domingo, 16 de diciembre de 2012

La vuelta al Soto de Viñuelas

 Crònica de JuanCar

Nuestra ruta prevista esta vez ha sido dar la vuelta a la tapia del Soto de Viñuelas saliendo desde el aparcamiento de la estación de cercanías de Tres Cantos.
El Soto de Viñuelas, también conocido como Monte de Viñuelas es una finca particular que desde tiempos inmemoriales ha tenido muchos y variados propietarios, desde el Rey Sancho IV de Castilla allá por el siglo XIII hasta la actual Sociedad Anónima “Soto de Viñuelas” que gestiona los servicios del Castillo y sus alrededores, pasando por mariscales, condes, marquesas y marqueses e incluso los reyes Carlos I, Carlos III, Carlos IV, etc, no faltando entre sus dueños el Banco de Santander, accionista mayoritario de la sociedad que lo gestiona actualmente. No hace muchos años, el Ayuntamiento de Madrid, al cual pertenece, trató de comprarlo al banco por 180 millones de euros.


La penúltima propiedad del  Soto y del Castillo de Viñuelas fue del duque del Infantado Joaquín de Arteaga que reformó y adecentó el castillo. En época de la guerra civil, el castillo fue uno de los cuarteles del ejército republicano, y al terminar la guerra, el dictador Franco lo utilizó como residencia temporal hasta que estuviera definitivamente reformado el palacio de El Pardo.
El soto de Viñuelas es básicamente un conjunto de dehesas de encinares prolongación de los montes del Pardo y separado de él por la M-607 o autovía de Colmenar. Es una finca vallada de 3.000 hectáreas que reúne importantes valores ecológicos, ya que hay censadas varias parejas de águila imperial por lo que recibió la declaración de Zona Especial de Protección de Aves, paisajísticos y artísticos gracias esto último al castillo que alberga.

Está integrado en el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares, aunque los únicos arroyos que lo atraviesan, el arroyo de Viñuelas o Arroyo del Bodonal y el Arroyo Valdelamasa que desemboca en el anterior, son afluentes del río Jarama y no del Manzanares.
Así pues, tras esta introducción para añadir algo de culturilla general a la crónica y alimentar de más datos la cabeza de nuestro gran Maestro Marek, decir que lo que en principio presumíamos que iba a ser una ruta casi en familia, al final, y como viene siendo costumbre últimamente, se ha convertido en una buena reunión de un buen grupo de amigos. Y es que los 8 o 10 que éramos el jueves por la noche, se convirtieron en 18 en el punto de salida.
Como es costumbre también, paso a nombrar a todos y cada uno de los asistentes: Javi (Marek), Jesús (Terminal), Nacho (Gorcam), Roberto (Murga), Pachi, Pablo, Amador (Cronos), Javi (Javi Villalba), Ángel (Arrojo), Alberto (Peke), Javi (Jablan), Rafa (RaFaRu), Alex (Panclio), Rodrigo (Glabre), Javichu, Roberto (Neo_Neo), Roberto y yo, JuanCar.
La mañana se levantó fresca, no hacía demasiado frío, pero al airecito que corría y que no nos abandonó en toda la mañana hacía que la sensación térmica fuera mucho menor que la temperatura real que hacía. Además, el sol parecía que quería acompañarnos, y no íbamos a ser nosotros los que nos íbamos a negar  que apareciera.
A las 9:08, y tras los saludos de rigor, las bromas tempraneras sobre todo con los que hacía muchísimo tiempo que no nos veíamos, y las presentaciones oficiales con los amigos que venían por primera vez, salíamos del aparcamiento camino a nuestro destino: la tapia del Soto de Viñuelas.
La verdad es que en el punto de salida se ha echado de menos a algunos de los que últimamente son ya habituales, pero sobre todo, y durante toda la ruta, se ha echado de menos a nuestro Jose Mota de Velilla (aka Karpov, aka Rubén…como dice RaFaRu). Y es que la costumbre de ir escuchando los chascarrillos manchegos hace que cuando no los tenemos parezca que la ruta no es del todo completa, jejejeje.
Pues bien, tras recorrer las calles de Tres Cantos, siempre cuesta abajo, que ya es de agradecer una ruta que empiece así, y tener que pararnos una primera vez por problemas técnicos en la mochilla de Nacho, salimos a la pista que nos conduce a la tapia no sin antes atravesar un pequeño arroyo al que alguno le ha cogido cariño y lo ha atravesado dos veces para poder salir en la foto, ¿verdad Ángel?.
Tras una primera pequeña reagrupación en la que Nacho decide vaciar por completo la bolsa de agua de su mochila para que no pierda más, partimos todos juntos a buscar la primera cuesta de la mañana, aquella que en dos tramos, nos lleva a la parte alta del camino que se dirige directamente a las pistas del Canal Bajo del Canal de Isabel II, pero ese no era nuestro objetivo en esta ocasión, y en un punto determinado, y antes de atravesar la cancela que da acceso a las pistas del canal, nos desviamos a la derecha por un pequeño repecho, camino de la tapia del Soto.
Tras un conjunto de sube-bajas sin demasiada dificultad ni técnica ni física, nos reagrupamos pendientes en todo momento de Roberto, un nuevo compañero que se nos ha sumado el dia de hoy y que venía penando por detrás. Ha sido un día duro para él, pero de éstas todos hemos tenido nuestra dosis y seguro que en las próximas podrá sufrir menos y disfrutar mucho más.
De repente nos damos cuenta de que nos falta alguien: Rodrigo no había girado a la derecha en el desvío y se había ido a buscar las pistas del canal. Llamadita de teléfono para reconducir la situación y enseguida de nuevo todos juntitos para continuar camino.
Nada más reagrupar, nos espera una bajadita que en épocas más calurosas es hasta divertida de bajar, un trozo de pista algo roto y con piedras, que tras las lluvias de los pasados días se ha quedado bastante impracticable y que nos obliga a buscar una alternativa más cercana a la tapia de forma que no hundamos nuestras cubiertas en el barro.
Tras esta bajada, la correspondiente subida. Una rampa de algo más de 300 metros que si no la conoces puedes tomarla con poca paciencia y echar el resto de tus fuerzas allí. Afortunadamente, todos tuvimos la suficiente paciencia como para no dejarnos la vida allí y acabar en lo alto con una sonrisa en la cara.
En este punto comentamos el estado del terreno. Afortunadamente el tipo de suelo del Soto de Viñuelas no es arcilloso, porque de serlo, hubiéramos sufrido de lo lindo. El terreno es más bien granítico, se forma una especie de pasta que aunque no se embota en las ruedas, sí que lastra y se pega como si fuera velcro, y ésta fue la única verdadera dificultad de la ruta, ya que la vuelta a la tapia del Soto no es especialmente dura ni por el desnivel acumulado ni por el nivel técnico ni físico necesario. Eso sí, para los que odiamos los continuos sube-baja no es la mejor ruta que digamos.
En fin, el caso es que tras la reagrupación en ésta segunda subida digna de llamarse así, continuamos nuestro camino en dirección a la urbanización Ciudalcampo. Antes de llegar a las calles de dicha urbanización, atravesamos un sendero muy divertido que en un primer momento es más bien llano y que va aumentando su pendiente conforme se acerca a Ciudalcampo. Éste es el punto que quizá más me gusta de toda la ruta. Los paisajes se van abriendo y las dehesas se muestran en todo su esplendor. Además, a mí, eso de rodar entre la vegetación y por senderitos nada complicados y con sus curvitas, sus peraltes y sus pequeñas rampitas, me gusta y mucho.
Tras una nueva reagrupación al final del sendero, atravesamos ya en grupo compacto las calles de la urbanización observando las casas que se gastan algunos…aquí seguro que la crisis no es tal. En fin, son otros mundos que obviamente no son los nuestros. La salida de la urbanización la hacemos al lado del punto geodésico, punto desde el cual, y en días despejados (que ayer no era el caso), se puede observar la cercana sierra de Madrid en todo su esplendor.
Desde este punto y hasta llegar a la siguiente urbanización, llamada Fuente del Fresno, se abre una pista en muy buenas condiciones, con un terreno excelente y casi llano que nos invita a darle zapatilla al pedal. Las vistas, la temperatura tan agradable y los pequeños piques entre  algunos de nosotros, hacen que al llegar a la valla de entrada a la urbanización tuviéramos de nuevo que reagrupar para cruzar por las calles de forma unida.
Una vez más, juntos callejeamos por Fuente del Fresno, poniendo el broche final la bajada por un pequeño senderito pegado a la tapia del Soto que termina con una rampa bastante fuerte que alguno, venciendo nuestros “miedos”, conseguimos bajar subidos encima de la bici.
Una reagrupación más para atravesar juntos el puente de madera sobre el arroyo Viñuelas que alguno se plantea cruzar encima de la bici. Lógicamente todos desistimos cualquier posibilidad de atravesar el arroyo (casi río), ya que aparte de llevar bastante agua, el ancho a la altura del puente es más que considerable y las posibilidades de acabar con los pies mojados es muy alta.
Tras pasar el puente del arroyo, nos espera una de las subidas más considerables de la ruta. Subida que nos lleva directamente hasta la Dehesa Boyal (llamada así porque allí pastaban libres los bueyes de labranza). La subida se le atraganta a más de uno que gracias a las roderas traicioneras características de esta subida dan con sus huesos en el suelo pero sin más consecuencias. Afortunadamente Rober (Neo) y Alex no se han hecho nada y podemos continuar sin más problemas.
Es tras la subida a la dehesa Boyal, a la altura del Polideportivo de San Sebastián de los Reyes donde decidimos hacer la foto de grupo y avituallarnos de barritas, plátanos, chocolate, pan de higo, higos secos mientras seguimos entre bromas y buen rollo.
Es en este punto en el que decidimos que en vez de pasar por la puerta del polideportivo, íbamos a continuar siguiendo la tapia del Soto. Yo, por mi parte, era la primera vez que lo iba a hacer así, y realmente me pareció mucho más bonito ir pegado a la dehesa que atravesar la zona del Polideportivo que siempre y no sé por qué razón, siempre está en obras. De todas formas, al final los caminos se unen, y tras subir de nuevo una buena cuestecilla que nos conduce a la puerta del cementerio, volvemos a reagrupar con la esperanza de que Roberto, ya medio desfallecido no piense en desistir de nosotros para siempre.
 Desde el cementerio de Tres Cantos, y no sin cierto peligro ya que hay que ir por el arcén de la autovía durante unos 200-300 metros, sólo nos queda rodar por asfalto, carril bici y calles hasta llegar de nuevo al lugar de partida en un tiempo de poco más de tres horas y media. Un ritmo muy tranquilo y relajado y que nos ha permitido a muchos disfrutar realmente de una gran mañana que aparte de soleada, ha estado fresquita y llena de muy buen rollo.
No eran aún las 13:00 cuando unos cuantos de nosotros estábamos dando cuenta de una buena jarrita de cerveza comentando las jugadas de la mañana, hablando del Barça-Atleti, y haciendo planes ya para la próxima ruta de nuestro calendario y que servirá como ruta de reunión navideña de todos cuantos amigos os queráis acercar con nosotros a disfrutar de una gran mañana de MTB: La III ruta de los polvorones que saldrá y llegará a la plaza del Gargantón en Navacerrada. Pero eso será dentro de siete días. Ahora a disfrutar del buen sabor de boca que nos ha dejado nuestra vuelta al Soto de Viñuelas en compañía de un montón de buenos amiguetes.
                                                                         Fotos de Jesus
                                                                       Fotos de JuanCar
                                                                       Fotos de RaFaRu
                                                                       Las fotos de Alex
                                                                       

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Antes de llegar a las calles de dicha urbanización, atravesamos un sendero muy divertido que en un primer momento es más bien llano y que va aumentando su pendiente conforme se acerca a Ciudalcampo. Éste es el punto que quizá más me gusta de toda la ruta. Los paisajes se van abriendo y las dehesas se muestran en todo su esplendor. Además, a mí, eso de rodar entre la vegetación y por senderitos nada complicados y con sus curvitas, sus peraltes y sus pequeñas rampitas, me gusta y mucho.

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