Hace menos de un año, en nuestra
última visita a los parajes de La Jarosa, pudimos comprobar la dureza de las
rutas por estos lares. Tan duras pueden llegar a hacerse, que en condiciones
normales 25 kilómetros serían un paseíto por la sierra mientras que aquí pueden
llegar a ser un auténtico calvario. Más dura se hace aún si además empezamos a
despertar del letargo rutero del invierno en el que las lluvias y las nieves
tan copiosas han impedido que nos acercáramos a la sierra a hacer alguna ruta
de algo más de 600 metros de desnivel acumulado y por encima de los 1000 – 1200
metros..
Lo cierto y verdad es que nos
costó decidir la ruta a hacer. Las opciones eran variadas casi al final de la
semana y sólo en las últimas horas del jueves pudimos concretar el destino y el
día de la semana. Pensábamos por esto que la afluencia de amigos iba a ser más
bien escasa, pero al contrario, y ya sí que no nos sorprende, a final del
viernes ya se veía que iba a ser una ruta bastante concurrida.
Así pues, el domingo 7 de abril,
mes de plena primavera que aún no ha aparecido aunque se la espera con muchas
ganas, nos juntamos en Guadarrama 19 amiguetes para darle a esto de los
pedales. La lista de asistentes, larga, larga, es: Javi (Marek), Ángel (Arrojo),
Roberto (Murga), Jesús (Terminal), Nacho (Gorcam), Fernando (FZarcero), Jose M
Molina, Jesús (Agila), Javi (Jablan), Rodrigo (Glabre), Alberto (Peke), Paco,
Amador (Cronos), Efrén (Diabolik), David
(GGDavid), David (Davygon), Rafa (RaFaRu), Félix (Goldenboy) y un servidor,
JuanCar (Juancardido). Como se ve, vinieron casi la totalidad de nuestros
amigos los bicivoladores con los que siempre es un auténtico placer compartir
rutas y kilómetros.
A las 9:10 de la mañana, y con
bastante frío, sobre todo para ser ya 7 de abril, iniciamos la marcha. Yo,
personalmente, odio las rutas que empiezan como lo hace ésta: subiendo desde el
primer metro de la ruta, pero en este caso es casi de agradecer, ya que las
opciones pasaban por haber alargado la ruta desde Alpedrete, y meterle 40 km a
una ruta así es casi una tortura. Así pues, no demasiado contentos, pero sí
resignados, comenzamos a dar pedales por las calles de Guadarrama en dirección
a la entrada de la presa de La Jarosa a la cual no llegaremos hasta que tomemos
el camino de vuelta.
No habíamos recorrido ni 2
kilómetros cuando ya se separaba en cabeza el grupo bicivolador, y no habíamos
hecho ni tres kilómetros cuando en una pequeña subida por carretera para
enlazar con la pista que asciende hasta el alto del León Nacho, al ir a cambiar
rompe la patilla del cambio lo cual produce dos consecuencias inmediatas: la
primera y más triste es que Nacho ha de abandonarnos y terminar en este punto
su día de ruta, y menos mal que le sucedió justo al lado de los coches. La
segunda consecuencia es la paranoia que nos ha causado a todos; no en vano
llevamos desde este día buscando recambio para la patilla de nuestras bicis no
sea que nos suceda lo mismo que a Nacho pero en algún lugar más remoto e
inaccesible.
Una vez despedimos a Nacho,
tomamos un desvío a la izquierda para enlazar con un tramo de pista bastante
mojado por las lluvias, con unos regueros bastante potentes y con una pendiente
en ascenso que poco a poco se iba endureciendo, de forma que pasamos de ver la
autopista AP-6 allá arriba, a lo lejos, a atravesarla por abajo por un túnel
del que una vez que sales te encuentras un rampón que impresiona bastante pero
que al fin y cabo se sube moderadamente bien debido a que el agarre de la bici
es muy bueno en el hormigón del que está cubierta.
Desde ese punto la subida
desemboca en el cruce con la pista que baja desde el pinar de La Jarosa por el
sendero conocido como “las trincheras” y que tuvimos oportunidad de disfrutar
el verano pasado y disfrutaremos más adelante, en la bajada.
La historia de la subida es
bastante común a otras rutas. Por delante, los bicivoladores con algún que otro
componente habitual de las primeras posiciones y a continuación unos cuantos
componentes del grupo bastante desperdigados subiendo a su propio ritmo. Para
cerrar el grupo, en las primeras rampas, Javi (Marek), Javi (Jablan) y yo mismo
nos quedamos con Rodrigo (Glabre), al que la falta de actividad bicicletera le
estaba pasando factura.
Las rampas de la subida hacia la
pista de Peguerinos son en ocasiones tan duras que alcanzan un desnivel
sostenido de más del 14%. Tal desnivel hace que en muy pocos kilómetros
alcancemos una altura considerable. No llevábamos ni 6 kilómetros cuando el
monte se abre ante nosotros y nos deja ver unas panorámicas espectaculares de
la sierra. La bola del mundo y la Maliciosa totalmente nevadas y el valle a sus
pies de un color verde intenso. Las nubes no dejaban que el sol saliera con
claridad, pero aun así la intensidad de los colores se hacía más que evidente.
De la misma forma que la belleza
de los paisajes aumentaba, también crecía la intensidad del frío. Los charcos
helados daban fe de que la temperatura era bastante baja, probablemente bajo
cero. Aproximadamente 9 kilómetros después de iniciada la subida, la pista por
la que ascendimos desde Guadarrama, desemboca en la pista de Peguerinos. Justo
allí aprovechamos para avituallarnos y reagruparnos de cara a recorrer el
escaso kilómetro y medio que nos separa del alto del León.
El falso llano con algún que otro
pequeño sube-baja lo recorreremos dos veces: de ida hacia el monumento y de
vuelta hacia el inicio de nuestro descenso a Guadarrama. Una vez en el Alto del
León, a 1512 metros de altitud sobre el nivel medio del mar mediterráneo en
Alicante, algunos nos acercamos a fotografiar al felino desgastado y otros
aprovechaban para comer y para preparar la foto de grupo que posteriormente
hicimos.
Para todos aquellos que queráis
ampliar información acerca del Puerto de Guadarrama o Alto del León, os pongo
el enlace a la Wikipedia:
Una vez hecha la foto de grupo,
volvemos tras nuestros pasos por la pista de Peguerinos (también llamado Camino
del Vía Crucis), y justo en el punto en el que desemboca la pista por la que
subimos desde Guadarrama, Peke y Paco se despiden de nosotros ya que han de
estar en los coches más pronto que los demás. Así pues, el grupo inicial de 19
que se redujo a 18 con la rotura de Nacho, se quedó en este momento en 17
componentes.
Tras recorrer una corta distancia
por la pista de Peguerinos, (unos 2 km desde el Alto del León), tomamos un
desvío a la izquierda para recorrer, ya en claro descenso una senda que
desemboca inevitablemente en uno de los múltiples arroyos llamado Arroyo de la
Chorrera, que en esta época del año y después de tanta lluvia baja con bastante
agua. Un pequeño vadeo que nos conduce, tras un giro de 90º a la izquierda a lo
que yo he dado en llamar el “sendero de las jaras asesinas”. Y lo he llamado
así porque el sendero es casi inapreciable entre las jara que inevitablemente
te van golpeando en piernas y brazos como si pasar por allí fuera algo
parecido a un camino de latigazos. Y eso
que aún vamos con culote largo y chaqueta, que en verano la sensación de
tortura es aún mayor.
Tras salir de la senda de las
jaras asesinas y serpentear por el bosque, el sendero nos conduce a lo que
Efren me dijo que era la “trialera del DH”. Una trialera corta pero muy
intensa, con unos cuantos pasos bastante técnicos pero no especialmente
complicados. Lo más complicado es dejar de pensar cuando bajas y concentrarte
en buscar las trazadas para meter la rueda delantera en ellas. El problema
viene cuando tu cabeza dice no y acabas bajándote de la bici y pateando por
encima de las piedras, lo cual puede originar que acabas igualmente en el suelo
(¿verdad Rodri?).
Una vez estuvimos todos (o eso
creíamos) en el fin de la trialera del DH, echamos de menos a Rober (Murga).
Ninguno de nosotros sabíamos que había pasado con él ni donde estaba…¡¡manda
narices que ninguno caímos en la cuenta de que no nos seguía!!.
Llamadita de rigor, agradeciendo a
mi compañía telefónica la cobertura escasa pero suficiente para que Rober me
comentara que había parado a desaguar justo antes del vadeo del arroyo y que
sin darnos cuenta le habíamos dejado solo. Que no sabiendo para dónde tirar,
había vuelto a la pista principal lo que inevitablemente le había llevado hasta
la mismísima presa de La Jarosa. Le dijimos que nos esperara allí y que
llegaríamos en un tiempo.
Una vez resuelto el “caso Murga”,
nos dispusimos a continuar con nuestro paseo trialeroso por el bosque de La
Jarosa que tuvo su momento culminante en el paso del Arroyo de los Álamos
Blancos. Como siempre en estos pasos, los vídeos, las fotos, los comentarios y
las risas abundan, es lo que tiene la diversión!!!.
Tras vadear el arroyo tomamos una
senda por pista que inmediatamente abandonamos para desviarnos a la derecha por
el camino de “las trincheras”, un camino muy bonito y fácil que nos muestra
unas vistas preciosas del embalse de La Jarosa, totalmente repleto de agua.
El final del camino, con los
bicivoladores siempre en cabeza (y Agila y algún otro con ellos), desemboca en
la carretera asfaltada del embalse, en cuyo aparcamiento nos esperaba, con
bastante frío y muy resignado (lo siento por la parte que me toca), Roberto
(Murga).
Ya juntos todos de nuevo,
terminamos de bajar desde el embalse hasta Guadarrama por la carretera
principal del embalse, cuya pendiente hace que mi cuentakilómetros alcance la
cifra de 59 km/h. La cuesta abajo nos lleva directamente al inicio de la ruta,
al lado de los coches, y tras las bromas finales y las despedidas de rigor,
unos (los más), nos volvemos a casita, y otros (los menos), se quedan a
disfrutar de una buena opcional que corrió a cargo de Jablan (es lo que tiene
cumplir años).
Así pues, ruta dura pero muy
bonita en las que unos más y otros menos, pero todos disfrutamos lo nuestro.
Unos paisajes espectaculares y una gran cantidad de agua por toda la sierra.
Monte verde y cumbres nevadas y un mogollón de amiguetes que una vez más
quemamos nuestro estrés y nuestros malos rollos aplastando los pies contra el
pedal.
Fotos de JesusFotos de JuanCar
Fotos de RaFaRu
3 comentarios:
Cervantes no lo habría escrito mejor.
La temperatura de la que yo sí iba pendiente fue de 2 grados al iniciar la ruta, 3 grados en el Alto de los Leones, y 9 al llegar a los coches. La consecuencia de la ascensión tan rápida es que nosotros subíamos al mismo tiempo que la temperatura, con lo que en la subida prácticamente era compensada con el incremento de altitud.
Como siempre...impresionante! !! Novel de las letras pero ya.
Muchas gracias chicos!!!.
Publicar un comentario