sábado, 29 de agosto de 2009

Camino shmidt

domingo, 23 de agosto de 2009

KDD Pitufa o así del Carro del Diablo


Cronica de Dalopo
Esta ruta era una kedada del ForoMTB organizada por Rutas Pitufas y más concretamente por el compañero “Marek”, que fue el guía oficial de la misma (¡Gracias Marek!!!). Las Rutas Pitufas son rutas muy tranquilas y asequibles para todo el mundo, ideales sobre todo para todos los que estén iniciándose en el MTB y para aquellos que quieran disfrutar de una ruta sin prisas, sin grandes esfuerzos, sin ritmos ni niveles establecidos. Son rutas para pasarlo bien compartiendo afición con los amigos sin sufrir demasiado sobre la bici, aquí se espera sin problemas y sin quejas a todo el mundo, y al final, casi es obligatorio quedarse a tomar una cervecita reponedora en algún bar para despedir la ruta.
Con un fresquete de 15 ºC iniciamos la ruta desde el parking de las Presillas, frente al emblemático Monasterio de Santa María del Paular, en el serrano pueblo de Rascafría, al que llegamos tras un corto tramo por el carril bici. Desde el primer metro en el que entramos en el pueblo ya empezamos a subir, pasando junto a la Casa Consistorial y la Iglesia de San Andrés.
Después, enseguida tomamos una ancha pista que se inclinaba un poco más todavía y en la que nos esperaban nada más y nada menos que un total de 8 kilómetros seguidos de subida constante y con un desnivel de casi 500 metros... Pese a ir la mayor parte del tiempo a la sombrita de los salvadores bosquecillos de robles que íbamos atravesando, ya empezaba a hacer calor, lo que unido a la pendiente hizo que el pelotón se estirase mucho, aunque hicimos unas cuantas paradas para reagrupar.
Tras la larga y tranquila ascensión, coronamos y nuestra recompensa fue una agradable bajadita de 2 kilómetros y 100 metros de desnivel ideal para recuperarse del duro esfuerzo de la subida. Luego, tuvimos 800 metros más de ligera subidita y nos presentamos ante el famoso Carro del Diablo, que quedaba a nuestra izquierda casi oculto entre unos pinos y matorrales. La verdad es que si no conoces el lugar es muy fácil que pases de largo sin verlo, aunque si logras verlo también es muy probable que te detengas a contemplarlo, pues se trata de una gran mole de piedra con una forma algo curiosa y que seguramente llame tu atención.
En realidad no es más que la forma caprichosa con la que el paso del tiempo y la fuerza erosiva de un antiguo glaciar moldearon esta peña en la que muchos quieren ver una especie de carro o carreta antigua cargada con otra inmensa mole de piedra. Y la verdad es que sí que lo parece, con curiosos detalles que incluyen un par de piedras más pequeñas estratégicamente situadas y que bien podrían ser las ruedas, y una parte delantera del carro que se va estrechando poco a poco hasta acabar rematada en una punta junto a la cual es muy fácil imaginarse a un par de bueyes tirando del carro... En fin, sólo es cuestión de dejar volar la imaginación un poco, podéis probar vosotros mismos cuando veáis las fotos a ver qué os parece... y que no os extrañe si os parece más bien un caracol antes que una carreta, pues esa es la segunda versión más aceptada, sobre todo por los que no conocen nada acerca de la roca ni su leyenda y la ven por primera vez...
Ahora dejamos atrás las leyendas y continuamos con la ruta. Justo a 30 metros del Carro del Diablo estaba el desvío para subir al Puerto del Reventón. Aquí hicimos dos grupos y 9 bikers hicimos la subida al Reventón (6 Kilómetros de dura subida y 6 de bajada por el mismo sitio) mientras que los otros 18 seguían con el resto de la ruta prevista (que luego haríamos también nosotros).
En cuanto a la subida al Reventón, sí que fue durilla, quizá inciclable al final para la mayoría, pero no para todos. Los 5 primeros kilómetros, hasta el Cancho de Las Piedras, se subían sin problemas. Luego, en el último kilómetro había un pequeño tramo con una pendiente fuerte (pero no exageradísima) que estaba lleno de piedras molestísimas. Subir por allí era más cuestión de técnica que de fuerza, pero era necesaria una buena dósis de ambas cosas. Yo, sin ser ningún machaca ni un técnico del copón, lo subí todo entero a excepción de 2 veces que puse el pie (por las piedras, no por la pendiente) y en total hice empujabici sólo unos 30 o 40 metros en total. En fin, como ya sabéis la mayoría, en esto del MTB vamos avanzando poco a poco y con el tiempo hacemos cosas que antes nos parecían imposibles, hasta yo mismo me quedé sorprendidísimo de haber subido por allí.
En lo alto del Puerto del Reventón hay un monolito de piedra levantado en 1910 y dedicado a la memoria del teniente coronel José Ibáñez Marín, fundador y primer presidente de la Asociación Excursionista Militar (1900), por su gran contribución a la conservación del paso por el puerto y a sus expléndidos y numerosos trabajos cartográficos en la zona (murío en 1909 en la Guerra del Rif).
También debo decir que no sólo subimos hasta lo alto del Puerto del Reventón (2.032 m.), sino que desde allí cogimos un senderito ciclable de unos 300 metros que nos dejó en la base rocosa del Pico del Reventón (2.073 m.), cuyos últimos 200 m. se suben fácilmente a pie, tanto que algunos hasta subimos con la bici al hombro sin problemas (y luego lo bajamos casi todo montados a excepción de 2 o 3 escalones).
Sin duda, la subida mereció la pena, y desde allí disfrutamos con unas fabulosas vistas de las dos vertientes (la madrileña y la segoviana) tan diferentes entre sí. En el lado segoviano se podía apreciar la extensa y seca campiña hasta más allá del horizonte, aunque a nuestros pies quedaban Segovia, La Granja de San Ildefonso y parte del frondoso Valle del Eresma con sus enormes pinos, con el pueblo de Valsaín y con las montañas que forman la famosa Mujer Muerta a sus espaldas. En la vertiente Madrileña teníamos todo el verde Valle del Lozoya, con el Macizo de Peñalara, la Bola del Mundo, las Cabezas de Hierro, la Cuerda Larga (por el lado posterior), La Najarra, La Perdiguera, El Puerto de La Morcuera, El Espartal, El Puerto de Canencia, la parte posterior de la Sierra de La Cabrera, el Embalse de Pinilla y el resto de Montes Carpetanos haciendo de frontera natural entre Madrid y Segovia. ¡Qué pasada!!!...
Después, la bajada por el tramo complicado de las piedras al final tampoco fue tan difícil, casi todos lo bajarmos entero y sin demasiados problemas y en un santiamén estábamos de nuevo en el cruce del Carro del Diablo. Luego, aunque la mayoría teníamos ganas de hacer la famosa trialera que bajaba desde allí hasta los coches, al final no la cogimos porque les comenté a todos que merecía más la pena y era mucho mejor hacer el resto de la ruta original ya que nos quedaban 3 grandes guindas: la bajada por la pista a toda pastilla (una gozada), el bello paraje del Mirador de Los Robledos con el Monumento al Guarda Forestal y sus espectaculares vistas, y la bajada preciosa y divertida por el sendero del Río Lozoya (alucinante ¿verdad?).
Así pues, dejamos para otra ocasión la trialera y continuamos por la cómoda pista que tras subir un poquito más enseguida picaba para bajo pasando enseguida junto a una deliciosa fuente en la que paramos a reponer agua y refrescarnos. La verdad es que disfrutamos como enanos con los 6 kilómetros de bajada con algo más de 250 metros de desnivel hasta que llegamos a otra pista que subía desde Rascafría y que fue por la que se fueron dos de nuestros compañeros que tenían prisa y no podían hacer la ruta completa (desde allí sólo tenían 3 kilómetros de bajada por pista hasta los coches).
El resto, tomamos la pista en sentido ascendente y subimos un pequeño repecho de unos 1,5 kilómetros y 50 metros de desnivel. Luego, menos de un kilómetro de llaneo y ya estábamos en el Mirador de Los Robledos. Este mirador es una fabulosa y amplísima explanada verde (bueno, ahora en agosto era más bien amarilla) que parece un auténtico balcón colgado a poca altura sobre el Valle del Lozoya, a los pies del mítico Macizo de Peñalara (que con sus 2.428 metros de altitud es el techo de Madrid y que quedaba majestuoso sobre nosotros, 1.000 metros más arriba), con buenas vistas del Embalse de Pinilla y del resto de montañas que nos rodeaban: los Montes Carpetanos, la Sierra de La Morcuera (con El Espartal, La Perdiguera y La Najarra), La Bola del Mundo y las Cabezas de Hierro.
Además, en este mirador natural pudimos disfrutar también del Monumento al Guarda Forestal (1.977) y su llamativo monolito de piedra emergiendo en medio de la pradera, así como de un curioso aparato giratorio en el que una gran flecha de hierro que podíamos mover a nuestro antojo nos iba indicando el nombre de las peñas y lugares más emblemáticos que nos rodeaban.
Desde aquí apenas nos quedaban 14 kilómetros de ruta en los que sólo había alguna que otra pequeña subida. Salimos desde el Mirador de Los Robledos bajando solo un poco (apenas 25 metros de desnivel en 2 kilómetros) hasta llegar al precioso Valle de La Angostura a la altura de la Casa de La Horca y la carretera M-604. Desde allí, remontamos un poco el Arroyo de La Angostura subiendo otro par de kilómetros (60 metros de desnivel) por una buena pista hasta que ésta cruzaba el propio arroyo por el bonito Puente de La Angostura (hay que asomarse a verlo desde abajo para apreciarlo).
Nada más cruzar el puente nos desviamos por un sendero que salía a la izquierda pegado al arroyo. Se trataba del Sendero de La Angostura, que es un tramo de unos 4 o 5 kilómetros realmente espectacular, muy bonito y divertidísimo para hacerlo en bici. Este sendero es de ligera bajada y recorre un bosque muy chulo y bastante refrescante en verano. Además, va casi pegado al Arroyo de La Angostura en el que no falta gente que aprovecha para darse algún pequeño chapuzón en sus gélidas aguas, sobre todo en un tramo en el que se ensancha un poco más al formarse la pequeña Presa del Pradillo. Desde allí, el Arroyo de La Angostura se convierte oficialmente en el Río Lozoya al unírsele las aguas de los arroyos de Cerradillas y Guarramillas.
Desde la Presa del Pradillo el sendero, sin un final realmente definido, se fue difuminando poco a poco, convirtiéndose en distintos caminos aún muy agradables y divertidos, bastante cercanos al ya Río Lozoya. Finalmente llegamos a una pista más ancha que bajaba desde el Puerto de La Morcuera y que en menos de 2 kilómetros nos dejó en el Área Recreativa de Las Presillas y sus piscinas naturales gratuitas, cuyas aguas son sin duda las más frías de toda la Comunidad de Madrid. Allí habían estado tomando una cerveza los del grupo principal tras acabar la ruta, pero por desgracia no les alcanzamos.
Seguimos por la pista, ya muy cerca de Rascafría, y atravesamos el Río Lozoya por el famoso y bonito Puente del Perdón (XVIII) en el que antiguamente se revisaban por última vez las condenas de los reos de la zona que eran conducidos al cadalso, concediéndoles a algunos de ellos el perdón... de ahí el nombre. A escasos metros nos esperaban los coches y dábamos por finalizada la ruta, que no la diversión...
Tras acabar la ruta y guardar las bicis en los coches nos fuimos a Rascafría, a una terracita cercana, donde charlamos animadamente mientras nos tomábamos unas cuantas cervezas con limón bien refrescantes y relajantes. Y así regresamos a Madrid después de haber disfrutado estupendamente, un día más, de la bici, de la naturaleza y, sobre todo, de la muy agradable e inestimable compañía de todos los amigos y compañeros.

Cronica de JuanPerro
Hoy domingo repasamos la leyenda a golpe de pedal, un grupo reunido gracias a las modernas técnicas de comunicación, foromtb en su versión “rutas pitufas”, se cita en el parking junto al área recreativa de las presillas, a las 8:30 de la mañana. Cualquier persona ajena a este mundillo no entenderá como es posible levantarse a las siete de la mañana de un domingo de un caluroso agosto para montar en bici. Un grupo de “jilis”, es el calificativo más amable que nos darán, yo solo puede decirles que mejor no lo prueben, porque posiblemente acaben enganchados a este deporte.
La ruta comienza subiendo por una pista entre robles, muy agradable, con numerosas paradas para hacer fotos y reagrupar. En eso consiste la filosofía de “Rutas Pitufas”, en que nadie se vea abandonado por el camino, y todos lo que van a estas rutas asumen que el ritmo seguramente es lento, esto no quita nada de encanto a la ruta propuesta esta vez por el amigo Marek, desde aquí le agradezco su generosidad por preparar esta ruta para todos.
 A la tercera parada va la vencida, en el desvío que sube el Puerto del Reventón nos desgajamos del grupo nueve bikers con la intención de coronar este antiguo paso de comunicación entre el Monasterio de Santa María del Paular y Segovia. El resto continua por la ruta, que más tarde retomaremos, en dirección al Río Lozoya. Se sube mejor de lo que yo esperaba, a pesar del desnivel y de las piedras, se gana altura por unas zetas de enormes curvas seguidas de rectas donde la pendiente permite recuperar, y así hasta llegar al pelado “Cancho de los Pobres”, una pradera donde termina la parte digamos ciclable, dando paso a un pedregoso camino que sube sin miramientos, en línea recta, hasta coronar el paso del puerto (2039 m).
 Desde el puerto tenemos unas preciosas vistas de la meseta Segoviana a un lado, y el valle del Lozoya al otro, difíciles de describir, el árido llano mesetario a un lado y el verde valle al otro. Pues no contentos con coronar el puerto, contagiados todos por una rara enfermedad que nos obliga a subir a lo más alto, tomamos el sendero que corona el picacho del Reventón, 2079 m., como demuestra la foto ( para los incrédulos ).
 El descenso ya es otra historia, sobre todo para los que llevamos “dobles” – suspensión trasera – trepidante, divertido, asumiendo los riegos justos, nos plantamos en el cruce casi sin darnos cuentas, hemos disfrutado de cada piedra que nos ha salido al paso. Aquí retomamos la pista, desciende ligeramente y el firme de tierra está estupendo, la velocidad por este tipo de pistas en endiablada.
 Una fuente a la vera del camino nos hace parar, el agua cae por un caño situado a una altura suficiente para darse una ducha, y con estos calores alguna no duda en meterse debajo del caño, mientras otros que venimos ya escasos de agua llenamos los bidones. El agua fresca es una bendición en un día donde la temperatura ronda los 39º en algunos tramos. Despues de la obligatoria parada en el mirador del monumento al guarda forestal, fotos y demás, llegamos a orillas del Río Lozoya, por donde la ruta discurre por “trialéras” que tienen un poquito de todo, un poco de raíces asomando por entre piedras, en pronunciados descensos o junto a cortados con el rio abajo.
Todo muy entretenido y un estupendo colofón a esta ruta dominical que ya va llegando a su fin, una foto de grupo en el puente del perdón , y damos por terminada la jornada. Aunque no podemos terminar sin sentarnos en una terraza a charlar un buen rato sobre los incidentes de la jornada, eso sí, que no nos falte la cerveza con limón y refrescos varios, que ya el calor aprieta de lo lindo.
Las fotos mas fotos y mas fotos y más y por si te has quedado con ganas

domingo, 2 de agosto de 2009

Hasta la fuente de la reina



Aprovechando que el primer domingo de Agosto iba a estar en la sierra quedé con Jesús y Roberto para hacer una rutilla por la zona de Cercedilla. A las nueve de la mañana estabamos montando las bicis en los aparcamientos de la dehesas de la Fuenfria, sabiendo que la parte dura del camino estaba al principio, empezamos a subir tranquilamente, como ya es habitual en las ultimas salidas pronto se vio que Jesús y su no consumo de cereales para desayunar nos iba a marcar el ritmo. La subida nos daba tiempo para ir comentando el paisaje y lo que pensábamos hacer en las inminentes vacaciones, después de pasar un ligero repecho nos encontramos en la zona de los miradores, aprovechamos el momento fotográfico para recuperar un poquito y ver que no íbamos a ser los únicos que se habían decidido a rodar por la bonita zona del valle de la Fuenfria. Despues de descansar un poco seguimos

subiendo en dirección al puerto, como en esta zona el desnivel es muy bajo nuestra marcha era bastante rápida así que enseguida llegamos al mirador de la Reina o de la Calva, un magnifico balcón sobre todo el valle, la pena es que el día estaba un poco brumoso , aun así las vistas alcanzaban una gran distancia, llegando a verse el pantano de Valmayor y toda la zona del monte Abantos y el Escorial. Culminar el puerto no nos llevo apenas tiempo, allí había varios ciclistas y senderistas, cosa por otra parte normal en ese enclave privilegiado, nosotros seguimos en dirección a Segovia después de hablar un rato con un grupo de ciclistas que se dirigían a Valsain a comer, la verdad es que bajamos con ellos hasta llegar a la fuente de la reina, allí dimos buena cuenta de las correspondientes barritas y piezas de fruta que nos darían la energia suficiente para regresar por el mismo camino que habiamos

usado, primero al puerto en una subida fatigosa por la cantidad de piedras que hay repartidas por el suelo, y luego en una bajada disfrutona hasta donde teníamos los coches. La bajada no tiene mas dificultad que tener la precaución de no llevarnos por delante a algún senderista o a un ciclista. Al llegar a los coches Roberto nos dijo que fuéramos a Navacerrada a tomar el merecido aperitivo ya que el conocía un buen sitio, así lo hicimos y alli que nos fuimos, Roberto llevaba razón el bar y el camarero daban la talla, no como algún otro que conocemos, nos despedimos hasta el mes de Septiembre ya que empezábamos nuestras vacaciones.
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