domingo, 30 de diciembre de 2012

Fin de Año 2012

Crónica de JuanCar                                          
Después de la ruta de los polvorones de la semana pasada y tras habernos puesto hasta las trancas en las comidas y cenas navideñas, decidimos que lo mejor era volver a tierras serranas a disfrutar un poco más si cabe y a penar un poco los posibles excesos gastronómicos.
Durante toda la semana se había suscitado un cierto debate por decidir cuál era la ruta más conveniente. Facebook, el foro y el whatsapp echaban humo con los diferentes puntos de vista y las preferencias de cada uno aunque dos cosas estaban claras: el punto de partida que iba a ser de nuevo la Plaza del Gargantón en Navacerrada y que este fin de semana tampoco nos íbamos a escapar de subir de nuevo a la ladera del Chiquillo. Lo que no estaba tan claro es si íbamos a tirar hacia Navalmedio para subir hacia el Ortiz o íbamos a tirar hacia la Barranca y los Alakan.
Dado que no había quórum en cuál iba a ser la definitiva, se decidió por una vez y sin que sirva de precedente, que la elección se iba a realizar directamente en el punto de salida, aunque todos teníamos bastante claro que dada la lista de asistentes íbamos a tirar hacia Navalmedio casi sin remedio (bonito pareado).
La mañana, a la salida de casa, no se presentaba precisamente agradable: una espesa niebla, humedad y frío era lo que nos encontramos mientras cargábamos las bicis en los coches, pero curiosamente nadie, absolutamente nadie mencionó esta circunstancia en ningún momento. Bueno si, recuerdo a Fraile en Los Maños saltando de frío y diciendo que estaba helado, pero la sonrisa en su cara no indicaba que estuviera diciéndolo de forma que le desagradara. Y es que conforme a mi teoría, el frío es simplemente un estado de ánimo si se está bien abrigado, ¿acaso recordáis haber pasado frío cuando eráis canijos?. Yo no recuerdo nunca haber tenido frío en invierno ni calor en verano con menos de 10 años. Y es que eso es justo lo que parecemos: muchachitos de 10 años ilusionados a las 8:00 de la mañana con lo que nos espera en las siguientes horas.
A la hora acordada salimos de Los Maños (los que vivimos en Vicálvaro y alrededores) camino de Navacerrada. La niebla se hacía más espesa cada vez según nos acercábamos hacia Tres Cantos, incluso hubo momentos en la carretera bastante peligrosos por culpa de esta circunstancia. Al igual que la semana anterior, la niebla se empezó a disipar según íbamos ganando altura, pero a diferencia del domingo pasado, esta vez, sobre la niebla había una pequeña capa de nubes que hizo que cuando llegábamos a Navacerrada empezara a caer una escasa fina lluvia que por momentos era más nieve que otra cosa.
Y al fin llegamos a la Plaza del Gargantón. Poco a poco empezaron a llegar todos los apuntados en la lista (salvo David que se cayó en el último momento). En total 22 éramos los asistentes. Tratando de hacer memoria de todos y cada uno de nosotros, asistimos: Javi (Marek), Ángel (Arrojo), Jose Manuel (Frailman), Pablo, Jesús (Terminal), Pachi, Nacho (Gorcam), Valentín (Valiente), Rubén (Karpov), Rodrigo (Glabre), Raúl (yiyirul), Miguel (miguelin), Edu, cuñado de Miguel, Fernando (FZarcero), Jose Manuel (Zarzo), Nelson (el negrito), Mariano (Trisqui), Alberto (Peke), Enrique (Endpar), Rafa (RaFaRu), Efrén (Diabolik) y yo, Juan Carlos (JuanCar).
Como se ve, un pedazo de grupo del 15 en el que no estaban muchos de los compañeros que de haberse presentado sólo hubieran hecho aumentar el caché…una pena los que no pudisteis venir y a los que desde aquí deseamos un muy Feliz Año Nuevo 2013.
Como no podía ser de otra forma, es más, yo creo que casi ni se comentó, al final optamos por hacer la ruta de Navalmedio con el Ortiz, y a las 9:10, minuto arriba, minuto abajo, ya estábamos pedaleando calle arriba por Navacerrada en busca de la ya archiconocida ladera del Chiquillo. A la salida de Navacerrada nos acompañaba una fina nevada que no fue a más y que ni siquiera sirvió para enfriar el ambiente, y que aun al contrario, la ladera del chiquillo te pone a tono más rápido que inmediato, y en un abrir y cerrar los ojos ya estás casi sudando y pensando en que te sobra ropa. La subida por la ladera del Chiquillo ayer fue mucho más rápida que la semana pasada, y es que el menor número de asistentes hizo que todo fuera mucho más fluido. Casi sin parar en el desvío a la mitad de la subida de la ladera, enfilamos el cuestón hasta lo alto de la pista. Ayer no había mar de nubes en Navacerrada, pero a cambio, estaba en Madrid. Las vistas eran tan espectaculares como una semana atrás, e incluso más bonitas ya que la falda de la sierra estaba casi despejada y la niebla se veía más como un mar lejano y más brillante.
Tras un pequeño descanso y primera reagrupación en lo alto, nos dispusimos a llegar hasta el depósito del canal y desde allí tirarnos hacia la Fonda Real. Justo en ese momento Rafa reventó literalmente la cubierta delantera de su Focus. Desafortunadamente la cubierta se había rajado literalmente y gracias a los repuestos del tío Ángel, conseguimos, con un trozo de cámara vieja hacer una pequeña pared para que la cámara no produjera un abultamiento de la cubierta rajada. La reparación fue perfecta ya que Rafa pudo seguir y completar la ruta casi con total normalidad.
Tras reagruparnos en la Fonda Real, seguimos nuestro camino en busca de la pista de Navalmedio que a ritmo vivo y sin casi darnos cuenta, nos llevó hasta el tramo final de la trialera del “Miedo”. En realidad, en vez de subir por este tramo final, y como otras veces, tomamos un pequeño camino que sale un poco más adelante, el cual según nos dijo Zarzo se conoce como senda de la Sal (no pregunteis porque) y que al menos uno (que me conste a mí, aunque supongo que algún otro también lo hizo), subió al completo: y es que nuestro diabóliko amigo es una auténtica máquina con su flamante nueva Giant 29er.
La corta pero intensa subida del camino sustituto del Miedo, nos lleva directamente al comienzo de los senderos de Navalmedio, un senderito que pica continuamente hacia arriba, pero que se disfruta como ninguno entre pinos y arbustos y un par de pasos nada complicados entre pequeñas raíces y alguna que otra piedrecita. Fue aquí, en el sendero de Navalmedio, donde Enrique (Endpar) empezó a encontrarse algo mal, mareado y pálido, lo que nos hizo temer con que se tuviera que dar la vuelta antes de tiempo. Menos mal que Fraile se quedó con él, y poco a poco se fue medio recuperando hasta que, en las ruinas de lo que fueron los antiguos campamentos de la OJE decidió que una vez subido el tramo del Calvario que quedaba hasta la carretera del puerto de Navacerrada, decidiría si bajarse por dicha carretera y esperarnos tranquilamente en la Plaza del Gragantón.
Afortunadamente Enrique se recuperó muy bien, y poco a poco, los 22 fuimos subiendo y penando Calvario arriba por esas rampas del 17% que si te las tomas con poca paciencia pueden agotar todas tus fuerzas. Cuando hicimos la reagrupación en lo alto, ya no estaban ni Fernando ni Zarzo ni Nelson que habían tirado hacia el Ortiz ya que algunos andaban un poco pillados de tiempo. Mención especial a Rodrigo (Glabre), que animado por todos y en especial por Valentín, completó una de las mejores subidas que le he visto desde que le conozco. Y es que poco a poco las subidas se le van atragantando menos; en pocas rutas nos dará p’al pelo a los que siempre vamos atrancados…y si no, el tiempo y me remito a las pruebas de Peke y Nacho…cómo suben los colegas!!!.
Una vez abandonado el Calvario, enfilamos la carretera del Puerto de Navacerrada en dirección al pueblo para afrontar la siguiente parte de la ruta: la subida por la pista de la Barranca hacia el mirador que da entrada al Ortiz…una de las guindas de la mañana. La subida es tendida aunque machacona. Es un ascenso que a ritmillo y con buena conversación (gracias Rubén por darme palique, jejeje) se hace bastante llevadera. Además, las vistas según vas ascendiendo son cada vez más espectaculares por lo que en menos de lo que te esperas estás ya en el mirador tomando un merecido refrigerio antes de uno de los platos fuertes del día.
En el alto del mirador el frío era bastante intenso; hacía bastante viento y empezaban a caer pequeños copos de nieve, pero aun así no oí ninguna queja que hiciera pensar que era desagradable. Y es que yo creo que el que más y el que menos estaba pensando en el Ortiz más que en el frío. Allí, en el mirador, nos dejó Enrique. Prefirió darse la vuelta y bajar por la carretera y esperarnos en Navacerrada ya que se temía que ya que no le gusta especialmente bajar, el mareo le jugara una mala pasada y al final diera con sus huesos en el suelo
Los demás, a excepción de Zarzo y Nelson que ya hacía rato habían tirado Ortiz hacia abajo, empezamos a desfilar por el sendero. ¡¡Qué tendrá este sendero!!. Madre mía!!, es una pasada, y eso que aun no estando ayer tan concurrido, sí que había bastante gente a pie que en alguna ocasión hizo que ralentizáramos la marcha.
El Ortiz no deja indiferente a nadie. Los dos o tres pasos que hay algo más técnicos que los demás, hacen las delicias de los más “mákinas”, la velocidad que se alcanza es la justa como para ir sorteando las piedras y los escalones sin demasiada complicación. En definitiva, que al final del sendero, ya en la pista de la Barranca, cada uno que llega hace derrapar la rueda trasera de la bici y aparece con una sonrisa de oreja a oreja que denota cómo lo ha disfrutado: una delicia!!!.
Una vez terminamos de bajar todos el Ortiz, enfilamos la penúltima rampa de la mañana: subir parte de la pista de la Barranca hasta llegar a otra de las guindas del día: los senderos Alakan que tan infausto recuerdo tienen para Pachi (dos caídas la última vez que pasamos por aquí). La subida es igualmente tendida que la anterior; a ritmillo y con charleta se llega fácilmente a la fuente de Mingo y de ahí a la entrada de los Alakan hay tan solo unas decenas de metros.
Afortunadamente ayer fue la primera vez que tuve la oportunidad de bajar los Alakan enteros y sin pararme. Las caídas y reventones de las veces anteriores ayer no se produjeron y afortunadamente todos pudimos disfrutar de lo lindo bajando por esos senderitos tan rápidos para los que no se requiere ni una técnica ni una pericia especial. Los gritos de diversión de algunos (al que más se le oía era a Rubén, jajaja), mostraban cómo nos lo estábamos pasando: de auténtico vicio.
Los Alakan acaban prácticamente en el vadeo del uno de los arroyos donde Pachi tuvo su segunda caída la última vez. Algunos a pie y otros montados, conseguimos vadear el arroyo y tras subir el talud de la orilla contraria, nos dispusimos a hacer la foto de grupo y seguir con los chascarrillos, chistes y risas…¡¡y es que siempre es así!!.
El fin de los Alakan está en el paso de las presillas de la Barranca. Desde aquí, y en un trepidante descenso que en mi cuentakilómetros marcó los 59 km/h (en el de Efrén 65…lo que hacen las ruedas gigantes) por la pista de los Almorchones, afrontamos la tercera guinda del día: los senderos de los Almorchones. Qué decir de ellos: curvas reviradas entre piedras y jaras, un par de escaloncitos de piedra y mucha velocidad en los peraltes de arena para llegar a toda velocidad a la carretera de Navacerrada.
Las ganas de llegar a la merecida opcional hizo que en vez de ir en busca del pantano de Navacerrada, algunos tiráramos por el sendero paralelo a la carretera, que aunque algo embarrado y bastante pestilente, nos llevó enseguida a la entrada del Pueblo de Navacerrada, y en un pis-pas a los coches y como no a las cervecitas, torreznos y alitas de pollo con las que brindamos y celebramos la llegada del nuevo año.
De los 22 que empezamos, 18 nos quedamos a la opcional, y es que, ¡¡qué ganitas hay de fiestuqui!!, jajajaja. Como no, al igual que el Ortiz, los Alakan o los Almorchones, la opcional del Porrón (más conocido como “Los Torreznos”), no decepcionan nunca.
Con el fin de la opcional poníamos ayer fin a la última ruta del año. La número 47…una pasada. Los abrazos, las felicitaciones, los parebienes y las ganas de volvernos a ver fueron lo último que hicimos. Eso sí, dar las gracias a Peke por la invitación a toda la opcional; y es que nuestro amigo Alberto cumple 31 años el próximo 3 de Enero: Muchas felicidades por partida doble y de nuevo muchísimas gracias por tu invitación: ¡¡eres grande, Peke!!.

ASI PUES, A TODOS LOS QUE DE UNA MANERA U OTRA PERTENECÉIS A ESTE GRUPO O COMPARTÍS CON NOSOTROS ESTAS GRANDES MAÑANAS DE MTB, OS DESEAMOS QUE TENGÁIS UN MAGNÍFICO AÑO 2.013 LLENO DE FELICIDAD, SALUD, TRABAJO Y MAGNÍFICAS RUTAS COMO LA DE AYER.

Por cierto…el próximo día 7 más y esperemos que mejor (aunque eso es ya casi imposible).

                      
                                                                  Video de Valentin               
                                                                     Fotos de Jesus
                                                                   Fotos de RaFaRu
                                                                   Fotos de Frailman
                                                                         TRACK

lunes, 24 de diciembre de 2012

Polvorones 2012

     

Crónica de JuanCar
Es la segunda crónica en la que me da por el lado cultureta para introducir la narración de lo que sucedió. Hoy toca aprender algo sobre los polvorones. No está mal, ¿verdad?.
La palabra Polvorón tiene la misma raíz que la palabra Polvo (sin hacer chistes, por favor, jejeje). La palabra Polvo proviene del latín pulvis, que tiene exactamente el mismo significado que polvo. La terminación pulvis pasó a pulvo para representar el género masculino de la palabra. La “u” tónica de pulvis pasó a “o” de polvo, como lupum paso a lobo y humerus pasó a hombro. El genitivo de pulvis es pulveris y de ahí nació la palabra pólvora, y añadiendo el aumentativo –on, aparece la palabra polvorón. Por lo que un polvorón no es más (etimológicamente), que un polvo muy grande (jajaja).
Vamos a ver. Saquemos conclusiones de esto. Un polvorón es un polvo grande, o sea, un polvazo, y además es lo mismo que la pólvora…vaya, vaya. Me parece a mí que ya sé por qué a más de uno los polvorones que desayunamos ayer a las 9:00 de la mañana en la Plaza del Gargantón de Navacerrada, le jodieron bastante y además le sentaron como un tiro (con pólvora), jejeje.
Sabiendo además que polvorón y polvazo es más o menos lo mismo, ¿qué narices hicimos ayer dando pedales?. Acaso la ruta de los polvorones no debería de haber sido la “ruta de los polvazos”…en fín, dejémoslo no sea que acabemos hablando de lugares de mal vivir…
Por otra parte, la historia de los mantecados y polvorones en España data del siglo XVI. El origen de estos dulces es exactamente el mismo que las doce uvas de Nochevieja. El consumo de estos productos se debe a un exceso de producción en las cosechas. Concretamente el hecho tuvo lugar en Andalucía, unos dicen que en Antequera y otros que en Estepa a raíz de un elevado excedente de trigo y de manteca de cerdo. Abundando un poco más, los ingredientes básicos tanto de los mantecados como de los polvorones son la harina de trigo, grasa de cerdo y azúcar. La mayor diferencia entre uno y otro es que en el polvorón encontramos almendras y en los mantecados no. Los polvorones se consumen casi exclusivamente en 
 Navidad mientras que los mantecados se consumen en muchas regiones españolas durante todo el año, sobre todo en el desayuno…..¡¡¡cachis, ayer nos equivocamos!!!, en vez de abrir la caja de polvorones para desayunar, deberíamos de haber abierto la de mantecados…quizá por eso el Chiquillo se nos atragantó más de lo normal…
En fin, que dejémonos ya de cultura baratilla y pasemos a lo que nos importa: la ruta de ayer.
No sé si os pasará a vosotros, pero cuando llega la mañana del día de una ruta en la que sabemos que van a acudir mogollón de amigos, a mí se me pone una especie de nudo en el estómago. Una mezcla entre la alegría de ver a tantos amigos y amigas juntos, y entre una cierta responsabilidad por ser los “culpables” de que tantas personas se den cita en un mismo sitio a la misma hora para disfrutar todo lo posible.
La mañana se preveía divertida: Ángel y algún que otro compañero con gorritos de Papá Nöel, algún otro con la bici adornada con cintas de Navidad, Rafa con el caso adornado con unos magníficos cuernos de reno, botellas de sidra y cajas de polvorones abiertas ya a las 8:50 de la mañana…en fin, una delicia para los que como yo disfrutamos de ver a los amigos pasarlo bien.
A las 9:05 comenzamos a dar pedales y yo, a cola de pelotón me encargué de contar a tod@s los asistentes: ¡¡34!!. Impresionante convocatoria. Realmente desde atrás, parecíamos un verdadero pelotón. Lástima que hubo compañeros y compañeras que no pudieron unirse a la fiesta, unos por compromisos, otros por no encontrarse físicamente bien. A todos ellos, los que no pudieron acercarse, que sepáis que os tuvimos muy presentes y que a todos y cada uno de vosotros se os echó muchísimo de menos.
La ruta que nos había preparado nuestro pequeño gran maestro Javi-Marek, salía de la plaza del Gargantón y tras callejear por Navacerrada, salía, atravesando la carretera del Puerto, hacia el camino que sube por la ladera del Chiquillo. ¡¡Vaya manera de empezar!!; así, en frío, con la sidrita y los polvorones dando vueltas por el estómago, subir, subir y subir hasta que el pueblo de Navacerrada se va quedando allí abajo como una maqueta del ibertrén (no sé si los más jovenzuelos sabréis lo que es; si no, se lo preguntáis a vuestros padres, jejeje). La primera subida aunque dura, se hizo bastante amena gracias al ambiente de todo el mundo tratando de pasarlo lo mejor posible y los chascarrillos manchegos del ya casi imprescindible Rubén (karpov, aka Jose Mota de Velilla). Y es que, ¡¡qué potencia vocal tiene el muchacho!!...a nada que se lo propone su voz resuena en todo el monte, ¡juas!
El primero de los dos tramos casi se cobraba ya una primera víctima, Jose Antonio (Ballesteros), pagaba las consecuencias de sus molestias gástricas de los días pasados y teníamos que detener la marcha ya que a más de uno nos dio la impresión de que muy probablemente se tenía que dar la vuelta de nuevo hacia Navacerrada. Afortunadamente se fue recuperando poco a poco y tras un rato sentado en el suelo rehaciéndose de sus mareos y sus gases, pudimos continuar subiendo por la ladera del chiquillo (que más que chiquillo es un adulto en toda regla), pero eso sí, acompañando a Jose haciendo empujabike en el segundo de los tramos de subida.
Las vistas desde lo alto eran espectaculares. Pudimos disfrutar de un magnífico mar de nubes que a todos nos dejó alucinados. Ver las nubes a tus pies, sólo rotas por los picos de los montes más elevados de los valles fue un espectáculo visual digno de disfrutar. Tan sólo nos fastidiaba (pero muy poco, la verdad), saber que cuando bajáramos nos íbamos a encontrar con ese mar de nubes convertido en niebla. Pero mientras tanto, desde allí a lo alto, lo mejor era disfrutar del sol y del paisaje.
Nada más coronar el tramo del Chiquillo que nos habíamos propuesto subir, enfilamos monte abajo, con la mayoría de nosotros haciendo un auténtico cross-country entre los pinos para desembocar de nuevo en la carretera del puerto de Navacerrada a la altura de la Fonda Real. Una vez reagrupados todos, seguimos el camino hacia Cercedilla dejando a nuestra derecha la pista que lleva hacia Navalmedio y que en otras ocasiones tomamos para dirigirnos al tramo final del miedo, los senderos de Navalmedio y el Calvario.
Esta vez cogimos un senderito que a veces supone la alternativa al GR-10 y que confluye con él a mitad de camino entre la Fonda Real y la entrada a Cercedilla. El senderito es muy facilito de bajar, ideal para estas rutas con tanta afluencia de bikers, rápido y sin ninguna dificultad ni técnica ni física. Eso sí, un compañero pinchó justo en el tramo que el sendero desembocaba en la pista que a su vez, y en sentido contrario, se toma para afrontar el Calvario.
El pinchazo del compañero (no sé realmente quién fue el que pinchó), causó que nos reagrupáramos en la entrada de Cercedilla  a la espera de que se resolviera la avería. Aún no habíamos bajado lo suficiente para entrar de lleno en la niebla con lo que el calorcillo de sol de la mañana y la charla amigable nos hicieron la espera muy llevadera. Aun así, viendo la posible tardanza de la reparación, un grupo decidimos ir abriendo camino y dirigirnos por las calles de Cercedilla hacia el próximo punto divertido de la jornada: la bajada de la Ermita donde tanto Jesús como yo nos colocamos de forma estratégica, como si fuéramos reporteros de guerra, a un lado y otro del camino de forma que no se nos escapara la foto de ni uno sólo de los compañeros.
Poco a poco y uno tras otro fueron bajando, la mayoría montados sobre la bici y otros repitiendo una y varias veces e incluso posando para la foto, jejeje. El caso es que tras un rato de estar allí apostados esperando a los pocos que quedaban, nos dimos cuenta de que algo había pasado. Y así fue. A la bici del compañero Alberto (Alpafer), que casi cada seis meses nos acompaña en alguna de nuestras rutas, se le había estropeado el cambio trasero de forma que la cadena se le quedaba sin tensión y sin la posibilidad de utilizarlo con normalidad. Tras un buen rato tratando de buscar una solución que le permitiera continuar con la ruta, nos dimos cuenta de que era imposible improvisar una solución segura, por lo que acompañado de Rafa, Zarzo y un compañero más, Alberto se tuvo que dar media vuelta y deshacer el camino hacia Navacerrada, donde nos esperarían para el fin de fiesta.
Mientras tanto, los 30 restantes continuamos nuestro descenso hacia Los Molinos donde ya, habiendo descendido lo suficiente, nos metimos de lleno en la niebla y por lo tanto haciendo que la temperatura descendiera de manera muy acusada. Los buff, las chaquetas y todas aquellas prendas de las que nos deshicimos en la subida a la ladera del Chiquillo, volvieron de nuevo a su lugar apropiado a fin de mitigar lo más posible el frío y la humedad.
Aun con frío, nos acercábamos a uno de los puntos más divertidos de toda la ruta (si es que ir con Rubén no hace que cualquier punto de la ruta sea divertido). Tras cruzar la carretera que une Los Molinos con Guadarrama, nos adentramos por los senderos de la valla exterior de la Urbanización Vallefresnos, unos senderitos en sube-baja, al lado de la valla, con algún que otro paso curioso pero nada exigente que se pasan rápidos y que dejan en la cara una estupenda sonrisa. Sonrisa que se hace muchísimo mayor cuando, después de haber estado parado tratando de sacar fotos a casi todos los compañeros, y al reiniciar la marcha, te encuentras con Efrén (Diabolik, el diabóliko bicivolador) que te está esperando para, a toda velocidad marcarte los pasos en los escasos 300 metros que quedaban de sendero. ¡¡¡Qué 300 metros me has hecho pasar!!, grande, grande. Una rueda que aun siendo bastante difícil de seguir por la velocidad a la que va el tío, se hace sencillísima y a la vez espectacular. Insisto, ¡¡eres grande pequeño diabólico!!.
 Nada más pasar los senderos de la urbanización y tras cruzar la carretera que va de Collado Mediano a Guadarrama, atravesamos una zona pistera que nos llevará rápidamente a la entrada de las urbanizaciones de las proximidades de Collado Mediano donde nos espera el último objetivo del día: la subida del depósito.
Esta vez todos tratamos de hacer la subida por el camino alternativo que Javi había marcado en el track: ir hasta la salida del pueblo y a la altura de una señal amarilla con la leyenda “itinerario alternativo”, ascender por una calle cortada al final de la cual se abre un sendero que lleva directamente al primero de los depósitos.
En principio iba a ser yo el encargado de guiar el grupo calle arriba, pero lo complicado de atravesar la carretera por ese lugar y el ánimo de esperar a compañeros que iban algo atrasados y bastante petadetes por el esfuerzo, hizo que la mayoría, por no decir todos, se despistaran a la mitad de la calle y en vez de subir hasta arriba en busca del sendero, se dejaron guiar por una señal que indicaba dicho “itinerario alternativo”, con lo que al final hicieron la subida clásica por el camino de hormigón.
Mientras ellos luchaban con la subida, Javi, Roberto y yo subíamos por el sendero correcto, y mientras yo acompañaba a Roberto en su penar cuesta arriba, Javi se adelantó para coronar la subida al mejor estilo escalador. A mitad de la subida y tras la primera revuelta nos estaba esperando el otro Roberto (Murga), y 20 metros más allá vimos como Jesús bajaba también a interesarse por nosotros.
Con más pena que gloria acabamos culminando la subida, haciendo una pequeña reagrupación entre los pocos que se habían quedado a esperarnos y en apenas unos minutos nos pusimos en marcha para, deshaciéndonos de la niebla de nuevo, buscar el sol y el cielo despejado y azul camino de nuevo a Navacerrada. La verdad es que el cielo ayer tenía un color espléndido y el aire estaba limpio de verdad lo que hacía que la sierra se viera nítidamente. Incluso la bola del mundo parecía estar mucho más cerca de lo habitual.
El camino desde la subida del depósito hasta Navacerrada es un camino rompepiernas que en esta época del año está bastante encharcada. Y no son unos charquitos normales, no, son unas pedazo de lagunas que la anterior vez que pasamos por aquí, al tratar de atravesar uno de ellos por su parte central, me di cuenta de que la bici se sumergía hasta casi cubrir el eje de pedalier.
Las ganas de llegar ya a la Plaza del Gargantón nos hizo aumentar la velocidad en este tramo con lo que en un decir amén ya estábamos atravesando la carreta que da acceso a las urbanizaciones de la entrada del pueblo de Navacerrada. Un pequeño contratiempo en el freno delantero de la bici de Nacho nos hizo parar un instante al cabo del cual ya estábamos manos a la obra y a escasos 2 km del fin de la ruta.
En nada llegamos a la Plaza, y tras recoger y cargar nuestras bicis nos dirigimos a la parte más importante de la ruta de ayer: las cervecitas en el bar “El Porrón” donde disfrutar de una charlita amena a la luz y el calorcito del sol y tomarnos unas cervecitas acompañadas de los maravillosos torreznos del lugar. Allí nos estaban esperando los compañeros que se tuvieron que dar la vuelta y juntos disfrutamos de un ratejo aún mucho más ameno si cabe.
Al cabo de un momento nos despedimos entre abrazos y buenos deseos y con el ánimo de seguir compartiendo mañanas tan maravillosas como las de ayer.

Así pues, a todos y todas los compañeros y compañeras, LOS SIN PEDROLOS MEJOR OS DESEAMOS QUE TENGÁIS UNA MUY FELIZ NAVIDAD EN COMPAÑÍA DE VUESTRAS FAMILIAS Y AMIGOS Y OS PEDIMOS POR FAVOR QUE NO OS OLVIDÉIS DE SER FELICES.
Además, a todos los que no os veamos la semana que viene, ESPERAMOS QUE TENGÁIS UNA MARAVILLOSA ENTRADA DE AÑO Y QUE EL 2.013 OS TRAIGA TODO AQUELLO QUE OS HAGA FELICES, PERO ANTE TODO QUE NO OS FALTE NI SALUD NI EL AMOR Y EL CARIÑO.
BESOS Y ABRAZOS PARA TODOS Y MUCHÍSIMAS GRACIAS POR COMPARTIR CON NOSOTROS UNAS MARAVILLOSAS MAÑANAS HACIENDO UNA DE LAS COSAS QUE MÁS NOS GUSTA: DAR PEDALES.

                                                                 Fotos de Jesus
                                                          Fotos de Ruben (Karpov)
                                                               Fotos de RaFaRu
                                                               Fotos de JuanCar
                                                           Fotos de Raul (yiyirul) 

domingo, 16 de diciembre de 2012

La vuelta al Soto de Viñuelas

 Crònica de JuanCar

Nuestra ruta prevista esta vez ha sido dar la vuelta a la tapia del Soto de Viñuelas saliendo desde el aparcamiento de la estación de cercanías de Tres Cantos.
El Soto de Viñuelas, también conocido como Monte de Viñuelas es una finca particular que desde tiempos inmemoriales ha tenido muchos y variados propietarios, desde el Rey Sancho IV de Castilla allá por el siglo XIII hasta la actual Sociedad Anónima “Soto de Viñuelas” que gestiona los servicios del Castillo y sus alrededores, pasando por mariscales, condes, marquesas y marqueses e incluso los reyes Carlos I, Carlos III, Carlos IV, etc, no faltando entre sus dueños el Banco de Santander, accionista mayoritario de la sociedad que lo gestiona actualmente. No hace muchos años, el Ayuntamiento de Madrid, al cual pertenece, trató de comprarlo al banco por 180 millones de euros.


La penúltima propiedad del  Soto y del Castillo de Viñuelas fue del duque del Infantado Joaquín de Arteaga que reformó y adecentó el castillo. En época de la guerra civil, el castillo fue uno de los cuarteles del ejército republicano, y al terminar la guerra, el dictador Franco lo utilizó como residencia temporal hasta que estuviera definitivamente reformado el palacio de El Pardo.
El soto de Viñuelas es básicamente un conjunto de dehesas de encinares prolongación de los montes del Pardo y separado de él por la M-607 o autovía de Colmenar. Es una finca vallada de 3.000 hectáreas que reúne importantes valores ecológicos, ya que hay censadas varias parejas de águila imperial por lo que recibió la declaración de Zona Especial de Protección de Aves, paisajísticos y artísticos gracias esto último al castillo que alberga.

Está integrado en el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares, aunque los únicos arroyos que lo atraviesan, el arroyo de Viñuelas o Arroyo del Bodonal y el Arroyo Valdelamasa que desemboca en el anterior, son afluentes del río Jarama y no del Manzanares.
Así pues, tras esta introducción para añadir algo de culturilla general a la crónica y alimentar de más datos la cabeza de nuestro gran Maestro Marek, decir que lo que en principio presumíamos que iba a ser una ruta casi en familia, al final, y como viene siendo costumbre últimamente, se ha convertido en una buena reunión de un buen grupo de amigos. Y es que los 8 o 10 que éramos el jueves por la noche, se convirtieron en 18 en el punto de salida.
Como es costumbre también, paso a nombrar a todos y cada uno de los asistentes: Javi (Marek), Jesús (Terminal), Nacho (Gorcam), Roberto (Murga), Pachi, Pablo, Amador (Cronos), Javi (Javi Villalba), Ángel (Arrojo), Alberto (Peke), Javi (Jablan), Rafa (RaFaRu), Alex (Panclio), Rodrigo (Glabre), Javichu, Roberto (Neo_Neo), Roberto y yo, JuanCar.
La mañana se levantó fresca, no hacía demasiado frío, pero al airecito que corría y que no nos abandonó en toda la mañana hacía que la sensación térmica fuera mucho menor que la temperatura real que hacía. Además, el sol parecía que quería acompañarnos, y no íbamos a ser nosotros los que nos íbamos a negar  que apareciera.
A las 9:08, y tras los saludos de rigor, las bromas tempraneras sobre todo con los que hacía muchísimo tiempo que no nos veíamos, y las presentaciones oficiales con los amigos que venían por primera vez, salíamos del aparcamiento camino a nuestro destino: la tapia del Soto de Viñuelas.
La verdad es que en el punto de salida se ha echado de menos a algunos de los que últimamente son ya habituales, pero sobre todo, y durante toda la ruta, se ha echado de menos a nuestro Jose Mota de Velilla (aka Karpov, aka Rubén…como dice RaFaRu). Y es que la costumbre de ir escuchando los chascarrillos manchegos hace que cuando no los tenemos parezca que la ruta no es del todo completa, jejejeje.
Pues bien, tras recorrer las calles de Tres Cantos, siempre cuesta abajo, que ya es de agradecer una ruta que empiece así, y tener que pararnos una primera vez por problemas técnicos en la mochilla de Nacho, salimos a la pista que nos conduce a la tapia no sin antes atravesar un pequeño arroyo al que alguno le ha cogido cariño y lo ha atravesado dos veces para poder salir en la foto, ¿verdad Ángel?.
Tras una primera pequeña reagrupación en la que Nacho decide vaciar por completo la bolsa de agua de su mochila para que no pierda más, partimos todos juntos a buscar la primera cuesta de la mañana, aquella que en dos tramos, nos lleva a la parte alta del camino que se dirige directamente a las pistas del Canal Bajo del Canal de Isabel II, pero ese no era nuestro objetivo en esta ocasión, y en un punto determinado, y antes de atravesar la cancela que da acceso a las pistas del canal, nos desviamos a la derecha por un pequeño repecho, camino de la tapia del Soto.
Tras un conjunto de sube-bajas sin demasiada dificultad ni técnica ni física, nos reagrupamos pendientes en todo momento de Roberto, un nuevo compañero que se nos ha sumado el dia de hoy y que venía penando por detrás. Ha sido un día duro para él, pero de éstas todos hemos tenido nuestra dosis y seguro que en las próximas podrá sufrir menos y disfrutar mucho más.
De repente nos damos cuenta de que nos falta alguien: Rodrigo no había girado a la derecha en el desvío y se había ido a buscar las pistas del canal. Llamadita de teléfono para reconducir la situación y enseguida de nuevo todos juntitos para continuar camino.
Nada más reagrupar, nos espera una bajadita que en épocas más calurosas es hasta divertida de bajar, un trozo de pista algo roto y con piedras, que tras las lluvias de los pasados días se ha quedado bastante impracticable y que nos obliga a buscar una alternativa más cercana a la tapia de forma que no hundamos nuestras cubiertas en el barro.
Tras esta bajada, la correspondiente subida. Una rampa de algo más de 300 metros que si no la conoces puedes tomarla con poca paciencia y echar el resto de tus fuerzas allí. Afortunadamente, todos tuvimos la suficiente paciencia como para no dejarnos la vida allí y acabar en lo alto con una sonrisa en la cara.
En este punto comentamos el estado del terreno. Afortunadamente el tipo de suelo del Soto de Viñuelas no es arcilloso, porque de serlo, hubiéramos sufrido de lo lindo. El terreno es más bien granítico, se forma una especie de pasta que aunque no se embota en las ruedas, sí que lastra y se pega como si fuera velcro, y ésta fue la única verdadera dificultad de la ruta, ya que la vuelta a la tapia del Soto no es especialmente dura ni por el desnivel acumulado ni por el nivel técnico ni físico necesario. Eso sí, para los que odiamos los continuos sube-baja no es la mejor ruta que digamos.
En fin, el caso es que tras la reagrupación en ésta segunda subida digna de llamarse así, continuamos nuestro camino en dirección a la urbanización Ciudalcampo. Antes de llegar a las calles de dicha urbanización, atravesamos un sendero muy divertido que en un primer momento es más bien llano y que va aumentando su pendiente conforme se acerca a Ciudalcampo. Éste es el punto que quizá más me gusta de toda la ruta. Los paisajes se van abriendo y las dehesas se muestran en todo su esplendor. Además, a mí, eso de rodar entre la vegetación y por senderitos nada complicados y con sus curvitas, sus peraltes y sus pequeñas rampitas, me gusta y mucho.
Tras una nueva reagrupación al final del sendero, atravesamos ya en grupo compacto las calles de la urbanización observando las casas que se gastan algunos…aquí seguro que la crisis no es tal. En fin, son otros mundos que obviamente no son los nuestros. La salida de la urbanización la hacemos al lado del punto geodésico, punto desde el cual, y en días despejados (que ayer no era el caso), se puede observar la cercana sierra de Madrid en todo su esplendor.
Desde este punto y hasta llegar a la siguiente urbanización, llamada Fuente del Fresno, se abre una pista en muy buenas condiciones, con un terreno excelente y casi llano que nos invita a darle zapatilla al pedal. Las vistas, la temperatura tan agradable y los pequeños piques entre  algunos de nosotros, hacen que al llegar a la valla de entrada a la urbanización tuviéramos de nuevo que reagrupar para cruzar por las calles de forma unida.
Una vez más, juntos callejeamos por Fuente del Fresno, poniendo el broche final la bajada por un pequeño senderito pegado a la tapia del Soto que termina con una rampa bastante fuerte que alguno, venciendo nuestros “miedos”, conseguimos bajar subidos encima de la bici.
Una reagrupación más para atravesar juntos el puente de madera sobre el arroyo Viñuelas que alguno se plantea cruzar encima de la bici. Lógicamente todos desistimos cualquier posibilidad de atravesar el arroyo (casi río), ya que aparte de llevar bastante agua, el ancho a la altura del puente es más que considerable y las posibilidades de acabar con los pies mojados es muy alta.
Tras pasar el puente del arroyo, nos espera una de las subidas más considerables de la ruta. Subida que nos lleva directamente hasta la Dehesa Boyal (llamada así porque allí pastaban libres los bueyes de labranza). La subida se le atraganta a más de uno que gracias a las roderas traicioneras características de esta subida dan con sus huesos en el suelo pero sin más consecuencias. Afortunadamente Rober (Neo) y Alex no se han hecho nada y podemos continuar sin más problemas.
Es tras la subida a la dehesa Boyal, a la altura del Polideportivo de San Sebastián de los Reyes donde decidimos hacer la foto de grupo y avituallarnos de barritas, plátanos, chocolate, pan de higo, higos secos mientras seguimos entre bromas y buen rollo.
Es en este punto en el que decidimos que en vez de pasar por la puerta del polideportivo, íbamos a continuar siguiendo la tapia del Soto. Yo, por mi parte, era la primera vez que lo iba a hacer así, y realmente me pareció mucho más bonito ir pegado a la dehesa que atravesar la zona del Polideportivo que siempre y no sé por qué razón, siempre está en obras. De todas formas, al final los caminos se unen, y tras subir de nuevo una buena cuestecilla que nos conduce a la puerta del cementerio, volvemos a reagrupar con la esperanza de que Roberto, ya medio desfallecido no piense en desistir de nosotros para siempre.
 Desde el cementerio de Tres Cantos, y no sin cierto peligro ya que hay que ir por el arcén de la autovía durante unos 200-300 metros, sólo nos queda rodar por asfalto, carril bici y calles hasta llegar de nuevo al lugar de partida en un tiempo de poco más de tres horas y media. Un ritmo muy tranquilo y relajado y que nos ha permitido a muchos disfrutar realmente de una gran mañana que aparte de soleada, ha estado fresquita y llena de muy buen rollo.
No eran aún las 13:00 cuando unos cuantos de nosotros estábamos dando cuenta de una buena jarrita de cerveza comentando las jugadas de la mañana, hablando del Barça-Atleti, y haciendo planes ya para la próxima ruta de nuestro calendario y que servirá como ruta de reunión navideña de todos cuantos amigos os queráis acercar con nosotros a disfrutar de una gran mañana de MTB: La III ruta de los polvorones que saldrá y llegará a la plaza del Gargantón en Navacerrada. Pero eso será dentro de siete días. Ahora a disfrutar del buen sabor de boca que nos ha dejado nuestra vuelta al Soto de Viñuelas en compañía de un montón de buenos amiguetes.
                                                                         Fotos de Jesus
                                                                       Fotos de JuanCar
                                                                       Fotos de RaFaRu
                                                                       Las fotos de Alex