Nuestra ruta prevista esta vez ha
sido dar la vuelta a la tapia del Soto de Viñuelas saliendo desde el
aparcamiento de la estación de cercanías de Tres Cantos.
El Soto de Viñuelas, también
conocido como Monte de Viñuelas es una finca particular que desde tiempos
inmemoriales ha tenido muchos y variados propietarios, desde el Rey Sancho IV
de Castilla allá por el siglo XIII hasta la actual Sociedad Anónima “Soto de
Viñuelas” que gestiona los servicios del Castillo y sus alrededores, pasando
por mariscales, condes, marquesas y marqueses e incluso los reyes Carlos I,
Carlos III, Carlos IV, etc, no faltando entre sus dueños el Banco de Santander,
accionista mayoritario de la sociedad que lo gestiona actualmente. No hace muchos
años, el Ayuntamiento de Madrid, al cual pertenece, trató de comprarlo al banco
por 180 millones de euros.
La penúltima propiedad del Soto y del Castillo de Viñuelas fue del duque del Infantado Joaquín de
Arteaga que reformó y adecentó el castillo. En época de la guerra civil, el
castillo fue uno de los cuarteles del ejército republicano, y al terminar la
guerra, el dictador Franco lo utilizó como residencia temporal hasta que
estuviera definitivamente reformado el palacio de El Pardo.
El soto de Viñuelas es básicamente un conjunto de dehesas de
encinares prolongación de los montes del Pardo y separado de él por la M-607 o
autovía de Colmenar. Es una finca vallada de 3.000 hectáreas que reúne
importantes valores ecológicos, ya que hay censadas varias parejas de águila
imperial por lo que recibió la declaración de Zona Especial de Protección de
Aves, paisajísticos y artísticos gracias esto último al castillo que alberga.
Está integrado en el Parque Regional de la Cuenca Alta del
Manzanares, aunque los únicos arroyos que lo atraviesan, el arroyo de Viñuelas
o Arroyo del Bodonal y el Arroyo Valdelamasa que desemboca en el anterior, son
afluentes del río Jarama y no del Manzanares.
Así pues, tras esta introducción para añadir algo de
culturilla general a la crónica y alimentar de más datos la cabeza de nuestro
gran Maestro Marek, decir que lo que en principio presumíamos que iba a ser una
ruta casi en familia, al final, y como viene siendo costumbre últimamente, se
ha convertido en una buena reunión de un buen grupo de amigos. Y es que los 8 o
10 que éramos el jueves por la noche, se convirtieron en 18 en el punto de
salida.
Como es costumbre también, paso a nombrar a todos y cada uno
de los asistentes: Javi (Marek), Jesús (Terminal), Nacho (Gorcam), Roberto (Murga),
Pachi, Pablo, Amador (Cronos), Javi (Javi Villalba), Ángel (Arrojo), Alberto
(Peke), Javi (Jablan), Rafa (RaFaRu), Alex (Panclio), Rodrigo (Glabre),
Javichu, Roberto (Neo_Neo), Roberto y yo, JuanCar.
La mañana se levantó fresca, no hacía demasiado frío, pero
al airecito que corría y que no nos abandonó en toda la mañana hacía que la
sensación térmica fuera mucho menor que la temperatura real que hacía. Además,
el sol parecía que quería acompañarnos, y no íbamos a ser nosotros los que nos
íbamos a negar que apareciera.
A las 9:08, y tras los saludos de rigor, las bromas
tempraneras sobre todo con los que hacía muchísimo tiempo que no nos veíamos, y
las presentaciones oficiales con los amigos que venían por primera vez,
salíamos del aparcamiento camino a nuestro destino: la tapia del Soto de
Viñuelas.
La verdad es que en el punto de salida se ha echado de menos
a algunos de los que últimamente son ya habituales, pero sobre todo, y durante
toda la ruta, se ha echado de menos a nuestro Jose Mota de Velilla (aka Karpov,
aka Rubén…como dice RaFaRu). Y es que la costumbre de ir escuchando los
chascarrillos manchegos hace que cuando no los tenemos parezca que la ruta no
es del todo completa, jejejeje.
Pues bien, tras recorrer las calles de Tres Cantos, siempre
cuesta abajo, que ya es de agradecer una ruta que empiece así, y tener que
pararnos una primera vez por problemas técnicos en la mochilla de Nacho,
salimos a la pista que nos conduce a la tapia no sin antes atravesar un pequeño
arroyo al que alguno le ha cogido cariño y lo ha atravesado dos veces para
poder salir en la foto, ¿verdad Ángel?.
Tras una primera pequeña reagrupación en la que Nacho decide
vaciar por completo la bolsa de agua de su mochila para que no pierda más,
partimos todos juntos a buscar la primera cuesta de la mañana, aquella que en
dos tramos, nos lleva a la parte alta del camino que se dirige directamente a
las pistas del Canal Bajo del Canal de Isabel II, pero ese no era nuestro
objetivo en esta ocasión, y en un punto determinado, y antes de atravesar la
cancela que da acceso a las pistas del canal, nos desviamos a la derecha por un
pequeño repecho, camino de la tapia del Soto.
Tras un conjunto de sube-bajas sin demasiada dificultad ni
técnica ni física, nos reagrupamos pendientes en todo momento de Roberto, un
nuevo compañero que se nos ha sumado el dia de hoy y que venía penando por
detrás. Ha sido un día duro para él, pero de éstas todos hemos tenido nuestra
dosis y seguro que en las próximas podrá sufrir menos y disfrutar mucho más.
De repente nos damos cuenta de que nos falta alguien:
Rodrigo no había girado a la derecha en el desvío y se había ido a buscar las
pistas del canal. Llamadita de teléfono para reconducir la situación y
enseguida de nuevo todos juntitos para continuar camino.
Nada más reagrupar, nos espera una bajadita que en épocas
más calurosas es hasta divertida de bajar, un trozo de pista algo roto y con
piedras, que tras las lluvias de los pasados días se ha quedado bastante
impracticable y que nos obliga a buscar una alternativa más cercana a la tapia
de forma que no hundamos nuestras cubiertas en el barro.
Tras esta bajada, la correspondiente subida. Una rampa de
algo más de 300 metros que si no la conoces puedes tomarla con poca paciencia y
echar el resto de tus fuerzas allí. Afortunadamente, todos tuvimos la
suficiente paciencia como para no dejarnos la vida allí y acabar en lo alto con
una sonrisa en la cara.
En este punto comentamos el estado del terreno.
Afortunadamente el tipo de suelo del Soto de Viñuelas no es arcilloso, porque
de serlo, hubiéramos sufrido de lo lindo. El terreno es más bien granítico, se
forma una especie de pasta que aunque no se embota en las ruedas, sí que lastra
y se pega como si fuera velcro, y ésta fue la única verdadera dificultad de la ruta,
ya que la vuelta a la tapia del Soto no es especialmente dura ni por el
desnivel acumulado ni por el nivel técnico ni físico necesario. Eso sí, para
los que odiamos los continuos sube-baja no es la mejor ruta que digamos.
En fin, el caso es que tras la reagrupación en ésta segunda
subida digna de llamarse así, continuamos nuestro camino en dirección a la
urbanización Ciudalcampo. Antes de llegar a las calles de dicha urbanización,
atravesamos un sendero muy divertido que en un primer momento es más bien llano
y que va aumentando su pendiente conforme se acerca a Ciudalcampo. Éste es el
punto que quizá más me gusta de toda la ruta. Los paisajes se van abriendo y
las dehesas se muestran en todo su esplendor. Además, a mí, eso de rodar entre
la vegetación y por senderitos nada complicados y con sus curvitas, sus
peraltes y sus pequeñas rampitas, me gusta y mucho.
Tras una nueva reagrupación al final del sendero,
atravesamos ya en grupo compacto las calles de la urbanización observando las
casas que se gastan algunos…aquí seguro que la crisis no es tal. En fin, son
otros mundos que obviamente no son los nuestros. La salida de la urbanización
la hacemos al lado del punto geodésico, punto desde el cual, y en días
despejados (que ayer no era el caso), se puede observar la cercana sierra de
Madrid en todo su esplendor.
Desde este punto y hasta llegar a la siguiente urbanización,
llamada Fuente del Fresno, se abre una pista en muy buenas condiciones, con un
terreno excelente y casi llano que nos invita a darle zapatilla al pedal. Las
vistas, la temperatura tan agradable y los pequeños piques entre algunos de nosotros, hacen que al llegar a la
valla de entrada a la urbanización tuviéramos de nuevo que reagrupar para
cruzar por las calles de forma unida.
Una vez más, juntos callejeamos por Fuente del Fresno,
poniendo el broche final la bajada por un pequeño senderito pegado a la tapia
del Soto que termina con una rampa bastante fuerte que alguno, venciendo
nuestros “miedos”, conseguimos bajar subidos encima de la bici.
Una reagrupación más para atravesar juntos el puente de
madera sobre el arroyo Viñuelas que alguno se plantea cruzar encima de
la bici. Lógicamente todos desistimos cualquier posibilidad de atravesar el
arroyo (casi río), ya que aparte de llevar bastante agua, el ancho a la altura
del puente es más que considerable y las posibilidades de acabar con los pies
mojados es muy alta.
Tras pasar el puente del arroyo,
nos espera una de las subidas más considerables de la ruta. Subida que nos
lleva directamente hasta la Dehesa Boyal (llamada así porque allí pastaban
libres los bueyes de labranza). La subida se le atraganta a más de uno que
gracias a las roderas traicioneras características de esta subida dan con sus
huesos en el suelo pero sin más consecuencias. Afortunadamente Rober (Neo) y
Alex no se han hecho nada y podemos continuar sin más problemas.
Es tras la subida a la dehesa
Boyal, a la altura del Polideportivo de San Sebastián de los Reyes donde
decidimos hacer la foto de grupo y avituallarnos de barritas, plátanos,
chocolate, pan de higo, higos secos mientras seguimos entre bromas y buen
rollo.
Es en este punto en el que
decidimos que en vez de pasar por la puerta del polideportivo, íbamos a
continuar siguiendo la tapia del Soto. Yo, por mi parte, era la primera vez que
lo iba a hacer así, y realmente me pareció mucho más bonito ir pegado a la
dehesa que atravesar la zona del Polideportivo que siempre y no sé por qué
razón, siempre está en obras. De todas formas, al final los caminos se unen, y
tras subir de nuevo una buena cuestecilla que nos conduce a la puerta del
cementerio, volvemos a reagrupar con la esperanza de que Roberto, ya medio
desfallecido no piense en desistir de nosotros para siempre.
Desde el cementerio de Tres
Cantos, y no sin cierto peligro ya que hay que ir por el arcén de la autovía
durante unos 200-300 metros, sólo nos queda rodar por asfalto, carril bici y
calles hasta llegar de nuevo al lugar de partida en un tiempo de poco más de
tres horas y media. Un ritmo muy tranquilo y relajado y que nos ha permitido a
muchos disfrutar realmente de una gran mañana que aparte de soleada, ha estado
fresquita y llena de muy buen rollo.
No eran aún las 13:00 cuando unos
cuantos de nosotros estábamos dando cuenta de una buena jarrita de cerveza
comentando las jugadas de la mañana, hablando del Barça-Atleti, y haciendo
planes ya para la próxima ruta de nuestro calendario y que servirá como ruta de
reunión navideña de todos cuantos amigos os queráis acercar con nosotros a
disfrutar de una gran mañana de MTB: La III ruta de los polvorones que saldrá y
llegará a la plaza del Gargantón en Navacerrada. Pero eso será dentro de siete
días. Ahora a disfrutar del buen sabor de boca que nos ha dejado nuestra vuelta
al Soto de Viñuelas en compañía de un montón de buenos amiguetes.
Fotos de JesusFotos de JuanCar
Fotos de RaFaRu
Las fotos de Alex
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Antes de llegar a las calles de dicha urbanización, atravesamos un sendero muy divertido que en un primer momento es más bien llano y que va aumentando su pendiente conforme se acerca a Ciudalcampo. Éste es el punto que quizá más me gusta de toda la ruta. Los paisajes se van abriendo y las dehesas se muestran en todo su esplendor. Además, a mí, eso de rodar entre la vegetación y por senderitos nada complicados y con sus curvitas, sus peraltes y sus pequeñas rampitas, me gusta y mucho.
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