domingo, 28 de abril de 2013

El Cañon del Guadalix

Crónica de JuanCar
Ya no sé las veces que hemos podido hacer esta ruta. Tantas han sido que ya forma parte de las clásicas “sin pedroleras” que repetimos y repetimos sin hartarnos nunca de ella. Son tantas las posibilidades de esta zona que siempre que la hacemos añadimos una variación, un sendero, un camino nuevo o un aliciente más. A mí me gusta considerarla una ruta turístico-MTB. Son tantos los atractivos que se pueden observar que la primera vez que la haces sientes que algo te ha quedado por ver; y esa sensación no es algo equivocado.
Uno de los artífices de la ruta se realice tal y como la hacemos en la actualidad es nuestro querido Javi Martín. Y es que hace muy pocos años junto con él tuvimos la oportunidad de organizar una ruta que se denominó “todo sobre el cañón del Guadalix” y que requirió continuas salidas por allí para verificar la ciclabilidad de los caminos y trazar partes de la ruta que ya damos por incorporadas a las nuestras. Otro de los artífices de la parte final del track es Zarzo, nuestro querido guerrero que nos enseñó parte de los senderos que ya no sólo buscamos, sino que no nos cansamos de disfrutar, aunque para ello tengamos que penar subiendo.
La razón por la que elegimos el Cañón para este fin de semana es bien conocida: la primavera no termina de venir y estos días de finales de abril están siendo más propios del mes de enero que de plena primavera. La previsión meteorológica en la sierra era nefasta: nieve, lluvia, viento, por lo que un lugar más cercano a la capital, con menos frío y menos posibilidad de acabar encharcados y ateridos de frío era precisamente la zona del Canal.
La celebración de la Cercegovia bicivoladora el día anterior, así como las justificadas ausencias de varios de nuestros compañeros fijos a las rutas, hizo que en el punto de inicio nos diéramos cita “tan sólo” 9 compañeros: Jesús (Terminal), Pablo, Rodrigo (Glabre), Alberto (Peke), Javi Carvajal, Pachi, Marcos (Markievich), Rolan y yo, JuanCar.
Poco después de las 9:00 de la mañana iniciábamos nuestra marcha camino del puente de madera que atraviesa el río Guadalix a la altura del polígono Industrial. El tiempo era frío, muy ventoso, y aunque el sol empezaba a brillar, las nubes lejanas y la dirección del viento hacían presagiar que no íbamos a disfrutar de un tiempo tan benigno durante toda la mañana. Afortunadamente habíamos decidido hacer la ruta en el sentido contrario a las agujas del reloj, por lo que si bien a la ida tocaba que el viento nos soplara de cara, el estar metidos en el cañón haría que no notáramos siquiera su presencia. Además, la dirección del viento era tal que a la vuelta nos empujaría a favor, cosa que, para nuestra alegría, así fue.

Como siempre que hacemos esta ruta, el primer objetivo, una vez alcanzada la pista que conduce al cañón, es visitar el Hervidero. Aunque suponíamos que íbamos a ver un auténtico espectáculo de agua, Rolan (que vive en San Agustín), nos confirmó antes de bajar que lo íbamos a ver bastante seco. Y así fue. Parece ser que hace más o menos un mes el hervidero hacía honor a su nombre ya que la cercana presa de Pedrezuela estaba soltando agua sin cesar. Esta situación ha cambiado y las compuertas de la presa están cerradas por lo que ni el Azud (que visitaríamos después), ni el hervidero estaban precisamente espectaculares. Más bien nos encontramos con una imagen bastante decepcionante.
Tras las fotos y los comentarios de rigor, continuamos nuestro camino por el fondo del cañón, ascendiendo por la ladera del “Sifón de Guadalix”, punto exacto donde la aguas que provienen de la presa de Pedrezuela por el “canal de El Vellón”, se incorporan al “Canal de El Atazar” rumbo a Madrid.
La ruta, es este punto discurre casi totalmente llana por el “Canal del Mesto” en dirección al Azud del mismo nombre. Y digo yo…¿ninguno de vosotros se ha planteado qué significan Azud y Mesto?. Pues bien, como sabéis que me gusta añadir siempre un punto culturilla a mis textos, he buscado en la red su significado y…:
-    Mesto:  híbrido o mezcla entre dos especies del género Quercus. Principalmente entre encina y alcornoque, o bien, entre encina y roble. Suele presentar características comunes de ambas especies. Como sabéis, toda la zona está repleta de encinas y salpicada de dehesas por lo que no es de extrañar un nombre así por la zona.
-    Azud: (árabe. "as sad"), palabra de origen árabe que significa 'barrera', es una construcción habitualmente realizada para elevar el nivel de un caudal o río con el fin de derivar parte de dicho caudal a las acequias. Se trata de una presa, pero suele conservar la denominación de origen árabe cuando se corresponden a presas de pequeño tamaño y de origen musulmán.
Es decir, el Azud del Mesto no es ni más ni menos que “la presa de la encina”.

El azud del Mesto es un lugar encantador aunque tampoco se encontraba en su mejor momento ya que apenas circulaba agua por él. Las compuertas y sus máquinas, así como la forma de construcción recuerdan tiempos pasados, aunque su longevidad es de escasamente 100 años ya que el Azud fue construido a principios del siglo XX como una medida de urgencia ante los defectos que presentaba la presa del Pontón de la Oliva ya que ésta sufría graves filtraciones por su parte baja que obligaron a que la explotación del reciente Canal de Ysabel II se realizará mediante la construcción del Azud del Mesto en el curso del río Guadalix y mientras se reparaba el Pontón. Lógicamente las obras sirvieron como base para la construcción en 1967 de la Presa de Pedrezuela y su correspondiente embalse de Pedrezuela, antes denominado embalse de El Vellón.
Tras la visita al Azud y comentar éstas y otras cosas (ahora entenderéis porqué hablo de ruta turístico-MTB), nos disponemos a subir a la parte alta del cañón por la margen izquierda del río y en dirección al pueblo de Pedrezuela.

La subida, en su primer tramo es, históricamente, un reto para cualquier biker ya que las roderas, las piedras sueltas y la elevada inclinación hacían que no todo el mundo pudiera superarla. Afortunadamente éste primer tramo ha sido arreglado. Ya no hay roderas, ha sido rellenado y prensado y ya no hay tanta piedra suelta por lo que la mayoría de nosotros consiguió subirla sin más problema.
A partir de aquí, el resto de la subida es muy tendida. Un ritmo apropiado hace que en menos de lo que te esperas estés ya en la parte alta del cañón, en una ancha vía pecuaria y con unas magníficas vistas de la sierra. Incluso se podía ver a la perfección la subida y el alto de la Morcuera.
La ventaja de ser “tan sólo” nueve compañeros es que las paradas para la reagrupación son más cortas, por lo que enseguida estábamos todos de nuevo subidos en las bicis camino de Pedrezuela para que, sin ni siquiera pararnos, atravesarlo con destino al siguiente punto “turísico” de la ruta: atravesar la presa de Pedrezuela.
Lo que más nos sorprendió del embalse es lo repleto de agua que está. Es cierto que yo, en alguna ocasión ya lo había visto así, pero no deja de sorprender como en la cola del embalse por la que salimos y que cuenta con un pequeño acueducto, éste no tenía a la vista el arco de medio punto que lo sustenta y que casi todas las veces que lo atravesamos se ve con toda claridad. Además, el agua del embalse, debido al viento estaba totalmente picada; más bien parecía un puerto de mar que un embalse. Tras atravesar la barrera que da acceso a las pistas del canal, continuamos nuestra marcha más o menos agrupados y con el viento a favor nuestro, lo cual era muy de agradecer ya que las continuas subidas y bajadas se hacían un poco más llevaderas. Las pistas del canal que atravesamos corresponden al “Canal de El Vellón”, canal especialmente construido para conducir las aguas del embalse de Pedrezuela.
El embalse y presa de Pedrezuela eran conocidos otrora como embalse y presa de El Vellón. El cambio de nombre se debe a la reivindicación del municipio de Pedrezuela, ya que el embalse se sitúa en los términos de Guadalix y Pedrezuela y bien alejado del término municipal del cercano pueblo de El Vellón. Se cree que el nombre original de embalse de El Vellón provenía de que cuando las aguas inundaron el valle, dejaron bajo las aguas un molino llamado “molino de El Vellón” y que parece ser que era el lugar al que acudían los oriundos del pueblo del mismo nombre a moler su trigo. La reivindicación de Pedrezuela tuvo éxito y cuando la gestión del Canal de Isabel II pasó del Ministerio de Fomento a la Comunidad de Madrid, se aprovechó para cambiar la denominación.
Lo que no cambió de nombre fue el canal, dejando el nombre original quizá como un recuerdo al nombre que tuvo el resto de elementos. El canal de El Vellón es prácticamente paralelo al canal bajo y su longitud es muy corta: desde la presa de Pedrezuela hasta el sifón de Guadalix donde se une al canal de El Atazar.
Lo maravilloso del canal de El Vellón es que cuenta con uno de los acueductos más altos y más largos de toda la infraestructura hidráulica del canal: el acueducto del Zegrí y que era exactamente nuestro próximo objetivo. En un momento dado, la ruta abandona la pista del Canal de El Vellón por su margen izquierda y se introduce, cañón abajo, hasta el punto de inicio del acueducto. El Zegrí es largo, mide 126 m, 77 de ellos con 8 arcos de medio punto y pilares que llegan a superar los 21 m de altura en la parte más profunda del barranco. Los que teneos más vértigo pensábamos que atravesarlo iba a ser una prueba para nosotros, pero lo ancho del acueducto y lo marcado del sendero en su parte alta no añaden dificultad alguna, pero lo que si añaden es una vista espectacular sobre el cañón.
Lógicamente si bajamos al acueducto, teníamos que subir de nuevo a la pista…y así fue, lo que aprovechó algún que otro compañero para empezar a quejarse de la dureza de tanto sube-baja. El parón de la reagrupación después del paso del acueducto lo aprovechamos para avituallarnos y hacer la correspondiente foto de grupo…o fotos de grupo, ya que en esta ocasión eran dos los fotógrafos para la ocasión.
Es en este momento en el que Rolan nos propone hacer una alternativa al track que veníamos siguiendo. La alternativa consistía en no llegar hasta las antenas de lo alto del sifón del Guadalix atravesando la dehesa de Moncalvillo, sino seguir la pista del canal sin tomar el famoso desvío a la derecha hacia la dehesa. Esto nos permitiría llegar exactamente al mismo punto que teníamos marcado en el track para el inicio de los senderos pero sin la necesidad de tener que descender para ascender de nuevo. Lógicamente, como conocedor de la zona, le dejamos que nos guiara, y, efectivamente, con un ahorro de fuerzas y kilómetros, estábamos enseguida en la pista del canal bajo y a punto de iniciar la última parte de la ruta.
A partir de este momento todo cambia. Por una parte abandonamos las pistas del canal, y por otra nos adentramos en el monte, atravesando sus dehesas para disfrutar de una primera parte de senderitos muy divertidos y siempre guiados por Rolan (aunque creo que Jesús conocí la zona de otras ocasiones). El sol nos había abandonado ya. El frío estaba empezando a  ser más intenso, pero estoy seguro que ninguno de nosotros lo notó, ya que atravesar aquellos senderos con ese paisaje tan alucinante no nos permitía preocuparnos por la meteorología, sino que disfrutábamos como enanos de las dehesas salpicadas de vacas y caballos y que más que dehesas parecían auténticos campos de golf.
La primera zona de senderos desemboca de nuevo en una pista de servicio del canal. Esta vez un ramal del canal bajo que da servicio al acueducto de la Retuerta, uno de los acueductos más espectaculares de toda la infraestructura del CYII y que, no sé los demás, pero a mí me pareció impresionante. Creo que para la mayoría pasó desapercibido (y creo que fotos no hay), porque justo en ese lugar tomamos un desvió a la derecha hacia los senderos que nos enseñó nuestro querido guerrero. Lo que sí he conseguido son unas fotos de cuando el acueducto de la Retuerta estaba en construcción y que curiosamente están tomadas desde más o menos la posición de la entrada a los senderos de Zarzo; las podéis disfrutarlas en los siguientes enlaces:
http://www.flickr.com/photos/bibliotecabne/5578547155/lightbox/
http://www.flickr.com/photos/bibliotecabne/5578547385/lightbox/
Los senderos que nos enseñó Zarzo no son divertidos…son lo siguiente. Revirados en ocasiones, estrechos en otras, sin complicaciones de piedras ni saltos complicados…vamos, unos senderos para disfrutarlos de verdad tanto los que más técnica tienen como los que menos. De hecho no vi a ninguno de nosotros que se quejara de ellos, más bien al contrario.
Lo malo de bajar estos senderos es que terminan exactamente en el mismo punto que terminan los senderos finales de la prueba 24/12. Con lo que si se quiere disfrutar también de éstos últimos, es necesario hacer un bucle que, en su primera parte, es una subida bastante pestosita por pista sobre todo por la cantidad de sube-baja que ya se acumulaban en las piernas. Según Rolan, esta pista es la que da acceso desde el pueblo de San Agustín al monte de los Castillejos, que según me contó él es propiedad de todos los menores de edad del pueblo y que cesan en su propiedad al cumplir 18 años.
La pista de subida desemboca de nuevo en la pista del canal bajo y en una zona bastante conocida por nosotros puesto que la recorremos cuando hacemos los caminos del canal desde Tres Cantos. Afortunadamente no hay que subir todo el rampón, sino que tras una curva a derechas y a medio camino de la subida, aparece ya la entrada a los senderos finales.
Los senderos del 24/12 son dignos de bajar. Todo biker que se precie de serlo debería de bajarlos al menos una vez en su vida. Divertidos, revirados, con algún que otro paso algo más técnico pero sin ser especialmente complicado…una delicia. Lástima esta vez de la acumulación de barro en ciertas zonas que hizo que alguno de nosotros no pudiera disfrutarlos al 100%.
Una vez terminados los senderos la ruta toca a su fin. Una ruta que no deja indiferente a nadie. Una ruta turístico-MTB que siempre tienes ganas de repetir. Un entorno espectacular, con la dureza justa y sin apenas dificultad y al lado de casa…¿qué más se puede pedir?.

                                                                   Fotos de Jesus
                                                                   Fotos de JuanCar

domingo, 21 de abril de 2013

Tres bucles en el parque de Alcala

 Crónica de JuanCar 
Si buscáis en la Wikipedia (mira que me gusta a mí esta página), podréis leer que los Cerros de Alcalá o “Montes de Valdealcalá” como históricamente también han sido conocidos, son un conjunto de elevaciones en forma de abruptas cuestas hacia el norte (sobre la margen sur del rio Henares, que en algunos puntos llegan a ser cortados verticales) y cumbres planas con pendientes poco destacadas hacia el sur en forma de páramo que en el término alcalaíno alcanzan la cota de 870 msnm; que marcan el contacto entre la Alcarria de Alcalá, de la cual forman parte estos cerros, y la Campiña de Alcalá, en término municipal de Alcalá de Henares y de las poblaciones limítrofes por el sur Anchuelo, Villalbilla, Torres de la Alameda y los Santos de la Humosa. 
Los cerros eran lugares de más fácil defensa que las vegas donde se localizó la ciudad romana de Complutum y la ciudad alto-medieval que creció a partir del burgo de los Santos Niños, el conocido como Burgo de Santiuste; esa razón explica que en los cerros se ubicaran tanto el oppidium prerromano como la fortaleza andalusí de Alcalá la Vieja. El cerro del Viso sigue alojando en la actualidad una instalación militar.
Una vez hecha esta “cultureta” introducción, lo suyo es contar que sucedió allí el pasado domingo 21 de abril. A las 9:00 de la mañana el aparcamiento de entrada al parque natural de los Cerros de Alcalá estaba plagadito de bikers que, como nosotros, se disponían a pasar una mañana sufriendo y disfrutando por este curioso lugar que te puede gustar o no, pero lo que está claro es que no te deja indiferente.

Durante la semana tenía la impresión de que iba a ser una de las pocas rutas con poca afluencia de participantes, ¡¡y que confundido estaba!!. Las bajas de compañeros habituales a las rutas alimentaba esta sensación, pero es que últimamente, cuando uno falla, viene otro u otros, e incluso nuevos compañeros que se suman al grupete al menos por ese día. No quiero ni pensar lo que puede ser el dia en que estemos todos…
Al final, y llevándonos más de una sorpresa, aparecimos en el lugar de inicio 15 compañeros con el ánimo de pasarlo genial; Javi (Marek), Jesús (Terminal), Pablo, Pachi, Angel (Arrojo), Miguel (Miguelin), Edu (cuñado de Miguel), Pepe, Raúl y Rafa (hermanos y amigos de Pablo), Rubén (Karpov) y las grandes sorpresas del día: Victor (Sheol), Alvaro (Nrain) e Iván (IvanJC), aparte de mi claro está. Un grupo muy majete en el que algunos hacían doblete, alguno resarciéndose de los meses en paro forzoso y otros por estar preparando los 101 de Ronda.
Un poco más tarde de las 9:00 de la mañana, partíamos ya, por la entrada del parque natural a cumplir los tres bucles que Javi (Marek), nos había preparado para la ocasión. La primera impresión a la entrada del parte es alucinante, sobre todo en esta fecha, después de las copiosas lluvias de los meses pasados. El campo está alucinante, de un color verde intenso que hace un contraste precioso con el rojizo del terreno del parque. La verdad es que ese contraste me impactó durante toda la jornada ya que estoy seguro de que no es 



nada habitual y que además no durará mucho ya que por estas latitudes el terreno y el clima hacen que lo normal sea un auténtico secarral con tonos bien diferentes al verde.
Tras los primeros metros, ya se intuía como iba a ser la mañana: en las subidas, Raúl, Rafa y Pepe, junto con Edu, tendían a desaparecer…¡¡cómo van estos muchachos!!, mientras que en las bajadas la cosa era bien distinta, con Álvaro, Iván y Víctor despegándose por mucho de los demás. El resto del grupo, siempre sufriendo tanto para arriba como para abajo, pero sin perder la sonrisa en ningún momento.
Los primeros metros de la ruta, ya en subida, transcurren por el llamado “Barranco Salobre” por el que pasaremos más de una vez durante la mañana. En un momento dado, se toma la pista de la derecha para empezar a ascender de una forma más empinada hasta buscar el límite suroriental del parque. Al llegar a este punto, se abre ante nosotros lo que en la Wikipedia se llama el “páramo alcaíno”. Campos de cultivo de un verde esplendoroso a la derecha, y un paisaje de cerros salpicados de pinares con la ciudad de Alcalá al fondo a nuestra derecha.

En este punto, y debido a la ascensión pasada, el grupo se ha estirado quizá demasiado, por lo que la primera reagrupación la hacemos el uno de los puntos donde más adelante tiraremos a la izquierda para tomar la senda que conduce al sendero del Notario por una parte y el sendero de bajada hacia el fondo del parque por la derecha (que será el que nosotros cojamos).
Una vez reagrupados, enfilaremos la primera bajada del día, un primero tramo corto de apenas 500 metros y que nos deja en el Portillo de Anchuelo, una de las entradas del parque situada en su perímetro este. Una vez agrupados los 15 compañeros, nos encaminamos hacia uno de los primeros objetivos del día y por el que pasaremos dos veces: el sendero de los Lagartos.
El sendero de los Lagartos es un camino revirado de unos 800 metros de longitud, en claro descenso con una cierta dificultad técnica debida a los continuos cambios de dirección, pequeños escalones, algún que otro talud y bastantes peraltes. Además discurre por un cortado alucinante que en algunos lugares no tiene más de tres metros de ancho con unas paredes casi totalmente verticales de más de cinco metros. En definitiva, un lugar muy, muy divertido, lo más parecido a una atracción de un parque de aventura. El problema es que si no cuentas con un mínimo de técnica, muerdes el polvo casi de forma inevitable, y si no que se lo cuenten a Pepe, uno de los amigos de Pablo, que quizá por falta de práctica se fue al suelo unas cuatro veces en toda la mañana afortunadamente sin consecuencias.


La salida del sendero de los Lagartos nos conduce sin remedio (según el track del Maestro Marek), por una zona de nuevo revirada, con atajos en forma de saltos y taludes al Barranco de la Zarza, una de las pistas principales del parque de los Cerros y que conduce casi directamente a la subida del Ecce Homo, uno de los cerros más famosos del parque junto con el Gurugú y el Viso y que nosotros no tendremos la oportunidad de subir.
El barranco de la Zarza, en el sentido en el que lo hicimos, discurre en su totalidad en una permanente subida de 3,5 km para completar un ascenso de casi 200 metros de altura. Es en este tramo en el que nos encontramos las primeras, yo diría tres, dificultades del día en forma de rampones. Una primera, por pista, que te entona el cuerpo y hace que te ardan las piernas y que te prepara psicológicamente para lo que viene a continuación. La pista desaparece y en su lugar se queda un camino de piedras sueltas y bastantes regueros que, con una pendiente media del 14% empieza ya a rematarte la moral. Menos mal que tras este rampón, los más sobrados decidieron parar a esperar a los demás porque de esa forma conseguimos recuperar el aliento, y tras dejar a nuestra izquierda la pista que asciende hacia el Ecce Homo, continuar a nuestra derecha por un camino que en teoría nos podría llevar a los Santos de la Humosa. 500 metros después, en una subida que ronda el 15%, terminamos la segunda subida del día y que nos coloca en la parte alta del parque, en su lado nororiental, con el Ecce Homo enfrente de nosotros y todos los cerros a nuestros pies. Parece ser que este punto se denomina “cerro panadero”.

Una nueva reagrupación después y continuamos por un pequeño sendero que, en claro descenso pero son sus pequeños sube-baja, nos lleva a un precioso y fresco bosque de pinos durante unos 800 metros. La salida del pinar conduce, ladera abajo del cerro en cuestión, por un senderito quizá bastante peligroso, de nuevo entre pinos y realizando giros de 180 grados, nos conduce a uno de los que a mí me pareció uno de los puntos más peligrosos de la mañana: un sendero estrecho y sinuoso que corría justo en el borde de una caída bastante peligrosa. Y es que los que tenemos vértigo lo pasamos bastante mal en estas situaciones.

Afortunadamente sin percances, salimos del pinar para enfilar un tremendo cuestón, que en un descenso casi vertical nos dejaba de nuevo en la puerta de Anchuelo. La bajada es de órdago. Mi GPS registró una pendiente negativa de más del 25%, y sólo unos pocos consiguieron bajarlo montados en sus bicis. Si no recuerdo mal, sólo lo intentaron (y consiguieron), Raúl, Ángel, Jesús y como no, Álvaro, Víctor e Iván. Si alguno más lo hizo, no le vi…lo siento.

Una vez pasado este punto delicado, de nuevo en la puerta de Anchuelo, la ruta nos lleva por la pista principal paralela al sendero de Los Lagartos, hacia el Barranco de la Zarza, la cual tomamos esta vez en sentido descendente (menos mal), durante cerca de dos kilómetros y medio. El paso por el Barranco en este punto es igualmente alucinante, recordando en muchos puntos al propio sendero de los Lagartos, pero con la diferencia de que éste, en un momento dado se abre, y se vuelve ancho y pistero dejándonos en la pista principal, cerca de la bifurcación que tomamos a primera hora de la mañana.

Desde este punto, procedemos a hacer la tercera de las cuatro subidas del día. Como en casi todo el parque, los caminos, según nos adentramos, se ven cerrados por los barrancos, lo cual significa inevitablemente que el camino se empina de forma brutal. Este es el caso de la tercera de las subidas, cuyo primer talud yo sólo vi como lo superaba Víctor, mientras que el segundo ya fuimos unos cuantos los que conseguimos subirlo. Estos dos primeros taludes dan acceso a una pista bastante rota que, con una pendiente de cerca del 12% nos deja de nuevo en la parte sur-oriental del parque y en su límite con los campos de cultivo. Camino por el cual ya pasamos a primera hora de la mañana. Es aquí donde decidimos que ya estaba bien de pedalear y que era hora de comer algo, que las fuerzas empezaban a flaquear después de más de 17 kilómetros de continuas subidas y bajadas todas ellas bastante duras y complicadas.

Tras hacer la foto de grupo y charlar con PeterJP y Pakete que también andaban por la zona, seguimos nuestro track buscando la bifurcación que dejamos atrás a primera hora de la mañana. Parece ser que en este punto, inicio del tercer bucle del día, hay dos posibilidades, la primera, que nosotros no hicimos es coger el sendero de la izquierda que al parecer se llama “el camino del notario”, y la otra es tomar el sendero de la derecha (el nuestro), y que nosotros bautizamos como “el ayudante del notario”. Este sendero tiene un primer tramo bastante peligroso que discurre entre árboles y justo en el borde de una buena caída. Igual que antes, los que tenemos vértigo lo pasamos bastante mal.
El sendero en cuestión discurre en un sube-baja bastante irregular hasta lo alto de uno de los cerros, punto a partir del cual, se convierte en un descenso casi campo a través hasta desembocar de nuevo en una pista, que yendo casi paralela al barranco de la zarza, y con una primera subida bastante petadora y una posterior tendida y con buen firma, nos lleva de nuevo al punto de inicio del sendero de los Lagartos.

En este momento el grupo era más bien un rosario, ya que algunos se fueron con Peter y con Pakete a investigar al Notario y los demás seguimos el track original. Poco a poco, y dado que las fuerzas ya escaseaban, íbamos llegando todos al punto de reagrupación y última bajada del día.
Lógicamente, la segunda vez que se baja un sendero, y Los Lagartos no son una excepción, es muchísimo más divertido. Y mucho más divertido es sabiendo que es lo último que se va a hacer en la ruta. Así pues, los que pudieron se tiraron a tumba abierta y los que no, pues trataron de divertirse en la medida de sus posibilidades.

La salida de Los Lagartos nos conduce de nuevo a la pista principal del barranco de la Zarza, el cual, cuatro horas después, nos conduce de nuevo a los coches y sin posible opcional ya que no existe ni un pequeño chiringuito en la zona.

La ruta del parque de los Cerros es una de las rutas más exigentes que he tenido oportunidad de hacer. Es divertida y dura a partes iguales. Supongo que atreverse a ir sólo por estos parajes tiene un punto de intrépido ya que el paisaje es tan similar en todos los puntos que tomar un camino u otro puede hacer que te pases la mañana dando vueltas sin parar.
Afortunadamente, nosotros no íbamos solos, íbamos 15 compañeros pasándolo genial. No hay más que echar un vistazo a las fotos para darse cuenta de la expresión de la cara de todos y cada uno de nosotros…total satisfacción, y eso que desafortunadamente en las fotos no hay sonido, porque si lo hubiera, gran parte de él serían los chascarrillos de Rubén, que el domingo resonaban más de lo habitual…es lo que tiene ir entre paredes con él cerca (eres un crack..no cambies).

Y qué decir de los demás…que es siempre un placer compartir rutas con vosotros, con los habituales y con los menos habituales, con los antiguos y con los nuevos, a los que sin dudar os invitamos a que vengáis tantas veces como queráis.
El próximo fin de semana más…y esperemos que mejor, aunque el listón está cada vez mucho más alto.
                                                           Fotos de Jesus
                                                           Fotos de JuanCar