Apártate de los
caminos frecuentados y camina por los senderos.
Pitágoras
La tormenta de
ideas para la ruta del domingo empezó pronto, el lunes por la mañana. Y es que
los que no podemos salir todos los domingos empezamos la semana con un mono
especial, con el nerviosismo de saber cuánto antes dónde vamos a ir y qué vamos
a hacer.
La ruta elegida fue
el resultado de la mezcla de una de las rutas propuestas por Karpov y que
originalmente subía al mirador de Las Canchas saliendo desde Becerril, la
pasión de Marek con su corta-pega ruteril, y las ganas de todos de continuar
una semana más subiendo y bajando senderitos y trialeras, ya que después de que
la semana pasada algunos se fueran a Moralzarzal a hacer el DH y el Somier,
parecía que se habían quedado con las ganas de más emociones fuertes.
Muchos pueden
pensar que el nombre de “Sin pedrolos mejor” ya no nos define exactamente, y
que quizá un nuevo nombre nos vendría mejor. En realidad yo no estoy nada de
acuerdo. Si nos paramos a analizar la ruta del domingo, veremos que pedrolares
no hay ni uno, solamente trialeritas y senderos mezclados con sendas y
caminos…quizá alguna raíz y algún pasito complicado, pero nada significativo
que nos haga plantearnos un nuevo horizonte más endurero…¡¡ni mucho menos!!...somos
básicamente pisteros y eso seguiremos siendo, aunque una ración de mini-caminos
nos viene muy bien de vez en cuando para soltar adrenalina y hacer pequeñas
incursiones en terrenos que, aunque no son nuestra especialidad, sí que nos
gustan…con cuentagotas, pero nos gustan.
Con las premisas de
senderitos disfrutones, subiditas de esas de romper a sudar y una ruta corta
pero intensa, el Gran Maestro Marek, parió un track que nos conducía hacia las
delicias de dos de los valles de la Sierra de Guadarrama: La Barranca y
Navalmedio.
El menú era para
chuparse los dedos: Subida por la ladera del Chiquillo, senda Ortiz de subida,
bajada por el Bambi y por el Escorpión (o La Sal), senderos de Navalmedio,
subida de parte del Calvario, pinar de La Barranca, bajada por el Ortiz, bajada
por parte de los Alakan y Almorchones. Obviamente la salida desde el que es
casi nuestro cuartel general: la plaza del Gargantón de Navacerrada.
Los días de la
semana iban pasando y con ellos se iba engordando la lista de asistentes. También
hay que decir que de la misma forma que se engordó, adelgazó puesto que nos
fallaron a última hora nuestros amiguetes los Bicivoladores y algún que otro
locuelo que el día anterior fue a tirarse por los pedrolares de Patones, algún
que otro componente que iba dejando su huella extremeña por tierras toledanas,
alguno que se encorbataba para ir de boda y algún otro u otros peleándose en la
supuesta fiesta de la bici en la capital.
El caso es que el
final nos citamos 17 amiguetes a esto de dar pedales y pasarlo genial en una
deliciosa mañana de otoño que aunque en principio se planteaba fresquita (más
bien fría), al final resultó soleada y muy agradable. A ver si soy capaz de
citarlos a todos sin dejarme ninguno: Javi (Marek), Javi Villalba, Pablo, Jesús
(Terminal), Nacho (Gorcam), Pachi, Rubén (Karpov), Miguel (Miguelín), Jose
(amigo de Miguel), Rodri (Glabre), Joseuno, Rai (Graypaw), Raúl, David, Amador
(Cronos), Antonio, y un servidor, JuanCar.
Un grupo majete,
¿verdad?. Buenos bikers y mejores personas para una ruta durilla tanto física
como técnicamente y de la que nadie se quejó en ningún momento, al revés,
todos, absolutamente todos íbamos dispuestos a conocer sitios nuevos (el que no
los conocía)…Bambi inédito y La Sal (Escorpión), igualmente desconocidos para
nosotros. Una ruta corta en kilometraje, intensa en emociones y dura en
acumulado (más de 800 en tan poca distancia).
Arrancamos a las
8:45 más o menos, y como es habitual en las rutas que empiezan en Navacerrada,
desde el minuto 1 ya empezamos a subir: primero por las calles del pueblo,
después por la archiconocida para nosotros ladera del Chiquillo, esta vez mucho
más corta de lo habitual ya que en el cruce de caminos, en vez de ir a la
izquierda, tiramos a la derecha a buscar la carretera de subida al hotel de La
Barranca.
Esa primera subida
nos sirvió para calentar motores, quitarnos el frío y disfrutar de los primeros
rayos de sol, dorados en esta época del año, sobre el embalse de Navacerrada.
Alguno hubo que pretendía subir hasta el embalse del Chiquillo, pero la ya de
por si exigente ruta no admitía más dureza de la necesaria.
Tras las primeras
rampas del Chiquillo, la ruta nos lleva a la carretera del hotel de La
Barranca, una carretera estrecha, bastante transitada que, picando hacia arriba,
nos conduce a los embalses y a la pista del mismo nombre.
La subida que
tenemos por delante hasta la entrada del Ortiz, no llega a dos kilómetros,
quizá algo más, con una pendiente bastante asequible que nos permite ir
charlando tranquilamente, como siempre los más fuertes delante y los más flojos
detrás. Fue precisamente aquí, al poco de pasar el parque de aventura, que
sucedió la primera incidencia: pinchazo de Raúl que afortunadamente y gracias
al líquido antipinchazos se saldó con darle un poco más de presión a su rueda.
Reagrupación a la entrada de la senda Ortiz, y con cuentagotas, como si nadie
quisiera ser el primero, enfilamos la subida a la senda, algunos por primera
vez.
Bajar la Senda
Ortiz es una maravilla, pero subirla tiene su miga. No es que tenga una
pendiente muy acusada, sino que los pasos técnicos, en algunos casos escalones
bastante altos, de subida se hacen bastante pesados e incluso complicados de
pasar. Aun así, subirlo es una nueva experiencia y una nueva muesca en el cuadro de la bici aunque no sé de ninguno de los que íbamos que la subiera sin
poner el pie a tierra en alguna ocasión. Hubo pequeñas caídas sin importancia e incluso una rotura de cadena creo que de nuevo de Raúl, pero al final, todo se arregló sin más y tras agruparnos en el mirador y comer alguna cosita, nos dispusimos a afrontar la primera de las bajadas del día: El Bambi.
La trialera del Bambi, que sale directamente de la pista de La Barranca, y a escasos metros del mirador que da acceso a la Senda Ortiz, y por su lado opuesto, tiene dos tramos bien diferentes. Un primer tramo de una pendiente endiablada que en este momento tiene una rodera en medio del tamaño justo de la cubierta de la bici, lo que supone que existe una única trazada y una única posibilidad de bajar. La mayoría, a excepción de unos pocos (creo que David, Raúl y Rai), bajamos este tramo a pie en su mayor parte, y es que yo, la primera vez que noté que no controlaba la rueda delantera de la bici, tiré de mi lado conservador y pensé que lo mejor era caminar un ratito por el bosque…al fin y al cabo hacer senderismo tampoco está tan mal, sobre todo si es en bajada.
La segunda mitad,
que comienza también en la pista del pinar de La Barranca, es bastante
diferente. Es más un sendero divertido que una trialera. Una pendiente suave
con bastantes cambios de dirección que se hace sin dificultad y a bastante
velocidad. Tan sólo las jaras y las zarzas añaden un poco de dificultad al
trazado, y si no, que se lo digan a Frailman…allí es donde las zarzas le llamaron
y acudió a su encuentro…
El Bambi termina
unos pocos metros más arriba de El Ventorrillo. Así pues, una vez reagrupados,
bajamos esos metros por la carretera del puerto de Navacerrada y nos disponemos
a seguir bajando por la segunda trialera/sendero de la mañana: La Sal, o como
también se le conoce, El Escorpión. Javi nos contó que La Sal se llama así
porque empieza justo detrás del depósito de sal del Ventorrillo, si, ese que
utilizan para almacenar la sal con la que salpican la carretera en invierno para
evitar la formación de hielos. Aun así, parece que su nombre más generalizado
es el de “El Escorpión”…nadie sabe porqué.
El caso es que esta
trialera empieza en un pequeño sube-baja que nos deja justo en la llamada “casa
de las mariposas”, punto a partir del cual, la bajada se vuelve mucho más
divertida, con una pendiente bastante acusada en su tramo inicial y con unos
giros de 180 grados muy divertidos. El estado del terreno tras las lluvias de
los días anteriores era estupendo, permitiendo deslizar la rueda trasera con
mucha más facilidad. Los giros continuos terminan en un pequeño sendero entre
la maleza que lleva a un cruce de caminos donde es muy probable que nos
equivocáramos . Elegimos el camino de la izquierda cuando lo más seguro es que
el correcto fuera el de la derecha. Aun así, la bajada seguía igual de
disfrutona, tanto que algunos se pasaron de frenada y se saltaron el desvío que
conduce a los senderos de Navalmedio.
De nuevo
reagrupación en el punto de cruce entre ambos senderos que se alargaba más de
lo esperado: por detrás Pachi pinchó su rueda y eso hizo que el grupo tardara
de nuevo en iniciar la marcha.
Y es aquí, en este
punto, en el que Rodri, con algo de prisa por llegar a casa, nos abandonaría.
Él terminó de bajar por completo la trialera por el camino que nosotros, de
forma habitual subimos desde la pista de Navalmedio hacia los senderos. También
desde este punto, ya sabíamos lo que nos esperaba. En este punto, el track que
Marek ideó para la ocasión se convierte en el track habitual de nuestra ruta
por estos caminos.
Así pues, sin
pensarlo más, nos dispusimos a rodar por los archiconocidos senderos de
Navalmedio que, como sabemos, desembocan en la pista de subida del camino del
Calvario.
Como siempre, los
senderos de Navalmedio inigualables. Rápìdos y sencillos y en ligera subida.
Subida que, si no la tomas con calma, pueden pasarte factura antes de acabar el
resto de la ruta. Reagrupación en el punto de siempre, es decir, en el puente
de madera, y de nuevo iniciamos la marcha para subir el tramo pestosete del
Calvario, pasando el arroyo, el curvón y el pino de la cadena.
Lo dicho, desde
aquí la ruta es la archiconocida por nosotros, dejando el Calvario poco más
arriba del pino de la cadena para llegar de nuevo a el Ventorrillo, cerrando
así el bucle que empezó un buen rato antes al empezar a bajar La Sal.
Subiendo el pinar
de La Barranca a algunos las fuerzas ya empezaban a flaquearnos. Yo, en
particular, tenía la impresión de que las subidas no me estaban compensando con
las bajadas…menos mal que me queda el Ortiz de bajada, pensé.
Y así fue, tras una
nueva parada en el mirador, foto de grupo y un ligero avituallamiento, me tiré
a pasar el Ortiz siguiendo la rueda de Raúl que a su vez seguía la de David.
Una pena la gran cantidad de senderistas que caminaban por el sendero y que nos
hicieron detenernos en al menos tres o cuatro ocasiones. La senda Ortiz me
gusta tanto, que me disgusta tener que pararme…¡¡qué le vamos a hacer!!.
Bajando el Ortiz ya
no me acordaba ni de las cuestas ni del cansancio ni del acumulado que
llevábamos…de nada. El Ortiz me quita el sentido, me hace quemar adrenalina a
lo bestia y me hace disfrutar como un enano encima de la bici…¡¡cómo me gusta
el Ortiz!!.
La pena es que los
dos escasos kilómetros de bajada se hacen cortos, muy cortos, y en menos de lo
que tardas en darte cuenta, estás parado en la pista de La Barranca con cara de
lelo y una sonrisilla en la boca.
Tras terminar todos
de bajar, y antes de empezar la subida que nos lleva por pista a la entrada de
los Alakan, Miguel y su amigo Jose nos dejan, también por lo tarde de la hora,
y se tiran pista abajo para llegar cuanto antes a Navacerrada. Los demás, ya
tan sólo 14, tiramos pista arriba, y casi sin parada, nos lanzamos casi a tumba
abierta a bajar los Alakan. Estos senderos cada vez me gustan más. Al principio
se me atragantaban, y quizá por haber visto caer a Angel y a Pachi en dos
ocasiones en ellos, pero tras haberlos bajado la última vez tras la rueda de
David, les empecé a coger el gustillo, el cual va en aumento cada vez que
pasamos por allí.
La reagrupación en
los embalses de La Barranca acabó con una nueva “deserción” en el grupo: Pablo,
Jesús y yo decidimos que ya era bastante tarde para hacer los Almorchones y que
nos bajábamos directamente a Navacerrada sin hacerlos. Así pues, el grupo se
vio mermado de nuevo hasta los 11 componentes.
Yo ya no viví el
resto de la ruta, lo que si vimos es que Nacho, por alguna razón llegó el
primero a la salida de la vereda que parte del embalse hasta el pueblo…quizá
desechó la idea de subir por detrás del embalse tras bajar los Almorchones.
Desde luego lo que
sí sé ya que documento gráfico hubo por whatssap, es que opcional hubo…lo que
no sé es si hubo los apreciados torreznos del porrón o no…que lo cuente el que
lo vivió, jejeje.
En definitiva. Una
ruta bastante dura tanto física como técnicamente en la que hemos disfrutado
como enanos y nos hemos divertido de lo lindo, que para eso salimos, ¿no?.
Fotos de Jesus
Fotos de JuanCar
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