domingo, 10 de febrero de 2013

Bajamos la trialera de Alpedrete

Cronica de JuanCar              
Ésta es quizá una de las rutas más sencillas que se puede hacer por la zona baja de la sierra de Guadarrama. Poco desnivel, una distancia aceptable, y un poco de todo para los amantes de la variedad: mucha pista, algunas rampas complicadas, algo de callejeo y una trialera final para acabar con buen sabor de boca. Se dice que en la variedad está el gusto, y así debe ser, porque tal y como nos está sucediendo de unos meses a esta parte, la convocatoria de compañeros excedió los 20 participantes, 23 para ser exactos.
Lo que sí que soy incapaz es de hacer una lista de participantes y en esta ocasión lo voy a omitir ya que es tal la cantidad de compañeros nuevos de los que no conozco ni el nombre, que por no dejarles fuera de la lista, mejor no la hago.
Sólo decir que eran las 8:45 cuando los vicalvareños llegábamos al punto de quedada, un pequeño aparcamiento en la calle del Maestro de la localidad de Alpedrete. Cuando nosotros llegamos ya había una gran cantidad de compañeros preparándose para la ruta y sobre todo abrigándose. El frío era bastante intenso, y aunque en el termómetro de la calle aparecían 2º positivos, alguno comentó que la temperatura real no era esa, sino -2º C negativos, es lo que tiene el invierno.
Cuando todos estuvimos preparados para empezar, subimos a nuestras bicis, y a ritmo lento abandonábamos el parking camino de nuestro primer objetivo: Los Molinos. El ritmo al principio fue lento, quizá algo cansino, y es que calentar los músculos con el frío que hacía no era tarea fácil, aunque este ritmo lento nos estaba viniendo muy bien para charlar y bromear aunque hubo alguno que echó de menos los chascarrillos manchegos de nuestro particular Jose Mota de Velilla.
La salida de Alpedrete la hicimos callejeando y pisteando por las urbanizaciones exteriores al pueblo. Pista en buen estado pero con multitud de charcos formados con las últimas lluvias y nieves que afortunadamente no dejan de caer en las últimas semanas por esta parte de la sierra. Y ojalá que no pare, que como hemos visto en otras rutas durante el invierno, falta hace para que los campos resurjan y los embalses se vayan llenando poquito a poco. De momento ya se nota el verdor en los campos y la abundancia de agua por todas partes presagia, de seguir así, una primavera fantástica.
A los pocos kilómetros de Alpedrete la pista, que en este punto toma el nombre de “Camino de los Labajos”, gracias al arroyo que lo atraviesa, se introduce en el campo. Los charcos son más abundantes e incluso se ven lagunas a un lado y otro de la valla que separa al pista de los campos. Una de esas lagunas tiene, por lo visto, su propio nombre: Laguna de los Labajos, y está formado por el arroyo que antes nombraba.
El arroyo estaba desbordado, y el ritmo lento y relajado que llevábamos se interrumpía en ocasiones para que, a fila de a uno, cruzáramos los grandes charcos, unos montados en las bicis a riesgo de empaparnos, y otros buscando pasos por encima de las piedras por miedo a hundirse en el agua.
Así, poco a poco y sin prisa, llegamos a las inmediaciones de Guadarrama, pueblo por el que no pasaríamos, sino que rodearíamos en busca de la pista que nos llevara hacia Los Molinos. Atravesando urbanizaciones por su parte exterior, pequeños caminos, y pasando puentes sobre los arroyos y ríos, el más notable de ellos el puente sobre el río Guadarrama, enfilamos el camino a Los Molinos notando como el terreno se empezaba a empinar. La verdad es que la inclinación no era ni mucho menos incómoda, pero sabíamos que poco a poco aquello iba a cambiar y que la cosa se iba a poner un poco dura en unos pocos kilómetros.
El grupo, hasta el cruce del río se mantenía más o menos compacto, pero fue nada más atravesarlo que algunos empezaron a darle duro a las bielas y separarse algo de los más rezagados. Y es que basta que el terreno se incline para que comience la selección natural.
Algo que no nos abandonó en ningún momento fue el paisaje. La sierra totalmente cubierta de nieve y el cielo despejado de nubes eran la postal perfecta para nuestras fotos. La Bola del Mundo se veía como cubierta por una alfombra blanca y lisa, y al fondo, el Montón de Trigo, con su característica forma de cono, resaltaba entre las demás cumbres por verse totalmente cubierto de nieve.
Fue salir de las proximidades de Guadarrama, quizá por salir a campo más abierto y más cercano a la sierra, que empezó a soplar un desagradable viento de cara que hacía que no sólo costara más pedalear, sino que además hacía que la sensación térmica bajara unos cuantos grados la temperatura real. Menos mal que ahora tocaba subir y el frío lo íbamos a calmar con la calorcito que dan las rampitas.
Según nos acercábamos a Los Molinos el grupo se estiraba aún más, y es que el terreno ya tenía una inclinación suficiente como para que los más fuertes se fueran despegando. Aun así, la reagrupación en la cancela en la que dejamos la vía pecuaria por la que veníamos rodando desde Guadarrama para coger el “camino del Álamo” en dirección a Los Molinos hizo que la bajada “off road” que nos marcamos casi todos, la hiciéramos muy cerca unos de otros. La verdad es que salirse del camino es muchas veces un tanto arriesgado ya que no sabes muy bien qué es lo que te vas a encontrar. En nuestro caso se trataba de una pequeña “escapadita” por el campo próximo a la pista de los Álamos y que lo único que nos trajo fue pisar mucha agua y barro.
Una nueva reagrupación justo después de la primera “rampita” a la llegada a la primera urbanización de Los Molinos y enseguida, con aliento renovado, encarar la primera de las tres “rampitas” que nos esperaban por delante.
La primera de ellas, de aproximadamente 700 metros de longitud con una pendiente media de más del 7% rodea la valla de la urbanización a la que llegamos anteriormente. En ésta los más fuertes tiraron sin compasión y nos dejaron atrás a muchos de nosotros, que con más voluntad que fuerza, conseguimos coronar y esperar a los demás en un cruce de pistas desde el que se asomaba el siguiente tramo de subida.
El segundo tramo de subida, más técnico y complicado que el anterior tiene algo menos de 500 metros pero con una pendiente más elevada, cercana a los 8,5% de media, y salpicado de raíces y pequeños pasos que la hacen aún más complicada.
La salida de esta rampa desemboca en las calles de una urbanización donde los más fuertes estaban esperando a que llegáramos los demás.
Justo este lugar de reagrupación es el punto de salida de alguna que otra de nuestras rutas, por lo que la rampita que nos esperaba es bien conocida.
Sin terminar de esperar a los más retrasados por miedo a quedarnos congelados con el viento y el frío que venían a cuchillo bajando la pista de la Molinera (jejeje), tomamos el camino asfaltado que pasa por debajo de las vías del tren y que en un rampón de cerca del 12% pero con tan sólo 150 metros de longitud, nos llevaría a la parte más alta de la ruta y nos dejaría en la entrada del camino que nos conduce directamente a la localidad de Cercedilla.
A partir de aquí, salvo alguna rampita, todo lo que nos queda es bajar, y además, bajar de lo lindo. Una vez reagrupados, y con la advertencia de que en el camino hasta Cercedilla podríamos encontrar places de hielo, enfilamos el “Camino del Faro”, una especie de medio sendero, medio trialera con algún que otro paso curioso y algún pequeño escalón que nos deja justo en las calles de Cercedilla y que pasa justo por al lado del Puricelli que, obviamente, no cogemos.
Nada más entrar a Cercedilla y justo al lado de la estación, procedemos a nuestro momento “bocata”, y al cabo de un rato de mover la mandíbula y no sólo comiendo, decidimos ir en busca de la divertida bajadita de la Ermita. Son pocos los metros que separan la estación de la Ermita, y afortunadamente todos cuesta abajo. Jesús y yo nos adelantamos al resto para ir cogiendo posición, y al rato, según iban llegando todos, ambos disparábamos nuestras cámaras para retratar a todos convenientemente. Es la primera vez desde que paso por aquí (y ya van unas cuantas), que nadie, absolutamente nadie lo baja a pié, incluso hubo alguno que la bajó dos veces para salir bien en la foto.
La salida de Cercedilla la hacemos casi siempre por el mismo sitio, tomando una calle por la urbanización y cogiendo un bonito sendero entre robles que evita que rodemos todo el tiempo por asfalto. El senderito, a fila de a uno, lo pasamos sin complicaciones, y volviendo a la urbanización, nos lanzamos pista abajo hasta encontrarnos con el cauce del río Guadarrama que baja hasta los topes, a la altura de nuevo de Los Molinos, pero ahora por su parte sur.
Tras salir del casco urbano, tomamos rumbo, por la zona del matadero  hacia la urbanización “La Serranilla”. En este punto ya íbamos de nuevo todos en fila de a uno, cada cual a su ritmo ya que atravesar los senderos de La Serranilla, con sus dos primeros escalones y con algunas de las zonas con una cierta inclinación, aparte de que el sendero es bastante estrecho, no permite que lo pasemos de otra manera.
El paso por el sendero es rápido y se disfruta mucho, los requiebros, los taludes y algún que otro giro que a veces puede resultar inesperado, le dan un toque que mola y que siempre que pasamos por aquí hace que acabamos con una sonrisita en la cara.
Justo al acabar los senderos se produjo el único incidente de la jornada, Efrén, nuestro diabólico bicivolador pinchó la rueda trasera de su 29er que tuvo que reparar entre risas y cierto cachondeo. Una vez reparada la rueda, aprovechamos el parón para hacer la foto de grupo y continuar nuestro camino hacia la entrada de Collado Mediano por la vía pecuaria que por decirlo de una forma amable, estaba bastante mojada. Y es que los charcos y los arroyos se multiplicaban, los vadeos y los pies mojados, también.
El trayecto de la vía pecuaria termina en la glorieta de entrada de Collado Mediano a la altura de sus urbanizaciones. Tras una corta reagrupación, nos dispusimos a continuar por la pista que nos lleva al puente que atraviesa las vías del tren de cercanías por una cuesta, que no tiene ninguna dificultad ni técnica ni física, no sé por qué, pero se nos atraganta siempre un poco. Quizá sea porque venimos a buen ritmo, bajando desde hace bastantes kilómetros, y cualquier rampita nos molesta.
Mientras atravesábamos el puente nos damos cuenta de que sólo nos queda bajar la trialera de Alpedrete, y también nos damos cuenta de que una especia de concurso o competición de trial podría fastidiarnos la bajada. En ese momento pienso que si las motos están en nuestro camino, nos van a fastidiar la bajada, pero afortunadamente, según nos acercábamos a la zona en la que estaban compitiendo, lo único molesto fue el olor de la gasolina, porque estaban en una zona que no correspondía con nuestra ruta.
Casi en fila de a uno enfilamos la bajada de la trialera. Unos con más pericia y otros con más conocimiento fuimos negociando todos y cada uno de los pasos y escalones que las piedras y las rocas forman en la bajada. Al principio el paso es más complicado ya que hay un par de escalones que si lo piensas o vienes despacio, te fuerzan a que pongas el pié a tierra. Afortunadamente ése no fue mi caso ya que la rueda de Efrén me iba marcando la trazada perfectamente…hasta que le perdí de vista. Al cabo de un cierto tiempo de nuevo le vuelvo a ver: había reventado de nuevo la rueda trasera de su bici y no le quedaba más remedio que terminar de bajar la trialera andando…una lástima por él, la verdad, porque los demás acabamos disfrutando la bajada de lo lindo. Y es que no hay nada mejor para bajar que conocer el sitio por el que bajas.
La trialera termina en las urbanizaciones de Alpedrete. De aquí a los coches sólo nos quedaba callejear un par de kilómetros. Efrén andando y el resto montados llegamos por fin al punto de inicio de la ruta.
La hora un poco tardía (eran las 13:15), hizo que algunos tuviéramos que salir disparados hacia casa, pero me consta que más de uno y más de dos tuvieron su correspondiente opcional y creo que a base de unas buenas migas.
Así pues, una mañana muy divertida, con un grupo bastante numeroso de compañeros, unas vistas magníficas de la sierra nevada, bastante frío, y sobre todo mucha diversión…para no variar.
                                                                      Fotos de Jesus
                                                                     Fotos de JuanCar
                                                                     Fotos de Miguel
                                                                      Fotos de Santi 

0 comentarios:

Publicar un comentario