domingo, 21 de abril de 2013

Tres bucles en el parque de Alcala

 Crónica de JuanCar 
Si buscáis en la Wikipedia (mira que me gusta a mí esta página), podréis leer que los Cerros de Alcalá o “Montes de Valdealcalá” como históricamente también han sido conocidos, son un conjunto de elevaciones en forma de abruptas cuestas hacia el norte (sobre la margen sur del rio Henares, que en algunos puntos llegan a ser cortados verticales) y cumbres planas con pendientes poco destacadas hacia el sur en forma de páramo que en el término alcalaíno alcanzan la cota de 870 msnm; que marcan el contacto entre la Alcarria de Alcalá, de la cual forman parte estos cerros, y la Campiña de Alcalá, en término municipal de Alcalá de Henares y de las poblaciones limítrofes por el sur Anchuelo, Villalbilla, Torres de la Alameda y los Santos de la Humosa. 
Los cerros eran lugares de más fácil defensa que las vegas donde se localizó la ciudad romana de Complutum y la ciudad alto-medieval que creció a partir del burgo de los Santos Niños, el conocido como Burgo de Santiuste; esa razón explica que en los cerros se ubicaran tanto el oppidium prerromano como la fortaleza andalusí de Alcalá la Vieja. El cerro del Viso sigue alojando en la actualidad una instalación militar.
Una vez hecha esta “cultureta” introducción, lo suyo es contar que sucedió allí el pasado domingo 21 de abril. A las 9:00 de la mañana el aparcamiento de entrada al parque natural de los Cerros de Alcalá estaba plagadito de bikers que, como nosotros, se disponían a pasar una mañana sufriendo y disfrutando por este curioso lugar que te puede gustar o no, pero lo que está claro es que no te deja indiferente.

Durante la semana tenía la impresión de que iba a ser una de las pocas rutas con poca afluencia de participantes, ¡¡y que confundido estaba!!. Las bajas de compañeros habituales a las rutas alimentaba esta sensación, pero es que últimamente, cuando uno falla, viene otro u otros, e incluso nuevos compañeros que se suman al grupete al menos por ese día. No quiero ni pensar lo que puede ser el dia en que estemos todos…
Al final, y llevándonos más de una sorpresa, aparecimos en el lugar de inicio 15 compañeros con el ánimo de pasarlo genial; Javi (Marek), Jesús (Terminal), Pablo, Pachi, Angel (Arrojo), Miguel (Miguelin), Edu (cuñado de Miguel), Pepe, Raúl y Rafa (hermanos y amigos de Pablo), Rubén (Karpov) y las grandes sorpresas del día: Victor (Sheol), Alvaro (Nrain) e Iván (IvanJC), aparte de mi claro está. Un grupo muy majete en el que algunos hacían doblete, alguno resarciéndose de los meses en paro forzoso y otros por estar preparando los 101 de Ronda.
Un poco más tarde de las 9:00 de la mañana, partíamos ya, por la entrada del parque natural a cumplir los tres bucles que Javi (Marek), nos había preparado para la ocasión. La primera impresión a la entrada del parte es alucinante, sobre todo en esta fecha, después de las copiosas lluvias de los meses pasados. El campo está alucinante, de un color verde intenso que hace un contraste precioso con el rojizo del terreno del parque. La verdad es que ese contraste me impactó durante toda la jornada ya que estoy seguro de que no es 



nada habitual y que además no durará mucho ya que por estas latitudes el terreno y el clima hacen que lo normal sea un auténtico secarral con tonos bien diferentes al verde.
Tras los primeros metros, ya se intuía como iba a ser la mañana: en las subidas, Raúl, Rafa y Pepe, junto con Edu, tendían a desaparecer…¡¡cómo van estos muchachos!!, mientras que en las bajadas la cosa era bien distinta, con Álvaro, Iván y Víctor despegándose por mucho de los demás. El resto del grupo, siempre sufriendo tanto para arriba como para abajo, pero sin perder la sonrisa en ningún momento.
Los primeros metros de la ruta, ya en subida, transcurren por el llamado “Barranco Salobre” por el que pasaremos más de una vez durante la mañana. En un momento dado, se toma la pista de la derecha para empezar a ascender de una forma más empinada hasta buscar el límite suroriental del parque. Al llegar a este punto, se abre ante nosotros lo que en la Wikipedia se llama el “páramo alcaíno”. Campos de cultivo de un verde esplendoroso a la derecha, y un paisaje de cerros salpicados de pinares con la ciudad de Alcalá al fondo a nuestra derecha.

En este punto, y debido a la ascensión pasada, el grupo se ha estirado quizá demasiado, por lo que la primera reagrupación la hacemos el uno de los puntos donde más adelante tiraremos a la izquierda para tomar la senda que conduce al sendero del Notario por una parte y el sendero de bajada hacia el fondo del parque por la derecha (que será el que nosotros cojamos).
Una vez reagrupados, enfilaremos la primera bajada del día, un primero tramo corto de apenas 500 metros y que nos deja en el Portillo de Anchuelo, una de las entradas del parque situada en su perímetro este. Una vez agrupados los 15 compañeros, nos encaminamos hacia uno de los primeros objetivos del día y por el que pasaremos dos veces: el sendero de los Lagartos.
El sendero de los Lagartos es un camino revirado de unos 800 metros de longitud, en claro descenso con una cierta dificultad técnica debida a los continuos cambios de dirección, pequeños escalones, algún que otro talud y bastantes peraltes. Además discurre por un cortado alucinante que en algunos lugares no tiene más de tres metros de ancho con unas paredes casi totalmente verticales de más de cinco metros. En definitiva, un lugar muy, muy divertido, lo más parecido a una atracción de un parque de aventura. El problema es que si no cuentas con un mínimo de técnica, muerdes el polvo casi de forma inevitable, y si no que se lo cuenten a Pepe, uno de los amigos de Pablo, que quizá por falta de práctica se fue al suelo unas cuatro veces en toda la mañana afortunadamente sin consecuencias.


La salida del sendero de los Lagartos nos conduce sin remedio (según el track del Maestro Marek), por una zona de nuevo revirada, con atajos en forma de saltos y taludes al Barranco de la Zarza, una de las pistas principales del parque de los Cerros y que conduce casi directamente a la subida del Ecce Homo, uno de los cerros más famosos del parque junto con el Gurugú y el Viso y que nosotros no tendremos la oportunidad de subir.
El barranco de la Zarza, en el sentido en el que lo hicimos, discurre en su totalidad en una permanente subida de 3,5 km para completar un ascenso de casi 200 metros de altura. Es en este tramo en el que nos encontramos las primeras, yo diría tres, dificultades del día en forma de rampones. Una primera, por pista, que te entona el cuerpo y hace que te ardan las piernas y que te prepara psicológicamente para lo que viene a continuación. La pista desaparece y en su lugar se queda un camino de piedras sueltas y bastantes regueros que, con una pendiente media del 14% empieza ya a rematarte la moral. Menos mal que tras este rampón, los más sobrados decidieron parar a esperar a los demás porque de esa forma conseguimos recuperar el aliento, y tras dejar a nuestra izquierda la pista que asciende hacia el Ecce Homo, continuar a nuestra derecha por un camino que en teoría nos podría llevar a los Santos de la Humosa. 500 metros después, en una subida que ronda el 15%, terminamos la segunda subida del día y que nos coloca en la parte alta del parque, en su lado nororiental, con el Ecce Homo enfrente de nosotros y todos los cerros a nuestros pies. Parece ser que este punto se denomina “cerro panadero”.

Una nueva reagrupación después y continuamos por un pequeño sendero que, en claro descenso pero son sus pequeños sube-baja, nos lleva a un precioso y fresco bosque de pinos durante unos 800 metros. La salida del pinar conduce, ladera abajo del cerro en cuestión, por un senderito quizá bastante peligroso, de nuevo entre pinos y realizando giros de 180 grados, nos conduce a uno de los que a mí me pareció uno de los puntos más peligrosos de la mañana: un sendero estrecho y sinuoso que corría justo en el borde de una caída bastante peligrosa. Y es que los que tenemos vértigo lo pasamos bastante mal en estas situaciones.

Afortunadamente sin percances, salimos del pinar para enfilar un tremendo cuestón, que en un descenso casi vertical nos dejaba de nuevo en la puerta de Anchuelo. La bajada es de órdago. Mi GPS registró una pendiente negativa de más del 25%, y sólo unos pocos consiguieron bajarlo montados en sus bicis. Si no recuerdo mal, sólo lo intentaron (y consiguieron), Raúl, Ángel, Jesús y como no, Álvaro, Víctor e Iván. Si alguno más lo hizo, no le vi…lo siento.

Una vez pasado este punto delicado, de nuevo en la puerta de Anchuelo, la ruta nos lleva por la pista principal paralela al sendero de Los Lagartos, hacia el Barranco de la Zarza, la cual tomamos esta vez en sentido descendente (menos mal), durante cerca de dos kilómetros y medio. El paso por el Barranco en este punto es igualmente alucinante, recordando en muchos puntos al propio sendero de los Lagartos, pero con la diferencia de que éste, en un momento dado se abre, y se vuelve ancho y pistero dejándonos en la pista principal, cerca de la bifurcación que tomamos a primera hora de la mañana.

Desde este punto, procedemos a hacer la tercera de las cuatro subidas del día. Como en casi todo el parque, los caminos, según nos adentramos, se ven cerrados por los barrancos, lo cual significa inevitablemente que el camino se empina de forma brutal. Este es el caso de la tercera de las subidas, cuyo primer talud yo sólo vi como lo superaba Víctor, mientras que el segundo ya fuimos unos cuantos los que conseguimos subirlo. Estos dos primeros taludes dan acceso a una pista bastante rota que, con una pendiente de cerca del 12% nos deja de nuevo en la parte sur-oriental del parque y en su límite con los campos de cultivo. Camino por el cual ya pasamos a primera hora de la mañana. Es aquí donde decidimos que ya estaba bien de pedalear y que era hora de comer algo, que las fuerzas empezaban a flaquear después de más de 17 kilómetros de continuas subidas y bajadas todas ellas bastante duras y complicadas.

Tras hacer la foto de grupo y charlar con PeterJP y Pakete que también andaban por la zona, seguimos nuestro track buscando la bifurcación que dejamos atrás a primera hora de la mañana. Parece ser que en este punto, inicio del tercer bucle del día, hay dos posibilidades, la primera, que nosotros no hicimos es coger el sendero de la izquierda que al parecer se llama “el camino del notario”, y la otra es tomar el sendero de la derecha (el nuestro), y que nosotros bautizamos como “el ayudante del notario”. Este sendero tiene un primer tramo bastante peligroso que discurre entre árboles y justo en el borde de una buena caída. Igual que antes, los que tenemos vértigo lo pasamos bastante mal.
El sendero en cuestión discurre en un sube-baja bastante irregular hasta lo alto de uno de los cerros, punto a partir del cual, se convierte en un descenso casi campo a través hasta desembocar de nuevo en una pista, que yendo casi paralela al barranco de la zarza, y con una primera subida bastante petadora y una posterior tendida y con buen firma, nos lleva de nuevo al punto de inicio del sendero de los Lagartos.

En este momento el grupo era más bien un rosario, ya que algunos se fueron con Peter y con Pakete a investigar al Notario y los demás seguimos el track original. Poco a poco, y dado que las fuerzas ya escaseaban, íbamos llegando todos al punto de reagrupación y última bajada del día.
Lógicamente, la segunda vez que se baja un sendero, y Los Lagartos no son una excepción, es muchísimo más divertido. Y mucho más divertido es sabiendo que es lo último que se va a hacer en la ruta. Así pues, los que pudieron se tiraron a tumba abierta y los que no, pues trataron de divertirse en la medida de sus posibilidades.

La salida de Los Lagartos nos conduce de nuevo a la pista principal del barranco de la Zarza, el cual, cuatro horas después, nos conduce de nuevo a los coches y sin posible opcional ya que no existe ni un pequeño chiringuito en la zona.

La ruta del parque de los Cerros es una de las rutas más exigentes que he tenido oportunidad de hacer. Es divertida y dura a partes iguales. Supongo que atreverse a ir sólo por estos parajes tiene un punto de intrépido ya que el paisaje es tan similar en todos los puntos que tomar un camino u otro puede hacer que te pases la mañana dando vueltas sin parar.
Afortunadamente, nosotros no íbamos solos, íbamos 15 compañeros pasándolo genial. No hay más que echar un vistazo a las fotos para darse cuenta de la expresión de la cara de todos y cada uno de nosotros…total satisfacción, y eso que desafortunadamente en las fotos no hay sonido, porque si lo hubiera, gran parte de él serían los chascarrillos de Rubén, que el domingo resonaban más de lo habitual…es lo que tiene ir entre paredes con él cerca (eres un crack..no cambies).

Y qué decir de los demás…que es siempre un placer compartir rutas con vosotros, con los habituales y con los menos habituales, con los antiguos y con los nuevos, a los que sin dudar os invitamos a que vengáis tantas veces como queráis.
El próximo fin de semana más…y esperemos que mejor, aunque el listón está cada vez mucho más alto.
                                                           Fotos de Jesus
                                                           Fotos de JuanCar

0 comentarios:

Publicar un comentario