LA RUTA DE LA MONTERÍA.
Vaya por delante: En esta época del año, lo más
inteligente para evitar los problemas que tuvimos nosotros es ponerse en
contacto con el Ayuntamiento más cercano a la zona donde nos vayamos a
desplazar a hacer la ruta, ya que es la única forma de evitar sorpresas
inesperadas.
Dicho ésto, cambiamos nuestro día habitual para salir
el sábado ya que algunos de los compañeros tenían compromisos el domingo y a
los demás nos daba igual un día que otro. Quizá esa sea la razón por la que es
la primera vez en unas cuantas rutas en la que nos hemos juntado menos de 20
bikers. Aún así, a las 8:45 éramos 14 los que nos habíamos concentrado en el
aparcamiento del restaurante El Puerto situado en el kilómetro 48 de la M-501.
Javi (Marek), Pablo, Jesús (Terminal), Nacho (Gorcam),
Pachi, Javi (Jablan), Jesús (Agila), Glabre (Rodrigo), Adrián, Alberto (Peke),
Ángel (Arrojo), Marcos (Markievich), Manuel (Manuelsunn), y yo, JuanCar
(Juancardido), fuimos los asistentes a una ruta que, en principio, nos iba a
permitir terminar prontito y por fin poder disfrutar de una opcional como dios
quiere y manda.
La ruta elegida era la clásica de Picadas, no más de
33 km con cerca de 500 m de acumulado, cuya única dificultad se sitúa en las
primeras dos subidas que nos quitaríamos de encima en los primeros 8 km de
ruta.
Así pues, tras prepararnos todos, iniciamos la marcha
a las 9:03 (según mi GPS) recorriendo unos pocos cientos de metros por la M-501
dirección Pelayos de la Presa, para, enseguida, tomar un desvío a la izquierda
casi jugándonos la vida, ya que había que cruzar la carretera por un punto un
poco complicado y además los conductores no iban precisamente despacio ni
estaban muy por la labor de facilitarnos la maniobra.
Nada más tomar el desvío y sin tiempo para pensárselo
dos veces, ya empieza la primera subida de la mañana. Insisto e
insistiré...estas subidas nada más montarme en la bici me matan, me asesinan,
me dejan para el arrastre, pero en fín, qué le vamos a hacer...bajar plato y
subir piñones es todo el consuelo que me queda.
La primera subida, de unos 3 km de longitud, empieza
tendidita, pero en tramos alcanza una pendiente considerable. Menos mal que el
tipo de terreno (asfalto), el fresco de la mañana, lo bonito de la zona en esta época ya que las
lluvias han dejado todo el campo verdecito, y la charla distendida con los que,
como yo, sufrimos lo indecible en estas condiciones, hacen más llevadero
nuestro calvario particular, y en menos de lo que cabía esperar, habíamos
terminado de subir esa primera dificultad.
Tras reagruparnos en un cruce en el que la pista
asfaltada daba paso a una pista de tierra en muy buenas condiciones,
reiniciamos la marcha poco más de media hora después de haber salido del
aparcamiento.
Una zona de bajada/llano de aproximadamente 2
kilómetros da acceso a una de las zonas más bonitas de la ruta. Nos encontramos
al lado de una lagunilla natural que según los que han estado por allí más
veces, está bastante llena de agua. Justo en ese punto, una pequeña subidita
hace las delicias de los más intrépidos mientras que algunos siguen su camino
ascendente sin ni siquiera detenerse en ese punto. Cinco minutos después,
reiniciamos la marcha camino de la segunda y (supuestamente) definitiva subida.
Este segundo arreón ascendente es algo más complicado
que el primero debido principalmente al terreno. Afortunadamente no es un tipo
de tierra que se embote con la humedad o al mojarse, sino que aunque lastra lo
suyo, deja rodar sin hundirse las cubiertas en él.
Al igual que en el primer tramo de subida, el grupo se
deshizo, yendo cada uno un poco a su trantrán, gestionando sus fuerzas como
creía conveniente.
La ruta discurría perfectamente. No había problemas,
no había pinchazos ni sobresaltos; hasta tal punto iba la cosa bien, que el fin
de la subida llegó tan sólo 50 minutos después de haber iniciado la ruta.
Fue justo cuando creíamos que habíamos terminado de
subir, cuando algunos compañeros hicieron la broma de seguir subiendo por una
pista que se abría a nuestra derecha y que se desviaba del camino principal. La
mayoría descartamos la opción y confiados enfilamos camino abajo en busca de
las rampas de desnivel negativo que nos empezaran a sacar la sonrisa de la cara
(si es que alguna vez se nos fue). De repente, y para nuestra sorpresa, nos topamos
con una cinta blanca a rayas rojas en cuyo extremo se situaba un cartel que
decía: "Peligro, no pasar, Montería"...cagüen la mar...ahora que nos
habíamos hecho la ilusión de bajar, teníamos que decidir qué hacer, si
saltarnos la advertencia con el consiguiente peligro o tirar pista hacia arriba
por allí donde los compañeros habrían bromeado que fuéramos.
Un breve debate, que si aún no ha empezado, que si
falta una fecha, que si yo oigo tiros, que si esto es peligroso, dio como
resultado tirar con nuestras bicis pista hacia arriba en busca de una pista
alternativa que nos llevara directamente a Villa del Prado, nuestro siguiente
objetivo.
Decidimos que si hay otros tracks que nos llevan
paralelo al nuestro hacia la localidad de Villa del Prado, lo único que
teníamos que hacer era tomar un camino perpendicular a las dos pistas y así
llegaríamos a la siguiente pista y a un track alternativo algo más largo...tan
sólo unos 5 o 6 km más.
Conseguimos encontrar el camino que nos llevaría a una
pista paralela, pero cuando conseguimos ver la susodicha pista, una nueva cinta
blanca a rayas rojas con el mismo cartel que la cinta anterior, nos cortaba de
nuevo el camino...en este punto ya habíamos subido bastante más de lo que la
mayoría hubiéramos deseado, pero qué le íbamos a hacer.
Tras tratar de ponernos en contacto con el Seprona,
con la policía de Villa del Prado y con la Guardia Civil todo de forma
infrustuosa, y tras haber hablado con unos motoristas que, ellos sí, hicieron
caso omiso a la señal y se tiraron pista abajo, se decidió, y dado que Adrián
se negó en redondo en bajar por la pista cortada y para no dejar que volviera
solo a los coches con el consiguiente peligro para él, que buscaríamos una
pista aún más alejada e igualmente "paralela" a las dos que habían
sido cortadas para que, de una forma u otra, llegáramos a Villa del Prado.
Un desvío en el camino que nos llevó a la segunda
pista nos condujo a una nueva pista asfaltada donde, más de dos horas después
de haber empezado la ruta y casi una hora después de haber visto la primera
cinta, vimos una gran cantidad de todoterrenos que sin duda se dirigían a
iniciar la montería...¡¡una pena no haber hecho caso a nuestra primera
intención y haber tirado por la primera pista hacia abajo!!...total, las monterías
no suelen empezar hasta las 12:00 de la mañana tal y como apuntaba Ángel y tal
y como nos dijo una patrulla del Seprona y otra de la Guardia Civil cuando nos
las cruzamos por la pista asfaltada.
En esa misma pista asfaltada hicimos el momento
barrita justo antes de encontrarnos con una pareja que circulaba en un
todoterreno y que con muy buena voluntad nos indicaba un camino directo a la
carretera de Villa del Prado.
En ese momento no les hicimos caso, pero era lo mejor
que podíamos haber hecho. Si les hubiéramos hecho caso, nos hubiéramos ahorrado
cerca de 6 kilómetros, muchos de ellos por carretera, aunque si hubiéramos
estado un poco avispados, un poco antes de haber cogido la pista asfaltada,
podíamos haber enlazado por una pista que nos hubiera llevado a poder hacer la
segunda y tercera Marías para haber terminado también con un buen sabor de
boca.
El caso es que los dos cortes nos habían situado en
una posición bastante conservadora, sobre todo pensando en que lo que nos
quedaba a partir de donde estábamos era tan sólo bajar y llanear. Así pues,
tiramos pista asfaltada hacia abajo hasta que nos dimos de cara con una nueva
caravana de todoterrenos que iban a la susodicha montería, y enseguida contra
la M-403, carretera de Ávila a Toledo y que tomamos justo en el punto del
límite provincial con la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha.
Un rápido descenso en fila de a uno con algún que otro
adelantamiento nos condujo rápidamente al cruce con la carretera M-507 que nos
llevaría 8 km después hasta la localidad de Villa del Prado. Las caras en el
cruce eran un poema (sobre todo las de los que íbamos más tocados), ante
nosotros se mostraba una larga y tendida subida que nos hubiéramos evitado en
caso de haber hecho caso a la pareja del todoterreno.
En fín, con paciencia y piñones se sube todo, así que,
unos antes y otros después, llegamos a coronar la subida inesperada con la
esperanza que después se hizo realidad, de iniciar un largo descenso con cruvas
viradas muy divertidas, aunque por careretera y que nos llevó con unos cuantos
piques muy sanos entre Jesús (Agila), Ángel, Pablo y yo, a la entrada de la
localidad de Villa del Prado donde por fin pudimos enlazar con el track
original; eso sí 13 kilómetros después y unos cuantos metros de ascenso
acumulado más.
Desde Villa del Prado y cogiendo la antigua vía del
tren de Almorox (gracias Marcos por decirnos el nombre), llegamos plácidamente
a la Ermita de Nuestra Señora de la Poveda donde pudimos observar las dotes
sociales de Ángel haciéndose súper-amigo de un gran perrazo que había allí
durmiendo la
siesta y que se despertó justo para posar en la foto de grupo y
para que junto a Ángel nos regalara el momento cómico del día, y es que hay
algunos que van haciendo amistades allá por donde van...
La salida de la Ermita fue un poco complicada. Adrián,
presa de los días de no haber tocado la bici, tuvo un momento pajarón que
conseguimos resolver con unos pocos consejitos acerca de la forma de pedalear y
de utilizar el cambio. Por delante, el resto de compañeros nos esperaban en el
cruce de la carretera M-507 a la altura del Rincón, justo pegados a la valla
del Safari Park.
Yo les dije a los compañeros que tiraran adelante, que
ya nos quedábamos Adrián y yo detrás, de cierre, que él iba un poco tocado y
que llevando yo el track no había problema. Ellos no accedieron a mi oferta,
pero cuatro compañeros (Jesús (Terminal), Alberto (Peke), Glabre (Rodrigo), y
Pablo), apremiados por el tiempo tiraron sin pararse hasta el aparcamiento para
que nos se les hiciera tarde en sus obligaciones. Y es que a esa hora, cuando
llegábamos a la valla del Safari Madrid, ya teníamos que estar llegando al
final de la ruta y estar empezando nuestra opcional. Eran ya las 13:00 y aún
nos quedaban cerca de 15 km para finalizar.
Lástima de la premura del tiempo, porque de haber ido
con tiempo, nos hubiéramos parado a buen seguro a ver los animales sueltos del
Safari, pero no pudo ser así, y sin tiempo para contemplaciones, iniciamos la
última subida del día, una pequeña ascensión que nos llevaría hasta la presa
del embalse de Picadas.
La ascensión se hizo lenta, respetando el ritmo de los
más perjudicados. Al coronar, pudimos observar un precioso paisaje: la presa de
Picadas en todo su esplendor y el monte adyacente precioso por el verdor de las
lluvias de otoño.
Desde la presa de Picadas la ruta ni tiene mucha
historia ni nada de desperdicio. Es una zona preciosa, siempre rodando a la
orilla del embalse, lleno hasta rebosar, embutido en una vaguada preciosa,
fresca y con un magnífico olor. Quizá fuera por ello que tres o cuatro de
nosotros nos sentimos con fuerzas y estimulados por el ambiente nos lanzamos a
un sprint que nos hizo sostener una velocidad de más de 23 km/h. Y es que a los
que nos gusta llanear, aquel entorno es de lo más propicio.
De aquel tramo, una de las cosas que más me gustó fue
atravesar un túnel sin iluminar, lleno de piedras que casi había que adivinar
para no tropezar con ellas. Una sensación estupenda de riesgo que me gustó
mucho.
En menos de media hora desde que atravesamos la presa
de Picadas, recorrimos los siete últimos kilómetros que nos llevarían de nuevo
a la M-501 para acabar en el aparcamiento del restaurante.
Miré mi reloj y eran ya las 14:00 de la tarde. Una
pena haber teminado la ruta una hora y media después de lo previsto, lo cual no
nos permitió a algunos disfrutar de las cervecitas y de las patatas revolconas
con aire abulense que algunos si tuvieron la suerte de disfrutar.
Tan sólo uno hizo la machada del día, nuestro amigo
Marcos (Markievich), tras avituallarse y recargar de agua su camelback, tiró
hacia el otro lado de la M-501 y con un par completó la ruta con la Cuerda de
la Parada...un macho-man sin lugar a dudas.
En fín, que independientemente de las trabas que nos
pongan en las rutas, independientemente de monterías y otros avatares, la
verdad es que lo pasamos muy bien,.. como siempre, lo que siempre nos deja
ganas de que llegue el siguiente fin de semana para poder de nuevo compartir
una gran mañana dando pedales con unos grandes amigos.
¿Qué nos encontraremos el próximo día?.
DATOS FINALES DE LA RUTA (Según Perfils):
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Distancia: 47,25 Km
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Desnivel acumulado positivo: 847,70 m
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Tiempo en movimiento: 3 horas, 40 minutos
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Tiempo total: 4 horas, 44 minutos.
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Velocidad media en movimiento: 12,95 km/h (10 km/h de velocidad
media total)
Fotos de Marcos