Escribir una crónica de esta ruta
resulta de lo más complicado, ¿y por qué?, pues porque es una ruta tan conocida
que hay pocas cosas que decir sobre su recorrido.
Desde luego lo que sí que se
puede decir es lo variada y lo divertida que es, por la cantidad de lugares que
discurre y por lo completa que resulta, siendo del gusto de todo tipo de
bikers, desde los más endureros (a los que quizá les queda demasiado sencilla),
hasta los más “rally”.
Tras habernos acercado algunos de
nosotros el jueves pasado, día de la Comunidad de Madrid, a los montes de El
Pardo, la bici nos estaba pidiendo sierra. Nuestro espía serrano (Nacho –
Gorcam), tenía la tarea de informarnos del estado de las pistas y de las sendas
por las que discurre la ruta. Una vez que Nacho nos dio el OK y nos dijo que el
terreno estaba en perfectas condiciones, nos decidimos de una vez por todas a
abrir la convocatoria tan sólo con día y medio de antelación ya que el día
habitual lo cambiábamos también por el sábado ya que el domingo era el día de
las mamás.
Yo pensaba que tan sólo con día y
medio de antelación iba a ser imposible que nos juntáramos más de 7 u 8
compañeros, pero la sorpresa saltó. De repente el Facebook empezó a echar fuego
y veíamos como los SMS empezaban a pensar en venirse con nosotros. Al final, a
las 9:00 de la mañana en la plaza del Gargantón de Navacerrada éramos ni más ni
menos que 20 compañeros y eso que el cambio de día hizo que alguno de los
habituales no pudiera acercarse.
Ya sabéis que me gusta nombrarlos
a todos, así pues, los asistentes al evento fuimos: Javi (Marek), Ángel
(Arrojo), Aitor, Jesús (Terminal), Roberto (Murga), Amador (Cronos), Pachi,
Nacho (Gorcam), Jose Manuel (Frailman), Rafa (Rafman), Antonio, Víctor (Sheol),
Álvaro (NRain), Mariaje, Jesús (Agila), Alberto (Peke), Jose (Negro), Rodrigo
(Glabre), Javi (Javi Carva) y yo, JuanCar. Un buen y numeroso grupo de
magníficas personas y mejores bikers.
Tras los saludos de rigor ya que
había compañeros a los que hacía meses que no veíamos, y con un cierto retraso
sobre el horario previsto, conseguimos que el grupo comenzara a rodar.
Objetivo nº1: Ladera del
Chiquillo
Nada más salir de las calles de
Navacerrada, el grupo, todavía compacto, cruzamos la carretera que sube hacia
el Puerto de Navacerrada, para sin pararnos a pensarlo, enfilar cuesta arriba
hasta cumplir una parte de la subida por la ladera del Chiquillo. Las primeras
“rampitas” hacen que empecemos ya a entrar en calor y algunos, los que iban de
invierno, a plantearse si se habían equivocado al elegir el tipo de ropa, ya
que en esta época de año es muy difícil elegir entre la ropa de corto y la de
invierno.
Habitualmente la subida por la
ladera del chiquillo la dividimos en dos partes. Una primera por el propio
camino de subida de aproximadamente un kilómetro de longitud hasta un claro en
el monte donde aprovechamos a hacer un giro a izquierdas para seguir subiendo
hasta la mitad de la ladera. Sin embargo esta vez Nacho nos quería enseñar una
variante aprovechando un sendero que sale casi desde el mismo sitio desde donde
sale el camino anterior y que en sus primeros metros es estrecho, divertido y
picando hacia abajo hasta un punto en que se complica con pequeños taludes y
terreno suelto, picando hacia arriba y donde muchos tuvieron que patear hasta
enlazar de nuevo con la pista que llega de nuevo hasta la carretera a la altura
de la Fonda Real. Una vez cruzada la carretera volvemos a reagrupar ya que el
pateo anterior estiró el grupo.
Objetivo nº2: Medio Miedo y
los senderos de Navalmedio
Una vez cruzada de nuevo la
carretera tomamos la pista que conduce al GR-10, pero sin entrar en él, tomamos
la pista paralela a la carretera del puerto de Navacerrada, a la derecha del
GR-10 y que nos conduce directamente hacia el embalse de Navalmedio al que nos
acercamos poco a poco, mientras el entorno nos regala unas vistas
espectaculares de la sierra a la altura de Cercedilla.
Tras aproximadamente un par de
kilómetros por pista, cómodos, con algún que otro sube-baja y en la que el
grupo ya estaba muy estirado, abandonamos la pista que conduce a la parte
superior del
embalse de Navalmedio para enfilar un sendero en franca subida que
sustituye a lo que hace tiempo subíamos por “el miedo”. Es más, el pequeño
enlace, con una pendiente y terreno endiablados nos deja en los senderos de
Navalmedio a la altura del cruce con el miedo. Yo, desde mi posición no fui
capaz de distinguir si alguno fue capaz de subir el sendero totalmente montado
en la bici, pero intuyo que quizá Agila, Sheol o Antonio, o incluso Frailman lo
pudieron llegar a conseguir. Me consta que Jesús (Terminal), se quedó a escasos
metros, lo que le añade ya de por sí un punto de proeza.
El sendero de Navalmedio es
espectacular. Entre pinos y jaras, con algún que otro paso un poco más complicado
que el resto pero sin requerir la mínima técnica, se va adentrando en el
bosque, alejándose paulatinamente del trazado paralelo a la carretera del
puerto de Navacerrada y yendo a buscar el Río Navalmedio el cual se cruza por
un puente de madera tras una bajada muy divertida que enlaza el sendero con el
río.
A estas alturas el grupo era un
goteo de bikers. Lógicamente cada uno a su ritmo íbamos completando el sendero
y la posterior bajada, y es que ir 20 ciclistas por el monte no es tarea fácil
y requiere tiempo y especio entre ellos.
Tras una pequeña reagrupación,
nos dirigimos hacia el siguiente objetivo de la jornada:
Objetivo nº3: Parte de subida
del Calvario
Desde el paso del puente del río
Navalmedio se enlaza a la izquierda con el camino, casi pista, que sube desde
Cercedilla hacia lo que eran los antiguos campamentos y de los que aún quedan
restos, hasta la estación de tren del Puerto de Navacerrada.
Lógicamente nuestro objetivo no
es completar la subida hasta el puerto, por lo que sólo transitaremos por parte
del camino de subida que toma el nombre de la calle de Cercedilla de la que
sale: calle del Calvario, por lo que todo el mundo lo conoce como “el camino
del Calvario”, aunque en los mapas
aparece como “Camino forestal de Vaqueriza”, y también conocido como "camino de las alcantarillas", por las tapas registro del canal que lo acompañan con su numero correspondiente.
El tramo de algo menos de un
kilómetro que hacemos por el calvario es bastante duro. Afortunadamente el
terreno está hormigonado por lo que la tracción es buena. Lo malo realmente es
la pendiente. En los primeros 100-200 metros el camino cruza el río, que en esta
época del año y después de las copiosas lluvias baja con muchísima agua, lo
cual hace que la mayoría acabemos con los pies y algo más que los pies mojados.
Desde ese punto la pista empieza a empinarse. Los siguientes 200 metros, si no
lo conoces, presagian que la pista acaba en ese punto, pero una curva a
izquierdas, muy cerrada y muy empinada te saca de dudas enseguida. El siguiente
tramo, de unos 200 metros más, tiene una pendiente bastante asequible y
sostenida que sirve como preludio de una rampón de unos 100 metros que debe
tener en torno de un 14% de desnivel. Justo a la mitad de esta
última rampa del
tramo que hemos de hacer, encontramos “el pino de la cadena”, un pino albar en
cuya base hay una cadena en cuyos eslabones hay colocadas una letras que forman
la frase: “A su querida memoria: 1840-1924” y cuya historia, por lo alargar
demasiado este texto, podéis leer aquí:
La subida de este último tramo
conduce a un cruce de caminos. Al frente, camino que seguiremos, lleva hasta la
estación de El Ventorrillo en plena carretera del Puerto de Navacerrada, y a la
izquierda continúa hacia el alto del Puerto.
Objetivo nº4: Subida al
Mirador
Una vez abandonado el Calvario y
habiendo reagrupado, tomamos todos juntos el resto de pista que nos queda hasta
enlazar con El Ventorrillo. Aquí, la salida a la carretera del Puerto de
Navacerrada convierte este punto en uno de los más peligrosos de la ruta. Los
coches y la velocidad que se alcanza bajando la carretera, hace que tengamos
que extremar las precauciones.
Tras poco más de 300-400 metros,
salimos de la carretera para enlazar con la pista del pinar de La Barranca en su
lado norte, justo en la parte septentrional de la ladera del Chiquillo. Desde
aquí, de nuevo, nos toca subir durante aproximadamente 4 kilómetros hasta el
primer mirador del valle y que se sitúa previo al mirador de Las Canchas al que
no llegaremos por esta vez.
La subida por el pinar es larga
pero tendida. Es de esas subidas que te permite elegir un ritmo de subida y a
tu tran-trán ir consumiendo metros e ir admirando el precioso paisaje que poco
a poco se abre entre los pinos. Es increíble la altura sobre el pueblo de
Navacerrada que alcanzamos en tan pocos metros. Una vista espectacular que por
sí sola justifica llegar hasta aquí.
En un momento dado, abandonamos
la pista por la derecha, lo cual evita que subamos al mirador de Las Canchas y
nos dirijamos a uno de los miradores sobre el valle y punto desde el cual
arranca la senda Ortiz.
No sé si es porque llegar hasta
aquí supone que ya se ha subido la mayor parte del desnivel previsto, o porque
es justo el punto kilométrico mitad de ruta, o porque es el lugar elegido para
avituallarnos y hacer la primera foto de grupo, que las caras cambian de
semblante. Todos sonrientes, todos contentos…¿será que lo disfrutamos?.
Objetivo nº5: Bajada por la
Senda Ortiz
La senda Ortiz discurre por la
ladera del Chiquillo y la ladera de Canto Gordo hasta enlazar con el PR-26 que
conduce por el pinar de La Barranca hasta el mirador de las Canchas con una
longitud de más o menos dos kilómetros en franco descenso y sin grandes
pendientes.
La sensación de bajar el sendero
Ortiz no se puede explicar con palabras, simplemente hay que vivirlo, aunque
lógicamente hay formas y formas de bajarlo. Unos a saco, otros con precauciones
y algunos haciendo a pie alguno de sus tramos. Lo que está claro es que esta
senda no deja indiferente a nadie, sobre todo los escalones de piedra de bajada
(hasta cinco puntos con estos pasos), y sus tres pasos de subida, siendo dos de
escalones de piedra y uno de ellos, quizá el más complicado formado por las
raíces de los pinos.
Lo bonito de la senda Ortiz, a mi
modo de ver, es, excepto los pasos indicados, lo fácil que se baja, la
velocidad que se puede alcanzar y los paisajes que se abren tanto al frente
como a la derecha de la senda: la maliciosa y la bola del mundo al frente y la
Baranca y los Almorchones a la derecha.
Una senda espectacular que gusta
a prácticamente todo el mundo y que deja una gran sonrisa en la boca una vez
completado y ya en la pista del PR-26. Y más en días como el que lo hicimos, en
los que el terreno está espectacular, con el punto justo de humedad y sin
demasiada tierra suelta.
Objetivo nº6: El tramo de los
senderos Alakan
La salida de la senda Ortiz
desemboca, como ya hemos dicho en la pista de la Barranca o PR-26, punto en el
que aprovechamos para una nueva reagrupación que nos permite ir todos, más o
menos juntos hasta el punto de inicio del tramo que hacemos de los senderos
Alakan.
No eres consciente de cómo pica
hacia arriba la pista del PR-26 hasta que la haces caminando. Yo tuve
oportunidad de hacerla hace poco y me sorprendí del desnivel que había a la
altura de la fuente de Mingo, punto por el que lógicamente pasamos con nuestras
bicis.
Una vez pasada la fuente de Mingo
y atravesados los dos pequeños puentes que salvan en cauce de los Arroyos de
Peña Cabrita y el Regajo del Pez y que se juntan escasos 50 metros más abajo
para dar lugar al Río Navacerrada, y justo a la mitad de la siguiente curva a
derechas, sale a la derecha del camino el punto de entrada al sendero.
El sendero Alakan es muy
diferente a la senda Ortiz. Libra la diferencia de altura desde la fuente de
Mingo hasta las presas de La Barranca con una pendiente que en algunos puntos
es bastante acusada y hasta un poco peligrosa. De hecho suele ser uno de los
lugares donde históricamente hay más caídas dentro del grupo. Eso sí, el
sendero no deja de ser precioso, con un par de pasos técnicos y circulando a
tramos entre pinos y rocas que si vas pasado de velocidad corres el riesgo de
acabar contra ellos.
El tramo más largo del sendero
Alakan (o mejor dicho, del tramo que hacemos), acaba con el vadeo del Arroyo de
la Maliciosa, afluente del río Navacerrada y que estas semanas de atrás bajaba
bravío de verdad. Actualmente el caudal es bastante más escaso por lo que la
muchos lo pasaron montados en la bici, aunque alguna caída hubo sin más
consecuencias.
El último tramo del sendero
discurre entre pinos, prácticamente campo a través hasta llegar a la presa más
alta de las dos que hay en La Barranca.
Objetivo nº7: Senderos de los
Almorchones
Una vez reagrupados en el aparcamiento
de La Barranca que estaba a rebosar de coches y de gente que venía a pasar el
día a la sierra, nos tiramos a tumba abierta por el camino de los Almorchones,
que de no ser porque tomamos un desvío a la izquierda para ir a buscar el
sendero, nos llevaría directamente hasta el pueblo de Navacerrada.
Los senderos de los Almorchones
son una delicia. Rápidos, revirados, con alguna que otra acumulación de arena
que le da un punto de riesgo y algún que otro escalón de piedra que le da el
puntito de técnica y que recorren una pequeña ladera de los Almorchones entre
jaras y algún que otro arbusto.
Su escasa longitud, de apenas un
kilómetro, termina de completar el buen sabor de boca que dejan el resto de los
senderos (Navalmedio, Ortiz y Alakan), y completan el póker que hace que esta
ruta sea una auténtica delicia.
Objetivo nº8: Embalse de
Navacerrada y Torreznos
La ruta se completa con una
pequeña subida hacia la falda del Cerro del Hilo y del Cerro de las Cabezas
donde nuestro compañero Sheol reventó una de las ruedas de su Jekyll lo cual
produjo una nueva reagrupación que acabaría con un descenso hacia el borde el
embalse de Navacerrada, totalmente lleno de agua, y cuyos únicos alicientes son
atravesar los dos pequeños arroyos que alimentan el embalse por este lado.
La llegada de nuevo a la plaza
del Gargantón la hacemos en pequeños grupos, comentando los avatares de la ruta
y como siempre, con una sonrisa en los labios.
Afortunadamente, salvo unas pocas
caídas sin importancia y el pinchazo de Sheol, no tuvimos ningún otro
inconveniente en la ruta, cosa que es de agradecer sobre todo con un grupo tan
numeroso.
Una vez acabada la ruta oficial,
algunos nos quedamos a disfrutar de los ya archifamosos torreznos del bar el Porron aunque esta vez, la afluencia de público hizo que no pudiéramos
disfrutarlos al aire libre.
En definitiva, y como siempre,
una magnífica ruta, con multitud de buenos compañeros y que no nos cansamos de
repetir…¿o es que acaso nos cansamos de repetir alguna?.
Fotos de JuanCar
Fotos de Jesus
Fotos de Frailman
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