Día poco usual para salir con la bici, un viernes, pero no un viernes cualquiera, ya que éste viernes pasado era fiesta, la fiesta de la Constitución Española que desafortunadamente este año caía a final de la semana e impedía hacerse el macro-puente de todos los años ya que el día 8 cayó en domingo.
Ya que el fin de semana no iba a ser posible que tanto
Javi – Marek como yo saliéramos a rodar debido a nuestros respectivos
compromisos, decidimos que el viernes sería una buena oportunidad para salir y
regalarnos una mañana de bici en vez de pasar un fin de semana en blanco. Para
ello, el maestro nos preparó una de esas rutas cortas pero intensas de forma
que no se nos alargara mucho la mañana y pudiéramos disfrutar de una buena
opcional como hacía mucho tiempo que no disfrutábamos.
Así pues, cuando hablamos de opcional y hablamos de
cervecitas y torreznos, ¿qué mejor que ir hacia Navacerrada para disfrutar de
los torreznitos de El Porrón?. Así pues, era casi obligado que si queríamos el
aperitivo, tendríamos que salir desde la plaza del Gargantón de Navacerrada.
Para la ocasión, el Maestro Sin Pedrolero junto con el asesoramiento de Gorcam
(gran conocedor de la zona), nos habían
preparado una vueltecilla de no más de 28 kilómetros pero con suficiente
picante como para no perdérsela por muy corta que pareciera.
Por tanto, con ganas de pasar una muy buena mañana de
pedales y charleta, nos reunimos en la Plaza del Gargantón 9 amiguetes: Jesús
(Terminal), Antonio, Javi (Marek), Amador (Cronos), Javi (Javi Carva), Pachi,
Nacho (Gorcam), Angel (nuevo en estas lides), y yo, JuanCar.
A primera hora de la mañana el frío era bastante intenso.
No sé vosotros, pero aunque los primeros días de todos los meses de diciembre
son fríos, éste año tengo la sensación de que están siendo más fríos que de
costumbre. Será que el cielo está siempre despejado, y eso de que no haya nubes
hace que el calor acumulado durante el día no se quede retenido por las nubes…y
así pasa, un frío que a eso de las 8:45 de la mañana rondaba los 0 grados, pero
con un cielo despejado que hacía prever una mañana con una luz preciosa…como
así fue.
A las 9:00 de la mañana salimos los 9 componentes del
grupo camino de las afueras de Navacerrada. Nuestro primer objetivo era empezar
con un poquito de picantillo y subir un pequeño tramo de la pista de la
Barranca hasta enlazar con el inicio de los senderos de los Almorchones. En
menos de nada, ya estábamos los nueve enfrascados en el sendero, revirado y
fácil cuya única dificultad reside en algún que otro pasito con piedras y en no
salirse en las curvas o bien contra las jaras o bien contra la valla metálica
del inicio del sendero. Un buen aperitivo que nada más empezar ya nos dejó con
una sonrisilla en la cara y que aunque no calmó el frío, sí que empezó a
calentarnos un poquito.
El final del sendero de los Almorchones, nos deja en la
puerta de acceso al camino que baja hacia Mataelpino siguiendo el GR-10 y que
va paralelo a la carretera M-607 y al arroyo de La Angostura. La bajada por
este camino estaba algo peligrosa en alguno de sus puntos. La helada de la
noche anterior había dejado charcos y arroyuelos totalmente congelados, por lo
que debíamos extremar las precauciones. Como siempre, este camino, cuesta
abajo, se hace muy rápido y muy divertido y sirve de preludio a la primera de
las cuestecillas del día. Y es que la subida a la urbanización Vista Real no
tiene nada, es corta, sin mucha pendiente, pero después de disfrutar de los dos
senderos, prácticamente cuesta abajo, esa primera subidita se hace un poco
pestosilla sobre todo para los que tenemos la forma física por los suelos.
El premio viene al final de la cuestecilla. En vez de seguir
la pista, nosotros siempre salimos de ella por el lateral derecho a la altura
del borde norte de la urbanización para seguir sin abandonar el GR-10. Justo en
ese punto hay una bajadita de nomás de 30-40 metros, al lado de la valla, que
siempre que pasamos por allí es lugar para fotos, de disfrute, y de sacarse
alguna sonrisilla que otra.
Sin abandonar el GR-10, y siguiendo por el sendero,
continuamos atravesando una zona de sube-baja que nos deja en el punto que
siempre utilizamos para la reagrupación, el árbol que hay casi a la entrada de
Mataelpino y que nos sirve como referencia para abandonar en ese punto el GR-10
y, cruzando la carretera de Navacerrada a Mataelpino, seguir en dirección a
Becerril de la Sierra.
Sin abandonar en ningún momento la pista, y claramente en
ascenso pero sin ninguna complicación, llegamos a la localidad de Becerril. A
esas horas el frío ya no era tan intenso, y a cambio lucía un sol espectacular,
un cielo azul impresionante y unas vistas tanto de la llanura hacia la ciudad como
de la sierra francamente limpias y bonitas.
Tras circular por unos pocos metros por el casco urbano
de Becerril y de forma diferente a como solemos hacer, enfilamos la calle que
nos situaría en la presa del embalse de Navacerrada, pero, en un punto dado, la
abandonamos para tomar un sendero/camino que discurre perpendicular al Alto del
Hilo y que gira para bordear el Cerro de las Cabezas. Ese tramito desde la
carretera hasta la falda del Cerro es en franca subida, preludio de lo que nos
espera en los próximos metros.
Sin tratar de subir hacia ninguno de los cerretes, el
track nos lleva a atravesar de nuevo la carretera para que, enseguida, pasar
por la parte más baja de las proximidades de la presa del embalse. Por
supuesto, nada más abandonar el punto más bajo, hemos de ascender de nuevo, y
es aquí, justo en este punto donde la ruta empieza a endurecerse. Los rampones
que se suceden durante aproximadamente un kilómetro tras abandonar Becerril
cruzando el cauce del río Navacerrada una vez suelto de su represa hasta la
urbanización Reajo del Roble, justo en el borde del embalse son duras, muy
duras, mi GPS llegó a marcar un 20% en algunos pequeños tramos.
La impresionante urbanización Reajo del Roble se
encuentra justamente en la ladera del Cerro del Castillo, nuestro principal
objetivo del día que pretendíamos bordear ascendiendo hasta su cima. Tras salir
de la urbanización, tomamos el ya conocido camino por el que volvemos siempre
desde Collado Mediano a Navacerrada tras subir la cuesta del depósito, el cual,
se encuentra en la ladera de nuestro Cerro.
La pista, esta vez en bajada hacia Collado Mediano nos
obliga una vez más a extremar las precauciones ya que su orientación hace que
no le haya dado el sol aún y los múltiples charcos que se forman siempre en esa
pista se encuentran con una sustanciosa capa de hielo que no estamos dispuestos
a atravesar no sea que nos cueste un disgusto.
El camino nos deja en la parte alta del cuestón del
depósito de Collado Mediano, y esta vez, sin que sirva de precedente, no la
bajaremos ni la subiremos, sino que desde el punto donde solemos agrupar cuando
venimos de Collado Mediano, tomamos pista hacia arriba de forma que empezamos a
ascender al Cerro del Castillo.
Las rampas son bastante duras, un 17-18% llegó a medir mi
GPS, pero las vistas que vamos encontrando empiezan a compensar el esfuerzo. Se
trata de subir un desnivel de cerca de 250 metros en poco más de un solo
kilómetro, y eso llegando tan sólo a la altura de la antena que corona el
Cerro, porque luego aún se sube más.
Llegar hasta la antena es genial. Las vistas de la sierra
desde el cerro, con el embalse bajo nuestros pies y con Navacerrada al otro
lado de él, son espectaculares. La vista del cerro Guarramillas coronado de
nieve y extendiéndose por el Ventisquero de la Condesa hacia abajo, en
contraste con el cielo azul, da a cambio una panorámica casi de postal. No es
extraño que en ese lugar decidiéramos hacer la parada para comer y para
hacernos la foto de grupo.
Tras el almuerzo y las fotos, y en contra de lo que
algunos pensábamos, retomamos la marcha para seguir ascendiendo un buen rampón
que orientado hacia el sur, nos dejaba unas vistas espectaculares de la llanura
hacia la ciudad.
Enseguida, tras la subida, una vertiginosa bajada que nos
vuelve a dejar en el punto de reunión del alto del depósito de Collado Mediano.
En este punto, nuestra primera intención era volver por nuestros pasos y
dirigirnos directamente a la plaza del Gargantón por el camino habitual,
atravesando las urbanizaciones de Navacerrada y entrando por el lado oeste del
pueblo. Pero un cambio de última hora nos llevó a tomar la pista que volvía a
bordear el Cerro del Castillo por su lado este, pero esta vez orientado hacia
el norte, camino de la presa del embalse de Navacerrada, a la que llegamos en
muy poco tiempo ya que la pista es muy llana e incluso en claro descenso.
Las vistas desde la presa son también espectaculares. La
sierra y el pueblo reflejados en el agua hacían una foto digna de postal. Así
que, tras disfrutar del espectáculo, tomamos la carretera para atravesar la
presa y dirigirnos, abandonándola por su lado izquierdo hacia los senderos
medio pedroleros que bordean el embalse, una zona totalmente desconocida para
mí pero que me pareció francamente divertida, con algunos pasos un poco
técnicos y con lo justo para divertirse bastante.
Casi sin darnos cuenta nos plantamos en la puerta de
acceso a la zona del embalse que solemos atravesar cuando venimos de los
Almorchones. Desde aquí, y atravesando arroyos ya conocidos, llegamos al parque
que da acceso al pueblo de Navacerrada, y tras rodar por las calles algo más de
300 metros, llegamos, algunos con ganas de rodar más, a la plaza del Gargantón.
Eran las 12:30 de la mañana. Poco más de 3 horas y media
de ruta con un poco de todo, sus senderos, sus rampitas, sus buenas vistas y su
buena compañía que tuvieron su colofón en la magnífica opcional en El Porrón
que afortunadamente estaba abierto y bien abierto. Las cervecitas, los
torreznos, el paté de morcilla, la tortillita no se hicieron de rogar y las
disfrutamos todos (pocas veces acabamos en la opcional todos los componentes de
la ruta), en la terracita al aire libre con un solecito espectacular.
En definitiva, una ruta muy chula, cortita pero intensa
para una mañana de viernes francamente excepcional. Fotos de Jesus
Fotos de JuanCar
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