“Non nobis domine, non nobis, sed nomine tuo
da gloriam”.
“Haz lo que puedas,
con lo que tengas. En donde estés….pero siempre llévanos a la gloria”.
Proverbio
templario
Preparar la logística
de esta empresa ha sido fácil la verdad, la ilusión por compartirla muy grande,
la pena por no haberla podido disfrutar con todos los que realizo las rutas de
los fines de semana también y la incertidumbre por como saldrían las cosas
bastante acusada (hasta el punto de no dejarme dormir mucho por las noches).
Ya hace bastante
tiempo que realice esta ruta, y varias veces, siempre a pie como un paseo que
te das por el parque cercano a tu casa (eso sí, si tu paseo incluye el vadeo
varias veces del rio Lobos, metido en un cañón de caliza con unas paredes
verticales inmensas y rodeados del majestuoso vuelo del buitre leonado), y la
verdad que tenía ganas de al menos realizarla en parte en bici.
La oportunidad me la
dio la necesidad de compensar al amigo Jesús (Agila) por no haber podido ir a
hacer este año la Pedales de Occitania por la avería de mi viejo coche (queda
en la bandeja de pendientes para el año que viene), así que puse la idea en el
foro de los pedrolos pensando que no se animaría gente, cuál fue mi sorpresa
cuando cuatro amiguetes más se apuntaron(al final se cayó zarzo, una pena), con lo cual los
ingredientes para un finde completo estaban más que servidos.
Tras la ruta de ayer
19 subiendo al pico Urbión (ver crónica de Juancar) respetándonos el tiempo y
con el palizón aun en las piernas y el alma henchida, sabedores de haber hecho
algo grande y en la mejor compañía afrontábamos hoy una ruta totalmente
diferente de todas, de las de cámara en mano a full de batería y parar a cronos
en su inexorable y cruel avance, de abrir los ojos del alma e imprimirla de
cada color, cada sonido, cada brizna de aire, DE TODO.
Para los que les
guste el tema cultureta (homenaje a Juancar), os diré que el Cañón del rio
Lobos nace en Burgos y pasa enseguida a Soria, son 25 kilómetros de paredes
calizas mesozoicas donde confluyen una doble erosión, la propia del rio y la de
la estructura de las propias paredes que disueltas por el agua han producido
muchas zonas cóncavas (lermas). La zona que nosotros realizamos fue desde la
entrada del cañón en Ucero (Soria) hasta Hontoria del Pinar (Burgos). El agua
discurre subterráneamente con lo que se crea una zona de lecho que parece un
pedregal en varias zonas. Como dato adicional comentaros que en todos los
farallones de las paredes habitan multitud de aves pero sobre todas aparece el
buitre leonado con su majestuoso vuelo.
Una vez soltado el
rollo, voy a la chicha. Tras una noche de buen vino y de mejor compañía (como
diría Carlos Goñi en su gran canción San Pedro), amanecimos con el día bastante
encapotado pero con esa sensación de los toreros ante una gran tarde (algo que
yo ya sabía), desayunamos y dejamos nuestro alojamiento en Vinuesa camino de
San Leonardo de Yagüe para recoger a Vicente (amigo de Fernando “ciclo”), que
vendría a la ruta prevista para hoy. Una vez ensamblado el quinto elemento en
discordia, nos dirigimos a nuestra salida en el parking de la entrada del Cañón
en la zona de Ucero, pero antes y a modo de aperitivo paramos en el mirador que
hay de dicha zona pasado el pueblo de Casarejos. Yo que estaba atento a las
caras de mis compis de ruta, disfruté mucho al verlos “ojiplaticos” por el
paisaje (lástima que los buitres no nos deleitasen aun con sus vuelos rasantes
por la zona, era bastante temprano y supongo que aun las corrientes térmicas no
serían las adecuadas para ellos).
Significar que
durante el viaje al lugar de salida, Juancar y yo comentábamos la obra y
milagros de Fredy Mercury y su obra extensa con Queen (incluso íbamos escuchando
parte de su discografía), y como había ido conociéndolos con el devenir de los
años…ya veis, a la vejez viruelas (y chupa con tachuelas….y zapatos de chúpame
la punta…jeje).
Los preparativos
discurrieron entre chanzas y bromas, hasta que una vez montadas las bicis y
vestidos los protagonistas, nos disponíamos a iniciar la que es una de las
rutas más bonitas que puede hacer todo amante del btt.
Fue comenzar y se
hizo el silencio, encajonados entre el comienzo del cañón, era como el
escenario al que sale un tenor en la Scala de Milán o como un helado gigante de
los que le gustan a Peque…una mezcla de reverencia y de deseo de abrir la
puerta templaria de la aventura. Los primeros dos kilómetros Vicente, para
evitar la pestosa carretera, nos introdujo por un sendero a la izquierda del
parking (el que hay después del restaurante), sendero, que varias veces de
manera caprichosa se iba cruzando con el rio y pasando por diversas zonas de agua
con muchos nenúfares (vamos de postal la foto), haciendo las delicias de los
presentes, pero todo en un significativo mutismo.
Terminado el sendero,
y rodeando a derechas un recodo se nos presenta lo que a buen seguro es la joya
de la corona e imagen por excelencia de esta ruta, la ermita de San Bartolomé.
Muy significativo fue para mi ver a Efrén (ese tío compacto y achaparrado que
tiene unos jamones por patas…vamos al más puro estilo bicivolador) que no fue
capaz de articular palabra, y yo sabía porque, aquella construcción te había
dejado sin palabras amigo Efrén. Los demás tampoco le andábamos a la zaga
empapándonos de las imágenes, y es que esta ermita del siglo XIII, mezcolanza
de románico y gótico (con solo la capilla ya de origen templario) y encajada en
una pared con dos cuevas (la grande y la chica) hace las delicias de todo aquel
que le guste la fotografía de paisajes singulares, y vive Dios que este es uno
de ellos.
A la ermita le surgen
multitud de leyendas (como que por allí pasó el Santo Grial en los tiempos en
que desaparecían los caballeros del Temple, o que la cueva grande fue escenario
de ritos iniciáticos templarios, o que unida esta ermita con otras de la
península forman una Cruz de Malta, emblema templario, etc.), pero como mayor curiosidad
de este centro de energía o telúrico es que es un Omphalos, es decir, que dista
la misma distancia de los dos puntos más externos de nuestra amada piel de toro
(cabo de Creus y de Fisterra, distando a ambos 521 kms y 127 m.), ¿Cómo se os
ha quedado el cuerpo?.
De la belleza del
lugar, testigo que mejor lo explica son las fotos que tomamos, y multitud que
pululan por los mundos cibernéticos.
Aquí a Efrén y
Juancar les dio por subir a la cueva grande subidos en sus monturas un buen
repechon, pero su rapidez no me dio tiempo a inmortalizarlos, aunque si a su
salida, con espectadores de fondo.
Aún con la vista y el
alma henchida, y pareciendo auténticos templarios, seguimos camino, pasando por
una oquedad en una pared pasados unos metros la ermita, nos encontramos con “el
panal de los frailes”, zona en la que los frailes templarios se dedicaban a la
apicultura (la verdad que es curiosa la foto, las colmenas parecen setas). Desde
este punto hasta la próxima parada (puente de los siete ojos), vamos transitando
por el Cañón que se va cerrando, con el amigo Agila a la cabeza, seguido del
oriundo de la zona (Vicente…el hombre que jamás verá la película de los
Picapiedra….que poco le gustan al jodío las zonas pedroleras con la bici.jeje),
Efrén y cerrando más en plan cicloturista Juancar y yo., entre vadeos del rio,
alguna pequeña zona técnica y charcas con nenúfares, amén de los vuelos de los
buitres que ya nos tenían localizados por si las moscas.
Tras unos diez
kilómetros de sendero, llegamos al puente de los siete ojos, de aquí a Hontoria
del Pinar (lugar de nacimiento del Cañón) tenemos 12,4 kms. de más sendero algo
más técnico por las zonas de piedras existentes. Parada de rigor para tomar
fotos y continuar la parte más dura del rutón, con constantes sube y bajas con
piedras, raíces y estrechamientos entre árboles.
Desde el Hontoria del
Pinar al puente de los siete ojos, el rio Lobos transcurre bajo tierra (estilo
ojos del Guadiana), dejando un auténtico pedregal que nosotros bordeamos por un
lado.
Conforme avanzan los
kilómetros hasta el pueblo burgalés se va abriendo el estrechamiento que
conforma el Cañón, saliendo hacia una zona de merendero que pertenece a esta
última localidad. Resaltar que esta parte puede ser divertida pues invita a
coger velocidad y circular próximo a los árboles le da un plus de flow (en el
argot biker).
En Hontoria, Efren
propuso deshacer nuestros pasos y retornar por el cañón (propuesta totalmente
acertada una vez que hemos hecho la segunda parte, ya contaré porqué….en cierto
modo la segunda parte de la ruta creo que decepcionó un pelín), pero al final
convinimos siguiendo las indicaciones de Vicente, y las mías propias (siempre
he sido de pensar que las rutas hay que hacerlas con el track completo) seguir
con lo planeado inicialmente, y es que yo pensaba que la zona del GR 86.1 que
salía de la carretera de Casarejos y que nos unía de nuevo al Cañón sería el
fin de fiesta perfecto (trialera divertida), cosa que como luego contaré no fue
así.
Con la decisión
tomada, los cinco bikers nos dirigimos por una pista en subida tendida, pero
que a más de uno nos pasó factura debido a la ruta del día anterior, dirección
San Leonardo de Yagüe (donde vive Vicente). Este tramo no tiene ningún secreto.
Se pasa por una fábrica de puertas que lleva tiempo cerrada, comentando Vicente
que volvería a abrir en no mucho tiempo (ojalá, porque es uno de los sustentos
de la gente del lugar). Posteriormente se llega a la citada localidad, donde
repostamos agua, que tiene un sabor un poco grueso, y es que el oro líquido de
esta zona ha de ser tratada ya que al estar rodeados de superficies calcáreas
estas aguas no resultan muy potables, necesitando un tratamiento a conciencia.
Aquí Vicente, nos
lleva por sus terrenos, el track iba por una zona de pista en subida, y nuestro
amigo nos propone algo más suave a priori saliendo desde una zona del pueblo
que da a un pinar y llega a la carretera de Casarejos. La primera rampa que vemos
es larga, rota y con mucha pendiente y Efren, Juancar (que iba algo más en
reserva) y yo miramos como Agila y Vicente tiran hacia adelante y a los tres
nos asalta la misma duda (como tiren por ahí o matamos al soriano o no los
pillamos y nos funden), afortunadamente giran a la derecha y nosotros
respiramos, craso error, lo siguiente eran como cinco o seis sube y bajas
cortopetantes y nos vuelve a asaltar la idea de matar al soriano (y eso que la
alternativa era fácil…jejeje).
Una vez finalizada
esa zona de pinares, bonita de por si, tenemos una bajada rápida y algo peligrosa
por los regueros formados en el centro del camino y que a veces te arrinconaban
en los laterales del mismo, llegando acto seguido a la carretera de Casarejos,
por donde discurriremos unos tres kilómetros (el primero en subida tendida pero
ya matadora), hasta el ya comentado sendero del GR 86.1. En este tramo de
carretera le pregunto al oriundo Vicente como estaría la zona que yo había
pensado como la guinda del pastel, comentado que estaba muy bien y era muy
chulo (que jodío el soriano, claro que estaba bien….no había casi
piedras….jajajaja, es broma).
Llegamos al citado
GR, casi 4 kilómetros de zona en falso llano, que en realidad es un arroyo seco
llamado de Valderrueda que desemboca en el río Lobos, la trazada está hecha y
solo hay que seguirla, este tramo es exigente, porque no paras de dar pedales y
hay giros donde se pierde la perspectiva del sendero y te puedes ir de largo.
Se cruza varias veces el lecho pedregoso de este arroyo (me recuerda al arroyo
seco de Arganda del Rey, aunque más largo). Agila y Efren van delante y yo
intento seguirlos, pero como son dos máquinas pues terminan sacándome bastante
ventaja, después llegan juntos Vicente y Juancar. Es aquí donde le comento a
Efrén, que su idea primitiva de volver por el Cañón hubiera sido más acertada
(pero bueno nos sirve como excusa para volver algún día), ya que este tramo a mí
personalmente me ha dejado algo chafado (es difícil, cuando lo comparas con el
resto de la ruta, tal vez ese sea el fallo, y haya que mirar el lado bueno, al
final el arroyo Valderrueda ha sido divertido…y exigente).
Retornamos los
últimos 5 kilómetros, volviendo a pasar por la ermita templaria, eso si, muchos
buitres nos sobrevuelan en unos majestuosos planeos, y es que ellos aquí son
los reyes, incluso vemos sus siluetas recortadas en las bóvedas del Cañón con
los rayos de sol de fondo (vamos todo un espectáculo). Vuelta a hacer fotos
(incluida la de grupo) en la Ermita, cruzándonos con muchas familias
senderistas (por eso es recomendable madrugar para hacer esta ruta, logrando
hacerla casi solos, al menos la ida), teniendo que sortear a la gente en varias
ocasiones.
Así en esto llegamos
al coche con la sensación de habernos transportado en el tiempo a otra época,
esa de los caballeros templarios adalides de aventura y humildad, tanta como la
que nosotros mostramos ante esta Naturaleza salvaje que nos hace tan pequeños y
tan libres a la vez. Abrazos y risas…y yo me relajo, conocedor que he dado a
estos buenos amigos una dosis de adrenalina de vida y un imperceptible hilo que
hace que el ser humano se una y disfrute en estos malos tiempos que nos ha
tocado vivir.
Mención especial para
Vicente (gran persona) por su acompañamiento e invitación al final de la ruta
con un opcional y diverso picoteo…VICENTE ERES GRANDE….ya sabes donde
estamos…eso si…la próxima con piedras…jejeje (es broma).
AGRADECIMIENTOS:
A Juancar (alias
canillas de zorro): por la pasión que le pone a esto del hierro, aunque al
final terminara algo petado.
A Jesús Agila (alias
Mr. Gin Tonic): Por su gran compañerismo y por sus bocadillos y productos
extremeños.
Al compacto y
chaparro diablo: Por ser un cabronazo, por decir que mi bici traga como
una…..mejor dejarlo…jeje. Ya te dije que has compartido conmigo dos de los
momentos más extremos de mi vida, mi rotura de hombro y este finde ciclista.
GRACIAS.
Al pápa Chicote, Por
su cocina a fuego lento de esta crónica, sin él…este parto no saldría a la luz.
A todos los que leáis
esta crónica, espero haberos picado un poco en vuestro interior, y que
cualquier día propongáis esta ruta para hacer, aunque se vuelva tarde a casa
ese día, creo que merecería la pena, no es difícil y en unas 5 horas se podría
hacer de sobra..eso si…ida y vuelta por el Cañón.
Por último deciros,
que este relato no trata de competir con el del amigo Juancar (sería imposible
porque no llego a la suela de sus Celsius), tan solo es una visión personal de
las rutas, imprimiéndole un toque personal manchego y si saca una
sonrisa…satisfecho.
1 comentarios:
No me canso de la zona, una ruta muuuuchula que se puede adaptar a los peques tambien. Creo que es un clasico anual y para mantener contentas a las contrarias...casita rural y paseo por el cañon mientras nosotros le damos a los pedales ;-) en mi caso no es asi jejeje.
Me encanta Ruben.
cuidaros.
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