domingo, 20 de enero de 2013

Los 4 pueblos desde Manzanares

 Crónica de JuanCar


Últimamente la ruta que hacemos el fin de semana poco o nada tiene que ver con la que hemos estado debatiendo durante la semana. En un principio la ruta elegida iba a recorrer la zona de Colmenar del Arroyo y Robledo de Chavela, pero las condiciones meteorológicas que parecía iban a producirse nos hicieron decantarnos al final por una ruta más sencilla, cercana y que nos permitiera terminar lo más pronto posible.
La ruta elegida ha sido la de los cuatro pueblos: Manzanares El Real, Mataelpino, Becerril de la Sierra y Moralzarzal. Pero eso sí, variando, con respecto a las otras veces que la hemos hecho, el punto de inicio (y final) de la ruta. Para esta vez, Javi (Marek), había modificado el track de forma que empezáramos en la cola del embalse de Santillana, cerca de Manzanares, y que además no discurriera por las calles de Moralzarzal. A primera vista la ruta era (y es) de las más sencillas y suaves que hacemos, apenas 30 km y poco más de 300 metros de acumulado.  Cambiar el punto de quedada nos permitía, además, que justo el final de la ruta fueran unos cortos pero intensos senderitos seguidos de una pequeña trialerita final que nos dejaría justo al lado de los coches.
El único problema era que dejando los coches en pleno campo, no teníamos cerca ningún sitio para la posterior opcional…o sí, ya que contamos con unos cuantos expertos en la zona y sus lugares de restauración.
La semana, meteorológicamente hablando, tampoco nos estaba trayendo buenas noticias: la aparición de lo que los del tiempo llaman “ciclogénesis explosiva” y que debe ser algo muy moderno y que sólo pasa de unos años a esta parte, ya que yo cuando era chico sólo oía hablar de borrascas y anticiclones, se colaba en la península trayendo mogollón de frío, viento, lluvia o nieve. Y así parecía que iba a transcurrir el fin de semana, pero la previsión de nuestra página del tiempo favorita anunciaba una ventana de “tranquilidad” justo el domingo por la mañana, y justo el tiempo que nosotros necesitábamos.
Así pues, de ser unos poquitos apuntados y confirmados el jueves, pasamos de repente a ser más de 15 el sábado por la mañana y 19 apuntados el sábado por la noche. Al final nos presentamos 20 amigos y amigas en el punto de quedada; los nombres de quien nos presentamos son: Javi (Marek), Nacho (Gorcam), Alberto (Peke), Roberto, Jesús (Terminal), Pachi, Mariaje, Chani, Rodrigo (Glabre), Efren (Diabolik), Rubén (Karpov) Raúl (yiyirul), Miguel (Miguelín), Roberto (Murga), Jesús (Agila), Adri, Oscar y Ramón (amigos de Miguel), Amador (Cronos) y yo, Juan Carlos (JuanCar). Vamos, un tropel de bikers que incluso con la ciclogénesis en plena ebullición nos atrevimos a salir. No sé qué sucederá en primavera, quizá para ese tiempo tengamos que pedir permiso para atravesar los pueblos.
El caso es que estábamos ya todos preparados a las 9:00 de la mañana para salir dando pedales. Hacía un frío intenso, un viento bastante desagradable y nevaba, poco, pero nevaba. Los copos que caían eran los que el viento traía de la nevada de verdad que estaba cayendo en la sierra, la cual veíamos totalmente nevada y con un aspecto invernal digno de una postal.
Todos bien abrigaditos y con ganas de disfrutar la mañana, salimos de la zona de quedada, atravesando el puente sobre la cola del embalse de Santillana, camino de la rotonda de entrada a Manzanares El Real. Fue atravesar la rotonda y tomar las calles de la urbanización que desembocan en la pista de entrada a la Pedriza, y ya los más machacas nos llevaban casi 500 metros de ventaja. Los demás, mientras tanto nos tomábamos los primeros metros con parsimonia, calentando motores, aunque sinceramente, para esta ruta tampoco era necesaria mucha potencia.
La pista va bordeando la valla de La Pedriza, picando un poco hacia arriba, y en ese punto, los más machacas nos hacían el muelle a su antojo; incluso alguno se permitía bajar a cola de pelotón y volver a la cabeza sin que pareciera que le costara en absoluto.
La pista que circula por el borde de La Pedriza lleva hasta la Ermita de San Isidro, en el término municipal de Mataelpino. La distancia que separa La Pedriza de ese punto estaba repleta de agua; se notaba que el agua caída los días pasados estaba haciendo su efecto, hasta tal punto, que es maravilloso ver correr los arroyos como corrían ayer; el campo empapado y los charcos casi como lagunas. El vadeo de uno de los arroyos lo hicimos algunos con más dificultad que otros, e incluso hubo quien tuvo la tentación, y más que la tentación de catar la temperatura del agua metiendo los pies en él.
Hasta el momento la ruta transcurría con tranquilidad. Lo más o menos llano de los caminos, unido a que ya había dejado de nevar y de soplar el viento que nos atormentó a primera hora, facilitó que se empezaran a producir grupitos con sus conversaciones y sus bromas. Por encima de todos, como de costumbre cuando viene, Rubén (Karpov) y sus chascarrillos manchegos; tío, de verdad, no pierdas ese sentido del humor que tanto nos ameniza las rutas…eres un crack!!.
El paisaje era genial. Las cumbres de Navacerrada y La Pedriza totalmente nevadas y cubiertas de nubes que descargaban nieve en ese momento, el agua por todos los lados y el verdor de los campos junto con las buenas conversaciones y el buen rollo, hicieron que los primeros kilómetros pasaran casi sin enterarnos, y que enseguida estuviéramos ya en la Ermita de San Isidro y por tanto, ante la primera de las dos pequeñas subidas de la ruta: la que nos lleva a la urbanización “La Ponderosa de la Sierra” en el término municipal de Mataelpino.
El grupo, más o menos compacto, con cada uno en la posición dentro del grupo que suele ocupar, seguimos a un ritmo más o menos vivo y que permitía que nadie se descolgara demasiado y que las reagrupaciones fueran cortas. Por los caminos desde Mataelpino hasta Becerril siguieron las conversaciones y los comentarios acerca de lo bonita que estaba la montaña, mientras que al ir subiendo en altura, poco a poco empezaron a verse los campos cubiertos de un manto blanco; así, Becerril de la Sierra aparecía totalmente nevado, no con una nevada espectacular, pero si lo suficiente para que los coches, los tejados y los campos estuvieran totalmente blancos.
Atravesar las calles de Becerril fue una tarea un poco complicada. La nieve del borde de la carretera estaba congelada y más de uno tuvo que sufrir los patinazos de las cubiertas al pisarla. La noche anterior debió ser complicada aquí, sobre todo por el viento, ya que pudimos ver cómo éste había tumbado un gran árbol que a su vez se había llevado por delante un poste de la luz. Va a ser verdad que la ciclogénesis explosiva existe…
Enseguida, a buen ritmo, y prácticamente todos agrupados, abandonamos las calles de Becerril para ir poco a poco acercándonos a las inmediaciones de Moralzarzal. En esta ocasión no pasaríamos por su casco urbano, sino que siguiendo la modificación del track que hizo Javi, la rodearíamos para retomar el track original de la ruta de los cuatro pueblos a la salida del pueblo y ya en la vía pecuaria que lleva a Manzanares.
Una vez hubimos bajado la pequeña colina que hay a las afueras de Becerril, la nieve desapareció, y eso unido a que ya no hacía nada de viento y que en la lejanía veíamos como el cielo empezaba a abrir por el sur, hicieron que todos comentáramos el acierto de haber salido a rodar ya que nos estaba haciendo una mañana espectacular.
En las inmediaciones de Moralzarzal aprovechamos para parar a comer. Unas cuantas frutas, sándwiches y barritas después, hicimos la foto de grupo entre bromas y chascarrillos y con la duda de qué era esa especie de OVNI delante de la que estábamos y para la que no encontrábamos ninguna explicación razonable: se trataba de una especie de elevador con forma redonda en lo alto y a la que se accedía desde una escala interior…podría ser cualquier cosa, pero quizá lo más acertado es que sea un soporte de antenas…enorme, pero un soporte al fin y al cabo.
Unos minutos después, ya estábamos encima de nuestras bicis en grupo casi compacto, con destino a la vía pecuaria de salida de Moralzarzal. Una vez allí, el terreno, que pica hacia arriba, empieza a hacer una selección natural entre los más y los menos fuertes, aunque, a diferencia de otras ocasiones en las que nos hemos juntado grupos numerosos, las diferencias no estaban siendo tan grandes.
Una vez coronada la subida de la vía pecuaria, y en lo alto, nos encontramos ante un mirador natural sobre la falda de la sierra y sobre Manzanares El Real. Lástima que las nubes no nos dejaran ver con toda claridad el paisaje, porque las vistas desde allí son francamente espectaculares.
Desde este punto ya sólo queda bajar. La bajada se podría dividir en tres zonas. Una primera por pista en la que la única dificultad es abrigarse del intenso frío que se produce por culpa de la velocidad. Una segunda zona, de senderitos entre arroyos llenos de agua que todos o casi todos pudimos disfrutar con mayor o menor gozo, y una última parte de pequeña trialera que nos llevará directamente hasta el lugar donde estaban aparcados los coches.
La bajada es para todos los gustos. Poca complicación, e incluso nula, ya que existe la opción de poder bajar por pista sin atravesar ni los senderos ni la trialera. Eso sí, las piedras sueltas y las puntiagudas que abundan hacen que vayas con la precaución que merecen. Y si no que se lo cuenten a Jesús (Agila), que probablemente en una de esas piedras destalonó su rueda trasera perdiendo todo el aire. Afortunadamente estábamos ya en los coches y no fue necesaria una reparación.
La llegada a los coches se produjo 3 horas exactas después de haber empezado, justo lo previsto para ir a tomar una cervecita y hacer una buena opcional en algún sitio cercano. Así, hubo compañeros y compañeras que decidieron que se iban a sus casas, mientras que todos los demás, la mayoría, nos dispusimos a seguir a Rubén (Karpov) a un barecillo que él conocía en la carretera de Cerceda.
Tras un pequeño fallo con el GPS cerebral de Karpov que hizo que nos equivocáramos de calle, todos acabamos encontrando el sitio correcto, un curioso bar en el que nos tomamos un par de rondas a la salud de Jesús (Agila), la primera, y a la de Miguel la segunda…gracias por la invitación, compañeros.
El porqué de lo peculiar del bar es bien sencillo. Un bar chiquitito, que nosotros solos lo llenábamos. Un paisano de esos de mejillas rojas, sanote él, que junto con cervezas y refrescos vende los productos de su huerta y embutidos que según Rubén los trae de la zona de León: chorizo, cecina, jamón… Todo en un ambiente ciertamente entrañable en el que destacaba una estufa de leña de las de toda la vida, una sola mesa con tres sillas, idénticas a las que yo recuerdo en casa de mi abuela hace 35 años, y un olor a pueblo de verdad…el olor de la leña quemándose en la estufa. Si a todo eso le 
añadimos los deliciosos torreznitos que nos puso de tapa y los trocitos de queso que corrieron por allí, se puede decir que la opcional fue de las buenas; yo diría de la excelentes…gracias Rubén por enseñarnos el sitio; en primavera y verano tiene que ser un sitio genial ya que cuenta con una terracita exterior mucho más amplia que el propio local.
Así pues, lo dicho, una mañana de las nuestras, con nuestra gente haciendo lo que nos gusta…¿se puede pedir más?.

                                                                         Fotos de Jesus
                                                                       Fotos de JuanCar
                                                                         Fotos de Raul
                                                                       Fotos de Miguel
                                          

1 comentarios:

terminal dijo...

gran cronica maestro,leyendo esto la proxima que hagais una de estas, yo tambien me apunto

saludos

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