Hacía ya bastantes semanas que
teníamos esta ruta en la recámara. Siempre nos parecía oportuna para cuando el
terreno estuviera encharcado o hubieran pasado bastantes días lloviendo y por
alguna razón no pudiéramos salir por los sitios más habituales como es el caso
de esta semana en la que las lluvias nos hacían presagiar que el terreno no iba
a estar precisamente bien.
La ruta la encontré buceando por
wikiloc buscando alternativas a las ya conocidas Pistas del Canal (o Canal alto
y Canal bajo), saliendo desde Tres Cantos, o el Cañón del Guadalix. La
alternativa de ir por pistas del Canal bien merecía una investigación.
Así pues, y tras valorar alguna
que otra opción, se decidió que lo más conveniente era quedar en El Molar,
aparcamiento del polideportivo, para, como siempre, salir a las 9:00 dando
pedales. La lista, en principio, era de once participantes, pero la enfermedad
de Pablo y las tareas de Raúl redujeron la lista un poco. Lista que al final
alcanzó los 14 compañeros: Javi (Marek), Jesús (Terminal), Nacho (Gorcam),
Enrique (Endpar), Alberto (Peke), Paco, Luis (Lusofor), Roberto, Roberto (Murga), Miguel (Miguelín), Pachi, Javier (Javier Carvajal),
Efren (Diabolik) y yo, Juan Carlos (Juancardido).
Desde aquí, los mejores deseos
para los lesionados y los enfermos, deseando que se recuperen lo antes posible,
y un gran saludo a todos los ausentes por una u otra razón, aunque, a decir
verdad, los que no salieron pensando que los pingüinos nos iban a acompañar en
la ruta, hicieron muy mal, porque las previsiones del tiempo, tan catastróficas
para este fin de semana, se equivocaron totalmente, y aunque no pasamos calor,
tampoco tuvimos la sensación de estar en el punto de congelación que algunos
auguraban.
En fin, que a las 9:05 más o
menos, ya estábamos todos pretrechados y subidos en nuestras bicis camino de la
salida de El Molar y en busca hacia las desconocidas pistas del Canal de estas
latitudes. Nada más salir del pueblo por su pequeño polígono industrial, una
calle a izquierdas nos mete de lleno en las Pistas del Canal del Atazar que no
abandonaríamos hasta mediada la ruta. Una rampa hacia abajo cruza por debajo de
la A1, llevándonos ya, en menos de un kilómetro hacia lo que será el continuo
de hoy: sube-baja, baja-sube que yendo a un ritmo vivo puede dejarte las
piernas más duras que el cuello de un cantaor de flamenco…
La primera parte de la ruta,
según en el perfil es más o menos llano, sin grandes subidas ni grandes
bajadas, por pista revirada, con muchas curvas, como suele ser típico en estas
pistas. Al poco de salir de El Molar ya se empieza a adivinar el paisaje que
nos acompañará en la mitad de la ruta: una buena vista sobre los campos del
valle que riega el río Jarama, y que en esta época del año están rebosantes de
verde.
Mientras tanto el grupo rodaba
más o menos como siempre: los más fuertes delante y los menos fuertes detrás
con una brecha de unos 200-300 metros de distancia. En este punto la ruta
tampoco tiene mucho más misterio: un bonito paisaje a nuestra mano derecha, las
pistas del canal con firme en buen estado, y lo habitual: sube-baja, baja-sube.
La pista nos lleva cerca del
término municipal de El Espartal, y sin demasiada historia ni cambios en el
paisaje ni en el devenir de la ruta, atravesamos también la carretera que
conecta El Molar con Torrelaguna y que a nuestra derecha se precipita en un
conjunto de zetas hasta alcanzar el nivel del valle.
La ruta seguía transcurriendo
tranquila, sin averías ni incidentes y con todo el mundo agrupado: en dos
grupos, sí, pero compactos.
Al cabo de unos 5 km después de
atravesar la carretera de El Molar-Torrelaguna, la pista inicia un claro
descenso hacia el valle a la vez que disfrutamos de la vista de Torrelaguna y
de los todavía lejanos tubos del Canal Alto que vemos enfrente nuestro. Ese
será nuestro objetivo más próximo.
Desde que la pista comienza a
descender, el firme cambia, y lo que era una pista en buen estado se convierte
en un camino roto, con unos baches bastante desagradables que hacen que el
disfrute de la bajada no sea del todo completo. Al final, la pista desemboca en
la carretera que une la A1 con Torrelaguna y que viene desde Guadalix de la
Sierra.
En el cruce nos reagrupamos ya
que desde este punto, un giro a la derecha nos hace tomar el arcén de la
carretera durante aproximadamente 1 kilómetro. En fila de a uno y a un ritmo
bastante vivo, alcanzamos el desvío hacia la carretera M-124 que de seguirla,
nos llevaría hasta La Cabrera. A escasos 200 metros del cruce nos topamos con
un edificio llamado Depósito Inferior de Calerizas. Este edificio no es más ni
menos que la primera central eléctrica del CYII y que aún sigue funcionando.
Según he podido leer por ahí, desde esta instalación, construída en 1912, parte
el Canal Bajo hacia los depósitos de Bravo Murillo e Islas Filipinas en Madrid.
Unos pocos kilómetros después de
la central, y aún en fila de a uno, nos desviamos a la izquierda por un camino
que en principio parece correr paralela a las tuberías del Canal Alto. A partir
de este punto de nuevo se empiezan a marcar las diferencias entre los más y los
menos fuertes, ya que la subida, de más o menos unos tres kilómetros, si bien
no es especialmente dura sí que es un tanto pesadita, con rampas constantes al
6% y algunas al 9% según mi GPS.
Según íbamos ganando altura el
paisaje se iba haciendo más bonito. Nosotros, de un lado, cerca de los tubos
del Canal Alto, podíamos ver perfectamente la colina del otro lado de nuestra
propia ascensión y por la que bajan los tubos del Canal de forma que,
aprovechando los efectos de los vasos comunicantes, salvar el valle entre las
dos colinas para que el agua pueda circular por las tuberías salvando los
desniveles.
Casi en lo alto de la colina,
retomamos la pista del canal, en este caso, como digo, del Canal Alto. Las
vistas hacia el este nos mostraban Torrelaguna y las cercanías de Patones, al
frente, al sur, las colinas del otro lado del valle por las que veníamos
rodando toda la mañana y por las que atraviesa el Canal del Atazar, y al oeste,
el pueblecito de Redueña , la Urbanización cotos de Monterrey y al fondo la A1.
Ascendiendo la pista nos dimos
cuenta de que éste estaba atravesada por trialeras utilizadas por motos, e
incluso en las cercanías de Redueña pudimos ver ciertos senderos que salen del
pueblo en dirección a la central eléctrica. Estas observaciones nos ponen en la
pista de que quizá sea una buena zona para volver marcando esos senderitos y
esas trialeritas…ya veremos.
A mitad de camino, y con las
vistas de Redueña de fondo, hacemos la parada para comer algo y para la primera
foto de grupo. Una parada bastante rápida, al igual que lo estaba siendo la
ruta, ya que la falta de incidentes y lo bueno del terreno, propiciaban que la
velocidad fuera bastante elevada.
La pista del Canal, a la altura
de Redueña, se convierte en la “senda para todos”, discurriendo a lo largo de
toda una bonita dehesa, que para no variar, también es dehesa boyal (de
bueyes). Esta “senda para todos” acaba prácticamente en las cercanías de la A1
que cruzaremos por un túnel y en donde la pista casi asfaltada se convierte en
un camino de tierra, bastante mojado y pestoso que va picando hacia arriba
hasta alcanzar una especie de área recreativa a la entrada del pueblo de
Venturada.
Desde la A1 hasta éste área, el
camino está en obras; mojones de hormigón para marcar la altura del pavimento,
bancos y papeleras nuevecitos, hacen prever que de aquí a muy poco tiempo esa
“senda para todos” continúe hasta Venturada. Incluso se pueden ver ya sendas
preparadas a la salida del pueblo con sus bancos y su suelo bien pavimentado.
Cuando abandonamos la “senda para
todos”, abandonamos también los caminos del canal. La ruta, tal y como está
trazada abandona Venturada por un camino de servicio que va a parar a la
carretera de Guadalix a Torrelaguna, atravesándola y cruzando hacia una nueva
pista que por la falda de la colina se dirige hasta la carretera que enlaza con
Pedrezuela.
Todos más o menos unidos y más o
menos agrupados, a buen ritmo, alcanzamos la carretera que va bordeando el
embalse de Pedrezuela o embalse de El Vellón. El desvío hacia la zona de la
presa nos sirve de excusa para una nueva reagrupación y una nueva foto de grupo
aprovechando las vistas del embalse con la sierra nevada de fondo.
Esta última parte de la ruta es
bastante sosa. Salir de las cercanías de la presa, atravesar el pueblo de
Pedrezuela haciendo una pequeña parada en su plaza de la iglesia, y salir por
la pista que conduce hacia el Mesto es, además de conocido, bastante aburrido y
sin casi atractivo.
Al salir de Pedrezuela, y justo a
la altura del desvío hacia el Azud del Mesto en el cañón del río Guadalix,
tomamos el desvío a la izquierda (hacia el cañón se va a la derecha), y
enfilamos camino hacia el cementerio de El Molar, su Plaza Mayor, y callejeando,
llegamos al Polideportivo para acabar la ruta del día.
En definitiva, un día con
bastante frío pero menos del que esperábamos, una ruta bastante fácil, de 40 km
y escasos 500 metros de acumulado que, en una primera parte discurre por una
zona entretenida y que la segunda mitad se hace algo monótona y pesada, sin
casi atractivo y con mucha carretera. Vamos, que de repetir esta ruta
tendríamos que buscar alternativas que la hagan más picante y divertida, que
posibilidades seguro que hay.
Tras acabar la ruta bastante más
temprano de lo habitual (12:30), y despedir a los compañeros que llevaban
prisa, algunos nos quedamos a disfrutar de una merecida opcional en la
cafetería del Polideportivo. Unas jarritas, comentarios varios y un tiempo
después de nuevo a los coches y para casita.
En fin, si bien es una ruta que
no pasará a los anales de la historia, al menos nos sirvió para el propósito
que tenía: huir del barro y del terreno mojado. Quizá modificándola gane
bastantes puntos.
Fotos de JuanCar