Crónica de JuanCar
Corría el 9 de febrero de este año cuando, en
un día frío y lluvioso, asistí por última vez a una ruta. Se trataba de
realizar un tramo de la vía verde del Tajuña que precisamente elegí yo porque
el cardiólogo me había pegado un buen susto diciéndome que mi patata volvía de
nuevo a funcionar no del todo bien (afortunadamente días después se confirmó
que mi patata estaba con tan mala salud de hierro como siempre).
Aquel día desoí las recomendaciones del
matasanos del cuore y animado por el diablillo más santo organizamos una buena
ruteja a la que asistísteis un buen número de vosotros (y sé que algunos
quisieron pero no pudieron) y que venían principalmente para acompañar a este
humilde pringao en su penaero (volators dixit).
No imagináis lo emocionado que volví a casa
aquel día después de que tantos de vosotros me acompañarais y estuvierais a mi
lado. Aquello fue para mi impagable. Además yo sabía que en muy pocos días mi
maltrecho hombro tenía que pasar por chapa y pintura y que aquello me iba a
retirar de las rutas al menos un mes y medio…o más….como así ha sido.
De repente, como si no hubieran pasado
realmente más de dos meses, me veo, a las 9:00 de la mañana de nuevo empezando
a rodar con un buen grupo de vosotros. Una pena por todos aquellos que no
pudieron venir porque me hubiera encantado compartir este día francamente
especial con todos. Algunos estáis recuperándoos de heridas de guerra, de
lesiones, y otros simplemente no pudieron acudir por compromisos o por lo que
sea. El caso es que aunque no estuvisteis, yo os sentí allí porque sé que en
todas aquellas rutas en las que yo no he podido estar, un trocito de mi siempre
ha estado en la ruta; al menos así lo he sentido desde la distancia.
El día 27 de abril del 2014 tardaré en
olvidarlo. El nerviosismo de la noche anterior, la emoción de la preparación de
todo el material, de la bici, del casco, de la ropa. Cargar la bici en el coche
por la mañana y partir rumbo al punto de inicio de la ruta: Alameda del
Valle…del valle del Lozoya, uno de mis lugares favoritos y donde tantas y
tantas cosas me han sucedido (y que no contaré por no aburrir). Un valle
excelso, precioso, para mi, inigualable…
Yo mismo elegí la ruta con la que volver a
pedalear…la ruta de la Majada del Cojo. Y ¿porqué la Majada?...pues muy
sencillo. Sabía que iba a sufrir ya que los muchos días de inactividad tenían
que dejar su huella, pero el ascenso por la pista hacia el refugio de La
Morcuera, degustando las vistas del valle y observando como Rascafría y El
Paular se quedan cada vez más lejanos y más pequeños a la vista y como Peñalara
se va alzando cada vez más con sus más de 2400 metros es una visión que me
impresionó tanto la primera vez que hice esta ruta que quería empezar mis
pedaladas sintiendo lo mismo…y ya creo que lo sentí. Por supuesto las vistas de
bajada desde la Majada no se le quedan atrás. Vaya, que es una de mis rutas
favoritas por sus paisajes y por su contenida dureza.
Si a los paisajes que se abren ante nosotros
añadimos el grupo de grandes personas y amigos que se dieron cita en Alameda,
el día se convierte en EL DIA (con mayúsculas).
No os imagináis cómo echaba de menos las
risas, los chistes, las bromas, las conversaciones trascendentales sobre las
cosas de la vida y del día a día y como no, las lecciones magistrales del más
grande de los maestros. Además, ayer, a todo esto se sumaron los
cantecitos…Walles por La Trinca y Pepe Da Rosa y Javi_apf por
chirigotas…iniguablable!!!.
De la ruta en sí, ¡¡qué decir!!. Su
descripción es por todos conocida, pero no la dejaré de hacer: Salida de
Alameda del Valle dirección Rascafría de la forma que a mi me gusta, empezando
en llano, 4 kilómetros calentando piernas y lenguas, observando el discurrir
del río, los prados verdes, el monasterio del Paular y cruzar el puente del
Perdón (algún día buscaré porqué se llama así…hoy no).
Del puente del Perdón a las Presillas la
pista se adentra en el robledal. Roble Melojo, negro en su corteza y duro,
chaparro, de hoja pequeña que aún a estas alturas del año no han brotado; y es
que en este valle la primavera se hace mucho de rogar, pero cuando llega es una
auténtica explosión de belleza.
Desde las Presillas, punto en el que el
arroyo Aguilón se une al río Angostura para que ya en el puente del Perdón
cambie de nombre a río Lozoya, se inicia la subida propiamente dicha. El
paisaje en principio no cambia, el robledal es denso, vamos ganando altura, y
cuando llevamos aproximadamente 5 km de ascensión, unos 9 desde la salida,
empezamos a ser conscientes de la altura que vamos ganando ya que el monasterio
de El Paular empieza a hacerse pequeñito en la distancia.
De repente, como sucede en toda la sierra del
Guadarrama, el bosque de robles deja paso a un bonito bosque de pinos, de
repente, sin que unas especies se mezclen prácticamente nada con las otras…no
hay robles y pinos juntos. Poco a poco seguimos ascendiendo, y allá por el km
14 (10 de la ascensión), la subida nos
da un pequeño respiro en la praderita que utilizamos siempre para
avituallarnos. Ayer, aparte de comer, asistimos al espectáculo cantarín de
Ballesteros y Javi…¡¡qué risas, leche!!.
La pradera es el preludio de una pequeña
bajada de escasos metros a la que sigue el tramo más duro de la subida hasta el
refugio de La Morcuera. Son 4 kilómetros en los que los pinos prácticamente
desaparecen, la pista se adentra hacia el macizo sur y perdemos de vista el
valle del Lozoya para empezar a disfrutar de las vistas de la Cuerda Larga…el
refugio está ya muy cerca.
La llegada al refugio de La Morcuera es
siempre un subidón. En este punto sabes que ya te queda muy poquito por subir
(escasos 500 metros en la pista que lleva a Canencia), y saber que casi todo lo
que queda es bajada te hace subir la moral.
En el reufgio volvemos a comer, foto de
grupo, más risas, fresquete…y al lío…bajada por carretera hasta el primer
desvío a la pista de Canencia y tras superar con más pena que gloria (al menos
por mi parte ya que las piernas empezaban a arderme…) la pequeña subida que nos
quedaba, tomamos el desvío a la izquierda y ya…a tumba abierta…a bajar!!!.
Yo dividiría la bajada en dos partes. Una
primera por pista amplia, ancha, en bastante buen estado que nos deja
directamente en la Majada (o refugio de pastores) del Cojo. A su lado, un
mirador de piedra se abre ante el valle…sé que no soy objetivo, pero la vista
es espectacular…
En este punto, al subirme en mi bici me doy
cuenta de que he pinchado,...vaya!!, menudo retorno a las rutas; primera salida
y pinchazo, jajajaja. Enseguida, y sin darme tiempo a reaccionar, ya tenía a
tres compis a mi alrededor ayudándome en la cuestión…escasos 10 minutos y
listo…a bajar!!!.
La segunda parte de la bajada es
sencillamente preciosa. Los robles, aún sin hojas, nos dejan disfrutar todo el
descenso de unas vistas inigualables del valle: la razón por la que quería
retomar las rutas aquí: las vistas y la bajada…una bajada muy sencilla, sin
pasos técnicos y con la única dificultad de las piedras sueltas y alguna que
otra curva un tanto traicionera.
Aproveché para probar mi hombro, y cosa
maravillosa…¡¡¡iba genial!!.
La bajada desde la Majada nos deja
directamente en los coches…atravesar el río Lozoya por el puente de Alameda
mientras asistíamos a como se reunían caballos y vacas como si fueran en
procesión de Semana Santa fue un bonito espectáculo y un magnífico colofón a
una mañana de nuevo inolvidable.
Muchachos…¡¡cómo echaba de menos esto!!. Cómo
me lo pasé ayer!!!. Me falta fuelle, pero mi cabeza y mis ganas pusieron el
resto….¡¡¡No cambiéis!!!.
Una última cosa. A los lesionados: Pachi,
Jesús (Terminal), Nacho, Cronos, (y creo que no me dejo a nadie, y si es así
pido mil disculpas), por favor, recuperaos lo antes posible; se os echó mucho,
muchísimo de menos…y a los no lesionados que no pudisteis venir…espero veros
cuanto antes.
Solo me queda decir una palabra más: GRACIAS.
Por vuestro apoyo, por vuestros ánimos, por vuestro interés…por ser como
sois…GRACIAS
Fotos de JuanCar