domingo, 28 de octubre de 2012

A la Marmota de cumpleaños

                                                                      Fotos de Jesus
                                                                      Fotos de Rafa

domingo, 21 de octubre de 2012

Por la Hoya de San Blas en sentido horario

Crónica de Juan Carlos (JuanCardido)

Toda la semana consultando el tiempo. Toda la semana esperando a ver si la previsión nos daba un respiro. Al principio de semana iba a caer el diluvio universal por la zona de Soto del Real. A mediados de semana solamente iban a ser chubascos continuos, y al final de la semana poco menos que íbamos a poder ir a tomar el sol. El mismísimo sábado, la previsión del Maldonado era muy clara: encapotado hasta las 12:00, hora  a la que empezaría a llover pero muy poquito, tan sólo 0,1 mm.
Otra cosa es la asistencia. Alucinados estamos de la cantidad de amigos que nos acompañáis en nuestras rutas. Es increíble la cantidad de bikers diferentes que os acercáis a pedalear con nosotros y lo agradable que es compartir con vosotros todas y cada una de las rutas que proponemos, pues como dice Javi, nosotros hacemos exactamente eso, proponemos las rutas, no las guiamos; de hecho, y siguiendo con lo que dice Javi, ayer fue un claro ejemplo de que la ruta la guía quien quiere y quien tiene el track, y por supuesto cambia el guía durante la ruta.
Al igual que el tiempo, la lista de asistentes también ha sufrido una clara transformación a lo largo de la semana. Al principio estábamos apuntados muy pocos, pero según se acercó el día, se empezó a animar la lista y al final pensábamos que íbamos de nuevo a ser más de 20. Y de hecho lo hubiéramos sido si no tuviéramos la enfermería casi a tope y algún que otro incondicional perdido por el norte: Nacho, Amador y Enrique en el dique seco, Karpov disfrutando de las fabes y la sidriña y otros “casi” fijos como Valentín que no ha dado muchas señales de vida esta semana. Además, ha habido bajas de última hora que no se presentaron en la salida y que suponemos que estarán bien (así lo deseamos), como Fernando, Adri y Nelson.
Vamos, en definitiva, que a la hora pactada, el aparcamiento de al lado del parque e iglesia de Soto del Real estaba ya hasta arriba de amiguetes que de nuevo volvían a la Hoya a hacer un buen cocido. Al final, después de tantas idas y venidas en la lista, acabamos siendo 18, entre los que había alguno que desgraciadamente no conozco sus nombres, aunque me quedé con la cara de todos y algunos de sus nombres, por ejemplo Raúl y Miguel... Eso sí, aunque fue un placer verles a todos, a mi me causó una especial alegría volver a ver a nuestro gran amigo Jablan y su vecino Jesús...¡¡cómo mola dar pedales contigo, tío!!. Y también me gustó volver a ver de nuevo a Santi y a sus colegas después de su caída el domingo pasado, a Joseuno y su preciosa Canyon y como no a Chani, que estrenaba bici, una preciosa Cube. También fue genial ver como se recupera Peke de las heridas y cómo se acerca con nosotros Javi “el cordobés”, que con tanto Javi ya se hace uno un lío.
Y como no nombrar al “núcleo duro”, a Javi Marek, Jesús, Pablo, Pachi, Ángel....los de siempre, que están siempre y que hacen que siempre sea un placer madrugar tanto un sábado o un domingo para ir a dar pedales a los sitios tan maravillosos a los que vamos.
En fin, el caso es que a las 9:00 de la mañana (9:06 según mi GPS), salíamos del aparcamiento dirección a nuestro primer objetivo del día: el canto del Berrueco. Y no, no es un Berrueco (piedra gorda de granito) que se tire por soleares, no, es un pedazo de trozo de piedra que según Javi antes se podía visitar y que ahora se encuentra detrás de una valla y que se asoma al camino con una forma un tanto extraña que recuerda por un lado al perro del museo Guggenheim Bilbao, y por otra parte a la mascota de Barcelona 92, al Cobi. En este punto el grupo era aún compacto. Extrañamente íbamos bastante agrupados, charlando algunos y bromeando otros (¡ay! Karpov como se echan de menos los chascarrillos manchegos), algo atrancadas las respiraciones porque, aunque no lo pareciera, estábamos subiendo...con muy poca pendiente, pero cuesta arriba.

Tras cruzar un pequeño Arroyo, que creo que se llama el “arroyo del Mediano”, aunque el Maestro me corregirá a buen seguro si no es así, enlazamos con la pista que llega hasta ese mismo punto desde Soto del Real. Ésta es la pista de salida hacia la Hoya digamos que “clásica” y por la que subimos siempre en dirección a la Ermita de San Blas. La pista en cuestión tiene un desnivel ya bastante aceptable y a los mantas como yo nos fuerza a empezar a mantener un ritmo bajito para no consumir las fuerzas antes de tiempo. 
Pues bien, yo siempre que he hecho esta ruta, al llegar a la pequeña presa que según el Google Earth se llama “los palancares”, he seguido recto, dejando la pista principal a la izquierda y por la que siempre he vuelto haciendo una especie de “ocho” para volver a Soto por el camino de la Ermita. Sin embargo esta vez la intención era otra. Se trataba de tirar por la pista, a la izquierda, y recorrer la Hoya de San Blas en sentido de las agujas del reloj...y así lo hicimos.
Al principio no supe cual era la razón por la que el grupo se deshizo tanto. Yo sólo sabía que iba de los primeros y que por delante iban al menos dos o tres amigos más (entre ellos, como no, Jesús – Agila.-). Pero al llegar al puente que cruza el arroyo justo antes de la entrada a la Hoya me dicen que Jesús había pinchado y que Javi había tenido que volver hacia atrás porque las bombas que tenían no inflaban la rueda correctamente. A partir de aquí el grupo se deshizo bastante. Pachi, como es habitual en él tiró el primero para no quedarse frío (así luego no hay quien le pille), y al rato, temiéndome que a mi me iba a pasar lo mismo, decidí salir yo también. Junto a mi vinieron, en un principio, Ángel, Chani, Peke y Jablan, pero antes de cruzar la barrera de entrada a la Hoya ya vi que éramos unos cuantos más.
La pista de la Hoya de San Blas, a escasos metros de cruzar la barrera era uno de los puntos a tener en cuenta de la ruta, y no sólo porque hay dos o tres tramos de una pendiente bastante curiosa, sino porque el terreno está muy roto, con mucha piedra suelta. Hace aproximadamente dos años pasaron máquinas por ahí y lo dejaron muy curioso, pero la nieve y el agua hacen su trabajo, y ahora mismo vuelve a estar tan roto como antaño. Afortunadamente las últimas lluvias han caído muy bien, lentas y poco a poco, y el terreno está empezando a perder la arena acumulada, lo cual facilita el agarre de la rueda de tracción y permite que se pueda manejar la bici bastante mejor en esas subidas tan rotas.

Algunos compañeros se bajaron de la bici, otros, con más pena que gloria conseguimos mantenernos sobre el sillín, y poco a poco salvamos esa primera barrera y continuamos por la pista, que ya habiendo ganado en altura, empezaba a mostrarnos un paisaje espectacular. Y es que la Hoya de San Blas es uno de los lugares más bonitos de la sierra de Madrid. Las rocas de la cercana Pedriza, el bosque de pinos y el de robles, y ayer, especialmente, las nubes amenazadoras que desde lejos parecían como la continuación de la montaña y que gracias al viento en contra que nos soplaba en la pista de la Hoya, bajaban a una velocidad de vértigo haciéndonos presagiar que Maldonado iba a tener razón de nuevo, y que no nos escaparíamos de la lluvia.
La verdad es que los primeros que fuimos llegando al alto de la Hoya estuvimos poco avispados. Era allí donde teníamos que haber hecho la primera foto de grupo, pero el viento que soplaba tan frío y las ganas de ponerse a resguardo hicieron que algunos de nosotros continuáramos camino hacia el siguiente objetivo, subir la pista de la Morcuera en busca del sendero SL-02. Al poco de salir de la parada que hicimos en el alto de la Hoya, entendí como cuando hacemos esta ruta en sentido inverso, las últimas rampas de subida se me hacen un calvario: y es que bajarlas les añade su dimensión real...mi cuenta kilómetros registró casi 50 km/h. Y es que el calvario de subir es largo y tedioso, pero bajarlo no nos llevó más de 4 minutos.
Hicimos una pequeña reagrupación en la valla que da acceso al camino de vuelta, y es que en ese punto es donde el camino de ida y vuelta coinciden y desde donde técnicamente comienza la pista de subida a la Morcuera. Nos encontramos en el llamado “Perímetro de Aguirre”.
Al principio la subida es más o menos suave, lo que no quita para que yo tome mi ritmo “Pedricero” (el ritmo al que subo la Pedriza), y a mi trantrán vaya consumiendo metros de subida. Hoy acompañado en “mi subir” por Jablan, al que también le encanta el ritmo lento en las subidas...como a los buenos.
Subir las zetas de la pista de la Morcuera es alucinante. Y lo es por varios motivos. El primero es el paisaje y lo frondoso del robledal al principio y el bosque de pinos después, el segundo es la altura que se va ganando y que se pone de manifiesto cuando ves a los compañeros en la pista, por encima de ti después de haber girado 180 grados en las zetas, el tercero es que vayas en la época que vayas es precioso; ahora en otoño el color marrón de los helechos, el verde de la hierba que acaba de salir con las últimas lluvias, y las hojas de los robles empezando a cubrirlo todo...una maravilla.
Otra de las razones de que la subida sea alucinante es por el penúltimo rampón. Lástima que esta vez tuviera que poner el pié a tierra gracias a que se me salió la cadena, pero la estaba negociando perfectamente, a ritmo y casi sin jadeos. Gracias a Javi “el cordobés” que me ayudó a recobrar el ritmo perdido por culpa de mi transmisión, llegamos al desvío del SL02 sin más problema. Tan sólo quedaba por detrás Jablan, que en menos de medio minuto ya nos estaba acompañando.
Justo antes de coger el sendero hicimos la parada para recobrar fuerzas y para darnos cuenta de un par de hechos: el primero, estaba empezando a llover, así que, todos a ponerse el chubasquero, que aunque el agua no hace daño, cuando empieza a caer moja, lo cual incómodo es para pedalear. El segundo hecho era la hora; las 12:00...¡¡éste Maldonado es un crack!!, ha clavado la hora casi al minuto.
Así pues, con el terreno y las piedras bastante mojadas, habiendo repuesto fuerzas, y con los chubasqueros a tope, fuimos uno por uno bajando por el divertido y algo peligroso SL02. No es un sendero especialmente difícil, pero en algunos pasos si que es bastante complicado sobre todo teniendo en cuenta lo mojado de las piedras, que las hojas cubrían gran parte de los pasos y que algunos de nosotros bajamos bastante cohibidos debido a nuestras recientes caídas. No es éste el caso de Agila, que aunque la Cercegovia le dejó un hombro algo maltrecho, sigue bajando como alma que lleva el diablo...y me consta que alguno más le va a la zaga.
Y es aquí donde hay que hacer una mención especial: Jablan...¡¡qué máquina bajando!!, pero, ¿qué le ha pasado?. Quizá es que la tija pija le ha transformado en un killer!!!. Por dos veces me pasó por la izquierda como un auténtico misil...incluso estuvo apunto de llevarse la C de Cannondale de mi bici!!!. Y que conste que no fui al único que arrancó las pegatinas, que yo vi como en caso de haber tenido suficiente espacio, hubiera estado muy cerca de la rueda trasera de Agila...Señoras y señores, Rockshox y KTM deben llevarse muy bien porque ayer hicieron que naciera un nuevo monstruo de las bajadas.
Casi al final del sendero, y en la gran piedra que sirve de mirador, paramos, reagrupamos y hacemos la foto de grupo. Más de uno es la primera vez que llega allí, y aprovecha el tiempo para observar Miraflores de la Sierra, el monte San Pedro, la densa capa de nubes que teníamos encima, etc...
La lluvia agiliza nuestros pasos, ya deseando llegar a los coches para dejar de mojarnos. De esta manera, y al salir a la pista que viene de la fuente del cura hacia el perímetro de Aguirre, unos cuantos salen escopetados mientras que los demás vamos en pequeños grupos tratando de no sufrir demasiado en esas últimas rampas que ya se hacen un poco pesadas.
El giro radical de 180 grados que tenemos que hacer para tomar la pista de bajada hacia la Ermita de San Blas hace que alguno esté apunto de despistarse y que muchos nos preguntemos donde andan los que iban de avanzadilla. Al fin y al cabo, desde ese punto la vuelta al aparcamiento de Soto no tiene ninguna pérdida y decidimos tomar camino casi sin parar. Lo mojado del suelo en algunos puntos y tratar de ponerse unas gafas soltando el manillar es algo incompatible con montar en bici por lo que al tratar de hacer esta maniobra. Ángel se nos cae al suelo revolcándose en el suelo casi empapado. Afortunadamente todo queda en un pequeño susto. Cosa de tan poco fue, que yo ni siquiera me di cuenta de que se había caído hasta que un rato después el vi el chubasquero lleno de barro.
Desde el punto de la caída de Ángel ya sólo nos quedaba bajar y bajar, y además hacerlo por los senderitos del camino de la Ermita que lleva de nuevo a Soto. ¡¡El terreno estaba de dulce!!. Éstos son los senderos que realmente nos gustan: pasos rápidos, peraltitos, rampitas bien lisas...vamos, lo que viene siendo lo nuestro: sin pedrolos mejor. Una vez acabados los senderitos y cogiendo la pista principal de salida de Soto, llegamos al aparcamiento de la iglesia donde estaban los coches. Una llamadita a los “adelantados” para ver donde estaban, y la sorpresa de saber que estaban en el hogar del jubilado dando buena cuenta de una cerveza mientras nos esperaban.
Llegados ya a los coches, ya no llovía. Un ambiente muy agradable con una temperatura fresquita pero muy llevadera que sirvió para que nos fuéramos despidiendo los que teníamos prisa de los que se quedaron a disfrutar de una merecida cervecita en la clásica opcional.
Quiero hacer dos menciones especiales: la primera para el tiempo (meteorológico) y el paisaje. Rutas así en días como el de ayer son de las que hacen afición, porque la ruta por la Hoya nos brinda de todo: pistas, senderos, subidas, bajadas, paisajes y si además acompaña un otoño genial como el que hacía ayer, mejor que mejor. La segunda mención es para Chani: enhorabuena campeona por el rutón que te marcaste con tu flamante nueva bici. Se nota que el gusanillo del MTB se ha apropiado de ti.
Y esto es todo. Como siempre, un inmenso placer que ruta a ruta va en aumento...¡¡no sé donde vamos a llegar!!.
                                                                    Fotos de Jesus
                                                                Fotos de Juan Carlos
                                                                     Fotos de Raul
                                                                    Fotos de Santi
                                                                    Fotos de Rolan 

viernes, 12 de octubre de 2012

Rio Moros 2012

Crónica de Juan Carlos (JuanCardido)        
Por fin una ruta en la que no tenemos que lamentar caída alguna de consideración.
Si tuviéramos que resumir la mañana de hoy en una sola frase, diríamos algo así como: “tranquilidad absoluta”. Y es que lo que debería ser lo más habitual, se ha convertido en lo extraordinario, y bendito sea lo extraordinario que nos deja días como hoy de disfrute casi total, aunque alguna cosita si que ha habido.
La lista de apuntados el martes ya prometía una ruta de nuevo bastante concurrida. Lo que en un principio iba a ser una ruta de 14 o 15 bikers, se ha convertido al final en una concurrida reunión de 21 amigos y amigas. A las 8:30 de la mañana ya estábamos casi todos, y a eso de las 8:45 ya no faltaba nadie. Nos sorprendió la asistencia de Toñi y Rebekop, de Pachi y de Amador que sorpresivamente se presentaron en el punto de salida en Cercedilla.
Así pues, éramos de la partida los cinco bicivoladores asistentes: Charco, Golden, Diabolik, Davygon y Kiko, los cuatro mencionados anteriormente (Toñi, Rebekop, Pachi y Amador), y Arrojo, Marek, Pablo, Nacho, Jesús, NRain, Mariaje, Karpov, LCPRIM, JoseMMolina, Sergio (y1polla, que nos esperó en la Fuenfría) y yo mismo (Juancar).
La verdad es que nos estamos acostumbrando a estas rutas tan concurridas. No hay convocatoria a la que no acudan un montón de amigos de varios grupos del MTB de Madrid, y además, de lo más selecto. Si la semana pasada en el Tres Provincias éramos un grupo heterogéneo en el que destacaban los SMS, hoy la palma se la han llevado nuestros amigos los bicivoladores.
A las 8:50 nos poníamos todos en marcha destacando ya desde el primer metro los bicivoladores, que cogieron la cabeza que no soltaron en toda la ruta. El primer rampón desde la mismísima salida ya nos hizo a más de uno sacar la lengua y subir resoplando en los primeros 200 metros hasta coger el Puricelli.
A diferencia de las últimas veces que hemos hecho o pretendido hacer esta ruta, esta vez salimos desde Cercedilla en vez de desde Los Molinos, y todo porque algunos pretendíamos evitar los primeros 2 km de la subida hacia los campamentos desde Los Molinos. A cambio había que tirar calle arriba hasta enlazar con el Puricelli.
A mi personalmente el Puricelli es un camino que me encanta. Además hoy, con la humedad de las lluvias recientes y los primeros minutos de sol, olía fenomenal, el terreno estaba perfecto y la temperatura, aunque fresca, era ideal para esas primeras rampas de subida a la Fuenfría.
Enseguida perdimos de vista a los bicivoladores; mientras tanto los demás nos íbamos dispersando por el camino de subida. La primera reagrupación la hicimos después de las dos rampas de subida del Puricelli, que la mayoría, unos descansando entre la primera y la segunda y otros del tirón, la hicimos montados en la bici.
Tras recobrar el resuello, reiniciamos la subida a la Fuenfría por la archiconocida pista que va hacia Las Dehesas y que pista de la República hacia arriba llega hasta lo más alto del puerto.
De nuevo los bicivoladores salieron escopetados en cabeza, mientras los demás de nuevo nos dispersábamos en la subida. Hoy el primer tramo, hasta el rampón asfaltado que llega al cruce con la via XXIV se me ha hecho muy llevadero. La culpa la ha tenido “el hijo secreto de Marek”, que de secreto ya tiene poco, y como digno sucesor de él (como a él mismo le gusta llamarse), no ha parado de cascar y soltar chascarrillos que nos han hecho a Pablo y a mi la subida mucho más amena. Pero cuando han llegado las rampas mas empinadas, nuestro amigo Karpov nos ha abandonado y ha ido a buscar la cabeza de pelotón a seguir con sus chistes y su maravilloso buen humor.
Mientras tanto, por detrás, el genuino Marek llevaba puesta la radio que hacía a su vez más llevadera la subida de Nacho y Mariaje. De flipar ha sido ver cómo adelantábamos a Golden y Charco mientras reparaban la rueda trasera de JC, y cómo en menos de un santiamén nos pasaban como dos auténticos pros, y que viéndoles a los dos se queda uno flipado de cómo van encima de la bici...¡¡qué cracks!!.
La subida hasta el mirador de los poetas, como siempre, la hemos hecho cada uno a nuestro ritmo. Aún recuerdo lo mucho que flipé en ese mirador la primera vez que llegué en bici hasta allí. Ahora, habiendo subido unas seis veces en un año, pasamos por allí como si se tratara del pasillo de nuestra casa. Tras la reagrupación correspondiente y después de que el último recuperara el resuello, retomamos nuestro camino hacia el alto de la Fuenfría, que desde el mirador se adivinaba con una buena capota de nubes que según nos ha contado Sergio, venían de una niebla intensa del lado segoviano.
De igual manera, y cada uno a su ritmo, hemos llegado al mirador de la Reina, donde esta vez hemos podido observar una panorámica preciosa. Me ha gustado mucho parar hoy allí, he podido hablar con muchos de los compañeros de ruta, disfrutar de las vistas y gozar con el excelente buen rollo que se respiraba en ese momento. Si bien hemos pasado como una exhalación por el mirador y por los relojes de sol, en el mirador de la reina hemos estado un buen ratito que a mi personalmente me ha encantado.
Sin pausa, hemos continuado hasta la cima del puerto de la Fuenfría. Esta vez no hemos parado allí. ¡¡Qué maravilla llegar hasta ahí arriba sin una sola incidencia!!. Como digo, sin parar, hemos continuado por la pista de la Marichiva disfrutando de buena conversación y de unos paisajes alucinantes.
La siguiente reagrupación la hemos hecho en el desvío de la pista de la Marichiva, justo en el lugar en el que empieza la bajada que conduce a la pista del Río Moros. Y esta parada ha sido bastante larga: mucha charleta, mucha broma, Karpov repartiendo chascarrillos a diestro y siniestro, momento barrita, foto de grupo…y a seguir!!!.
Desde aquí, los más atrevidos (incluso osados), han tirado por los senderitos de fuera de pista, mientras que los menos atrevidos (o más comedidos), hemos bajado por la pista que ya de por si tiene una inclinación bastante respetable. Algunos (verdad Ángel?), la han disfrutado de lo lindo, otros, por culpa de los últimos avatares la hemos sufrido más de normal, pero en general todos hemos bajado con una buena sonrisa en la cara.
A la salida de la pista, y ya en la carretera del Río Moros, hemos vuelto a agruparnos con los osados de los senderitos. Justo cuando íbamos a iniciar la marcha, hemos echado de menos a Santi. La verdad es que nos hemos quedado un poco chafados cuando hemos visto que se había caído en el sendero y que no nos habíamos percatado de que no había llegado hasta un rato después en el que, todo sea dicho de paso, varios de nosotros ya nos habíamos dado la vuelta para ir a buscarle. Afortunadamente todo ha quedado en unos pocos rasguños y algún encontronazo con el manillar…¡¡menos mal que la maldición no ha podido hoy con nosotros!!.
La bajada por la pista del Río Moros es rápida y no demasiado complicada, aunque la gravilla suelta a veces hacía que extremáramos las precauciones. Eso sí, más de uno ha echado de menos el culotte largo, y es que del lado segoviano el fresco era más bien frío. Un pequeño problema de Diabolik con su tija pija, y otro también pequeño de la rueda mal talonada de la bici de Charco han sido las únicas incidencias dignas de mención en la pista del Río Moros.
Una vez pasada la puerta de acceso a la pista del Río Moros, enseguida enfilamos la senda del Arcipreste de Hita. Lo cierto es que el camino inicial de la Senda es precioso, con los helechos ya secos en esta época del año, todo húmedo y con un olor excelente.
El objetivo de algunos hoy era subir la senda del Arcipreste sin poner pie a tierra, pero ninguno lo hemos conseguido. La mayoría hemos subido bastantes tramos encima de la bici, incluso algunos como NRain y yo hemos tenido un momento disfrutón intentando alternativamente ir superando pedrolos. Aún no me explico como los hay que son capaces de subirlo sin bajarse de la bici prácticamente en su totalidad. De todas formas, subir esta senda ya sea a pie, ya sea en la bici es un lujazo; es uno de los sitios más bonitos de esta zona de la sierra, al menos de los que yo conozco. Y que el jodío Arcipreste se buscaba unos caminos de órdago para ir a buscar su inspiración (femenina…).
Tras la correspondiente reagrupación, enfilamos la bajada del cortafuegos de las torretas eléctricas para enlazar a continuación con la pista de La Molinera. Unas fotos de la bajada, unas pocas risas y algún que otro chascarrillo manchego y de nuevo sobre la bici para rodar los últimos kilómetros de la ruta.
La pista de la Molinera es traicionera. Te engaña al principio regalándote una bajadita muy para gozar, te castiga sin compasión en una subida casi inesperada que lleva hasta la fuente y te deja en un bajadón con dos curvas muy peligrosas y un terreno muy suelto y resbaladizo.
Curioso ha sido el comentario que me ha hecho NRain poco antes de llegar a la fuente al ver por ahí abajo a los demás compis bajando a toda velocidad por la pista; me ha dicho: “parece que han superado la curva diabólika sin más problema”. Lo que no sabíamos era lo equivocado que estaba. En la famosa curva, Charco ha hecho un recto y se ha salido, afortunadamente sin consecuencias, pero dejando a los que iban el susto en el cuerpo…la maldita curva busca víctimas continuamente. Y justo una curva más abajo Pablo ha estado a punto de hacerse un recto también…es que la pista de la Molinera es traicionera de verdad.
Una vez bajada la pista, hemos tomado los senderos desde Los Molinos que conducen hacia la entrada del Puricelli en Cercedilla, punto final de la ruta.
Una mañana genial en una estupenda compañía y que afortunadamente no hemos tenido que lamentar incidencias como las que estamos últimamente acostumbrados.
Eran ya más de la una y media cuando cargábamos las bicis en los coches para que algunos de nosotros saliéramos escopetados de allí sin ni siquiera podernos plantear una pequeña opcional que por supuesto nos reservamos para la próxima.

Así pues, lo dicho. La próxima más y mejor…y al ritmo que llevamos, más multitudinaria.

                                                                      Fotos de Jesus
                                                                 Fotos de Juan Carlos
                                                                       Fotos de Santi

sábado, 6 de octubre de 2012

Tres Provincias 2012


Crónica de Juan Carlos (JuanCardido)                           

VEO UN HOMBRE QUE HUELLA CON SU PLANTA
LOS CIEN CAMINOS ROJOS DEL ESTÍO,
QUE ARDE DE SED Y SUEÑA QUE ES UN RÍO,
UN MURO ANTE EL DOLOR QUE SE AGIGANTA.

Esta es la inscripción que hay escrita en la placa que está insertada en el monolito que conmemora el 125 aniversario de los Agentes Forestales y que se encuentra en lo alto del Pico Cebollera o Pico Tres Provincias.

Llegar a leer esa placa era el objetivo que nos marcamos hace ya bastantes semanas cuando decidimos que algunos queríamos subir hasta allí y otros repetir e incluso tripitir o cuatripitir la subida...¡¡y es que los hay masoquistas!!.
La ruta de subida al tres provincias tiene un punto de mítica. Es una de las rutas más duras que se pueden hacer en MTB por Madrid y es la culminación a un montón de fines de semana saliendo en bici por todos los rincones de la geografía de nuestra comunidad autónoma. En mi caso, llevo tres años (desde que se me ocurrió empezar en este magnífico deporte), escuchando historias acerca de la ruta, su dureza, sus paisajes, las sensaciones al llegar arriba. Y poco a poco iba creciendo en mí la necesidad de cumplir ese reto, llegar a más de 2000 metros de altura sobre dos ruedas, tener la sensación de estar en lo más alto y de ser capaz de, una vez llegado allí, poder llegar a cualquier sitio.
Como sabíamos que la ruta se alarga en tiempo, decidimos que lo más sensato era empezar cuanto antes: 8:15 en Horcajuelo para salir pedaleando a las 8:30. Con este horario no quedó más remedio que pegarse un buen madrugón para llegar a tiempo.
Con puntualidad suiza, a las 8:15, estábamos llegando al punto señalado en el pueblo de Horcajuelo de la Sierra, a más de 90 km de Madrid. Al llegar encontramos ya a bastantes compañeros que estaban preparándose para empezar. Algunos habían anunciado su asistencia, otros no, el caso es que entre unos y otros, nos juntamos 21 amiguetes para darle al pedal rumbo al Pico Cebollera Vieja.


La verdad es que fue un alegrón volver a ver a un montón de colegas que no veíamos desde hace tiempo, y conocer a otros nuevos que se van sumando a nuestras propuestas, y es que últimamente nuestras rutas no bajan nunca de los 20 participantes, todo un éxito.
La temperatura a la hora de salida era bajita; escasos 8 grados nos hacían a algunos buscar formas de calentarnos: montando en bici, estirando...el caso era ir entrando en calor, pero fue empezar a salir el sol, y la temperatura empezó a subir de forma radical. No había viento, no había nubes: el día se presentaba genial para “escalar”.
Si bien fuimos bastante puntuales a la hora de llegar, la salida en bici la hicimos con mucho retraso: la rotura del sillín de Fernando nos distrajo un buen ratito antes de empezar a pedalear. Menos mal que se pudo arreglar de una manera bastante poco ortodoxa ya que tener que darse la vuelta una vez llegado hasta allí era bastante fastidioso para él, y es que la cizalla que IvanJC llevaba en el coche, nos salvó de tener la primera baja antes de empezar. Este atraso sirvió para que llegara Marcos que venia con retraso, sino creo que nos lo habríamos dejado allí. Así pues, a las 9:10 nos subimos a las bicis y empezamos a dar pedales saliendo de Horcajuelo de la Sierra. Este retraso iba a ser la norma del día: no sabíamos hasta que punto.

El caso es que tras la primera bajada a la salida de Horcajuelo en la que el frío era más bien intenso, enfilamos el primer giro a izquierdas para empezar, ya y sin anestesia, la primera subida del día. ¡¡Qué pestosito se hace ese primer rampón antes de la vereda y qué poquitos la subieron montados!!. No llevábamos ni diez minutos de salida cuando ya, a las primeras de cambio y justo al final del rampón, Álvaro tuvo que pararse para reparar la pérdida de aire de la rueda trasera de su Jekyll, y es que no cambiar el líquido antipinchazos en 8 meses es lo que tiene, que ya no es líquido ni es nada.
Mientras algunos se quedaban a reparar la rueda de NRain, los demás tiramos vereda arriba. Muchos iban bastante sobrados mientras otros íbamos resoplando como búfalos (término bicivolador) ante lo interminable de esa primera subida por la vereda que desemboca en la pista que conduce hacia el puerto del Cardoso.

Una vez abandonada la vereda y tomado la pista, el paisaje cambia por primera vez: las retamas, zarzas y monte bajo, dan paso a un robledal precioso. También cambia el terreno, de un suelo pegajoso, lleno de hierba, con roderas tanto a los lados como por el centro, pasamos a una pista con buen firme, piedrecita suelta pero muy agradable de rodar.
La primera subida nos había hecho entrar ya en calor, y los guantes largos de entretiempo dieron paso a los guantes de verano, nos desprendimos de manguitos, mangas largas y de todo aquello que ya nos estaba asfixiando. Todo esto en el primer reagrupamiento, en la denominada “fuente del macarra”, en pleno robledal.
Tras la llegada de los que se quedaron reparando el pinchazo, iniciamos de nuevo nuestro camino por un falso llano en el que las charlas amenas con los colegas nos hicieron la marcha muy amena hasta las primeras rampas de subida hacia el puerto del Cardoso donde ya no quedaba nada del bosque de robles. Antes incluso de llegar a estas rampas, escuchamos por los walkies que Álvaro había vuelto a pinchar...es lo que tiene no haber quitado todos los abrojos y haber colocado una cámara nueva.
También subiendo estas primeras rampas, el primer percance del día, en una subida un tanto pestosita y llena de piedras sueltas, a Peke no le da tiempo a soltar sus pies de los pedales automáticos, y hace el primer vuelo del día. Una caída tonta que no tiene consecuencias especiales, pero que hace que la cabeza de Peke empiece a no funcionar como debería.

Poco a poco y algunos con más pena que gloria y otros con más gloria que pena, vamos llegando a la siguiente reagrupación: la pradera anterior a la subida final al puerto del Cardoso. Allí, acompañados de unos cuantos representantes de la raza vacuna de la sierra madrileña, agrupamos, cogemos fuerzas y tras un pequeño receso, enfilamos la pradera que yo acabé llamando: “la pradera del velcro”, porque joer como se pegaban las ruedas al suelo, y no sólo por la pendiente, que en ciertos puntos era bastante pronunciada. Alcanzamos así el alto del puerto del Cardoso a 1380 metros de altitud. Es decir, habíamos recorrido tan sólo 12 o 13 kilómetros y ya habíamos ascendido casi 400 metros de altitud.

Y fue justo aquí, en el alto del Puerto Cardoso cuando recogimos al integrante número 22 del grupo, nuestro querido amigo “Canelo”, un perro chucho, aunque alguno que sabe dijo que era un podenquillo, que no nos dejó de acompañar en todo lo que quedaba de ruta (magnífico animal), y que alguno de nosotros juraría que ya vio a primera hora de la mañana en Horcajuelo de la Sierra.

Así pues, los 22 seguimos camino de la pista que conduce al Collado de los Mosquitos, unos 6 o 7 kilómetros de ascenso por pista en buen estado y que muchos empezaron tomando un desvío a lo que llamamos “el desvío de los campeones”, una serie de fuertes subidas que conducen hacia la misma pista de ascenso pero acortando unos cuantos centenares de metros.
Los demás, los que no somos nada campeones seguimos la ruta por la pista que en ese momento se adentraba en un precioso bosque de pinos y que transcurría por las cercanías del Hayedo de Montejo. Hayedo que en ningún momento vimos, pero que supimos de su presencia por las indicaciones de nuestra wikipedia particular de la sierra: el maestro Marek.
Poco a poco y a un ritmo bastante constante íbamos alcanzando una altura espectacular. Los paisajes son sencillamente alucinantes: las postrimerías de la sierra de Ayllón, el pico del Lobo en La Pinilla por su cara norte, el valle que forma el nacimiento del río Jarama, y en una de las revueltas, cuando ya el terreno empieza a ser algo más difícil de ciclar, los pinos empiezan a desaparecer por la altura alcanzada, y quedaba aproximadamente un kilómetro para llegar al collado de los Mosquitos, allí al frente, divisamos por primera vez el vértice del Pico Cebollera o de las Tres Provincias. Incluso se llegaba a adivinar la pista por la que teníamos que sufrir subiendo.

La llegada al collado de los Mosquitos fue con cuenta gotas, hasta el punto que los que llegaron primero tuvieron mucho tiempo de espera hasta que llegamos los últimos. Es lo que tiene el compañerismo entre bikers: el ritmo lo marca el último, jamás los primeros (y eso a mi me beneficia, jejeje).
En el collado de los Mosquitos estuvimos parados un buen rato. Las vistas, de nuevo espectaculares, ya que desde allí se abría ante nosotros la cara norte del valle del Lozoya y se podía ver perfectamente la silueta de la sierra de la Cabrera y del pico de la Miel. También, mirando al otro lado se ve sin problemas la sierra de Ayllón, y hacia el norte, la llanura castellana que se empezaba a adivinar ante nuestros ojos.

La parada en el collado de los Mosquitos fue suficiente para reponer fuerzas, beber y comer y para disfrutar viendo como nuestro amigo “Canelo” se lo pasaba pipa espantando a una pareja de caballos que andaban pastando por allí...jodío Canelo, aparte de comentar entre nosotros que ya llevábamos 18 kilómetros de ascensión casi ininterrumpida y que nos encontrábamos ya a 1830 metros de altitud...y que cómo no, nos quedaba lo más chungo, subir 5,5 km más hasta los 2130 metros de altura.
Con ganas ya de llegar al monolito, iniciamos lo que nos quedaba por completar. Una serie de rampones con un terreno en bastante mal estado y que durante más de 5500 metros nos llevarían al Tres Provincias.
Fueron pocos los que completaron la subida entera. Lo que si que sé es que yo tan sólo puse pie a tierra en dos ocasiones lo que para mi no sólo es un triunfo, sino un orgullo y una motivación y la esperanza de que si alguna vez vuelvo por esos lares, quizá pueda hacer la subida completa sin bajarme de la bici.

El caso es que las primeras rampas llevan el camino a la loma de una primera ascensión desde donde se abre ante nosotros un auténtico espectáculo: todo el llano segoviano, el puerto de Somosierra allá abajo, la horizontal de Navafría...magnífico. Y es que nos encontrábamos ya a más de 2000 metros, y aún nos quedaban un par de rampas.
La reagrupación la hicimos unos 200 metros antes de coronar. Hubo muchos compañeros que esperaron pacientemente a que llegáramos los más rezagados, y no sólo eso, sino que al llegar nos animaban, nos jaleaban, nos hacían fotos, y siempre con una sonrisa en la cara....qué genial es esta afición con gente tan maravillosa.
Como a esa altura el frío y el viento empezaban a ser ya bastante notables, nos abrigamos bien y reanudamos la marcha, para que en un santiamén, y con un alegría en el cuerpo más allá de lo que se puede describir, llegar al monolito y al vértice geodésico del ansiado Pico Cebollera Vieja...qué subidón!!!, y no sólo por la altura alcanzada, sino porque en ese momento me sentí, y creo que no fui el único, en la cima del mundo, una muesca más en el cuadro de mi bici, un reto más conseguido!!!...Qué alegrón!!.

Casi media hora estuvimos en el alto del Tres Provincias los 22 integrantes del grupo (por supuesto Canelo incluido). Fotos de grupo en el vértice geodésico y en el monolito, momento bocata, chistes, bromas, admirar el paisaje, hacer cientos de fotos...en definitiva, disfrutar allí arriba de la satisfacción de haber llegado.
Al cabo de un rato, comenzamos la bajada desde el alto. Mira que es peligroso aquello!!. Cuando Javi y yo empezamos a bajar caminando y vimos que todo el grupo estaba a un lado del pedregal, nos asustamos de verdad...y en principio había motivos, Peke se había caído de la bici al bajar por ese camino de cabras y se había clavado el manillar en el pecho. Estaba en el suelo, consciente y hablando, pero el susto fue brutal. Afortunadamente, al cabo de un rato se pudo poner de pié y poco a poco se fue recuperando hasta poder ir caminando cuesta abajo al lado de Javi. Menos mal que todo se quedó en un susto y por suerte no le ha pasado nada grave. Unas buenas dosis de antinflamatorios y unos días de dolor y descanso y como nuevo.

Los demás fueron bajando aquello unos montados y otros, como yo y bastantes más, a pie. Hasta que unos minutos más tarde, y al ver Javi, Sheol, Álvaro y Dalopo un walkie talkie que alguien había perdido (luego supimos que se le cayó a Rober) tirado en medio del camino y pararse a recogerlo, a Fernando (Ciclo), no le dio tiempo a frenar bien, y tras pararse su bici casi en seco contra Javi y Víctor, salió volando como si fuera superman para sin saberlo como ni el mismo caer bien y no hacerse más que magulladuras en uno de sus antebrazos....otro susto para el cuerpo...
A partir de aquí, y una vez dejado el cruce con el cortafuegos que sube al Tres Provincias (joder que desnivel tiene todo aquello), ya no tuvimos más accidentes, afortunadamente. Lo que sí hubo fue un sinfín de pinchazos.
Primero el de Dalopo, que más que pinchazo fue una pérdida de aire algo inexplicable, y que hizo que tuviéramos que esperar a la salida del cortafuegos hacia la pista que llega de nuevo a Horcajuelo.

Para no quedarnos muy fríos, y dado que Peke iba tocado por la caída, se decidió que él y yo tiráramos hacia delante para ir despacito y poco a poco de vuelta a los coches, aunque aún nos quedaban más de 16 kilómetros de ruta. Así pues, iniciamos la marcha Peke, Canelo (el tío seguía espantando vacas y caballos), y yo, y al poco rato se nos unieron Nacho y Amador.
Al ratito paramos en la única fuente de la bajada (la otra fue la del Macarra, en la subida), y aprovechamos para rellenar bidones y camelbacks...poco ratito de parón para que Peke no se enfriara, y vuelta a los pedales.
En un ratito nos alcanzan Valentín y Marcos que salen flechados hacia adelante por una pista en falso llano y a veces picando hacia arriba, cuando nos enteramos de que aparte de haber reparado el pinchazo de Dalopo, también ha pinchado Pachi...
Sin parar en ningún momento y a un ritmo tranquilo por momentos y algo más vivo en otros, aprovechamos para admirar las magníficas vistas del puerto de Somosierra y de los pinares que se abrían a nuestros pies. Si la subida tenía paisajes brutales, la bajada no se le queda atrás.

Al llegar a la última cancela volvemos a reagruparnos todos. Bueno, todos no, Trisqui decide ir bajando hacia el pueblo (ya solo quedaban 4 o 5 km) con Canelo, que el pobre animal tiene ya un palizón alucinante. Una vez reagrupados iniciamos la bajada por pista, una pista bastante peligrosa por los regueros y por las piedrecitas sueltas.
Antes de terminar, y a escaso kilómetro y medio del fin, le toca el turno de pinchazo a Nacho, y justo en la entrada del pueblo pincha Sheol (creo que fue él).
Total, que entre las tres caídas, los seis pinchazos y algún que otro acontecimiento inesperado, llegamos a los coches después de 7 horas de haber iniciado la marcha. Eran ya las 16:30 de la tarde.


Los que más prisa tenían cargaron sus bicis rápidamente y se fueron, mientras que otros nos quedamos en el pueblo a disfrutar de una opcional de las de verdad. Al principio éramos 13, pero al cabo Víctor se fue con Ivan JC y nos quedamos 12 a dar buena cuenta de unas cuantas raciones de morcillita, empanadillas de queso, croquetas, entrecots, horcajuelitos (panecillos rellenos con lo que parecía panceta y morcilla), y una buena cantidad de jarras y cañas de cerveza.



Eran ya las 18:15 de la tarde cuando salíamos de Horcajuelo despidiéndonos convenientemente del integrante número 22, Canelo, que seguía por allí chinchando a otros perros...y eran ya las 19:30 cuando un servidor atravesaba el umbral de la puerta de casa después de haber pasado uno de esos días que se quedaran mucho tiempo en el recuerdo.
Qué maravillosa jornada.

No he querido recargar mucho de fotos pero al final pasa lo que pasa, de todas formas falta el plato fuerte, las casi 200 fotos de David (Dalopo), en cuanto las tenga se pondrá el correspondiente enlace.
                               
                             Recopilacion de todas las fotos (+- 700) gentileza de David (Dalopo)
                                Se recomienda proveerse de bebida y comida