domingo, 6 de octubre de 2013

De trialeras por la Barranca

Crónica de JuanCar

Apártate de los caminos frecuentados y camina por los senderos.
Pitágoras

La tormenta de ideas para la ruta del domingo empezó pronto, el lunes por la mañana. Y es que los que no podemos salir todos los domingos empezamos la semana con un mono especial, con el nerviosismo de saber cuánto antes dónde vamos a ir y qué vamos a hacer.
La ruta elegida fue el resultado de la mezcla de una de las rutas propuestas por Karpov y que originalmente subía al mirador de Las Canchas saliendo desde Becerril, la pasión de Marek con su corta-pega ruteril, y las ganas de todos de continuar una semana más subiendo y bajando senderitos y trialeras, ya que después de que la semana pasada algunos se fueran a Moralzarzal a hacer el DH y el Somier, parecía que se habían quedado con las ganas de más emociones fuertes.

Muchos pueden pensar que el nombre de “Sin pedrolos mejor” ya no nos define exactamente, y que quizá un nuevo nombre nos vendría mejor. En realidad yo no estoy nada de acuerdo. Si nos paramos a analizar la ruta del domingo, veremos que pedrolares no hay ni uno, solamente trialeritas y senderos mezclados con sendas y caminos…quizá alguna raíz y algún pasito complicado, pero nada significativo que nos haga plantearnos un nuevo horizonte más endurero…¡¡ni mucho menos!!...somos básicamente pisteros y eso seguiremos siendo, aunque una ración de mini-caminos nos viene muy bien de vez en cuando para soltar adrenalina y hacer pequeñas incursiones en terrenos que, aunque no son nuestra especialidad, sí que nos gustan…con cuentagotas, pero nos gustan.
Con las premisas de senderitos disfrutones, subiditas de esas de romper a sudar y una ruta corta pero intensa, el Gran Maestro Marek, parió un track que nos conducía hacia las delicias de dos de los valles de la Sierra de Guadarrama: La Barranca y Navalmedio.
El menú era para chuparse los dedos: Subida por la ladera del Chiquillo, senda Ortiz de subida, bajada por el Bambi y por el Escorpión (o La Sal), senderos de Navalmedio, subida de parte del Calvario, pinar de La Barranca, bajada por el Ortiz, bajada por parte de los Alakan y Almorchones. Obviamente la salida desde el que es casi nuestro cuartel general: la plaza del Gargantón de Navacerrada.

Los días de la semana iban pasando y con ellos se iba engordando la lista de asistentes. También hay que decir que de la misma forma que se engordó, adelgazó puesto que nos fallaron a última hora nuestros amiguetes los Bicivoladores y algún que otro locuelo que el día anterior fue a tirarse por los pedrolares de Patones, algún que otro componente que iba dejando su huella extremeña por tierras toledanas, alguno que se encorbataba para ir de boda y algún otro u otros peleándose en la supuesta fiesta de la bici en la capital.
El caso es que el final nos citamos 17 amiguetes a esto de dar pedales y pasarlo genial en una deliciosa mañana de otoño que aunque en principio se planteaba fresquita (más bien fría), al final resultó soleada y muy agradable. A ver si soy capaz de citarlos a todos sin dejarme ninguno: Javi (Marek), Javi Villalba, Pablo, Jesús (Terminal), Nacho (Gorcam), Pachi, Rubén (Karpov), Miguel (Miguelín), Jose (amigo de Miguel), Rodri (Glabre), Joseuno, Rai (Graypaw), Raúl, David, Amador (Cronos), Antonio, y un servidor, JuanCar.
Un grupo majete, ¿verdad?. Buenos bikers y mejores personas para una ruta durilla tanto física como técnicamente y de la que nadie se quejó en ningún momento, al revés, todos, absolutamente todos íbamos dispuestos a conocer sitios nuevos (el que no los conocía)…Bambi inédito y La Sal (Escorpión), igualmente desconocidos para nosotros. Una ruta corta en kilometraje, intensa en emociones y dura en acumulado (más de 800 en tan poca distancia).

Arrancamos a las 8:45 más o menos, y como es habitual en las rutas que empiezan en Navacerrada, desde el minuto 1 ya empezamos a subir: primero por las calles del pueblo, después por la archiconocida para nosotros ladera del Chiquillo, esta vez mucho más corta de lo habitual ya que en el cruce de caminos, en vez de ir a la izquierda, tiramos a la derecha a buscar la carretera de subida al hotel de La Barranca.
Esa primera subida nos sirvió para calentar motores, quitarnos el frío y disfrutar de los primeros rayos de sol, dorados en esta época del año, sobre el embalse de Navacerrada. Alguno hubo que pretendía subir hasta el embalse del Chiquillo, pero la ya de por si exigente ruta no admitía más dureza de la necesaria.
Tras las primeras rampas del Chiquillo, la ruta nos lleva a la carretera del hotel de La Barranca, una carretera estrecha, bastante transitada que, picando hacia arriba, nos conduce a los embalses y a la pista del mismo nombre.
La subida que tenemos por delante hasta la entrada del Ortiz, no llega a dos kilómetros, quizá algo más, con una pendiente bastante asequible que nos permite ir charlando tranquilamente, como siempre los más fuertes delante y los más flojos detrás. Fue precisamente aquí, al poco de pasar el parque de aventura, que sucedió la primera incidencia: pinchazo de Raúl que afortunadamente y gracias al líquido antipinchazos se saldó con darle un poco más de presión a su rueda. Reagrupación a la entrada de la senda Ortiz, y con cuentagotas, como si nadie quisiera ser el primero, enfilamos la subida a la senda, algunos por primera vez.
Bajar la Senda Ortiz es una maravilla, pero subirla tiene su miga. No es que tenga una pendiente muy acusada, sino que los pasos técnicos, en algunos casos escalones bastante altos, de subida se hacen bastante pesados e incluso complicados de pasar. Aun así, subirlo es una nueva experiencia y una nueva muesca en el cuadro de la bici aunque no sé de ninguno de los que íbamos que la subiera sin poner el pie a tierra en alguna ocasión. 


Hubo pequeñas caídas sin importancia e incluso una rotura de cadena creo que de nuevo de Raúl, pero al final, todo se arregló sin más y tras agruparnos en el mirador y comer alguna cosita, nos dispusimos a afrontar la primera de las bajadas del día: El Bambi.

La trialera del Bambi, que sale directamente de la pista de La Barranca, y a escasos metros del mirador que da acceso a la Senda Ortiz, y por su lado opuesto, tiene dos tramos bien diferentes. Un primer tramo de una pendiente endiablada que en este momento tiene una rodera en medio del tamaño justo de la cubierta de la bici, lo que supone que existe una única trazada y una única posibilidad de bajar. La mayoría, a excepción de unos pocos (creo que David, Raúl y Rai), bajamos este tramo a pie en su mayor parte, y es que yo, la primera vez que noté que no controlaba la rueda delantera de la bici, tiré de mi lado conservador y pensé que lo mejor era caminar un ratito por el bosque…al fin y al cabo hacer senderismo tampoco está tan mal, sobre todo si es en bajada.
La segunda mitad, que comienza también en la pista del pinar de La Barranca, es bastante diferente. Es más un sendero divertido que una trialera. Una pendiente suave con bastantes cambios de dirección que se hace sin dificultad y a bastante velocidad. Tan sólo las jaras y las zarzas añaden un poco de dificultad al trazado, y si no, que se lo digan a Frailman…allí es donde las zarzas le llamaron y acudió a su encuentro…
El Bambi termina unos pocos metros más arriba de El Ventorrillo. Así pues, una vez reagrupados, bajamos esos metros por la carretera del puerto de Navacerrada y nos disponemos a seguir bajando por la segunda trialera/sendero de la mañana: La Sal, o como también se le conoce, El Escorpión. Javi nos contó que La Sal se llama así porque empieza justo detrás del depósito de sal del Ventorrillo, si, ese que utilizan para almacenar la sal con la que salpican la carretera en invierno para evitar la formación de hielos. Aun así, parece que su nombre más generalizado es el de “El Escorpión”…nadie sabe porqué.

El caso es que esta trialera empieza en un pequeño sube-baja que nos deja justo en la llamada “casa de las mariposas”, punto a partir del cual, la bajada se vuelve mucho más divertida, con una pendiente bastante acusada en su tramo inicial y con unos giros de 180 grados muy divertidos. El estado del terreno tras las lluvias de los días anteriores era estupendo, permitiendo deslizar la rueda trasera con mucha más facilidad. Los giros continuos terminan en un pequeño sendero entre la maleza que lleva a un cruce de caminos donde es muy probable que nos equivocáramos . Elegimos el camino de la izquierda cuando lo más seguro es que el correcto fuera el de la derecha. Aun así, la bajada seguía igual de disfrutona, tanto que algunos se pasaron de frenada y se saltaron el desvío que conduce a los senderos de Navalmedio.
De nuevo reagrupación en el punto de cruce entre ambos senderos que se alargaba más de lo esperado: por detrás Pachi pinchó su rueda y eso hizo que el grupo tardara de nuevo en iniciar la marcha.
Y es aquí, en este punto, en el que Rodri, con algo de prisa por llegar a casa, nos abandonaría. Él terminó de bajar por completo la trialera por el camino que nosotros, de forma habitual subimos desde la pista de Navalmedio hacia los senderos. También desde este punto, ya sabíamos lo que nos esperaba. En este punto, el track que Marek ideó para la ocasión se convierte en el track habitual de nuestra ruta por estos caminos.
Así pues, sin pensarlo más, nos dispusimos a rodar por los archiconocidos senderos de Navalmedio que, como sabemos, desembocan en la pista de subida del camino del Calvario.

Como siempre, los senderos de Navalmedio inigualables. Rápìdos y sencillos y en ligera subida. Subida que, si no la tomas con calma, pueden pasarte factura antes de acabar el resto de la ruta. Reagrupación en el punto de siempre, es decir, en el puente de madera, y de nuevo iniciamos la marcha para subir el tramo pestosete del Calvario, pasando el arroyo, el curvón y el pino de la cadena.
Lo dicho, desde aquí la ruta es la archiconocida por nosotros, dejando el Calvario poco más arriba del pino de la cadena para llegar de nuevo a el Ventorrillo, cerrando así el bucle que empezó un buen rato antes al empezar a bajar La Sal.

Subiendo el pinar de La Barranca a algunos las fuerzas ya empezaban a flaquearnos. Yo, en particular, tenía la impresión de que las subidas no me estaban compensando con las bajadas…menos mal que me queda el Ortiz de bajada, pensé.
Y así fue, tras una nueva parada en el mirador, foto de grupo y un ligero avituallamiento, me tiré a pasar el Ortiz siguiendo la rueda de Raúl que a su vez seguía la de David. Una pena la gran cantidad de senderistas que caminaban por el sendero y que nos hicieron detenernos en al menos tres o cuatro ocasiones. La senda Ortiz me gusta tanto, que me disgusta tener que pararme…¡¡qué le vamos a hacer!!.
Bajando el Ortiz ya no me acordaba ni de las cuestas ni del cansancio ni del acumulado que llevábamos…de nada. El Ortiz me quita el sentido, me hace quemar adrenalina a lo bestia y me hace disfrutar como un enano encima de la bici…¡¡cómo me gusta el Ortiz!!.

La pena es que los dos escasos kilómetros de bajada se hacen cortos, muy cortos, y en menos de lo que tardas en darte cuenta, estás parado en la pista de La Barranca con cara de lelo y una sonrisilla en la boca.
Tras terminar todos de bajar, y antes de empezar la subida que nos lleva por pista a la entrada de los Alakan, Miguel y su amigo Jose nos dejan, también por lo tarde de la hora, y se tiran pista abajo para llegar cuanto antes a Navacerrada. Los demás, ya tan sólo 14, tiramos pista arriba, y casi sin parada, nos lanzamos casi a tumba abierta a bajar los Alakan. Estos senderos cada vez me gustan más. Al principio se me atragantaban, y quizá por haber visto caer a Angel y a Pachi en dos ocasiones en ellos, pero tras haberlos bajado la última vez tras la rueda de David, les empecé a coger el gustillo, el cual va en aumento cada vez que pasamos por allí.

La reagrupación en los embalses de La Barranca acabó con una nueva “deserción” en el grupo: Pablo, Jesús y yo decidimos que ya era bastante tarde para hacer los Almorchones y que nos bajábamos directamente a Navacerrada sin hacerlos. Así pues, el grupo se vio mermado de nuevo hasta los 11 componentes.
Yo ya no viví el resto de la ruta, lo que si vimos es que Nacho, por alguna razón llegó el primero a la salida de la vereda que parte del embalse hasta el pueblo…quizá desechó la idea de subir por detrás del embalse tras bajar los Almorchones.
Desde luego lo que sí sé ya que documento gráfico hubo por whatssap, es que opcional hubo…lo que no sé es si hubo los apreciados torreznos del porrón o no…que lo cuente el que lo vivió, jejeje.
En definitiva. Una ruta bastante dura tanto física como técnicamente en la que hemos disfrutado como enanos y nos hemos divertido de lo lindo, que para eso salimos, ¿no?.


                                                                          Fotos de Jesus
                                                                          Fotos de JuanCar

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