domingo, 27 de octubre de 2013

Recortamos el Tres Provincias

  Despues de  la paliza que nos pegó el Tres Provincias había  ganas de revancha y la mejor forma que encontramos es recortar el track clásico en unos 15 kms, lo que no quiere decir que sea un paseo, tiene mas o menos 19 km de subida de un tirón. Para esta revancha aprovechamos el fin de semana del cambio de hora, lo que nos daba una hora de propina, lo que unido a un domingo que se presentaba con buen tiempo nos hizo juntarnos once compañeros en el pueblo de Somosierra, Jesus(Terminal), Pablo, Antonio, Javi Carvajal, Joseuno, Pachi, Fernando (Ciclo), Amador (Cronos), Rodrigo, Jose (Ballesteros) y el humilde cronista de hoy, Javi (Marek). Mención especial para Rodrigo y Ballesteros que creo que no se habian visto en otra prueba como esta, tanto fisica como animica.
A las ocho y cuarto mas o menos despues de saludarnos y charlar un poco iniciamos la marcha en direccion Madrid por la carretera, en este primer tramo nos acompañaba Santi (LCIRPM) que junto con dos amigos iba a hacer una ruta por la zona. La velocidad que se coge hacia que sintieramos algo de fresco, sabiamos que no iba a durar mucho, pronto empezariamos a sudar, a todo esto Pachi habia cogido carrerilla y se habia pasado el desvio, no seria la primera vez, asi que hubo que llamarle a gritos. Al ir a entrar en la dehesa de Somosierra primer mosqueo, un cartel nos indicaba que se iba a realizar una batida de jabali en la zona, por suerte nadie dudo y pasamos la puerta y empezamos la primer subida del dia, despues de atravesar el arroyo de la  Dehesa nos esperaba una subida tecnica que unida a lo pesado del terreno obligo a echar pie a tierra a practicamente todo el mundo, una vez arriba Santi y sus compañeros siguieron dentro                                            
 de la dehesa y nosotros salimos para enlazar con el track que hicimos en Julio, aqui Pachi volvio a desmarcarse y otra vez a llamarle a gritos, mientras tanto yo segui el track para abajo pensando que la mayoria me seguia y cuando enlazo con la pista de subida y miro para atras resulta que voy solo, sigo un poco para delante y de repente oigo a Jesus que me llama asi que vuelvo al inicio del camino a esperarles, una vez todos juntos otra vez me acoplo como es mi costumbre al furgón de cola, asi que casi todo lo que cuente ahora es mi visión desde la retaguardia. La verdad es que he disfrutado acompañando bastante rato a Rodrigo y Ballesteros hasta el collado de los Mosquitos y viendoles la cara y los gestos que hacian, algunos tramos lo han pasado mal pero no se han rendido en ningun momento y al final lo han conseguido.
Hasta llegar a los Mosquitos la ruta transcurre por un pinar de repoblacion que tiene a la izquierda las estribaciones de la Cebollera Nueva y a la derecha unas veces el valle del Lozoya con la Cuerda Larga y Peñalara al final y un poco mas cerca la sierra de la Cabrera, otras veces la vista cambia y lo que vemos es el embalse del Atazar, la peña de la Cabra, la Tornera, el Porrejón, vamos la naturaleza en toda su máxima expresión, sin prisas pero sin pausa nos acercamos al punto desde el cual la ruta
nos va a mostrar toda su dureza, Rodrigo y Ballesteros continuan su marcha disfrutando de los momentos y sabiendo que cada vez tienen mas cerca su objetivo, despues de una serie de revueltas ya se intuye la pista que en alguna ocasion hemos utilizado para bajar a Horcajuelo, aqui Rodrigo se distancia un poco y yo aflojo la marcha para acompañar a Ballesteros llegamos a la pista y despues de rodar juntos unos metros me dice que va bien y como ya no hay posibilidad de perdida y siempre teniendole mas o menos a la vista me uno a Rodrigo y poco despues atravesamos el paso canadiense
que nos deja en el collado de los Mosquitos, hablamos con los compañeros que ya llevan un tiempo alli y empezamos a comer un poco, Ballesteros no tarda mucho en llegar y tambien aprovecha para comer algo, aprovechamos tambien para hacer la primera foto de grupo, ya es un clasico el hacerla en
este sitio, se ve la satisfacción en los rostros de todos, pero alguno no puede evitar que se le note algo mas. A partir de aqui queda lo mas complicado asi que sin perder tiempo iniciamos la marcha, la ya
famosa primera rampa nos coloca en fila de a uno y se forma una procesion de ciclistas, mientras
nosotros subimos vemos bajar por el cortafuegos que continua nuestra pista un todo terreno, cuando el camino gira a la derecha, atras quedamos Rodrigo, Ballesteros y yo, aqui cada uno tiene que aprovechar sus fuerzas para llegar a la Cebollera Vieja que nos reta en la distancia, creo que la disminucion de kilometros nos han ayudado a todos, por lo menos a mi si, y creo que hemos llegado mas frescos que otras veces, despues de bordear cabeza Tempraniego llegamos al collado donde se aprovecha para hacer un alto y disfrutar de la vista, aqui esta Jesus haciendo fotos a todo lo que se menea, me quedo con el y le comento que los que vienen detras no estan muy lejos, en eso y separados tambien pasan tres colegas que estan haciendo una ruta por la zona, a lo lejos se ve a
nuestros compañeros que han seguido la marcha, parece mentira lo que queda todavia desde aqui , se ven como pequeñas motas de color que avanzan poco a poco por la ladera de la montaña, al rato aparecen los dos rezagados y lo hacen como los grandes dando pedales, Jesus con gran vision les dice que no paren y sigan para arriba, al poco Jesus y yo les imitamos e iniciamos la parte final de la ruta, pasamos a nuestros compañeros y nos disponemos a coger al ultimo de los bikers que habia pasado antes, Jesus fuerte como va lo  consigue y esta apunto de pillar al que iba delante, le falto poco pero consiguio llegar arriba montado, yo mientras tanto consigo alcanzarle y cuando le estoy pasando hace un extraño y yo por las dudas echo pie a tierra, la verdad es que me ha quedado poco, me uno a los compañeros que ya tienen lleno el chozo pastoril que hay alli, pero nada que ver a como estaban este pasado mes de Julio, de hecho alguno estaba recostado tomando el sol, mientras llegaban nuestros ultimos compañeros, Pachi nos repartio unas onzas de chocolate de las que dimos buena cuenta. Rodrigo y Ballesteros llegaron uno detras del otro y se tomaron un respiro, creo que fue el momento en el que se dieron cuenta lo que habian conseguido y Rodrigo dijo una frase que se quedara en la mente de mas de uno:"Si todos los dos miles son asi, no me lleveis a otro sitio" no es literal pero es
 su idea. Desde aqui nos montamos en las bicis e iniciamos el ultimo tramo que nos llevara al monolito y al vertice geodesico y hay que hacerlo a lo grande encima de la bici y pedaleando, una vez en el Tres Provincias empieza la sesión fotografica, se forma una cola y Jesus va retratando uno a uno a todo el grupo, comemos algo y hacemos la foto de grupo en el punto mas alto asi que rodeamos el vertice, a los que es la primera vez que suben se les nota en la cara, ademas han tenido suerte con el dia y hay vision hasta muy lejos, pero todo se acaba y hay que iniciar el descenso.

No se si es ya por las veces que hemos estado pero el tramos pedrolero del principio tenia muy marcada la trazada, asi que fuimos montados mas que otras veces, de hecho mas de uno creo que lo hizo entero sobre la bici, lo que queda desde aqui es una bajada en la que se disfruta bastante, de hecho Rodrigo y Ballesteros se lanzaron y dejaron atras a los que bajamos mas tranquilos, al llegar a la pista de enlace el ya clasico pinchazo-reventon que no falta nunca en este tramo, una vez reparado

hay que seguir bajando y gozando de las vistas y del desnivel, pero todo se acaba y esto termina una vez que vadeamos el Duratón, aqui hubo visita turistica a la chorrera de los Litueros y segun iban volviendo se dirigian a los coches, no era cosa de tentar al bonobici. Lo unico malo de esta ruta son

los dos kilometros ultimos por la antigua N-I en una subida tendida en la que suele soplar siempre un vientecito que dificulta el rodar, por desgracia no hay forma de suprimirlo.
Creo que hemos disfrutado todos de la ruta pero tengo que hacer mencion especial a Rodrigo, cada vez va mejor y lo pasa en grande y a Ballesteros, despues de tres meses sin montar se atreve con un miura como el Tres Provincias.



                                                                          Fotos de Jesus

domingo, 20 de octubre de 2013

Senderos de Valmayor

                                                                   Fotos de Jesus

El cañon del rio lobos

Crónica de Rubén (Karpov)


“Non nobis domine, non nobis, sed nomine tuo da gloriam”.
“Haz lo que puedas, con lo que tengas. En donde estés….pero siempre llévanos a la gloria”.
Proverbio templario

Preparar la logística de esta empresa ha sido fácil la verdad, la ilusión por compartirla muy grande, la pena por no haberla podido disfrutar con todos los que realizo las rutas de los fines de semana también y la incertidumbre por como saldrían las cosas bastante acusada (hasta el punto de no dejarme dormir mucho por las noches).
Ya hace bastante tiempo que realice esta ruta, y varias veces, siempre a pie como un paseo que te das por el parque cercano a tu casa (eso sí, si tu paseo incluye el vadeo varias veces del rio Lobos, metido en un cañón de caliza con unas paredes verticales inmensas y rodeados del majestuoso vuelo del buitre leonado), y la verdad que tenía ganas de al menos realizarla en parte en bici.

La oportunidad me la dio la necesidad de compensar al amigo Jesús (Agila) por no haber podido ir a hacer este año la Pedales de Occitania por la avería de mi viejo coche (queda en la bandeja de pendientes para el año que viene), así que puse la idea en el foro de los pedrolos pensando que no se animaría gente, cuál fue mi sorpresa cuando cuatro amiguetes más se apuntaron(al final se cayó zarzo, una pena), con lo cual los ingredientes para un finde completo estaban más que servidos.
Tras la ruta de ayer 19 subiendo al pico Urbión (ver crónica de Juancar) respetándonos el tiempo y con el palizón aun en las piernas y el alma henchida, sabedores de haber hecho algo grande y en la mejor compañía afrontábamos hoy una ruta totalmente diferente de todas, de las de cámara en mano a full de batería y parar a cronos en su inexorable y cruel avance, de abrir los ojos del alma e imprimirla de cada color, cada sonido, cada brizna de aire, DE TODO.
Para los que les guste el tema cultureta (homenaje a Juancar), os diré que el Cañón del rio Lobos nace en Burgos y pasa enseguida a Soria, son 25 kilómetros de paredes calizas mesozoicas donde confluyen una doble erosión, la propia del rio y la de la estructura de las propias paredes que disueltas por el agua han producido muchas zonas cóncavas (lermas). La zona que nosotros realizamos fue desde la entrada del cañón en Ucero (Soria) hasta Hontoria del Pinar (Burgos). El agua discurre subterráneamente con lo que se crea una zona de lecho que parece un pedregal en varias zonas. Como dato adicional comentaros que en todos los farallones de las paredes habitan multitud de aves pero sobre todas aparece el buitre leonado con su majestuoso vuelo.

Una vez soltado el rollo, voy a la chicha. Tras una noche de buen vino y de mejor compañía (como diría Carlos Goñi en su gran canción San Pedro), amanecimos con el día bastante encapotado pero con esa sensación de los toreros ante una gran tarde (algo que yo ya sabía), desayunamos y dejamos nuestro alojamiento en Vinuesa camino de San Leonardo de Yagüe para recoger a Vicente (amigo de Fernando “ciclo”), que vendría a la ruta prevista para hoy. Una vez ensamblado el quinto elemento en discordia, nos dirigimos a nuestra salida en el parking de la entrada del Cañón en la zona de Ucero, pero antes y a modo de aperitivo paramos en el mirador que hay de dicha zona pasado el pueblo de Casarejos. Yo que estaba atento a las caras de mis compis de ruta, disfruté mucho al verlos “ojiplaticos” por el paisaje (lástima que los buitres no nos deleitasen aun con sus vuelos rasantes por la zona, era bastante temprano y supongo que aun las corrientes térmicas no serían las adecuadas para ellos).
Significar que durante el viaje al lugar de salida, Juancar y yo comentábamos la obra y milagros de Fredy Mercury y su obra extensa con Queen (incluso íbamos escuchando parte de su discografía), y como había ido conociéndolos con el devenir de los años…ya veis, a la vejez viruelas (y chupa con tachuelas….y zapatos de chúpame la punta…jeje).
Los preparativos discurrieron entre chanzas y bromas, hasta que una vez montadas las bicis y vestidos los protagonistas, nos disponíamos a iniciar la que es una de las rutas más bonitas que puede hacer todo amante del btt.
Fue comenzar y se hizo el silencio, encajonados entre el comienzo del cañón, era como el escenario al que sale un tenor en la Scala de Milán o como un helado gigante de los que le gustan a Peque…una mezcla de reverencia y de deseo de abrir la puerta templaria de la aventura. Los primeros dos kilómetros Vicente, para evitar la pestosa carretera, nos introdujo por un sendero a la izquierda del parking (el que hay después del restaurante), sendero, que varias veces de manera caprichosa se iba cruzando con el rio y pasando por diversas zonas de agua con muchos nenúfares (vamos de postal la foto), haciendo las delicias de los presentes, pero todo en un significativo mutismo.

Terminado el sendero, y rodeando a derechas un recodo se nos presenta lo que a buen seguro es la joya de la corona e imagen por excelencia de esta ruta, la ermita de San Bartolomé. Muy significativo fue para mi ver a Efrén (ese tío compacto y achaparrado que tiene unos jamones por patas…vamos al más puro estilo bicivolador) que no fue capaz de articular palabra, y yo sabía porque, aquella construcción te había dejado sin palabras amigo Efrén. Los demás tampoco le andábamos a la zaga empapándonos de las imágenes, y es que esta ermita del siglo XIII, mezcolanza de románico y gótico (con solo la capilla ya de origen templario) y encajada en una pared con dos cuevas (la grande y la chica) hace las delicias de todo aquel que le guste la fotografía de paisajes singulares, y vive Dios que este es uno de ellos.
A la ermita le surgen multitud de leyendas (como que por allí pasó el Santo Grial en los tiempos en que desaparecían los caballeros del Temple, o que la cueva grande fue escenario de ritos iniciáticos templarios, o que unida esta ermita con otras de la península forman una Cruz de Malta, emblema templario, etc.), pero como mayor curiosidad de este centro de energía o telúrico es que es un Omphalos, es decir, que dista la misma distancia de los dos puntos más externos de nuestra amada piel de toro (cabo de Creus y de Fisterra, distando a ambos 521 kms y 127 m.), ¿Cómo se os ha quedado el cuerpo?.
De la belleza del lugar, testigo que mejor lo explica son las fotos que tomamos, y multitud que pululan por los mundos cibernéticos.
Aquí a Efrén y Juancar les dio por subir a la cueva grande subidos en sus monturas un buen repechon, pero su rapidez no me dio tiempo a inmortalizarlos, aunque si a su salida, con espectadores de fondo.

Aún con la vista y el alma henchida, y pareciendo auténticos templarios, seguimos camino, pasando por una oquedad en una pared pasados unos metros la ermita, nos encontramos con “el panal de los frailes”, zona en la que los frailes templarios se dedicaban a la apicultura (la verdad que es curiosa la foto, las colmenas parecen setas). Desde este punto hasta la próxima parada (puente de los siete ojos), vamos transitando por el Cañón que se va cerrando, con el amigo Agila a la cabeza, seguido del oriundo de la zona (Vicente…el hombre que jamás verá la película de los Picapiedra….que poco le gustan al jodío las zonas pedroleras con la bici.jeje), Efrén y cerrando más en plan cicloturista Juancar y yo., entre vadeos del rio, alguna pequeña zona técnica y charcas con nenúfares, amén de los vuelos de los buitres que ya nos tenían localizados por si las moscas.

Tras unos diez kilómetros de sendero, llegamos al puente de los siete ojos, de aquí a Hontoria del Pinar (lugar de nacimiento del Cañón) tenemos 12,4 kms. de más sendero algo más técnico por las zonas de piedras existentes. Parada de rigor para tomar fotos y continuar la parte más dura del rutón, con constantes sube y bajas con piedras, raíces y estrechamientos entre árboles.
Desde el Hontoria del Pinar al puente de los siete ojos, el rio Lobos transcurre bajo tierra (estilo ojos del Guadiana), dejando un auténtico pedregal que nosotros bordeamos por un lado.

Conforme avanzan los kilómetros hasta el pueblo burgalés se va abriendo el estrechamiento que conforma el Cañón, saliendo hacia una zona de merendero que pertenece a esta última localidad. Resaltar que esta parte puede ser divertida pues invita a coger velocidad y circular próximo a los árboles le da un plus de flow (en el argot biker).
En Hontoria, Efren propuso deshacer nuestros pasos y retornar por el cañón (propuesta totalmente acertada una vez que hemos hecho la segunda parte, ya contaré porqué….en cierto modo la segunda parte de la ruta creo que decepcionó un pelín), pero al final convinimos siguiendo las indicaciones de Vicente, y las mías propias (siempre he sido de pensar que las rutas hay que hacerlas con el track completo) seguir con lo planeado inicialmente, y es que yo pensaba que la zona del GR 86.1 que salía de la carretera de Casarejos y que nos unía de nuevo al Cañón sería el fin de fiesta perfecto (trialera divertida), cosa que como luego contaré no fue así.
Con la decisión tomada, los cinco bikers nos dirigimos por una pista en subida tendida, pero que a más de uno nos pasó factura debido a la ruta del día anterior, dirección San Leonardo de Yagüe (donde vive Vicente). Este tramo no tiene ningún secreto. Se pasa por una fábrica de puertas que lleva tiempo cerrada, comentando Vicente que volvería a abrir en no mucho tiempo (ojalá, porque es uno de los sustentos de la gente del lugar). Posteriormente se llega a la citada localidad, donde repostamos agua, que tiene un sabor un poco grueso, y es que el oro líquido de esta zona ha de ser tratada ya que al estar rodeados de superficies calcáreas estas aguas no resultan muy potables, necesitando un tratamiento a conciencia.

Aquí Vicente, nos lleva por sus terrenos, el track iba por una zona de pista en subida, y nuestro amigo nos propone algo más suave a priori saliendo desde una zona del pueblo que da a un pinar y llega a la carretera de Casarejos. La primera rampa que vemos es larga, rota y con mucha pendiente y Efren, Juancar (que iba algo más en reserva) y yo miramos como Agila y Vicente tiran hacia adelante y a los tres nos asalta la misma duda (como tiren por ahí o matamos al soriano o no los pillamos y nos funden), afortunadamente giran a la derecha y nosotros respiramos, craso error, lo siguiente eran como cinco o seis sube y bajas cortopetantes y nos vuelve a asaltar la idea de matar al soriano (y eso que la alternativa era fácil…jejeje).

Una vez finalizada esa zona de pinares, bonita de por si, tenemos una bajada rápida y algo peligrosa por los regueros formados en el centro del camino y que a veces te arrinconaban en los laterales del mismo, llegando acto seguido a la carretera de Casarejos, por donde discurriremos unos tres kilómetros (el primero en subida tendida pero ya matadora), hasta el ya comentado sendero del GR 86.1. En este tramo de carretera le pregunto al oriundo Vicente como estaría la zona que yo había pensado como la guinda del pastel, comentado que estaba muy bien y era muy chulo (que jodío el soriano, claro que estaba bien….no había casi piedras….jajajaja, es broma).
Llegamos al citado GR, casi 4 kilómetros de zona en falso llano, que en realidad es un arroyo seco llamado de Valderrueda que desemboca en el río Lobos, la trazada está hecha y solo hay que seguirla, este tramo es exigente, porque no paras de dar pedales y hay giros donde se pierde la perspectiva del sendero y te puedes ir de largo. Se cruza varias veces el lecho pedregoso de este arroyo (me recuerda al arroyo seco de Arganda del Rey, aunque más largo). Agila y Efren van delante y yo intento seguirlos, pero como son dos máquinas pues terminan sacándome bastante ventaja, después llegan juntos Vicente y Juancar. Es aquí donde le comento a Efrén, que su idea primitiva de volver por el Cañón hubiera sido más acertada (pero bueno nos sirve como excusa para volver algún día), ya que este tramo a mí personalmente me ha dejado algo chafado (es difícil, cuando lo comparas con el resto de la ruta, tal vez ese sea el fallo, y haya que mirar el lado bueno, al final el arroyo Valderrueda ha sido divertido…y exigente).

Retornamos los últimos 5 kilómetros, volviendo a pasar por la ermita templaria, eso si, muchos buitres nos sobrevuelan en unos majestuosos planeos, y es que ellos aquí son los reyes, incluso vemos sus siluetas recortadas en las bóvedas del Cañón con los rayos de sol de fondo (vamos todo un espectáculo). Vuelta a hacer fotos (incluida la de grupo) en la Ermita, cruzándonos con muchas familias senderistas (por eso es recomendable madrugar para hacer esta ruta, logrando hacerla casi solos, al menos la ida), teniendo que sortear a la gente en varias ocasiones.

Así en esto llegamos al coche con la sensación de habernos transportado en el tiempo a otra época, esa de los caballeros templarios adalides de aventura y humildad, tanta como la que nosotros mostramos ante esta Naturaleza salvaje que nos hace tan pequeños y tan libres a la vez. Abrazos y risas…y yo me relajo, conocedor que he dado a estos buenos amigos una dosis de adrenalina de vida y un imperceptible hilo que hace que el ser humano se una y disfrute en estos malos tiempos que nos ha tocado vivir.
Mención especial para Vicente (gran persona) por su acompañamiento e invitación al final de la ruta con un opcional y diverso picoteo…VICENTE ERES GRANDE….ya sabes donde estamos…eso si…la próxima con piedras…jejeje (es broma).
AGRADECIMIENTOS:
A Juancar (alias canillas de zorro): por la pasión que le pone a esto del hierro, aunque al final terminara algo petado.
A Jesús Agila (alias Mr. Gin Tonic): Por su gran compañerismo y por sus bocadillos y productos extremeños.
Al compacto y chaparro diablo: Por ser un cabronazo, por decir que mi bici traga como una…..mejor dejarlo…jeje. Ya te dije que has compartido conmigo dos de los momentos más extremos de mi vida, mi rotura de hombro y este finde ciclista. GRACIAS.
Al pápa Chicote, Por su cocina a fuego lento de esta crónica, sin él…este parto no saldría a la luz.

A todos los que leáis esta crónica, espero haberos picado un poco en vuestro interior, y que cualquier día propongáis esta ruta para hacer, aunque se vuelva tarde a casa ese día, creo que merecería la pena, no es difícil y en unas 5 horas se podría hacer de sobra..eso si…ida y vuelta por el Cañón.
Por último deciros, que este relato no trata de competir con el del amigo Juancar (sería imposible porque no llego a la suela de sus Celsius), tan solo es una visión personal de las rutas, imprimiéndole un toque personal manchego y si saca una sonrisa…satisfecho.

                                                       El cañon del rio lobos por JuanCar
                                                       Asi lo vio Ruben



sábado, 19 de octubre de 2013

La ascensión al Urbión

                                                

Crónica de JuanCar


“La hermosa tierra de España

Adusta, fina y guerrera

Castilla, de largos ríos,

Tiene un puñado de sierras

Entre Soria y Burgos como

Reductos de fortaleza,

Como yelmos crestonados

Y Urbión es una cimera…”

Antonio Machado – Campos de Castilla.


Podríamos escribir páginas completas con los textos dedicados a esta zona del sistema Ibérico. Leyendas y poemas, cantares de épocas remotas que ensalzan la belleza de sus lugares, la tragedia y el amor. Cuentos de una tierra agreste, adusta de frondosos bosques con olor a madera de pino, a río, a roca, a humedad.
Una sierra, la de Urbión, que en esta época del año, con el otoño ya perfectamente asentado es, además, un espectáculo de olores y colores. Álamos, robles, hayas y pinos. Los tres primeros salpicados de dorado y decenas de tonos de amarillos y marrones, los últimos manteniendo el verdor de la montaña que se prepara para ver crecer decenas de especies de setas y hongos.
Nació el proyecto de Rubén hace unos meses según él como consecuencia de no haber podido cumplir la idea de ir con Agila por tierras francesas a dar pedales por el Languedoc (tierra en la que algunos buscaron sin éxito el santo grial que se suponía en manos de los que se consideraban a sí mismos los descendientes directos de Jesús de Nazaret, los cátaros), en el llamado “Pedales de Occitania” (si tienes curiosidad mira aquí: http://bttrackmania-mviana.blogspot.com.es/2012/07/pedales-de-occitania-227km-6000m_22.html).
Así pues, ya que el año se les escapaba sin dar pedales por tierras galas, Rubén pensó que estaría bien pasar un fin de semana completo por tierras sorianas haciendo extensiva la invitación a todo aquel que estuviera dispuesto a pasarlo bien o mucho mejor que bien. El proyecto incluía un sábado ascendiendo al Pico Urbión, a nada más y nada menos que 2200 metros de altura y un domingo de ruta cicloturista por el Cañón del Río Lobos.
La verdad es que con Rubén da gusto apuntarse a estos eventos. Él organiza la logística de forma que no quede un detalle sin considerar. Se encargó de la estancia, de organizar el transporte, de la logística de las jornadas de bici, de elegir las zonas y de enterarse de cómo y por dónde teníamos que ciclar. Vamos, que ir con Rubén no sólo asegura unas rutas salpicadas de buen humor, risas y chascarrillos, sino que además es seguro que todo estará perfectamente organizado.
Tras los últimos preparativos, el viernes 18 de octubre, iniciamos el viaje de forma que Jesús (Agila), pasara a recoger a Efrén (diabolik) por su casa. Una vez cargadas sus bicis y sus equipajes, ambos pasarían por Velilla a recoger a Rubén (karpov), y ya con dos coches, todos vendrían a Vicálvaro a recogerme a mi…las bicis en la furgo de Jesús, el equipaje en el Rav4 de Rubén. Así pues, a las 17:30 ya estábamos de camino a Vinuesa, nuestro punto de inicio de la ruta del sábado,  Efrén y Jesús en la furgo, Rubén y yo en el Rav4. El viaje fue tranquilo y habiendo parado a comprar pan para cenar y hielo para la nevera en la que ya se encontraban ya unas cuantas latas de cerveza, su duración no se fue más allá de unas tres horas.
La llegada a Vinuesa fue tranquila. Nos temíamos que estuviera lloviendo o al menos que lo fuera a hacer en las siguientes horas, pero nada más lejos de la realidad. La noche había caído ya, y el cielo se veía salpicado de estrellas, lo cual decía a las claras que no había nubes amenazadoras sobre nosotros.
Tras descargar el equipaje y acomodarnos en nuestras habitaciones: Jesús y Efrén en una y Rubén y yo en otra, decidimos ir a dar una vuelta por el pueblo. Vinuesa es una localidad muy pequeña que aumenta su población los fines de semana y vacaciones, y especialmente en los fines de semana de otoño ya que el reclamo de la recogida de setas atrae a multitud de gente hacia estos lugares. Aun así, la escasez de lluvias trae consigo la escasez de hongos y ambas escaseces dan como resultado un menor número de visitantes. Es por esta razón que Vinuesa, a las 20:30 del viernes, tenía sus calles prácticamente vacías
Vinuesa es un pueblito típicamente castellano. Muy de Soria: adusto, cerrado, de casas de anchos muros que refugian del frío del invierno y del calor del verano. Muros marrones y beiges, tejados de teja roja, con una plaza muy de su especie: ayuntamiento e iglesia uno al lado del otro…políticos y religiosos siempre de la mano…faltaba el médico, el profesor y la ley. Calles casi vacías y una temperatura fresquita, agradable, pero suficientemente fría como para que las terrazas estuvieran vacías.
El paseíto nos llevó a tomar una cervecitas a un bar llamado “plan B”…lo curioso es que no conseguimos nunca saber si hay un “plan A”. Aunque ese nosotros lo teníamos muy claro: nuestro plan era disfrutar de una cenita casera en una de las habitaciones del hotel e irnos pronto a dormir. Y con esa intención volvimos a nuestro cuartel general del Hostal Virginia.
Una vez en la habitación de Jesús y Efrén, se destaparon los tarros de las esencias...y es que estos tíos se lo montaron de escándalo. Rubén trajo para la ocasión un magnífico trozo de queso de su tierra y una gigantesca tartera de ensaladilla rusa que estaba impresionantemente buena. Efrén apareció con dos tortillas de patata que su chica había preparado para la ocasión, y el tío Jesús….¡¡¡ay el tío Jesús!!!. Apareció el con lomo y jamón ibéricos, chorizo rojo y blanco, una empanada…vamos, que entre los tres habían traído mucha más comida de la que seríamos capaces de comer. Así, cervecita va y cervecita viene, entre risas, cachondeíto y bromas, fueron cayendo la ensaladilla, parte del queso, una tortilla, el jamón y el lomo…y ya con el estómago a reventar Rubén y yo decidimos que ya era hora de planchar la oreja por lo que tras recogerlo todo, nos fuimos camino de nuestra habitación. Pero cual fue nuestra sorpresa, que no más de 15 minutos después, el sinvergüenza de Efrén nos mandaba unas fotos por whatsapp en las que se les veía a los dos copazo va y copazo viene…y luego se quejan algunos de que les llamen míster Gin Tonic...
Rubén y yo tardamos poco en dormirnos mientras los otros dos se tomaban sus copas y las nuestras…las dos de la madrugada les dieron. Cuando a la mañana siguiente me enteré de que habían estado velando armas hasta las dos, pensé: si hoy no les veo petar, no creo que les vea ir jodidos nunca…y ya estoy seguro de que jamás los veré.
A las 7:30 ya estábamos Rubén y yo en pie. Un poco más tarde lo estarían Jesús y Efrén. La hora de quedada con los compis que venían de Madrid y con Fernando, que venía de un pueblo cercano (San Leonardo de Yagüe) la habíamos establecido a las 9:30 ya que el restaurante donde teníamos que desayunar no abría hasta las 8:45…total, no había ninguna prisa por volver de la ruta salvo por los compis que venían desde lejos a los que por cierto tuvimos que llamar por teléfono para encargar pan ya que en Vinuesa el panadero no abre su tahona hasta las 10:30 de la mañana…¡¡como para desayunar bocata!!.
La mañana ya estaba bien entrada y las previsiones de lluvia no se estaban cumpliendo. Había nubes en el cielo, y montaña adentro se veía el cielo muy encapotado. Aun así, poco nos importaba que lloviera; las previsiones eran más bien de chubascos y una vez llegados allí, el agua no iba a impedir que saliéramos a pedalear.
A las 9:30 ya estábamos todos en la puerta del Hostal Virginia. Álvaro, Víctor y Charly habían llegado minutos antes y mientras descargaban sus bicis, entregaban el pan a Jesús que, con la ayuda de Efrén preparaban los bocatas para el avituallamiento (y qué bocatas, madre!!!). Antes incluso de los tres que venían desde Madrid (vaya madrugón!!), habían llegado Fernando (ciclo), que había pasado la noche en casa de Vicente, que también vino y que era el representante oriundo de la zona. ¡¡Y vaya representante!!, como todos los sorianos le den al pedal como le da Vicente, me parece que pocas veces me van a ver a mi por tierras sorianas…¡¡qué bestia de la naturaleza!! (a la altura de Jesús, todo sea dicho de paso).
Por tanto, lo que en principio iba a ser cosa de 6 (si contamos a Zarcete que al final no pudo venir), se quedó en cosa de 9: Rubén (Karpov), Jesús (Agila), Efrén (Diabolik), Álvaro (Nrain), Víctor (Sheol), Charly, Fernando (Ciclo), Vicente (el oriundo), y yo, JuanCar.
A las 10:00 de la mañana estábamos ya dando pedales. Los primeros kilómetros, en dirección a Molinos de Duero, un precioso pueblo a orillas del río del mismo nombre, los hacemos por carretera y básicamente en descenso pasando por las cercanías del embalse de la cuerda del pozo del que me sorprendió que no estuviera tan lleno como yo pensaba que iba a estarlo.
Al pasar por las afueras de Molinos de Duero, seguimos por carretera en dirección a Covaleda y Duruelo de la Sierra, y nada más salir de Molinos, abandonamos el asfalto sobre el que rodamos durante aproximadamente unos 3 o 4 kilómetros para desde ese mismo momento iniciar un ascenso que no nos daría tregua hasta la falda del Urbión, nada más y nada menos que a más de 1000 metros por encima de la cota a la que nos encontrábamos en ese momento.
Al tomar el desvío no pude dejar de recordar que por aquellos lugares, plagados de enormes y preciosos robles, debió cabalgar Don Antonio Machado en los tiempos en los que andaba enfrascado en la escritura de sus “Campos de Castilla”. Y no fui el único, pues Rubén insinuó algo acerca de que nos adentrábamos en territorio de los Alvargonzález…protagonistas del cuento-leyenda llamada “La tierra de los Alvargonzález” recogida en la novela de Machado.
Me lo imaginaba a él, el profesor, montando en la mula hablando con el paisano que le cuenta la leyenda de los Alvargonzález mientras su cabalgadura les dirigía hacia Covaleda. Imaginaba después los campos de cultivo de los Alvargonzález y la desgracia del parricidio que dio con los huesos del protagonista en la Laguna Negra, laguna sobre la que se cuentan multitud de cuentos y leyendas.
No es caso andar aquí contando la historia de las tierras de nuestro Alvargonzález, pero si tenéis interés, la podéis leer (en prosa) en este enlace: http://www.sorianitelaimaginas.com/index.php/mod.documentos/mem.descargar/fichero.documentos_La_tierra_de_Alvargonzalez_leyenda_51d7671e%232E%23pdf
El caso es que el desvío (casi 180 grados para entrar del asfalto a la pista forestal) nos conduce a unas primeras rampas algo duras…el perfil así lo indicaba. La pista discurre por un precioso bosque de robles, algunos verdaderamente enormes. El firme en muy buen estado, piedrecita suelta y bien prensada, no muy seca ya que se notaba que había llovido hacía poco tiempo.
Esta pista forestal, que corresponde con la carretera comarcal SO-850 que seguimos, siempre cuesta arriba con algún que otro pequeño descanso en el que la pendiente se hace más suave, hasta llegar al kilómetro 14 donde llevamos ya 10 kilómetros de ascensión sin parar. En éste punto kilométrico se encuentra el refugio Boca del Prado, a más de 1500 metros de altura y punto a partir del cual ya no encontramos más fuentes en el camino (así que algunos aprovechamos para recargar el bidón), y donde ya no queda ni rastro ni de hayas ni de robles, sólo un precioso bosque de pino albar que a estas alturas aún tienen una altura considerable.
También en este punto las fuerzas empiezan a flaquear para algunos mientras que otros ya se han destacado en cabeza hace mucho tiempo. Como siempre, y para no variar la costumbre, Agila iba de avanzadilla (y yo que creía que las copas y el trasnochar le iban a afectar en algo) junto con Vicente, el oriundo de la tierra. Por detrás, y con fuerzas sobradas iban Charly, Rubén y Efrén descolgándose con los que íbamos más tocados y regulando nuestras fuerzas, Fernando y un servidor, mientras, por detrás, Víctor hacía compañía a un incombustible Álvaro, que sufriendo y a su ritmo subía, subía y subía sin detenerse.
Desde el punto del refugio de invierno, aún quedaban 11 km hasta el alto de Urbión y más de 650 metros de desnivel. Unas cifras que a alguno nos resonaban en la cabeza pero que tratábamos de no analizar…solamente se trataba de disfrutar y disfrutar, ya que a esta altura ya se divisaba en el horizonte, allí abajo, el embalse de la cuerda del pozo y el valle del río Revinuesa que discurre hasta la localidad de Vinuesa.
El ascenso nos lleva hasta el primer punto de cruce con nuestro primer bucle. En el punto kilométrico 18 de la ruta, y 14 de ascensión, se encuentra el Cruce Tejeros a 1795 metros de altitud, punto en el cual, o bien se toma la pista de descenso a Vinuesa o bien se adentra uno en el bosque de los abuelos camino a los miradores de las lagunas y al alto del pico Urbión. Obviamente, nosotros tomamos el camino hacia los miradores, dejando la pista para nuestro posterior descenso.
En este cruce paramos a reagrupar. Un platanito para el cuerpo y tras un ligero descanso, todos hacia arriba ya que sabíamos que a partir de este punto la cosa se iba a poner más complicada ya que la pendiente aumentaría porque en menos de 7 km teníamos que superar más de 500 metros de desnivel y porque además la pista desaparecería y con la altura también desaparecería la vegetación, aparecería el viento y empezaríamos a “tocar” las nubes que veíamos correr a toda velocidad por encima de nuestras cabezas sin, para nuestras suerte, arrojar ni una sola gota de agua.
Es aquí, tras reanudar la marcha, que Vicente y Agila se marchan hacia adelante tomando unos centenares de metros de ventaja, mientras que por detrás, los 7 restantes íbamos más o menos agrupados.
Como se preveía, los pinos empiezan a perder altura, ya son más retorcidos y bajos, el firme desaparece poco a poco, y en un giro a la derecha, allí donde nos encontrábamos cazadores en sus puestos de reala, la pista desaparece en un camino de piedras sueltas que poco a poco se complica. Es proporcional, aumenta la dificultad, desparece la vegetación y aumentan el frío y el viento…afortunadamente no llueve. Vamos ascendiendo por el GR-86.1.
La pista que lleva directamente al Urbión es un auténtico pedragal y en subida bastante complicada. Pone a prueba el equilibrio sobre la bici y las ya mermadas fuerzas de algunos. Afortunadamente, al desaparecer la vegetación, las vistas se vuelven más espectaculares y el complicado camino nos regala unos paisajes verdaderamente alucinantes.
En el kilómetro 22 de nuestra ruta, 18 de ascensión, a 1960 metros de altura, nos encontramos con el último punto de cruce del pequeño bucle que se hace para poder llegar al mirador de la Laguna Negra. En este punto ya habíamos perdido de vista a Agila y a Vicente. Éramos 9 y 2 se habían extraviado…afortunadamente pensamos que Vicente, como buen conocedor de la zona, llevaría a Jesús sin nigún problema a los miradores de las lagunas y a lo alto del Pico Urbión. Así pues, sin dos componentes del grupo, tomamos el cruce a la derecha (lo cual supuso un cierto error al que nos dejamos conducir por seguir el track…como luego contaré).
El desvío conduce a una pequeña bajada pedrolera bastante humedecida y algo peligrosa que nos deja en el borde de una pequeña laguna que todos pensábamos que era la laguna helada…pues no, se trata de una pequeña lagunilla que da acceso a la pista del mirador de la Laguna Negra. Así pues pequeña parada, fotos por doquier y de nuevo pista arriba para volver a subir a la cota desde la que habíamos bajado,…y más allá, ya que la pista sigue ascendiendo hasta el desvío a la derecha que da acceso al mirador de la Laguna Negra y al que hay que llegar descenciendo por un camino realmente de cabras.
Llegar al mirador de la Laguna es algo indescriptible. Nos encontramos a más de 1900 metros, sin vegetación, con el cielo totalmente encapotado y con el viento soplando bastante fuerte. Acercarse hasta el cortado en el que está situado el mirador natural es una auténtica pasada…allá abajo está la laguna glaciar llamada Laguna Negra, casi 200 metros de desnivel entre nosotros y ella. Un paisaje brutal y unas vistas que por sí solas justifican el haber llegado hasta allí.
La Laguna Negra es una formación glaciar sobre la que recaen multitud de leyendas y cuentos. Es el lugar donde Antonio Machado cuenta que los hijos de Alvargonzález arrojaron su cuerpo después de asesinarlo, cuentan que no tiene fondo, que existe un canal entre ella y el mar, que existe un monstruo que vive en sus aguas, etc, etc, etc. Leyendas todas ellas que se pueden buscar en Internet y que aseguran un buen rato de lectura…por ejemplo, aquí: http://www.rutasyleyendas.com/enclavesleyenda/enclave11-lagunanegra/laguna%20negra.html o aquí: http://www.slideshare.net/cnbarrio/leyendas-laguna-negra Yo sólo puedo decir que el espectáculo de ver la laguna a esa altura tiene poco comparación con otras vistas a las que hayamos llegado en bici. Es altamente recomendable.
Una vez hechas mil fotos, comentar el lugar en el que estábamos y acordarnos de Agila y Vicente por si se perdían el espectáculo (cosa que nos costaba creer puesto que Vicente sabe muy bien cómo llegar hasta allí), retomamos nuestras bicis y ascendiendo lo descendido, tomamos de nuevo la pista que nos conduce, esta vez si, a la Laguna Helada, una nueva formación glaciar, la que se sitúa a más altura y que está localizada en un enclave espectacular, en un circo abierto con vegetación de estepa y abierta y desprotegida totalmente.
A la altura de esta Laguna empezó nuestro calvario particular. La pista desparece totalmente, nos encontramos ya a más de 2000 metros de altura, con más de 20 kilómetros de ascensión seguida y con las fuerzas bastante justas. No hay ni siquiera sendero, y allá, a lo lejos y a lo alto, podemos ver una cima que obviamente no es el Urbión que mucho nos tememos que tenemos que alcanzar…como así fue. Sin sendero posible, con la bici a cuestas y echando el hígado por la boca, subimos todos (menos Agila y Vicente), hasta el alto. ¡¡Qué palizón!!. Menos mal que ya sólo nos quedaban 2 kilómetros hasta la base del Urbión, pero…¿Dónde están Agila y Vicente?.
La llegada a la base del Urbión tuvo una dificultad más añadida a la pendiente ascendente, la flaqueza de fuerzas y los pedrolos del suelo; se trata del viento, en este caso de lateral izquierdo. Soplaba con tal fuerza que se hacía muy complicado no sólo mantenerse encima de la bici, sino mantener la verticalidad. Las rachas eran tan fuertes que te desplazaba más de dos metros cada vez que llegaba una. Aún así, Charly y Sheol por delante, conmigo y con Efrén detrás, llegamos los primeros a la base del Urbión tras un ligero descenso por una pista que más que pista parecía cortafuegos.
Poco a poco llegaron los demás, Álvaro, Rubén y Fernando, momento que aprovechamos para hacernos una bonita foto de grupo justo en la base del Pico Pelao que es como le llaman los locales al Pico Urbión, pero, ¿Dónde están Agila y Vicente?...ni rastro de ellos. Pensábamos que estarían allí, en la base, esperándonos, ya que teníamos la sospecha de que en el cruce del último bucle ellos habían tirado pista arriba.
Como no dábamos con ellos y la cobertura de los móviles era casi nula, decidimos hacer algo más de tiempo visitando el nacimiento del río Duero y sin hacer ni la más mínima intención de subir los más de 50 metros de desnivel que nos separaban de la cima…con llegar a la base era mucho más que suficiente. 
Así pues, en fila de a uno, fuimos bajando por la ladera del Urbión donde, a escasos 400 metros se encuentra el nacimiento del río Duero. De nuevo un buen pateo, y de nuevo un magnífico pedrolar…Una vez salvada la distancia, llegamos al cartelón de madera que marca el nacimiento del río. Muchas fotos, muchas risas, comentarios, y tras estar un rato allí, decidimos que ya era hora de ir regresando y buscando un sitio más calentito y con menos viento para comer. Pero eso sí, ¿Dónde están Agila y Vicente?. Con un mínimo de cobertura (alucinante a más de 2000 metros de altura), Efrén consiguió localizar a Jesús. Efectivamente habían tomado el desvío por la izquierda en lugar de por la derecha, habían llegado al Urbión, habían escalado, bici en ristre hasta el mismísimo pico y habían estado esperándonos más de un ahora a que llegáramos. Debimos cruzarnos en el momento en que nosotros estábamos subiendo desde la Laguna Helada, porque en lo que nosotros bajamos al nacimiento del Duero, ellos llegaron a la laguna helada y el mirador de la Laguna Negra, haciendo un recorrido muchísimo más lógico que el que marcaba el track y que nosotros hicimos.
Una vez localizados, quedamos en reencontrarnos en el desvío donde nos fuimos por distinto sitio, por lo que en menos de nada, enfilamos nuestras bicis hacia ese cruce y subiendo primero y bajando el pedrolar después, conseguimos volver a reagruparnos contándonos nuestras batallitas particulares con el viento, las piedras, el pateo…menos mal que no llovía!!.
Una vez reagrupados tiramos monte abajo por el camino por el que subimos y que nos lleva de vuelta al cruce con la pista de regreso a Vinuesa, allá donde estaba el cartelón del bosque de los abuelos, es decir, el Cruce Tejeros.
La merecida parada para comer la hicimos a las 15:30 de la tarde. ¡¡¡Y qué comida!!!...el magnífico bocata de chorizo blanco y rojo que había preparado Jesús (Agila) por la mañana era una auténtica delicia. Un bocata enorme, hasta arriba de embutido que nos supo a gloria y algo más que a gloria ya que el hambre y el cansancio ya eran bastante grandes.
Un buen rato después, nos dispusimos a tomar de nuevo camino sabiendo que los 22 kilómetros que nos faltaban eran prácticamente todos en bajada,  a excepción de un tramo de unos dos kilómetros cerca de Vinuesa.
La bajada fue espectacular, una velocidad increíble por un paraje maravilloso. El bosque de pinos albares, según bajábamos en altura, se hacía cada vez más frondoso, y en un momento dado, el bosque de coníferas dio paso a un maravilloso hayedo que, en esta época del año nos enseñaba sus miles de tonso entre el verde, amarillo y marrón. Tal era la belleza del lugar, que Rubén y yo nos detuvimos a deleitarnos con él y hacer fotos, admirando el paisaje. Y es que un hayedo es como los bosquecitos de los cuentos, da la impresión de que en cualquier momento va a salir un gnomo de la base de un árbol o que caperucita roja va a aparecer unos metros más allá.
Nuestra tardanza en llegar al punto de reagrupación, hizo sospechar al resto del grupo que nos había pasado algo, pero justo cuando Vicente se disponía a ir en nuestra búsqueda, Rubén y yo llegábamos al lugar donde estaban parados, justo en el cruce de la pista forestal con la carretera que une Vinuesa con el aparcamiento de la Laguna Negra.
Fueron pocos los metros que recorrimos por dicha carretera ya que enseguida tomamos una pista que salía a la derecha y que discurre por la parte alta del valle del Revinuesa camino de Vinuesa. A esta cota, el bosque estaba salpicado de personas buscando setas entre los pinos…
La pista de acceso a Vinuesa es un auténtico rompepiernas. Si ya llevábamos poca tralla en las piernas, los últimos 11-13 kilómetros son un auténtico suplicio. Rampas petantes de no más de 50 metros daban paso a rampas cuesta debajo de la misma longitud…al menos 5 o 6 de ellas que llevan inevitablemente a los últimos kilómetros de ascenso de la jornada, no demasiado duros, pero si pestosos por aquello de llevar casi 50 kilómetros en nuestras piernas con más de 1400 de acumulado.
El fin de la subida es casi el fin de la ruta. Una cuesta abajo brutal, de unos dos kilómetros nos conduce directamente a la entrada de Vinuesa. Tal era la cuesta abajo, que mi cuenta-kilómetros llegó a marcar 62 km/h…una burrada!!.
La última reagrupación la hicimos a la entrada del pueblo. De esta manera, los 9, ya juntitos y en compañía, hicimos entrada en Vinuesa a la altura del hostal. Eran las 17:15 de la tarde de una jornada espectacular, sin lluvia y con un tiempo magnífico. Una ruta de las que hacen afición, con todos los ingredientes de las rutas épicas, y con la satisfacción de haber ciclado por una zona francamente espectacular, preciosa.
Mientras que los compañeros que vinieron de Madrid y de San Leonardo de Yagüe cargaban sus bicis en los coches, los cuatro “residentes” fuimos hacia el bar para dar buena cuenta de unas cuantas jarritas de cerveza. Al cabo de un rato, los 5 se acoplaron a la opcional. Poco a poco los compañeros se fueron marchando, los que vinieron de Madrid, tomaron de nuevo el camino a casa ya que les esperaban aún más de 2 horas y media de viaje, mientas Fernando y Vicente se dirigían hacia San Leonardo, lugar desde el que Ciclo volvió a Madrid también, y Vicente se pensaba si venir con nosotros al día siguiente al Cañón del Río Lobos, tan cercano a su casa.
Por nuestra parte, el fin de la opcional fue el principio del resto del día…una opcional que se alargó en unos casos hasta las 12 de la noche entre la cena, vino, chupitos y copas, y en otros casos de nuevo hasta las dos de la madrugada…y es que hay algunos que no tienen límite, jejeje.

Y hasta aquí el relato de lo sucedido el sábado 19 de octubre de 2013, día de la magnífica ruta de ascenso al Pico Urbión y que tanto tenemos que agradecer a nuestro querido amigo Rubén (Karpov). Ojalá podamos repetir algo similar muchas veces y que además el número de compañeros sea aún mucho mayor…

                                          Urbión por Ruben
                                                               Urbión por JuanCar                                                        
                                                               La vision diabolica de las rutas