que alguna vez se nos fue). De repente, y para nuestra sorpresa, nos topamos con una cinta blanca a rayas rojas en cuyo extremo se situaba un cartel que decía: "Peligro, no pasar, Montería"...cagüen la mar...ahora que nos habíamos hecho la ilusión de bajar, teníamos que decidir qué hacer, si saltarnos la advertencia con el consiguiente peligro o tirar pista hacia arriba por allí donde los compañeros habrían bromeado que fuéramos.
Un breve debate, que si aún no ha empezado, que si falta una fecha, que si yo oigo tiros, que si esto es peligroso, dio como resultado tirar con nuestras bicis pista hacia arriba en busca de una pista alternativa que nos llevara directamente a Villa del Prado, nuestro siguiente objetivo.
Decidimos que si hay otros tracks que nos llevan paralelo al nuestro hacia la localidad de Villa del Prado, lo único que teníamos que hacer era tomar un camino perpendicular a las dos pistas y así llegaríamos a la siguiente pista y a un track alternativo algo más largo...tan sólo unos 5 o 6 km más.
Conseguimos encontrar el camino que nos llevaría a una pista paralela, pero cuando conseguimos ver la susodicha pista, una nueva cinta blanca a rayas rojas con el mismo cartel que la cinta anterior, nos cortaba de nuevo el camino...en este punto ya habíamos subido bastante más de lo que la mayoría hubiéramos deseado, pero qué le íbamos a hacer.
Tras tratar de ponernos en contacto con el Seprona, con la policía de Villa del Prado y con la Guardia Civil todo de forma infrustuosa, y tras haber hablado con unos motoristas que, ellos sí, hicieron caso omiso a la señal y se tiraron pista abajo, se decidió, y dado que Adrián se negó en redondo en bajar por la pista cortada y para no dejar que volviera solo a los coches con el consiguiente peligro para él, que buscaríamos una pista aún más alejada e igualmente "paralela" a las dos que habían sido cortadas para que, de una forma u otra, llegáramos a Villa del Prado.
Un desvío en el camino que nos llevó a la segunda pista nos condujo a una nueva pista asfaltada donde, más de dos horas después de haber empezado la ruta y casi una hora después de haber visto la primera cinta, vimos una gran cantidad de todoterrenos que sin duda se dirigían a iniciar la montería...¡¡una pena no haber hecho caso a nuestra primera intención y haber tirado por la primera pista hacia abajo!!...total, las monterías no suelen empezar hasta las 12:00 de la mañana tal y como apuntaba Ángel y tal y como nos dijo una patrulla del Seprona y otra de la Guardia Civil cuando nos las cruzamos por la pista asfaltada.
En esa misma pista asfaltada hicimos el momento barrita justo antes de encontrarnos con una pareja que circulaba en un todoterreno y que con muy buena voluntad nos indicaba un camino directo a la carretera de Villa del Prado.
En ese momento no les hicimos caso, pero era lo mejor que podíamos haber hecho. Si les hubiéramos hecho caso, nos hubiéramos ahorrado cerca de 6 kilómetros, muchos de ellos por carretera, aunque si hubiéramos estado un poco avispados, un poco antes de haber cogido la pista asfaltada, podíamos haber enlazado por una pista que nos hubiera llevado a poder hacer la segunda y tercera Marías para haber terminado también con un buen sabor de boca.
El caso es que los dos cortes nos habían situado en una posición bastante conservadora, sobre todo pensando en que lo que nos quedaba a partir de donde estábamos era tan sólo bajar y llanear. Así pues, tiramos pista asfaltada hacia abajo hasta que nos dimos de cara con una nueva caravana de todoterrenos que iban a la susodicha montería, y enseguida contra la M-403, carretera de Ávila a Toledo y que tomamos justo en el punto del límite provincial con la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha.
Un rápido descenso en fila de a uno con algún que otro adelantamiento nos condujo rápidamente al cruce con la carretera M-507 que nos llevaría 8 km después hasta la localidad de Villa del Prado. Las caras en el cruce eran un poema (sobre todo las de los que íbamos más tocados), ante nosotros se mostraba una larga y tendida subida que nos hubiéramos evitado en caso de haber hecho caso a la pareja del todoterreno.
En fín, con paciencia y piñones se sube todo, así que, unos antes y otros después, llegamos a coronar la subida inesperada con la esperanza que después se hizo realidad, de iniciar un largo descenso con cruvas viradas muy divertidas, aunque por careretera y que nos llevó con unos cuantos piques muy sanos entre Jesús (Agila), Ángel, Pablo y yo, a la entrada de la localidad de Villa del Prado donde por fin pudimos enlazar con el track original; eso sí 13 kilómetros después y unos cuantos metros de ascenso acumulado más.
Desde Villa del Prado y cogiendo la antigua vía del tren de Almorox (gracias Marcos por decirnos el nombre), llegamos plácidamente a la Ermita de Nuestra Señora de la Poveda donde pudimos observar las dotes sociales de Ángel haciéndose súper-amigo de un gran perrazo que había allí durmiendo la 
siesta y que se despertó justo para posar en la foto de grupo y para que junto a Ángel nos regalara el momento cómico del día, y es que hay algunos que van haciendo amistades allá por donde van...
La salida de la Ermita fue un poco complicada. Adrián, presa de los días de no haber tocado la bici, tuvo un momento pajarón que conseguimos resolver con unos pocos consejitos acerca de la forma de pedalear y de utilizar el cambio. Por delante, el resto de compañeros nos esperaban en el cruce de la carretera M-507 a la altura del Rincón, justo pegados a la valla del Safari Park.
Yo les dije a los compañeros que tiraran adelante, que ya nos quedábamos Adrián y yo detrás, de cierre, que él iba un poco tocado y que llevando yo el track no había problema. Ellos no accedieron a mi oferta, pero cuatro compañeros (Jesús (Terminal), Alberto (Peke), Glabre (Rodrigo), y Pablo), apremiados por el tiempo tiraron sin pararse hasta el aparcamiento para que nos se les hiciera tarde en sus obligaciones. Y es que a esa hora, cuando llegábamos a la valla del Safari Madrid, ya teníamos que estar llegando al final de la ruta y estar empezando nuestra opcional. Eran ya las 13:00 y aún nos quedaban cerca de 15 km para finalizar.
Lástima de la premura del tiempo, porque de haber ido con tiempo, nos hubiéramos parado a buen seguro a ver los animales sueltos del Safari, pero no pudo ser así, y sin tiempo para contemplaciones, iniciamos la última subida del día, una pequeña ascensión que nos llevaría hasta la presa del embalse de Picadas.
La ascensión se hizo lenta, respetando el ritmo de los más perjudicados. Al coronar, pudimos observar un precioso paisaje: la presa de Picadas en todo su esplendor y el monte adyacente precioso por el verdor de las lluvias de otoño.
Desde la presa de Picadas la ruta ni tiene mucha historia ni nada de desperdicio. Es una zona preciosa, siempre rodando a la orilla del embalse, lleno hasta rebosar, embutido en una vaguada preciosa, fresca y con un magnífico olor. Quizá fuera por ello que tres o cuatro de nosotros nos sentimos con fuerzas y estimulados por el ambiente nos lanzamos a un sprint que nos hizo sostener una velocidad de más de 23 km/h. Y es que a los que nos gusta llanear, aquel entorno es de lo más propicio.
De aquel tramo, una de las cosas que más me gustó fue atravesar un túnel sin iluminar, lleno de piedras que casi había que adivinar para no tropezar con ellas. Una sensación estupenda de riesgo que me gustó mucho.
En menos de media hora desde que atravesamos la presa de Picadas, recorrimos los siete últimos kilómetros que nos llevarían de nuevo a la M-501 para acabar en el aparcamiento del restaurante.
Miré mi reloj y eran ya las 14:00 de la tarde. Una pena haber teminado la ruta una hora y media después de lo previsto, lo cual no nos permitió a algunos disfrutar de las cervecitas y de las patatas revolconas con aire abulense que algunos si tuvieron la suerte de disfrutar.
Tan sólo uno hizo la machada del día, nuestro amigo Marcos (Markievich), tras avituallarse y recargar de agua su camelback, tiró hacia el otro lado de la M-501 y con un par completó la ruta con la Cuerda de la Parada...un macho-man sin lugar a dudas.
En fín, que independientemente de las trabas que nos pongan en las rutas, independientemente de monterías y otros avatares, la verdad es que lo pasamos muy bien,.. como siempre, lo que siempre nos deja ganas de que llegue el siguiente fin de semana para poder de nuevo compartir una gran mañana dando pedales con unos grandes amigos.
¿Qué nos encontraremos el próximo día?.
DATOS FINALES DE LA RUTA (Según Perfils):
-          Distancia: 47,25 Km
-          Desnivel acumulado positivo: 847,70 m
-          Tiempo en movimiento: 3 horas, 40 minutos
-          Tiempo total: 4 horas, 44 minutos.
-          Velocidad media en movimiento: 12,95 km/h (10 km/h de velocidad media total)
                                                                        Fotos de Jesus
                                                                      Fotos de Marcos

domingo, 18 de noviembre de 2012

Caminos de la Sierra desde Navacerrada


Crónica de JuanCar                                               

La ruta de este domingo es un claro ejemplo de que hay tantas rutas como participantes se apuntan a hacerla. Supongo que cada uno de los 28 compañeros (y compañera) que nos dimos cita ayer en Navacerrada podría escribir una crónica diferente por lo que lo que aquí vais a leer no es más que el punto de vista de un humilde servidor y que, en gran medida, coincidirá con la de muchos de vosotros, pero a buen seguro no tendrá nada que ver con la de otros cuantos.
En un principio elegimos esta ruta para celebrar la recuperación de Nacho, aunque a decir verdad, yo le vi en tan buena forma como siempre (aunque él diga lo contrario). Vamos, que estoy seguro que aunque el galeno le recomendara no coger las dos ruedas bajo ningún concepto, él fijo que las ha sustituido por paseos, bici estática y cualquier otra actividad, porque si algo no vi en él era que estuviera desfondado; aún así, mucho ánimo campeón y ya sabes que en el club de los “crónicos” siempre seré uno de los que te acompañe.
También era de celebrar la vuelta a la actividad de algunos compis retirados temporalmente de las rutas: Amador, que sé que las pasó bastante jodidas en algunos momentos, Jablan, que todos sabemos los bemoles que le echó ayer junto con Iván para acabar sí o sí la ruta completa. Mariaje, que también venía de recuperarse, y de alguno que otro más que si estaba mal, nunca lo pareció.
En fin, el caso es que a las 9:15 de la mañana salía de la Plaza del Gargantón de Navacerrada una casi manifestación ciclista rumbo a pasarlo lo mejor posible. Como he dicho ya, éramos 28, de los cuales, muy a mi pesar, hay unos 6 o 7 que me es imposible decir su nombre básicamente porque no les conozco. Perdonadme aquellos que por esta razón, no os saludé.
La mañana empezaba pintando muy bien, y aunque era fresquita, el sol ganaba el terreno a las nubes y en las primeras horas incluso llegó a calentar lo suficiente como para que alguno se despojara de prendas de abrigo, que más adelante, sin embargo, tuvo que enfundarse de nuevo.
Como digo, salimos de Navacerrada en dirección hacia la primera diversión de la mañana: los senderitos de los Almorchones que tanto nos gustan a todos. El terreno, mojado por las lluvias de los días pasados, e incluso de la noche anterior, agarraba que daba gusto, e incluso, a mi parecer, estaba quizá demasiado pastoso, con un cierto exceso de agua, que hacía difícil rodar en algunos sitios, aunque sin embarrase ni hacer que las ruedas en emboten en absoluto. Así pues, el paso de los senderitos nos dejó a todos con una buena sonrisita en la cara para empezar la mañana.
Y es que la ruta de los Caminos de la Sierra, variada como la ha variado el Maestro Marek para la ocasión, se perfilaba de forma diferente a lo habitual: empezar bajando y terminar subiendo, cosa que yo, tan raro para mis cosas, agradezco infinito, ya que el de ayer es mi perfil ideal de ruta y no el que es ideal para casi el 99% de los bikers; así es uno.
Tras el primer reagrupamiento nos disponemos a afrontar el paso de la cancela que se abre ante los senderos de bajada hacia la Urbanización Vista Real (entre Navacerrada y Mataelpino – qué bueno es el Google Earth para estos nombres). La cancela, como todos sabemos, tiene un escalón que a los “acojonaos” como yo nos invita a bajarlo a pié tan sólo con asomarnos a él, pero que a los auténticos killers les invita a bajarlo del tirón e incluso tratar de repetir para mejorar la bajada. Y es que en este aspecto, los SMS se llevan la palma aunque ayer su primera “S” no fuera de “Saturday” sino de “Sunday”. Decenas de fotos de varios reporteros gráficos y de nuevo a subir a la bici, que a este paso se nos echaba (como se nos echó) la mañana encima.
Los senderos de bajada hacia la urbanización son de terreno muy similar al de los Almorchones. Divertidos, poco sinuosos, de paisaje muy bonito debido a que discurren por la falda de la montaña, al lado de un arroyo, y con la pendiente justa para ir a una velocidad no muy alta y disfrutar realmente de ellos.
Nada más llegar a la valla exterior de la urbanización, empieza una de las partes más divertidas de la ruta de ayer, y en la que invertimos muchísimo tiempo. Y es que las cosas que merece la pena verlas y vivirlas requieren que se les otorgue el tiempo necesario para disfrutar de ellas: la primera, la bajada de la valla de la urbanización, que prácticamente todos bajamos montados y que gracias a las fotos de Dalopo y de Álvaro, nos van a dejar unas instantáneas de póster de detrás de la puerta de la habitación (Frailman dixit), para recordar y enseñar a los nietos.
La segunda, tercera y sucesivas, fueron pasos, escalones, bajadas y pequeñas trialeras con terreno mojado, agua y vegetación, que la mayoría bajamos a pié. Incluso hubo un paso bastante complicado gracias a las condiciones del terreno que absolutamente todos bajamos a pié.
La verdad, es un espectáculo ver a bikers como (perdonadme si me olvido de alguno), Álvaro, Frailman, Agila, Dalopo, Zarzo, Nelson, Víctor, Iván, Jablan, y últimamente nuestro gran Jesús (Terminal), tirarse por los escalones y pasos complicados de esa zona. La escena me recordaba un poco a las imágenes del mundial de rallies, en las que se ve al público y reporteros gráficos apelotonándose en una curva, salto o lugar de paso espectacular para no perder ripio de lo que allí estaba pasando. Así estábamos ayer. Unos más cerca, otros más lejos, otros siendo los protagonistas de las fotos, otros siendo los reporteros, pero todos, absolutamente todos pasándolo genial. Y es que compañeros, ayer, en un momento dado os observé como asistíais a estos momentos, os observé mirando, como cuando estás en el cine y te olvidas por un instante de la película y observas a tu alrededor para ver cómo está reaccionando el resto de espectadores...y ¿sabéis lo que vi?...felicidad; estabais todos alucinando, con una sonrisa de oreja a oreja. Chicos (y chica), eso no tiene precio.
Si además de esos momentos de tensión casi acrobática de los pasos le añadimos los momentos de charla amistosa con los colegas y las risas que provocan los chascarrillos de Rubén y los chistes de Ángel, ahí tenemos un cóctel casi perfecto.
Tras estos dos o tres pasos enfilamos nuestro camino a la localidad de Mataelpino por una serie de senderos en un extraño sube-baja que a alguno nos hizo un poco de pupa, y no porque fueran especialmente cansados, sino porque el terreno estaba para mi gusto demasiado pastoso y las ruedas no corrían lo que deberían, por lo que el impulso en las pequeñas rampitas no era suficientemente eficaz. Tras atravesar Mataelpino, y siempre con el terreno tendente al desnivel negativo (vaya forma elegante de decir que era cuesta abajo, jajaja), cogimos la vereda que, de seguirla, nos hubiera llevado a la Ermita, pero que abandonamos en un cruce de caminos para enfilar una subida algo pestosa hacia una nueva urbanización que según el gran Google Earth se llama “La Ponderosa”...viva Bonanza (esto es para lo que tenemos una cierta edad...los demás no cazarán el chascarrillo).
Desde esta urbanización hasta Becerril de la Sierra, el terreno va picando hacia  arriba. No es que sean rampas ni mucho menos, pero el pequeño desnivel, unido a lo pastoso del terreno y a que el sol ya había dejado paso a unas cuantas nubes bastante amenazadoras, todo eso, hizo que alguno ya empezara a acusar los días de retiro forzoso y que las fuerzas comenzaran a flaquear. También empezaban ya a marcarse diferencias entre pequeños grupos y ya las reagrupaciones eran cada vez más largas debido a esa diferencia.
Aún así, la mañana iba transcurriendo estupendamente entre buena conversación y más de un chiste y chascarrillos manchegos que tanto amenizan la mañana, jajaja ¿verdad Karpov?.
Entre Becerril de la Sierra y Moralzarzal no hubo mucho más que rodar cada uno a su ritmo y tratando de compartir ratitos de charla amena. Eso sí, una vez llegados a Moralzarzal, y antes de la parada de avituallamiento, los más aguerridos killers se marcaron una bajadita de escaleras que muchos de nosotros tuvimos la oportunidad de contemplar desde la altura. Y es que estos muchachos del ayer “Sunday Morning Show”, no desperdician ni una sola oportunidad de estrujar sus horquillas y sus amortiguadores y de poner al límite los cuadros de sus bicis.
En Moralzarzal, como he dicho, paramos para reponer fuerzas y hacer la foto de grupo...muy numeroso como pude verse en la foto, y reponer fuerzas para afrontar los justos 19 kilómetros que nos quedaban para completar la ruta de ayer, y que era los más duros del día, ya que sabíamos que a partir de Alpedrete, todo lo que nos quedaba era subir, subir y subir.
Así pues, viendo que el tiempo se nos echaba encima, reanudamos la marcha con un ritmo ya más vivo que hizo que el grupo se rompiera en varios subgrupos. Por una parte hubo una serie de compañeros que enfilaron a Navacerrada porque el tiempo se les echaba encima. Sin embargo, aunque la premura del tiempo era ya bastante grande, no pudimos por menos que pararnos a disfrutar, mientras Nelson reparaba su pinchazo (o reventón), de una magnífica trialera situada casi a la entrada de Alpedrete, y en la que de nuevo los killers nos obsequiaron con unas estampas dignas de enmarcar. Y es que no es extraño que las rutas de nuestros amigos los SMS duren hasta 7 y 8 horas, viendo cómo invierten el tiempo en tirarse una y otra vez por los pedrolos tratando de buscar la bajada perfecta, el trazado perfecto o incluso el paso del escalón imposible...y eso que ayer no vimos ni las protecciones ni los integrales por ningún sitio...
Viendo que el paso de la trialera se prolongaba en el tiempo, algunos de nosotros decidimos ir tirando hacia Alpedrete mientras que llegaban Nelson y los demás compañeros.
El paso por Alpedrete no tuvo ninguna historia digna de destacar, tan sólo que a la salida del pueblo, habiendo reagrupado convenientemente, nos percatamos del estado de Jablan y de Ivan, que insisto le echaron el par de webs más grande que he visto en los últimos meses, y primero un par de compañeros, y después Álvaro y Víctor, se encargaron de acompañar hasta el final de la ruta.
En este punto el grupo de 28 estaba ya totalmente deshecho. Unos ya habían atravesado Collado Mediano e incluso habían enfilado a Navacerrada, otros estaban esperando reagrupaciones, y otros nos decidimos a afrontar la subida del depósito de Collado Mediano. La verdad es que la subidita se las trae, pero pocas son las rampas de ese estilo, en las que el plato pequeño y el piñón grande no hagan el trabajo suficiente como para llevarnos hasta arriba. En el alto del depósito, nueva mini-reagrupación, y de nuevo rumbo a completar los últimos 5 kilómetros pestosos donde los haya.
Y pestosos por varias razones. La primera por la cantidad de kilómetros acumulados, que si bien no son muchos, bien pesan ya cuando el resto es tan sólo subir y bajar, vamos, un pequeño martirio rompepiernas que hacía que algunos ya lo acusáramos en el límite de nuestras fuerzas.
 La segunda razón fue la lluvia. Nos escapamos de ella toda la mañana, pero justo al final empezó a caer con ganas de verdad, un buen aguacero que nos empapó pero bien y que nos forzó a calzarnos el chubasquero que ya pensábamos que no íbamos a utilizar.
La tercera razón fue el terreno: la lluvia de jornadas anteriores y la que estaba cayendo en ese momento, provocaron la aparición de unos charcos que más que charcos eran casi lagunas, y que al atravesarlas rezabas porque no hubiera una piedra atravesada que hiciera que dieras con todo el esqueleto en el agua, porque sin exagerar, había alguno de ellos en los que vi como mi eje de pedalier se quedaba totalmente cubierto de agua.
Así las cosas, el grupo ya no era tal. El grupo que creo más numeroso era en el que iba yo, y en el que éramos como mucho seis o siete: Pachi, Pablo, Manuel, Ángel, Dalopo, Jesús y no sé si alguno más.
De todas formas, habiendo llovido al final, habiendo llegado compañeros bastante destrozados al final de ruta, habiendo tenido que salir muchos de nosotros sin casi despedirnos de nadie, y no habiendo tenido tiempo de haber hecho todos una opcional en condiciones con los deliciosos torreznos del Porrón, qué queréis que os diga, que me lo pasé mucho más que bien y que disfruté como un niño, y que además, por vuestras caras sé que tampoco lo pasasteis mal, ¿verdad?.
 Pues eso, que me den más mañanas de domingo como ésta!!!!.
  Nota: He visto las fotos de las hamburguesas que se marcaron algunos en el Porrón y...ufff, ¡¡ay Omá!!.
                                                                    Fotos de Jesus
                                                                   Fotos de Frailman
                                                                   Fotos de JuanCar
                                                                    Fotos de Alvaro
                                                                   Fotos de Marcos 
                                                              Resumen final de Dalopo