Crónica de JuanCar
Es la segunda crónica en la que
me da por el lado cultureta para introducir la narración de lo que sucedió. Hoy
toca aprender algo sobre los polvorones. No está mal, ¿verdad?.
La palabra Polvorón tiene la
misma raíz que la palabra Polvo (sin hacer chistes, por favor, jejeje). La
palabra Polvo proviene del latín pulvis,
que tiene exactamente el mismo significado que polvo. La terminación pulvis pasó a pulvo para representar el género masculino de la palabra. La “u” tónica
de pulvis pasó a “o” de polvo, como lupum paso a lobo y humerus pasó a hombro. El genitivo de pulvis es
pulveris y de ahí nació la palabra pólvora, y añadiendo el aumentativo –on,
aparece la palabra polvorón. Por lo que un polvorón no es más (etimológicamente),
que un polvo muy grande (jajaja).
Vamos a ver. Saquemos
conclusiones de esto. Un polvorón es un polvo grande, o sea, un polvazo, y
además es lo mismo que la pólvora…vaya, vaya. Me parece a mí que ya sé por qué
a más de uno los polvorones que desayunamos ayer a las 9:00 de la mañana en la
Plaza del Gargantón de Navacerrada, le jodieron bastante y además le sentaron
como un tiro (con pólvora), jejeje.
Sabiendo además que polvorón y
polvazo es más o menos lo mismo, ¿qué narices hicimos ayer dando pedales?.
Acaso la ruta de los polvorones no debería de haber sido la “ruta de los
polvazos”…en fín, dejémoslo no sea que acabemos hablando de lugares de mal
vivir…
Por otra parte, la historia de
los mantecados y polvorones en España data del siglo XVI. El origen de estos
dulces es exactamente el mismo que las doce uvas de Nochevieja. El consumo de
estos productos se debe a un exceso de producción en las cosechas.
Concretamente el hecho tuvo lugar en Andalucía, unos dicen que en Antequera y
otros que en Estepa a raíz de un elevado excedente de trigo y de manteca de
cerdo. Abundando un poco más, los ingredientes básicos tanto de los mantecados
como de los polvorones son la harina de trigo, grasa de cerdo y azúcar. La
mayor diferencia entre uno y otro es que en el polvorón encontramos almendras y
en los mantecados no. Los polvorones se consumen casi exclusivamente en
Navidad
mientras que los mantecados se consumen en muchas regiones españolas durante
todo el año, sobre todo en el desayuno…..¡¡¡cachis, ayer nos equivocamos!!!, en
vez de abrir la caja de polvorones para desayunar, deberíamos de haber abierto
la de mantecados…quizá por eso el Chiquillo se nos atragantó más de lo normal…
En fin, que dejémonos ya de
cultura baratilla y pasemos a lo que nos importa: la ruta de ayer.
No sé si os pasará a vosotros,
pero cuando llega la mañana del día de una ruta en la que sabemos que van a
acudir mogollón de amigos, a mí se me pone una especie de nudo en el estómago.
Una mezcla entre la alegría de ver a tantos amigos y amigas juntos, y entre una
cierta responsabilidad por ser los “culpables” de que tantas personas se den
cita en un mismo sitio a la misma hora para disfrutar todo lo posible.
La mañana se preveía divertida:
Ángel y algún que otro compañero con gorritos de Papá Nöel, algún otro con la
bici adornada con cintas de Navidad, Rafa con el caso adornado con unos
magníficos cuernos de reno, botellas de sidra y cajas de polvorones abiertas ya
a las 8:50 de la mañana…en fin, una delicia para los que como yo disfrutamos de
ver a los amigos pasarlo bien.
A las 9:05 comenzamos a dar
pedales y yo, a cola de pelotón me encargué de contar a tod@s los asistentes:
¡¡34!!. Impresionante convocatoria. Realmente desde atrás, parecíamos un
verdadero pelotón. Lástima que hubo compañeros y compañeras que no pudieron
unirse a la fiesta, unos por compromisos, otros por no encontrarse físicamente
bien. A todos ellos, los que no pudieron acercarse, que sepáis que os tuvimos
muy presentes y que a todos y cada uno de vosotros se os echó muchísimo de
menos.
La ruta que nos había preparado
nuestro pequeño gran maestro Javi-Marek, salía de la plaza del Gargantón y tras
callejear por Navacerrada, salía, atravesando la carretera del Puerto, hacia el
camino que sube por la ladera del Chiquillo. ¡¡Vaya manera de empezar!!; así,
en frío, con la sidrita y los polvorones dando vueltas por el estómago, subir,
subir y subir hasta que el pueblo de Navacerrada se va quedando allí abajo como
una maqueta del ibertrén (no sé si los más jovenzuelos sabréis lo que es; si
no, se lo preguntáis a vuestros padres, jejeje). La primera subida aunque dura,
se hizo bastante amena gracias al ambiente de todo el mundo tratando de pasarlo
lo mejor posible y los chascarrillos manchegos del ya casi imprescindible Rubén
(karpov, aka Jose Mota de Velilla). Y es que, ¡¡qué potencia vocal tiene el
muchacho!!...a nada que se lo propone su voz resuena en todo el monte, ¡juas!
El primero de los dos tramos casi
se cobraba ya una primera víctima, Jose Antonio (Ballesteros), pagaba las consecuencias
de sus molestias gástricas de los días pasados y teníamos que detener la marcha
ya que a más de uno nos dio la impresión de que muy probablemente se tenía que
dar la vuelta de nuevo hacia Navacerrada. Afortunadamente se fue recuperando
poco a poco y tras un rato sentado en el suelo rehaciéndose de sus mareos y sus
gases, pudimos continuar subiendo por la ladera del chiquillo (que más que
chiquillo es un adulto en toda regla), pero eso sí, acompañando a Jose haciendo
empujabike en el segundo de los tramos de subida.
Las vistas desde lo alto eran
espectaculares. Pudimos disfrutar de un magnífico mar de nubes que a todos nos
dejó alucinados. Ver las nubes a tus pies, sólo rotas por los picos de los
montes más elevados de los valles fue un espectáculo visual digno de disfrutar.
Tan sólo nos fastidiaba (pero muy poco, la verdad), saber que cuando bajáramos
nos íbamos a encontrar con ese mar de nubes convertido en niebla. Pero mientras
tanto, desde allí a lo alto, lo mejor era disfrutar del sol y del paisaje.
Nada más coronar el tramo del
Chiquillo que nos habíamos propuesto subir, enfilamos monte abajo, con la
mayoría de nosotros haciendo un auténtico cross-country entre los pinos para
desembocar de nuevo en la carretera del puerto de Navacerrada a la altura de la
Fonda Real. Una vez reagrupados todos, seguimos el camino hacia Cercedilla
dejando a nuestra derecha la pista que lleva hacia Navalmedio y que en otras
ocasiones tomamos para dirigirnos al tramo final del miedo, los senderos de
Navalmedio y el Calvario.
Esta vez cogimos un senderito que
a veces supone la alternativa al GR-10 y que confluye con él a mitad de camino
entre la Fonda Real y la entrada a Cercedilla. El senderito es muy facilito de
bajar, ideal para estas rutas con tanta afluencia de bikers, rápido y sin
ninguna dificultad ni técnica ni física. Eso sí, un compañero pinchó justo en
el tramo que el sendero desembocaba en la pista que a su vez, y en sentido
contrario, se toma para afrontar el Calvario.
El pinchazo del compañero (no sé
realmente quién fue el que pinchó), causó que nos reagrupáramos en la entrada
de Cercedilla a la espera de que se
resolviera la avería. Aún no habíamos bajado lo suficiente para entrar de lleno
en la niebla con lo que el calorcillo de sol de la mañana y la charla amigable
nos hicieron la espera muy llevadera. Aun así, viendo la posible tardanza de la
reparación, un grupo decidimos ir abriendo camino y dirigirnos por las calles
de Cercedilla hacia el próximo punto divertido de la jornada: la bajada de la
Ermita donde tanto Jesús como yo nos colocamos de forma estratégica, como si
fuéramos reporteros de guerra, a un lado y otro del camino de forma que no se
nos escapara la foto de ni uno sólo de los compañeros.
Poco a poco y uno tras otro
fueron bajando, la mayoría montados sobre la bici y otros repitiendo una y
varias veces e incluso posando para la foto, jejeje. El caso es que tras un
rato de estar allí apostados esperando a los pocos que quedaban, nos dimos
cuenta de que algo había pasado. Y así fue. A la bici del compañero Alberto
(Alpafer), que casi cada seis meses nos acompaña en alguna de nuestras rutas,
se le había estropeado el cambio trasero de forma que la cadena se le quedaba
sin tensión y sin la posibilidad de utilizarlo con normalidad. Tras un buen rato
tratando de buscar una solución que le permitiera continuar con la ruta, nos
dimos cuenta de que era imposible improvisar una solución segura, por lo que
acompañado de Rafa, Zarzo y un compañero más, Alberto se tuvo que dar media
vuelta y deshacer el camino hacia Navacerrada, donde nos esperarían para el fin
de fiesta.
Mientras tanto, los 30 restantes
continuamos nuestro descenso hacia Los Molinos donde ya, habiendo descendido lo
suficiente, nos metimos de lleno en la niebla y por lo tanto haciendo que la
temperatura descendiera de manera muy acusada. Los buff, las chaquetas y todas
aquellas prendas de las que nos deshicimos en la subida a la ladera del
Chiquillo, volvieron de nuevo a su lugar apropiado a fin de mitigar lo más
posible el frío y la humedad.
Aun con frío, nos acercábamos a
uno de los puntos más divertidos de toda la ruta (si es que ir con Rubén no
hace que cualquier punto de la ruta sea divertido). Tras cruzar la carretera
que une Los Molinos con Guadarrama, nos adentramos por los senderos de la valla
exterior de la Urbanización Vallefresnos, unos senderitos en sube-baja, al lado
de la valla, con algún que otro paso curioso pero nada exigente que se pasan
rápidos y que dejan en la cara una estupenda sonrisa. Sonrisa que se hace
muchísimo mayor cuando, después de haber estado parado tratando de sacar fotos
a casi todos los compañeros, y al reiniciar la marcha, te encuentras con Efrén
(Diabolik, el diabóliko bicivolador) que te está esperando para, a toda
velocidad marcarte los pasos en los escasos 300 metros que quedaban de sendero.
¡¡¡Qué 300 metros me has hecho pasar!!, grande, grande. Una rueda que aun
siendo bastante difícil de seguir por la velocidad a la que va el tío, se hace
sencillísima y a la vez espectacular. Insisto, ¡¡eres grande pequeño
diabólico!!.
Nada más pasar los senderos de la
urbanización y tras cruzar la carretera que va de Collado Mediano a Guadarrama,
atravesamos una zona pistera que nos llevará rápidamente a la entrada de las
urbanizaciones de las proximidades de Collado Mediano donde nos espera el
último objetivo del día: la subida del depósito.
Esta vez todos tratamos de hacer
la subida por el camino alternativo que Javi había marcado en el track: ir
hasta la salida del pueblo y a la altura de una señal amarilla con la leyenda
“itinerario alternativo”, ascender por una calle cortada al final de la cual se
abre un sendero que lleva directamente al primero de los depósitos.
En principio iba a ser yo el
encargado de guiar el grupo calle arriba, pero lo complicado de atravesar la
carretera por ese lugar y el ánimo de esperar a compañeros que iban algo
atrasados y bastante petadetes por el esfuerzo, hizo que la mayoría, por no
decir todos, se despistaran a la mitad de la calle y en vez de subir hasta
arriba en busca del sendero, se dejaron guiar por una señal que indicaba dicho
“itinerario alternativo”, con lo que al final hicieron la subida clásica por el
camino de hormigón.
Mientras ellos luchaban con la
subida, Javi, Roberto y yo subíamos por el sendero correcto, y mientras yo
acompañaba a Roberto en su penar cuesta arriba, Javi se adelantó para coronar
la subida al mejor estilo escalador. A mitad de la subida y tras la primera
revuelta nos estaba esperando el otro Roberto (Murga), y 20 metros más allá
vimos como Jesús bajaba también a interesarse por nosotros.
Con más pena que gloria acabamos
culminando la subida, haciendo una pequeña reagrupación entre los pocos que se
habían quedado a esperarnos y en apenas unos minutos nos pusimos en marcha
para, deshaciéndonos de la niebla de nuevo, buscar el sol y el cielo despejado
y azul camino de nuevo a Navacerrada. La verdad es que el cielo ayer tenía un
color espléndido y el aire estaba limpio de verdad lo que hacía que la sierra
se viera nítidamente. Incluso la bola del mundo parecía estar mucho más cerca
de lo habitual.
El camino desde la subida del
depósito hasta Navacerrada es un camino rompepiernas que en esta época del año
está bastante encharcada. Y no son unos charquitos normales, no, son unas
pedazo de lagunas que la anterior vez que pasamos por aquí, al tratar de
atravesar uno de ellos por su parte central, me di cuenta de que la bici se
sumergía hasta casi cubrir el eje de pedalier.
Las ganas de llegar ya a la Plaza
del Gargantón nos hizo aumentar la velocidad en este tramo con lo que en un
decir amén ya estábamos atravesando la carreta que da acceso a las
urbanizaciones de la entrada del pueblo de Navacerrada. Un pequeño contratiempo
en el freno delantero de la bici de Nacho nos hizo parar un instante al cabo
del cual ya estábamos manos a la obra y a escasos 2 km del fin de la ruta.
En nada llegamos a la Plaza, y
tras recoger y cargar nuestras bicis nos dirigimos a la parte más importante de
la ruta de ayer: las cervecitas en el bar “El Porrón” donde disfrutar de una
charlita amena a la luz y el calorcito del sol y tomarnos unas cervecitas
acompañadas de los maravillosos torreznos del lugar. Allí nos estaban esperando
los compañeros que se tuvieron que dar la vuelta y juntos disfrutamos de un
ratejo aún mucho más ameno si cabe.
Al cabo de un momento nos
despedimos entre abrazos y buenos deseos y con el ánimo de seguir compartiendo
mañanas tan maravillosas como las de ayer.
Así pues, a todos y todas los
compañeros y compañeras, LOS SIN PEDROLOS MEJOR OS DESEAMOS QUE TENGÁIS UNA MUY
FELIZ NAVIDAD EN COMPAÑÍA DE VUESTRAS FAMILIAS Y AMIGOS Y OS PEDIMOS POR FAVOR
QUE NO OS OLVIDÉIS DE SER FELICES.
Además, a todos los que no os
veamos la semana que viene, ESPERAMOS QUE TENGÁIS UNA MARAVILLOSA ENTRADA DE
AÑO Y QUE EL 2.013 OS TRAIGA TODO AQUELLO QUE OS HAGA FELICES, PERO ANTE TODO
QUE NO OS FALTE NI SALUD NI EL AMOR Y EL CARIÑO.
BESOS Y ABRAZOS PARA TODOS Y
MUCHÍSIMAS GRACIAS POR COMPARTIR CON NOSOTROS UNAS MARAVILLOSAS MAÑANAS
HACIENDO UNA DE LAS COSAS QUE MÁS NOS GUSTA: DAR PEDALES.
Fotos de Jesus
Fotos de Ruben (Karpov)
Fotos de RaFaRu
Fotos de JuanCar
Fotos de Raul (yiyirul)
1 comentarios:
buena cronica buenos retratos, infinidad de gente, que mas se puede pedir para una ruta de domingo en la mañana, cuando lo sepais me lo decis porfa.
saludos
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