Toda la semana
consultando el tiempo. Toda la semana esperando a ver si la previsión nos daba
un respiro. Al principio de semana iba a caer el diluvio universal por la zona
de Soto del Real. A mediados de semana solamente iban a ser chubascos
continuos, y al final de la semana poco menos que íbamos a poder ir a tomar el
sol. El mismísimo sábado, la previsión del Maldonado era muy clara: encapotado
hasta las 12:00, hora a la que empezaría
a llover pero muy poquito, tan sólo 0,1 mm.
Otra cosa es la asistencia.
Alucinados estamos de la cantidad de amigos que nos acompañáis en nuestras
rutas. Es increíble la cantidad de bikers diferentes que os acercáis a pedalear
con nosotros y lo agradable que es compartir con vosotros todas y cada una de
las rutas que proponemos, pues como dice Javi, nosotros hacemos exactamente
eso, proponemos las rutas, no las guiamos; de hecho, y siguiendo con lo que
dice Javi, ayer fue un claro ejemplo de que la ruta la guía quien quiere y
quien tiene el track, y por supuesto cambia el guía durante la ruta.
Al igual que el tiempo,
la lista de asistentes también ha sufrido una clara transformación a lo largo
de la semana. Al principio estábamos apuntados muy pocos, pero según se acercó
el día, se empezó a animar la lista y al final pensábamos que íbamos de nuevo a
ser más de 20. Y de hecho lo hubiéramos sido si no tuviéramos la enfermería
casi a tope y algún que otro incondicional perdido por el norte: Nacho, Amador
y Enrique en el dique seco, Karpov disfrutando de las fabes y la sidriña y
otros “casi” fijos como Valentín que no ha dado muchas señales de vida esta
semana. Además, ha habido bajas de última hora que no se presentaron en la
salida y que suponemos que estarán bien (así lo deseamos), como Fernando, Adri
y Nelson.
Vamos, en definitiva, que
a la hora pactada, el aparcamiento de al lado del parque e iglesia de Soto del
Real estaba ya hasta arriba de amiguetes que de nuevo volvían a la Hoya a hacer
un buen cocido. Al final, después de tantas idas y venidas en la lista,
acabamos siendo 18, entre los que había alguno que desgraciadamente no conozco
sus nombres, aunque me quedé con la cara de todos y algunos de sus nombres, por
ejemplo Raúl y Miguel... Eso sí, aunque fue un placer verles a todos, a mi me
causó una especial alegría volver a ver a nuestro gran amigo Jablan y su vecino
Jesús...¡¡cómo mola dar pedales contigo, tío!!. Y también me gustó volver a ver
de nuevo a Santi y a sus colegas después de su caída el domingo pasado, a
Joseuno y su preciosa Canyon y como no a Chani, que estrenaba bici, una
preciosa Cube. También fue genial ver como se recupera Peke de las heridas y
cómo se acerca con nosotros Javi “el cordobés”, que con tanto Javi ya se hace
uno un lío.
Y como no nombrar al
“núcleo duro”, a Javi Marek, Jesús, Pablo, Pachi, Ángel....los de siempre, que
están siempre y que hacen que siempre sea un placer madrugar tanto un sábado o
un domingo para ir a dar pedales a los sitios tan maravillosos a los que vamos.
En fin, el caso es que a
las 9:00 de la mañana (9:06 según mi GPS), salíamos del aparcamiento dirección
a nuestro primer objetivo del día: el canto del Berrueco. Y no, no es un
Berrueco (piedra gorda de granito) que se tire por soleares, no, es un pedazo
de trozo de piedra que según Javi antes se podía visitar y que ahora se
encuentra detrás de una valla y que se asoma al camino con una forma un tanto
extraña que recuerda por un lado al perro del museo Guggenheim Bilbao, y por
otra parte a la mascota de Barcelona 92, al Cobi. En este punto el grupo era
aún compacto. Extrañamente íbamos bastante agrupados, charlando algunos y
bromeando otros (¡ay! Karpov como se echan de menos los chascarrillos manchegos),
algo atrancadas las respiraciones porque, aunque no lo pareciera, estábamos
subiendo...con muy poca pendiente, pero cuesta arriba.
Tras cruzar un pequeño
Arroyo, que creo que se llama el “arroyo del Mediano”, aunque el Maestro me
corregirá a buen seguro si no es así, enlazamos con la pista que llega hasta
ese mismo punto desde Soto del Real. Ésta es la pista de salida hacia la Hoya
digamos que “clásica” y por la que subimos siempre en dirección a la Ermita de
San Blas. La pista en cuestión tiene un desnivel ya bastante aceptable y a los
mantas como yo nos fuerza a empezar a mantener un ritmo bajito para no consumir
las fuerzas antes de tiempo.
Pues bien, yo siempre que
he hecho esta ruta, al llegar a la pequeña presa que según el Google Earth se
llama “los palancares”, he seguido recto, dejando la pista principal a la
izquierda y por la que siempre he vuelto haciendo una especie de “ocho” para
volver a Soto por el camino de la Ermita. Sin embargo esta vez la intención era
otra. Se trataba de tirar por la pista, a la izquierda, y recorrer la Hoya de
San Blas en sentido de las agujas del reloj...y así lo hicimos.
Al principio no supe cual
era la razón por la que el grupo se deshizo tanto. Yo sólo sabía que iba de los
primeros y que por delante iban al menos dos o tres amigos más (entre ellos,
como no, Jesús – Agila.-). Pero al llegar al puente que cruza el arroyo justo
antes de la entrada a la Hoya me dicen que Jesús había pinchado y que Javi
había tenido que volver hacia atrás porque las bombas que tenían no inflaban la
rueda correctamente. A partir de aquí el grupo se deshizo bastante. Pachi, como
es habitual en él tiró el primero para no quedarse frío (así luego no hay quien
le pille), y al rato, temiéndome que a mi me iba a pasar lo mismo, decidí salir
yo también. Junto a mi vinieron, en un principio, Ángel, Chani, Peke y Jablan,
pero antes de cruzar la barrera de entrada a la Hoya ya vi que éramos unos
cuantos más.
La pista de la Hoya de
San Blas, a escasos metros de cruzar la barrera era uno de los puntos a tener
en cuenta de la ruta, y no sólo porque hay dos o tres tramos de una pendiente
bastante curiosa, sino porque el terreno está muy roto, con mucha piedra
suelta. Hace aproximadamente dos años pasaron máquinas por ahí y lo dejaron muy
curioso, pero la nieve y el agua hacen su trabajo, y ahora mismo vuelve a estar
tan roto como antaño. Afortunadamente las últimas lluvias han caído muy bien,
lentas y poco a poco, y el terreno está empezando a perder la arena acumulada,
lo cual facilita el agarre de la rueda de tracción y permite que se pueda
manejar la bici bastante mejor en esas subidas tan rotas.
Algunos compañeros se bajaron
de la bici, otros, con más pena que gloria conseguimos mantenernos sobre el
sillín, y poco a poco salvamos esa primera barrera y continuamos por la pista,
que ya habiendo ganado en altura, empezaba a mostrarnos un paisaje
espectacular. Y es que la Hoya de San Blas es uno de los lugares más bonitos de
la sierra de Madrid. Las rocas de la cercana Pedriza, el bosque de pinos y el
de robles, y ayer, especialmente, las nubes amenazadoras que desde lejos
parecían como la continuación de la montaña y que gracias al viento en contra
que nos soplaba en la pista de la Hoya, bajaban a una velocidad de vértigo
haciéndonos presagiar que Maldonado iba a tener razón de nuevo, y que no nos
escaparíamos de la lluvia.
La verdad es que los
primeros que fuimos llegando al alto de la Hoya estuvimos poco avispados. Era
allí donde teníamos que haber hecho la primera foto de grupo, pero el viento
que soplaba tan frío y las ganas de ponerse a resguardo hicieron que algunos de
nosotros continuáramos camino hacia el siguiente objetivo, subir la pista de la
Morcuera en busca del sendero SL-02. Al poco de salir de la parada que hicimos
en el alto de la Hoya, entendí como cuando hacemos esta ruta en sentido
inverso, las últimas rampas de subida se me hacen un calvario: y es que bajarlas
les añade su dimensión real...mi cuenta kilómetros registró casi 50 km/h. Y es
que el calvario de subir es largo y tedioso, pero bajarlo no nos llevó más de 4
minutos.
Hicimos una pequeña
reagrupación en la valla que da acceso al camino de vuelta, y es que en ese
punto es donde el camino de ida y vuelta coinciden y desde donde técnicamente
comienza la pista de subida a la Morcuera. Nos encontramos en el llamado
“Perímetro de Aguirre”.
Al principio la subida es
más o menos suave, lo que no quita para que yo tome mi ritmo “Pedricero” (el
ritmo al que subo la Pedriza), y a mi trantrán vaya consumiendo metros de
subida. Hoy acompañado en “mi subir” por Jablan, al que también le encanta el
ritmo lento en las subidas...como a los buenos.
Subir las zetas de la
pista de la Morcuera es alucinante. Y lo es por varios motivos. El primero es
el paisaje y lo frondoso del robledal al principio y el bosque de pinos
después, el segundo es la altura que se va ganando y que se pone de manifiesto
cuando ves a los compañeros en la pista, por encima de ti después de haber
girado 180 grados en las zetas, el tercero es que vayas en la época que vayas
es precioso; ahora en otoño el color marrón de los helechos, el verde de la
hierba que acaba de salir con las últimas lluvias, y las hojas de los robles
empezando a cubrirlo todo...una maravilla.
Otra de las razones de
que la subida sea alucinante es por el penúltimo rampón. Lástima que esta vez
tuviera que poner el pié a tierra gracias a que se me salió la cadena, pero la
estaba negociando perfectamente, a ritmo y casi sin jadeos. Gracias a Javi “el
cordobés” que me ayudó a recobrar el ritmo perdido por culpa de mi transmisión,
llegamos al desvío del SL02 sin más problema. Tan sólo quedaba por detrás
Jablan, que en menos de medio minuto ya nos estaba acompañando.
Justo antes de coger el
sendero hicimos la parada para recobrar fuerzas y para darnos cuenta de un par
de hechos: el primero, estaba empezando a llover, así que, todos a ponerse el
chubasquero, que aunque el agua no hace daño, cuando empieza a caer moja, lo
cual incómodo es para pedalear. El segundo hecho era la hora; las
12:00...¡¡éste Maldonado es un crack!!, ha clavado la hora casi al minuto.
Así pues, con el terreno
y las piedras bastante mojadas, habiendo repuesto fuerzas, y con los
chubasqueros a tope, fuimos uno por uno bajando por el divertido y algo
peligroso SL02. No es un sendero especialmente difícil, pero en algunos pasos
si que es bastante complicado sobre todo teniendo en cuenta lo mojado de las
piedras, que las hojas cubrían gran parte de los pasos y que algunos de
nosotros bajamos bastante cohibidos debido a nuestras recientes caídas. No es
éste el caso de Agila, que aunque la Cercegovia le dejó un hombro algo
maltrecho, sigue bajando como alma que lleva el diablo...y me consta que alguno
más le va a la zaga.
Y es aquí donde hay que
hacer una mención especial: Jablan...¡¡qué máquina bajando!!, pero, ¿qué le ha
pasado?. Quizá es que la tija pija le ha transformado en un killer!!!. Por dos
veces me pasó por la izquierda como un auténtico misil...incluso estuvo apunto
de llevarse la C de Cannondale de mi bici!!!. Y que conste que no fui al único
que arrancó las pegatinas, que yo vi como en caso de haber tenido suficiente
espacio, hubiera estado muy cerca de la rueda trasera de Agila...Señoras y
señores, Rockshox y KTM deben llevarse muy bien porque ayer hicieron que
naciera un nuevo monstruo de las bajadas.
Casi al final del
sendero, y en la gran piedra que sirve de mirador, paramos, reagrupamos y
hacemos la foto de grupo. Más de uno es la primera vez que llega allí, y
aprovecha el tiempo para observar Miraflores de la Sierra, el monte San Pedro,
la densa capa de nubes que teníamos encima, etc...
La lluvia agiliza
nuestros pasos, ya deseando llegar a los coches para dejar de mojarnos. De esta
manera, y al salir a la pista que viene de la fuente del cura hacia el
perímetro de Aguirre, unos cuantos salen escopetados mientras que los demás
vamos en pequeños grupos tratando de no sufrir demasiado en esas últimas rampas
que ya se hacen un poco pesadas.
El giro radical de 180
grados que tenemos que hacer para tomar la pista de bajada hacia la Ermita de
San Blas hace que alguno esté apunto de despistarse y que muchos nos
preguntemos donde andan los que iban de avanzadilla. Al fin y al cabo, desde
ese punto la vuelta al aparcamiento de Soto no tiene ninguna pérdida y
decidimos tomar camino casi sin parar. Lo mojado del suelo en algunos puntos y
tratar de ponerse unas gafas soltando el manillar es algo incompatible con
montar en bici por lo que al tratar de hacer esta maniobra. Ángel se nos cae al
suelo revolcándose en el suelo casi empapado. Afortunadamente todo queda en un
pequeño susto. Cosa de tan poco fue, que yo ni siquiera me di cuenta de que se
había caído hasta que un rato después el vi el chubasquero lleno de barro.
Desde el punto de la
caída de Ángel ya sólo nos quedaba bajar y bajar, y además hacerlo por los
senderitos del camino de la Ermita que lleva de nuevo a Soto. ¡¡El terreno
estaba de dulce!!. Éstos son los senderos que realmente nos gustan: pasos
rápidos, peraltitos, rampitas bien lisas...vamos, lo que viene siendo lo
nuestro: sin pedrolos mejor. Una vez acabados los senderitos y cogiendo la
pista principal de salida de Soto, llegamos al aparcamiento de la iglesia donde
estaban los coches. Una llamadita a los “adelantados” para ver donde estaban, y
la sorpresa de saber que estaban en el hogar del jubilado dando buena cuenta de
una cerveza mientras nos esperaban.
Llegados ya a los coches,
ya no llovía. Un ambiente muy agradable con una temperatura fresquita pero muy
llevadera que sirvió para que nos fuéramos despidiendo los que teníamos prisa
de los que se quedaron a disfrutar de una merecida cervecita en la clásica
opcional.
Quiero hacer dos menciones
especiales: la primera para el tiempo (meteorológico) y el paisaje. Rutas así
en días como el de ayer son de las que hacen afición, porque la ruta por la
Hoya nos brinda de todo: pistas, senderos, subidas, bajadas, paisajes y si
además acompaña un otoño genial como el que hacía ayer, mejor que mejor. La
segunda mención es para Chani: enhorabuena campeona por el rutón que te
marcaste con tu flamante nueva bici. Se nota que el gusanillo del MTB se ha
apropiado de ti.
Y esto es todo. Como
siempre, un inmenso placer que ruta a ruta va en aumento...¡¡no sé donde vamos
a llegar!!.
Fotos de JesusFotos de Juan Carlos
Fotos de Raul
Fotos de Santi
Fotos de Rolan
3 comentarios:
Que placer leeros, he oido mucho hablar de la hoya de San Blas y nunca la he hecho, estare mas atento para la proxima, aunque la sierra en invierno que yuyu.
Juan, es una zona que drena muy bien y además no se embarra. La solemos hacer muy a menudo así que si la próxima te viene bien será un placer que nos acompañes o nos acompañéis.
La sierra en invierno es mas agradecida que la zona sureste, el barro se coge y se suelta, si salimos por nuestra zona cogemos el barro y no hay quien lo suelte, si a eso le añades el decorado, no hay color.
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