La idea de hacer la Hoya de
San Blas por enésima vez tenía varias razones. Por una parte es una ruta de las
preferidas por el grupo y que tiene de todo un poco y a gusto de casi todos.
Por otra parte era una forma de bajar el pistón de los rutones que últimamente
hacemos y que nos llevaron hasta la Ruta Loca; desde este punto de vista la
Hoya de San Blas nos sirve como ruta “suave” aunque realmente, y en otras
condiciones sería una de nuestras rutas más complicadas; no en vano son cerca
de 800 metros de acumulado en menos de 35 kilómetros. Además, esta semana nuestro
Maestro no podía salir, por lo que añadir una ruta archiconocida por todos no
restaría la posibilidad de que el Maestro hiciera una de las que sólo hacemos
una vez al año.
Así con todo, yo estaba
convencido de que como mucho seríamos una decena de amigos ya que la
convocatoria era un tanto imprecisa. No teníamos track y no teníamos una idea
fija de qué es lo que íbamos a hacer. No sabíamos si íbamos a hacer la ruta
tradicional, si la íbamos a hacer en el sentido de las agujas del reloj, si
íbamos a pasar por el Canto del Berrueco. En fin, que el track iba a ser un
tanto improvisado, sobre la marcha y contando con la memoria de Jesús
(Terminal) para elegir en cada momento la ruta a seguir. Desde luego lo que sí
que teníamos claro es que la bajada del SL-02 no nos la quitaba nadie.
Según pasaban los días se
iban apuntando a la ruta más amigos. Lo que en un principio parecía que iba a
ser una ruta de no más de 10, al final se convirtió en un grupo numeroso que
empezó con 19 unidades y que acabó con 17; y no porque dos compañeros se
retiraran, sino porque Santi y un amigo suyo hicieron parte de la ruta con
nosotros para luego dejarnos y seguir con su rutón preparatorio de la
Mountemplaria que les llevaría a coronar La Morcuera y Canencia.
Así pues, a las 8:15 de la
mañana ya estábamos casi todos en el lugar de costumbre, detrás de la iglesia
de Soto del Real. Generalmente llama la atención la cantidad de cigüeñas que
hay en el tejado de esa iglesia, pero esta vez es exagerado. Parece una
bestialidad decir que apenas se ve el tejado de la iglesia, pero no lo es. Hay
no menos de 25 o 30 cigüeñas en el tejado, cosa que no deja de sorprender.
La lista de asistentes esta
vez es un poco más complicada, y no por nada, sino porque aunque conozco a
todos, lo que no conozco son sus nombres…disculpadme chicos, pero la edad es lo
que tiene, me los dijisteis, pero mi memoria de pez no da para más.
La lista de 17 asistentes
(ya dije que Santi y su amigo sólo compartieron parte dela ruta), es: Jesús
(Terminal), Pablo, Pachi, Antonio, Jose (Ballesteros – Walles), Roberto,
Alberto (Peke), Paco, Rubén (Karpov), Jesús (Agila), Chus, Ángel y Óscar (los
tres compañeros de Peke), Rodrigo (Glabre), Javi (Javichu), JuanCar (yo), y la
sorpresa del día, nuestro amigo Zarzo al que no veíamos desde hace un montón de
tiempo.
La salida al final fue
bastante puntual y la elección del camino a seguir fue finalmente salir desde
Soto hacia el Canto del Berrueco, continuar hacia la ermita pasando por el
embalse y por el perímetro de Aguirre subir la pista de la Morcuera hasta el
desvío del SL-02. Una vez bajado el SL-02 volvemos al cruce la pista de La
Morcuera de nuevo por el perímetro de Aguirre y desde allí enfilamos la subida
a la entrada de la Hoya o Hueco de San Blas. Rodar por la pista cuesta abajo y
pasando de nuevo por el embalse, volver hasta el cruce de la Jacaranda y
tirarnos por la vereda camino de vuelta hacia Soto.
Así pues, abandonamos Soto
del Real por el camino de siempre, tomando la cañada a la izquierda en vez de
seguir de frente como hacemos casi siempre. Es aquí, nada más salir cuando se
produce la primera incidencia del día. El grupo se había dividido en dos, en el
de delante, mucho más numeroso, se impuso un ritmo bastante vivo; no muy
rápido, pero lo suficiente como para dejarnos descolgados a un pequeño grupo de
cuatro que rodábamos más lento en la parte trasera. Tal fue la distancia que en
sendos cruces de caminos les perdimos de vista, por lo que al llegar a la
altura del Canto del Berrueco llegamos a la conclusión de que lo suyo sería
rodar más despacio y más compacto y hacer el número de paradas que fuera
necesario para que nadie se quedara descolgado. Es lo que tienen los grupos
numerosos.
Desde el momento en que
atravesamos la finca del Canto del Berrueco donde se alza esa especie de grupo
rocoso de granito con forma indescriptible que a unos le recuerda a un gato, a
otros a un ratón y a algunos a la mascota de las olimpíadas de Barcelona 92, el
Cobi, rodamos mucho más agrupados y con reagrupaciones más frecuentes.
Nada más atravesar el Canto
del Berrueco, nos toca mojarnos un poco cruzando el Arroyo del Mediano. No es
que lleve mucha agua, pero sí la suficiente como para que algunos vean sus pies
refrescados.
El grupo, más o menos
compacto, seguía rodando por delante del embalse de Los Palancares. Es curioso
lo vacío que estaba este embalse la última vez que pasé por allí, y lo lleno
que está ahora; vamos, como todos los embalses de Madrid, ya sean pequeños o
grandes. La pista que circula por delante del emblase es la Cañada de los
Palancares que, en este punto corresponde con nuestro queridísimo GR-10
(últimamente no hacemos otra cosa que rodar por algún tramo suyo). Nuestro
siguiente objetivo es llegar hasta la Ermita o Capilla de San Blas. Para ello,
continuamos igualmente agrupados por el GR-10 hasta tomar el desvío por el
PR-12, que en estas latitudes corresponde con la pista de ascenso al Puerto de
la Morcuera y que pasa por delante de la finca La Jacaranda. Algunos comentamos
incluso lo estupendo que sería, a esa hora, estar en el jardín de la finca
escuchando los pajarillos, disfrutando del fresco de la mañana y estar
desayunando un cafetito con bollos y un zumo de naranja…ilusos.
El ascenso por la vereda de
la Jacaranda tiene dos tramos, uno primero, más tendido, con un firme más
estable, y un segundo en el que nos saluda un cuestón en curva a izquierdas y
que nos deja en la base de la Capilla de San Blas. Este segundo tramo es el que
marca las diferencias entre los más y los menos fuertes. Como siempre, a los
más fuertes les toca reagrupar en el cruce que hay al lado de la Ermita; esta
vez a la sombra.
El paisaje de esta zona es
peculiar. A esta altura el campo es más bien del tipo dehesa, lleno de encinas
y monte bajo, ideal para la cría de reses bravas (más de una finca hay). A la
altura de la Ermita el paisaje cambia, las encinas empiezan a dar paso poco a
poco a un bosquecillo de robles melojos que crecen en la falda de la montaña y
que a esta altura del año ya lucen sus hojas con todo esplendor.
Tras la reagrupación en el
cruce de la Ermita, decidimos dividir el grupo en dos partes de forma temporal.
La mayoría toma la pista por la izquierda para disfrutar de unos senderitos en
subida en la zona llamada Las Majadillas; una zona muy bonita a la que algunos
renunciamos para hacer la misma subida hasta el punto de reunión por la pista
que pasa por la puerta de la Ermita. La subida por pista tiene tres tramos con
un desnivel bastante acusado. Afortunadamente el terreno está perfecto y no hay
que ir, además, sorteando regueros o piedras.
Mientras Antonio y yo
esperábamos en el punto de reunión a que llegara el grueso del grupo, el resto
de los “pisteros” negociaban el rampón que les quedaba hasta el siguiente punto
de reunión. Una vez fueron llegando los compañeros “senderistas”, tiramos ya
todos para arriba, no sin antes extrañarnos por la tardanza en llegar, y es que
por primera y no única vez en la mañana, Chus, uno de los amigos de Peke,
sufrió el primer pinchazo de la mañana. Afortunadamente sus ruedas llevaban
líquido antipinchazos y sólo fue cuestión de esperar a que el líquido hiciera
su efecto y volver a hinchar la rueda.
El punto de reunión en lo
alto de la rampa corresponde con el cruce de la pista de subida al alto de La
Morcuera con el camino de la Fuente del Cura o Perímetro de Aguirre. Una vez
hubimos descansado de los rampones anteriores nos pusimos de nuevo en marcha,
girando a la izquierda para ir a buscar el cruce con la subida hacia el SL-02
por la pista de La Morcuera.
El camino desde el punto de
reagrupación hasta el cruce tiende a subir, no es nada pestoso, pero sí que se
hace algo tedioso pensando sobre todo que habremos de hacerla una segudna vez
en el transcurso de la mañana. Como de costumbre, la barrera que da acceso al
perímetro de Aguirre nos sirve como punto de reagrupación, una nueva reunión
muy cerca en tiempo y en espacio de la anterior, sobre todo debido a que Chus
había vuelto de nuevo a pinchar o más bien su rueda trasera había vuelto a
perder aire.
El perímetro de Aguirre es
un lugar peculiar, sobre todo en otoño, ya que es una pista que, a la derecha
según se va en dirección a la Hoya de San Blas, está flanqueado por un denso
bosque de pinos, mientras que a la derecha lo está por un bosque de robles.
Digo que es peculiar sobre todo en otoño ya que a la derecha se conserva verde
mientras que la izquierda tiene unas tonalidades marrones-amarillas preciosas.
Evidentemente en esta época del año todo es de un color verde intenso, como lo
es todo el bosque ya que los helechos están empezando a hacer su aparición.
Una vez vimos llegar a Chus,
Rodri, Roberto y alguno más que ayudaron al primero a hinchar la rueda,
proseguimos nuestro camino tomando el desvío a la derecha en el cruce con la
subida a La Morcuera.
La subida por pista hasta el
SL-02 no es especialmente dura. Su longitud es de unos 2,5 kilómetros con una
pendiente media de cerca del 7-8%, aunque hay un tramo casi a punto de llegar
al SL-02, de unos 500 metros que se empina hasta el 13-14%. Es una subida para
tomársela con tranquilidad, a ritmo y sin prisas se sube muy bien, sobre todo
pensando que tras la reagrupación en el desvío, lo que queda es bajar el SL-02.
De nuevo, en el desvío
volvemos a reagrupar, esta vez para comer algo y para esperar a los que venían
un poco más retrasados. Tras avituallarnos y algunos ponerse las vestimentas de
guerra (cascos integrales, espinilleras, coderas, etc), nos deslizamos ladera
abajo en busca del prado que da acceso a la trialera del SL-02.
Uno a uno fuimos entrando en
el bosque por el que discurre el SL-02. Sus escasos 2,5 km yo los dividiría en
varios tramos. Uno primero que discurre por un sendero rápido y sin dificultad
que se desciende sin ningún problema; éste en su primera parte es casi campo a
través, tras saltar una pequeña valla de piedra al que se tiene acceso casi
desde la misma pista.
Tras el primer tramo de
sendero, el camino aumenta en complejidad y en pendiente negativa. Esta primera
parte más técnica está salpicada de regueros, raíces y piedras sueltas que pone
a prueba nuestra técnica. La segunda parte de este tramo es la más técnica,
mucha piedra suelta, rocas y alguna que otra raíz amén de cerrarse entre los
árboles y el monte, lo que hace que el descenso se vuelva bastante más
complicado. La salida de este tramo acaba en una pradera cuyas rocas enormes se
alzan como un mirador sobre la falda de la montaña con el monte San Pedro
delante y con Miraflores de la Sierra y Soto del Real a un lado y otro del
mirador.
En esta primera parte hubo
bastantes incidencias. Por un lado Chus se la bajó a pie de cabo a rabo, por
otro, Ángel (amigo de Peke), las pasó canutas con su brazo derecho el cual le
dolía bastante al hacer el esfuerzo de controlar los frenos y el manillar de su
bici, Agila, por su parte, desllantó la rueda trasera de su Scott, quedándose
Rodri a echarle una mano justo a la mitad de la bajada de este tramo. Por su
parte, Ballesteros, justo al final de la bajada de este tramo, equivocó la
trazada y se fue por la lado más difícil. La baja velocidad y las piedras
hicieron el resto haciendo que saliera por el lateral de su bici y clavando la
rodilla derecha en el suelo. Afortunadamente sólo chapa y pintura.
Mientras que Agila reparaba
su rueda y Chus terminaba de bajar, los demás contemplábamos el espectáculo y
nos preparábamos para la foto de grupo la cual hicimos por triplicado en varios
ángulos diferentes.
Tras la foto obligada, nos
subimos de nuevo a nuestras monturas para terminar el último tramo de bajada
por el SL-02, más disfrutón, con menos piedras y raíces, pero que hay que atravesar
con una cierta técnica. El fin del SL-02 es una barrera que da acceso de nuevo
a la pista de la fuente del Cura donde de nuevo el pateo de Chus nos hizo
reagruparnos.
Tras la enésima
reagrupación, volvimos a tomar el camino de la fuente del cura por el mismo
sitio por el que circulamos con anterioridad, cerrando de ésta manera y a la
altura del cruce con la pista de la Morcuera, el primero de los dos bucles del
día.
La pista de la fuente del
Cura se convierte en ese punto en la pista de la Hoya de San Blas, en claro
descenso durante aproximadamente 1,5 kilómetros y que sirve de aperitivo a una
nueva subida hasta el acceso a la Hoya de San Blas. La subida, pestosita donde
las haya, de aproximadamente un kilómetro y medio de longitud, volvió a ajustar
las diferencias. Los más fuertes llegaron rápido y tuvieron que esperar lo
suyo. Por detrás, los menos fuertes iban consumiendo metro a metro la subida,
unos a un ritmo lento pero encima de la bici y otros caminando pero a ritmo
rápido.
Una vez en el acceso a la
Hoya, en el cruce con la pista que por un lado desciende el valle y por el otro
sube al comedero (alguna vez iremos allá arriba), se abre ante nosotros la
vista del Hueco de San Blas, uno de los 10 valles de la Sierra del Guadarrama,
de una belleza extraordinaria. Es un valle pequeño, pero encantador.
Sinceramente si alguien no ha tenido la oportunidad de disfrutarlo es que está
perdiendo el tiempo.
La pista de bajada hacia el
fondo del valle y que lleva de nuevo al embalse de Palancares es un tanto
peligrosa. Tiempo atrás estaba salpicada de piedras, roderas y regueros, pero
ha sido alisada y cubierta de una especie de arena con piedrecilla suelta que
hace que a la que te descuides acabes con tus huesos en el suelo ya que se vuelve
una auténtica pista de patinaje.
El descenso es rápido, casi
a tumba abierta hasta la barrera de acceso a la Hoya, al lado justo del Arroyo
del Mediano que nos refrescó los pies a primera hora de la mañana. Una vez
reagrupados, continuamos nuestro descenso hacia el embalse de Palancares por su
parte alta, el cual atravesamos y, cerrando el segundo bucle, giramos a la
izquierda en el GR-10 en busca de la pista de la Jacaranda que esta vez no
subiremos en dirección a la ermita, sino que tomaremos el camino de descenso
por la vereda que lleva hasta las cercanías de Soto del Real.
En el punto del desvío del
embalse algunos componentes del grupo decidieron que bajaban de forma directa,
por la parte baja del embalse hacia Soto. Los demás, unos 9 o 10 componentes del
grupo decidimos que queríamos disfrutar de la bajada de la vereda que
corresponde con el PR-12. Lástima que en algunos puntos los senderos hayan
desaparecido y hayan sido absorbidos por la maleza y por los gigantescos
agujeros que ha dejado la bajada del agua por allí.
Aun así, todos y cada uno de
los que bajamos por el PR-12 disfrutamos de lo lindo, terminando de dar pedales
unos minutos después en el aparcamiento de los coches. Al llegar vimos como
Ballesteros venia de refrescarse en la fuente del parque, pero venía el hombre
desollado. Por lo visto se había caído en la pista que lleva al embalse,
aterrizando con el costado derecho de su cuerpo y habiéndose deslizado por
encima de las piedrecillas de la pista que tan abrasivas son. Las rozaduras,
solo de verlas parecían muy dolorosas. Afortunadamente no era más que, al igual
que en la caída en el SL-02, chapa y pintura. Jose, recupera pronto esas
heridas y no te toques las costras (como me decía mi madre).
Del resto poco más. El
tiempo justo para que algunos cargáramos las bicis en los coches y salir
pitando a casa, aunque supongo que alguno dio buena cuenta de alguna cervecita.
Como siempre, una mañana
genial, en un compañía estupenda y en un lugar privilegiado sabiendo además que
el próximo finde hay más. ¿Qué más se puede pedir?.
Fotos de Jesus
Fotos de JuanCar
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